ALETURGIA Y ESCUCHA
Jairo Gallo Acosta*
“Ver mal y oir mal. Quien ve poco, ve cada vez menos, quien oye mal, siempre oye algo más”
Nietzsche. "Humano, Demasiado Humano". Aforismo 544
Foucault en su último seminario que se denominó “El coraje de la verdad” trae a la palestra un término que de cierta le va a permitir apartarse una epistemología anquilosada en la búsqueda de una verdad trascendental o metafísica, interesándose por la “producción de verdad, el acto por el cual la verdad se manifiesta” (Foucault, 2010: 19), y el término que trae es el de aleturgia, que sería la producción de verdad “el acto por el cual la verdad se manifiesta” (Foucault, 2010: 19).
La “aleturgia’ sería entonces ese conjunto de procedimientos donde se produce la verdad, donde se saca a la luz lo que se plantea como verdadero, en oposición a lo falso, a lo oculto, a lo indecible, a lo imprevisible, al olvido. Aquí lo importante no es qué es lo verdadero, sino cómo se produce lo verdadero, la relación entre el sujeto y la verdad producida, y en el estudio de esas relaciones es que Foucault se encuentra con la práctica de la parrhesía.
La parrhesía como práctica de decir veraz, la práctica del discurso de verdad que el sujeto está en condiciones y es capaz de decir sobre sí mismo, lo cual era muy importante según Foucault en la moral antigua grecorromana: “hay que decir la verdad sobre uno mismo” (Foucault, 2009: 21).
Pero en la antigüedad también existieron otras prácticas que el mismo Foucault menciona como: el examen de conciencia, las libretas de notas, la misma parrhesía, o ese conjunto de reglas para la transformación de un sujeto, para la transformación del maestro por el decir veraz, que se llamaba “psicagogia”**.
Hay que recordad que este conjunto de prácticas tenían como finalidad el cuidado de sí, con el ocuparse de uno mismo, por medio de decir veraz, pero no sobre una cosa, o un objeto, sino sobre uno mismo, el decir veraz sobre uno mismo.
Este decir veraz sobre uno mismo siempre necesitó (incluso antes que el cristianismo implantará la confesión y le poder pastoral) al otro:
Para que la práctica del decir veraz sobre uno mismo se apoye en la presencia del otro y apele a ella, la presencia del que escucha, el otro que exhorta a hablar y habla. El decir veraz sobre uno mismo, y esto en la cultura antigua, fue una actividad realizada entre varios, una actividad con los otros, y más precisamente aun una actividad con otro, una práctica de a dos” (Foucault, 2009: 22).
Que la práctica sea entre dos o más, que esta práctica remita a un nosotros no implica como se entiende en la actualidad que es necesario un “maestro” que lo enseñe, o peor, que es necesario una serie de técnicas (preestablecidas y formateadas) que se enseñen de una manera que se pueda “evidenciar” o “estandarizar” en una institución llamada universitaria, o certificada como tal para otorgar títulos profesionales, para el decir veraz sobre uno mismo, o todavía más complicado, para escuchar ese decir veraz sobre uno mismo y de los otros no se necesita ningún título habilitante, ni mucho menos una serie de formatos a los que hay que seguir paso a paso para asegurar una eficacia y efectividad imaginaria, como bien lo señalaba Foucault con la parrhesía, esta práctica no tenía que ver con una profesión, y menos con la profesión tal cual como se entiende en la actualidad:
“El parresiasta no es un profesional, y la parrhesía, con todo, algo distinto de una técnica o un oficio, sino algo más difícil de discernir. Es una actitud, una manera de ser que se emparienta con la virtud, una manera de hacer. Son procedimientos, medios, medios conjugados con vistas a un fin y que, por eso, incumben a una técnica, claro está, pero es también un rol, un rol útil, precioso, indispensable para la ciudad y los individuos. Más que (como una) técnica ( a la manera de) la retórica, la parrhesía debe caracterizarse como una modalidad del decir veraz” (Foucault, 2010: 33).
