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martes, 29 de marzo de 2011



lunes, 24 de enero de 2011

CARTA AL CAMPO FREUDIANO

Carta al Campo freudiano

París, 9 de enero de 2011

por Jacques-Alain Miller

Tomado de: Boletín Voz a vos

Queridos colegas y amigos,

En este comienzo del año 2011, veo venir el final de un trabajo que me ha requerido desde hace tiempo. En efecto, acabo terminar la redacción de lo que se llama, propiamente hablando, El Seminario de Jacques Lacan, es decir, los 25 Libros que van desde los Escritos técnicos de Freud al Momento de concluir. Aún queda, en lo más esencial, dar la última vuelta a un único manuscrito, el del Libro VI, El Deseo y su interpretación, del cual ya hice aparecer en otro tiempo seis lecciones.

Además de esos 25 Libros, he establecido igualmente el texto de cuatro Seminarios - por orden cronológico: el Seminario inicial de 1951-52, sobre el Hombre de los lobos, del cual subsisten algunas notas de oyente; los Seminarios topológicos, de los cuales subsiste poco, que fueron dictados después del Momento de Concluir; y el Seminario último de 1980, contemporáneo de la disolución de su Escuela por Lacan.

Llevado desde hace un año a consagrar al Seminario todos los momentos de los que podía disponer por fuera de mi práctica, he estado sin duda menos presente para mis amigos, mis colegas, para todos vosotros. También por esta razón tuve que posponer el reinicio de mi seminario.

A sus fieles oyentes les propongo una cita en el mismo lugar, el miércoles 19 de enero a las 14 horas. Hablaré del punto en el que está la redacción y la publicación del Seminario y anunciaré sobre qué tema y en qué condiciones continuaré mi curso en 2011.

Les deseo un buen año,

Jacques-Alain Miller




jueves, 4 de noviembre de 2010

III ENCUENTRO DE TRABAJADORES DE SALUD MENTAL Y III SEMILLEROS DE SEMILLEROS DE PSICOANALISIS (UNA SINTESIS)

III Encuentro de Trabajadores de la Salud Mental Y III Encuentro de Semilleros de Psicoanálisis. (Una sìntesis)

Clínica de la Psicosis y Psicología Social

Rosendo Rodríguez Fernández

Grupo de Investigación Psicosis y Psicoanálisis


"La castración quiere decir que el goce debe ser rechazado para que sea alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo."

Lacan, Escritos I.



¿Qué decir, por un lado, de la Clínica de la Psicosis, y por otro, de la Psicología Social?

Para empezar, se tiene la psicología social. Algunos trabajos, inspirados por Enrique Pichòn Rivière, han sugerido el camino de los grupos, para abordar la psicosis. Trabajo centrado en tareas, donde hay una coordinación. Al parecer, la actividad tiene un papel importante en el trabajo con psicóticos institucionalizados. Se tiene todo un discurso, en tanto que hace lazo social, sobre la Psicosis.

En trabajos anteriores, ya se han señalado algunos caracteres de ese discurso. Se ha insistido en la institucionalización de los trastornos de personalidad, y los trastornos afectivos, en el DSM-IV, como forma estándar de catalogar, diagnosticar y tratar la psicosis.

Y hay un acuerdo transdisciplinario que sostiene este discurso. Tal vez incluso, hace semblante del gran Otro, de modo que no gratuitamente se puede tomar la sentencia de Marcelo Pérez, el psicoanalista argentino, que dice escuetamente que un terapeuta no es famoso porque cura, sino que cura porque es famoso.

Así que las demandas de curación, provenientes del Otro, no pueden dejarse de lado en referencia al trabajo con “pacientes” cuyo proceso es visto como “trastorno del afecto” o “trastorno de la personalidad”. Recordar, es preciso, que el gran Otro es el lugar de donde emerge el deseo. En este caso, el deseo de curación del trastornado, que cae bajo un eufemismo cuyo sentido sería “no etiquetar” al “usuario”.

