Head

miércoles, 26 de abril de 2017

THE HISTORY OF THE GREAT SCIENTIST

By Mary Shelley

"When younger," said he, "I believed myself destined for some great enterprise. My feelings are profound, but I possessed a coolness of judgment that fitted me for illustrious achievements. This sentiment of the worth of my nature supported me when others would have been oppressed, for I deemed it criminal to throw away in useless grief those talents that might be useful to my fellow creatures. When I reflected on the work I had completed, no less a one than the creation of a sensitive and rational animal, I could not rank myself with the herd of the common projectors. But this thought,  which supported me in the commencement of my career, now serves only to plunge me lower in the dust. All my speculations and hopes are as nothing, and like the archangel who aspired to omnipotence, I am chained  in an eternal hell. My imagination was vivid, yet my powers of analysis and application were intense; by the union of these qualities I conceived the idea and executed the creation of a man. Even now I cannot recollect without passion my reveries while the work was incomplete. I trod heaven in my thoughts, now exulting in my powers, now burning with the idea of their effects. From my infancy I was imbued with high hopes and a lofty ambition; but how am I sunk! Oh! My friend, if you had known me as I once was, you would not recognize me in this state of degradation. Despondency rarely visited my heart; a high destiny seemed to bear me on, until I fell, never, never, again to rise."

Taken of: Frankenstein. Signet Classics.

sábado, 4 de marzo de 2017

LO REAL

Por: Marco Aurelio

Ante los exquisitos manjares y otros alimentos que me son presentados, puedo perfectamente decirme: esto es un cadáver de pescado, aquello un cadáver de pollo o de cerdo; o también, este falerno es un poco de zumo de uva, aquel vestido de púrpura no es más que un tejido de lana vieja de oveja teñido del color de sangre extraído de una concha. En cuanto a los placeres del amor, solo son un contacto de cuerpos, un friccionar de nervios, que produce el espasmo y la excreción de una materia espermática. Y del mismo modo que estas ideas, que van directamente al hecho y penetrando en lo más recóndito de los objetos, dan a conocer lo que son en realidad, es necesario obrar con todas las cosas de esta vida. Cuando un objeto aparezca a la imaginación como muy estimable, hay que examinarlo interiormente, considerar su valor intrínseco y despojarlo de todo aquello que puede darle una dignidad ficticia. Una brillante apariencia es de seducción peligrosa; por eso, cuanto mayor apego tienes por una cosa que te parece buena, tanto más grande es luego tu desilusión.

Tomado de Marco Aurelio. (2013). Pensamientos. Libro VI. Madrid. Antígona. 


lunes, 20 de febrero de 2017

LO QUE CONSTITUYE MI SER

Por: Marco Aurelio


Todo lo que constituye mi ser no es más que un poco de carne con un aliento de vida y dotado de la facultad de pensar. Abandona tus libros, suprime las diversiones, pues nada de eso te está permitido, y pensando que eres perecedero, desprecia esta carne, montón de sangre y de huesos, tejido de nervios, de venas y de arterias.

Considera también lo que es tu respiración: aire, solo aire, siempre distinto, arrojado continuamente y aspirado sin cesar. Solo queda, pues, la parte principal, la que piensa. Ahora bien, habla contigo mismo; eres viejo; no tengas por más tiempo esclavizada esta facultad maestra y por deseos incompatibles con el bien de la sociedad, no consientas que sea sacudida como un muñeco. No te quejes de tu suerte presente ni temas la futura.

Tomado de Marco Aurelio. (2013). Pensamientos. Libro II. Madrid. Antígona. 

miércoles, 25 de enero de 2017

EL ORIGEN DEL LENGUAJE

Por: EPICURO


El origen del lenguaje no se estableció por convención, sino que la propia naturaleza del hombre, que en cada pueblo experimenta sentimientos y recibe impresiones particulares, exhalaba el aire de forma personal bajo el impulso de cada uno de aquellos sentimientos o impresiones, y también según las diferencias producidas por la diversidad de los lugares habitados por los pueblos. Más adelante, y de común acuerdo, cada pueblo estableció sus expresiones particulares para poder comprenderse mutuamente con mayor claridad y concisión. Y, cuando un experto introducía una noción desconocida, le atribuía un nombre determinado por la pronunciación que el instinto natural le indicaba, o bien elegido por una razón que escogía el motivo más poderoso para adoptar aquella denominación.

Fuente: Epicuro. (1994). Obras. (Trad. Montserrat Jufresa). Barcelona. Altaya.