¿A que me remite todo lo anterior?, primero, a remitirme a Lacan y su teorización sobre el acto analítico, cuando dice que ese acto es contrario a una profesión (de ahí su escisión de la IPA), es la escucha de una producción de un decir, no por nada en el mismo seminario que lleva el nombre de “el acto analítico” llega a decir que el acto analítico tiene que ver con lo que puede ser enunciado del sujeto, que se llama lo inconsciente, lo que se habla de él, por tanto lo escuchar lo inconsciente era a lo que debía dirigirse el acto analítico. Y segundo, me remite a lo que ya hace casi un siglo nos decía Freud sobre la atención flotante como acto de escucha:
En realidad, esta técnica es muy sencilla. Rechaza todo medio auxiliar, incluso, como veremos, la mera anotación, y consiste simplemente en no intentar retener especialmente nada y acogerlo todo con una igual atención flotante. Nos ahorramos de este modo un esfuerzo de atención imposible de sostener muchas horas al día y evitamos un peligro inseparable de la retención voluntaria, pues en cuanto esforzamos voluntariamente la atención con una cierta intensidad comenzamos también, sin quererlo, a seleccionar el material que se nos ofrece: nos fijamos especialmente en un elemento determinado y eliminamos en cambio otro, siguiendo en esta selección nuestras esperanzas o nuestras tendencias. Y esto es precisamente lo que más debemos evitar. Si al realizar tal selección nos dejamos guiar por nuestras esperanzas, correremos el peligro de no descubrir jamás sino lo que ya sabemos, y si nos guiamos por nuestras tendencias, falsearemos seguramente la posible percepción. No debemos olvidar que en la mayoría de los análisis oímos del enfermo cosas cuya significación sólo a posteriori descubrimos. (Freud, (1912) 1992).
Lo que llevó a Freud a plantear una práctica de la escucha es haber encontrado en la mirada lo mismo que Foucault subrayaba en varios de sus textos, una vigilancia para el disciplinamiento, el orden y el control, una mirada que fue utilizada para en la modernidad para extender (extensiones protésicas) un campo de gobierno sobre los otros, para su dominación.
El acto de mirar, o más bien, la visión o el observar*** en las prácticas Psi es una constante, por lo menos el observar comportamientos, la percepción atenta del otro, las técnicas de observación aquí son eficaces para tal fin, incluso la observación parece ser el primer paso para la labor evaluativa en la practica psicológica, y por lo expuesto en el proyecto de las competencias profesionales del psicólogo en Colombia, la evaluación se ubica no sólo como una albor importante dentro de lo que “tiene” que hacer un psicólogo, sino como lo único que tiene que hacer, ya que la intervención sigue ajustada a la evaluación (ASCOFAPSI, 2010).
Volviendo a la aleturgia que plantea Foucault, esa observación y evaluación poco o nada tienen que ver con la escucha de un sujeto, y mucho menos, con la relación de ese sujeto con la verdad, con eso que le permite un decir veraz sobre sí mismo, por tanto, las practicas psi que se basan en esa observación no se dirigirán a un sujeto y el cuidado de sí, sino lo más probable es que se dirijan en el mejor de los casos a un conocimiento, y en el peor, a su dominación, y podemos intuir que el conocimiento y el dominio casi siempre están relacionados.
La propuesta foucaultiana de la aleturgia de cierta manera nos hace otra vez pensar en una práctica que pueda no sólo producir verdad, un decir veraz, sino una práctica que pueda escuchar ese decir, y al parecer Freud y Lacan desde el psicoanálisis lo que siempre desearon para constituir una práctica fue precisamente eso, una práctica que no sólo escuchara a un sujeto, sino que pudiera transformar a ese mismo sujeto, incluso, ¿por qué no?, una práctica que constituya como decía Foucault una nueva subjetividad.
Bibliografía
*Psicólogo. Magister en Psicoanálisis, Universidad Argentina John F. Kennedy. Doctorando en Ciencias Sociales y Humanas, Pontifica Universidad Javeriana. Docente universitario e investigador. Director de la revista Psique y Sociedad. www.psiqueysociedad.org
**. El tema de la psicagogia fue abordado en otro artículo, para mayor referencia consultar: http://indexno.blogspot.com/2010/01/la-psicagogia-no-es-psicologia-pero.html
*** Existe una diferencia entre ver y mirar que sería materia de otro escrito.
ASCOFAPSI. (2010). Competencias disciplinares y profesionales del psicólogo en Colombia. Documento preliminar- Propuesta para discusión. Recuperado de: http://www.ascofapsi.org.co/documentos/2010/Competencias_profesionales_psicologia.pdf el 25 de abril de 2011.
Freud, S. (1992). "Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico"(1912), en: Obras Completas, Vol. XII. Buenos Aires: Amorrortu.
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