En el fondo, la demanda de curación, proveniente del Otro, viene por el reverso de este Ideal del Otro, que cubre la falta en ser y sostiene las identificaciones del sujeto. (Eidelberg, ) El papel, pues, de este Ideal del Otro, el de la curación, el de la fármacoterapia, el de las promesas de los neurocientíficos, que de todos modos no llegan con plenitud a Colombia, no es despreciable en la Clínica de las Psicosis, pues es modelo hegemónico.

¿Cómo entra allí el psicoanálisis? ¿De qué modo interviene el “agente de la castración” en instituciones cuyo ideal es la curación de trastornos mentales? ¿Estos diagnósticos, de qué modo influyen en la fenomenología de la cura? ¿Es viable hacer discurso del analizante con un sujeto de la forclusión?; en último término, ¿De qué lado terminan el psicólogo y el psicoanalista, en la relación con sus significantes, hablando del vínculo social? En otras palabras, ¿Cuál es su defensa? ¿Qué defienden uno y otro… y otro?

Psicología Social

En el III Encuentro de Semilleros de Psicoanálisis, realizado a la par que el III Encuentro de trabajadores de la Salud Mental, organizado por el grupo de investigación Psicosis y Psicoanálisis, bajo la dirección de Jairo Báez, aparecen varios postulados que se toman en este escrito como objeto de discusión.

Surge por ejemplo, la paradoja entre la presentación de un programa dedicado a la curación de la psicosis, cata-logada como esquizofrenia, trastorno de la personalidad o trastorno del afecto, con poca claridad en la medida en que universos simbólicos provenientes de la psiquiatría clásica y actual, se mezclan de manera prolija con los que provienen de la psicología “multienfoque”, con su historia; y la de la psicología con enfoque analítico, bautizada así en el III Encuentro, en razón de la intervención orquestada desde la práctica en psicología, como requerimiento para un grado en esta disciplina, también recortada por dos versiones del Otro: el institucional y el de los Semilleros de Psicoanálisis.

Desde el Semillero, se observa el recorte, la progresiva delimitación del campo de la práctica de la psicología con enfoque analítico –imposible llamarla simplemente Psicoanálisis, en razón de la ausencia de un reconocimiento de las agremiaciones psicoanalíticas, lo cual es ya otra paradoja, aunque dicho sea de paso, el Semillero es reconocido por la Fundación Universitaria Los Libertadores y Colciencias, en el campo de la Psicología – con una apuesta claramente lacaniana, y siguiendo un postulado de Jairo Báez: “En el semillero cada uno trabaja desde su propio deseo”.

Esa delimitación progresiva ha tomado el camino del análisis, señalado por Lacan. Tomo aquí un momento de la historia de la teoría del propio Lacan, relativa a su intervención frente a las instituciones, y en concreto ante la institución analítica: su excomunión de una organización freudiana, pues no se aceptaron sus ideas -lo cual considero legítimo desde unos dogmas religiosos – y su abdicación como padre de otra institución, ante la paradoja de la institucionalización del psicoanálisis.

Esta es la apuesta del psicoanálisis, entendida así por quien escribe: institucionalización-análisis. Es la confrontación con el significante del Nombre del Padre, por la vía del discurso del Analista que hace escucha a las diferentes versiones del discurso del Amo. Se hace necesaria esta confrontación, no la eliminación –por otra parte imposible – de este significante por el sujeto, y el producto es lo que queda de ella, el análisis.

De la instauración del Significante del Nombre del Padre, único significante para el Padre, cuya función es la fundación del sujeto, se desprende la institucionalización. La familia, un dispositivo defendido incluso por la psicología, es una institución con roles derivados de las viejas instituciones greco-latinas, en las que, como señala Jairo Báez, en el Semillero de Psicoanálisis, el Padre era el dueño de un pedazo de tierra, y todo lo que allí estaba contenido.

La familia, con sus avatares históricos, ha sido considerada, después de Desjardin, como la célula de la sociedad. La biologización de las lógicas sociales no es gratuita. Finalmente, se habla de “organización”, o de la conformación de órganos, que se nombran así y se convierten en instituciones, marcadas por los discursos de la fisiología.

Toda una funcionalidad de los órganos, es lo que aparece bajo otras imágenes, en el plano social. Y algunas disciplinas sociales, se encargan de abordar estos fenómenos de estructuración y funcionalidad, unas sosteniendo sus discursos, otras atacando allí, en ese plano.

Y esos órganos, como en la medicina, se nombran, y se reconocen en su estructura y función. Y por supuesto, como buenos médicos, ingenieros del órgano, las organizaciones se “medicalizan”, se “patologizan”.

Allí hay psicologías sociales. Unas, las funcionalistas, no cuestionan al órgano, sino a su función, y la tratan a la vieja manera médica: hacen lecturas sintomales, como se expresaba un viejo maestro de psicología de la Universidad Nacional en los años ochenta. Esas son las psicologías de taller. Son las del abordaje cualitativo, con dinámicas de grupo. Rápidamente, tienen propuesta, con objetivos y metodología, dirigida a un departamento de la organización, alguno quizá bautizado de “Recursos Humanos” según un viejo logo, o de “Bienestar Social”, según los nuevos nombramientos.

Hay otras psicologías, que trabajan con sistemas de economías de fichas, sistemas de incentivos, formas de premiaciones al “empleado del mes”, o dedicados a celebrar cumpleaños y a utilizar los esquemas heredados de Taylor, y sus reforzadores. En todos lados, incluso en el III Encuentro, hay tiempo para un “break”.

Y para variar, los órganos producen. Es la productividad lo que permite hacer la lectura sintomal, y es en tanto que se afecta esta productividad que se interviene sobre la función del órgano. Se interviene removiendo a un funcionario deficiente, por otro más eficiente. Lógica de la mecánica, lógica del repuesto. Lógica del consumo.

En este contexto, donde las disciplinas surgen, haciendo gala de su significante, como dispositivos para disciplinar, -recuérdese al señor Michel Foucault, que señala en su Historia de la Locura, el nacimiento de la psiquiatría como dispositivo de control y más nada – el pensamiento de los individuos, sus hábitos, su decir; la psicología de enfoque analítico, llámese psicología analítica, opone otros Nombres del Padre.

Se trata, no de otra perspectiva, no de otra mirada. Se trata de otros significantes del Nombre del Padre, si se permite esta expresión que, por no estar del todo refinada en concordancia con la teoría de Lacan, puede resultar torpe.

En algunas ponencias, como en la de Jorge Mario Karam, en el III Encuentro de trabajadores, resulta evidente el debilitamiento de los semblantes paternos, del que habla Eidelberg. Trae a colación a H. G. Wells, a Julio Verne, y a la representación de sus “Proféticas” obras en el cine y en la Radio, a cargo de Orson Welles, en New Jersey, y Radio Quito, Ecuador, años más tarde.

Como todo, lo que hizo Welles en su tierra se replicó en Ecuador con efectos desastrosos. Una invasión de extraterrestres terminó en la destrucción de la estación de radio, con algunos muertos de por medio. Ejemplo muy claro de factura del mundo en un lado, y de vivencia del mismo en el otro, con algún retraso. Repetición, quizá diría Freud.

Se trata del significante del Nombre del Padre, forcluido. Rechazo del Padre, del orden patriarcal, cosa ya dicha muchas veces, y advenimiento del deseo materno, casi en pleno. Discursos que anclan a los significantes maternos, de los que los discursos feministas se esmeran en sostener una relación de objeto “mejorada”.

Ahora que las mujeres son mejores que los hombres, en la ideología, y el mismo Dios dejó de ser un Padre, para advenir Padre-Madre, las Leyes y las Constituciones Nacionales sostienen la igualdad de Derechos, y hacen prédica constante de los Derechos Humanos, lo reprimido en lo simbólico retorna en lo real, a la Freud.

Las instituciones, sobre todo multinacionales, son las que nombran. Son los nuevos Nombres del Padre. Ya no es Edipo, sino cualquier brillante logo en la cima de un rascacielos, en el membrete de una institución, lo que nombra, lo que regula las relaciones entre unos y otros objetos de las organizaciones.

Son los “ingresados” y los “egresados”, los que reciben una insignia del Otro, insignia que se porta, y que se usa como referente de identidad. En este sentido, se tiene desde allí toda la dinámica de las agremiaciones, agrupamientos, conjuntos. Los universos simbólicos se constituyen desde estas insignias.

Y como señala Lacan, citado por Berenguer (n. d.), los Ideales del Otro sostienen el deseo de los sujetos. En ese sentido, tomando la lógica del fantasma, lacaniana, que desarrolla en su planteamiento de los discursos, puede afirmarse que el discurso capitalista, el discurso que no hace vínculo social, y que por ello es dudoso que sea discurso, sanciona la legitimidad del tener en tanto se incrementa el capital.

Pero el Capital es el Nombre del Padre de la posmodernidad, que funda a un sujeto para el cual no hay garantías del Otro en los demás universos simbólicos, salvo en referencia al Capital. El advenimiento de un objeto, que en los tiempos de Marco Polo era un documento que representaba un monto, una riqueza en semovientes, al lugar del Otro, sustituyendo o relegando otros Nombres del Padre, los de la Modernidad para variar, la Ciencia y Dios – In God we Trust, slogan del dólar – impone un Otro para todos los semblantes del Otro.

Si en la época de Freud la neurosis obsesiva se reveló en relación con este significante –historial del hombre de las ratas, obsesionado con la crueldad de un tormento y un deseo ligado a la voracidad de estos animales con respecto al recto del paciente, siendo las ratas en alemán un significante del dinero- y se traducía en la relación entre el hombre de negocios que sostiene al buen Dios en su trono, temeroso de su deseo de ser poseído por éste –rata devorando el ano, dinero devorando el ano, asociado al temor por la muerte del padre y un amor que encubre el deseo ligado a este temor-, en la actualidad la neurosis obsesiva se revela en relación con el discurso que no hace discurso, que empuja al sujeto que hace forclusión del Nombre del Padre por los significantes maternos y hace del dinero el falo que amenaza introducirse per anum, como variante de la posesión del falo paterno.

El Capital y el Ano. Un discurso en relación con un significante primordial, que hace tensión con un objeto, que para variar, sujeta. La sujeción del capitalista a lo que elegantemente por allí algún psicoanalista llama el “carácter anal”, puede verse en la multiplicidad de discursos que tienen que ver con el viejo mito infantil del nacimiento de los niños por el ano, siendo el excremento el niño.

¿Y qué individuo de la posmodernidad, no pasa por la admisión –manducación- en las organizaciones?

¿Cuál no pasa por su digestión – ubicación en un puesto de trabajo, desarrollo de su vida laboral como funcionario, ubicación como aprendiz, en educación – por parte del aparato de la organización, de la empresa?

¿Cuál no termina siendo, en efecto, un excremento, a la vez producto –los funcionarios habitualmente son una mierda- y desecho de las organizaciones?

¿Quién no termina desempleado o pensionado? ¿Quién no termina graduado? Se trata de la expulsión de la excreta, equiparable primitivamente a un parto por una cloaca.

El Padre, expulsado de la sociedad, un residuo de ésta, en tanto que es un proveedor –la mujer lo desea en tanto que bello, maduro pero juvenil, prestante y holgado, responsable, y encima de todo, ¡Buen amante!- cuyo fallo es una de las salidas más castigadas y reprobadas en la actualidad, es un objeto en tensión con un significante que termina siendo portador de muchos Ideales.

La distancia entre el padre real y el padre imaginario de la actualidad, comporta un enorme malestar a quien se le ocurra utilizar el pene para algo más que vehiculizar la excreta. En tanto que Ideal, el discurso del Padre tiene unos matices kantianos tan llamativos como ilusorios e irrealizables. Tortura al padre real, el cual queda sepultado por los imaginarios, y por la fuerte demanda ligada al orden simbólico en que está inscrito.

Puntualizando, diferénciese entre el Padre, el objeto que entra en tensión con el significante, y el Significante del Nombre del Padre, el cual articula y estructura la realidad del sujeto. Un padre es exigido como Padre, desde que está en relación con el discurso paterno en el cual se inscribe, y esta inscripción solo es posible en la medida en que se ha instaurado el significante del Nombre del Padre, arrasando la naturalidad del organismo.

Resumiendo, se tiene hasta aquí, una psicología social como discurso que sostiene al padre en su sitial de honor, con sus versiones y narrativas a la Rorty, apuntaladas en las contingencias (citado por Berenguer, n. d.); y otra, la psicología analítica de este Semillero de Psicoanálisis, que aborda la lectura de las organizaciones remitiéndose a los significantes que sirven de trama para los discursos.

Se encuentra, de modo inquietante aunque no nuevo, que el Padre ha retornado en lo real, con una brutalidad calificada como salvaje en lo que respecta al devenir del capitalismo como discurso que no hace vínculo y refuerza el narcisismo, y que sostiene el deseo –más bien el goce- de cada uno de los excretados por las instituciones.


Clínica de las Psicosis

Esta, la locura, se ha institucionalizado, Las disciplinas, como se decía arriba, citando a Foucault, han surgido como dispositivos de control, dispositivos de poder, ligados al goce de los funcionarios, llamados de modo elegante “Doctores”. Son capataces, mandos medios, necesarios para esgrimir el látigo y poner todo en orden. Se trata de sostener el sentido del símbolo, y el capataz tiene discursos, unos más afinados que otros, para propiciar el autocontrol, e incluso la autodelación, y la autoincriminación.

Óscar Rojas, en el III Encuentro de Trabajadores, muestra el caso de una mujer encarcelada, injustamente bajo el discurso de la justicia, que vivía “feliz con sus hijos” hasta el momento de la cárcel. Retorna al mundo “con la mirada de todos sobre ella”, siendo vista, señala Rojas. No es el discurso de la autoincriminación, culpabilización, etc., lo que la induce a la cárcel. Es ese plus, relacionado con el significante del Nombre del Padre, asociado pues, a la privación de su felicidad y a la caída bajo su mirada. Termina siendo gestada como presidiaria por la Cárcel, y se inscribe en un semblante paterno. Porta las insignias del gran Otro, y en una versión particular del goce, es “mirada”.

Paola Daza, Carol Fernández e Ivón Benavides presentan un caso clínico, donde los dibujos de un paciente apocopado como A., muestran un neurótico obsesivo afectado por delirios, afectado por una sintomatología que lo nombra como “esquizofrénico”. El sujeto escucha voces, y queda determinado por las órdenes que recibe de las mismas. Es intervenido según una práctica nombrada como “Taller”, objetada por Jairo Báez. La réplica de Jaime Velosa, autor del nombre del taller, es aclaratoria.

Hay aquí efectos discursivos de la psiquiatría clásica, el psicoanálisis, la psicología de los talleres, y del discurso del analista. El resultado de varios discursos, varios semblantes paternos, de los cuales, el desafío es llegar a un discurso que no haga semblante. Así, la ponencia de Daza y compañía pierde su vigor, centrado en mostrar lo fallido de un nombramiento, lo arbitrario de un diagnóstico, necesariamente adscrito a un orden simbólico, a un discurso clínico que por su lógica interna no falla, sino que su falla está en su relación con el objeto.

Es el problema de hace del mundo un efecto poïético del lenguaje, dando lugar al pleonasmo por mor de la claridad. Así, el psicólogo hace un esquizofrénico con un catálogo a mano y el auxilio de la farmacología con visto bueno del psiquiatra, y el analista hace del objeto un neurótico obsesivo… un sujeto con ciertas garantías, o al menos la posibilidad, de llegar a ser analizante.

Es el problema de la psicología social, que planteada desde la psicología analítica, muestra al sujeto en vínculo a partir del discurso. Muestra sujetos imaginarizados por los discursos, encuadrados en sus lugares, desde donde operan por mor del discurso, poniendo en el terreno de la competencia cada semblante de la clínica, con sus efectos.

Y al loco, enloquecido con tantas clínicas y tantos sentidos a los que es adscrito, para fortuna de él, quizá ignorándolos todos. Sin embargo, el loco es un paranoico al que verdaderamente persiguen los neuróticos. Velosa muestra a Lacan y su Aymèe, su Amada, a quien termina arrebatándole a su hijo, Anzieu, discípulo y analizante, a la vez que hijo de su amada y analizada psicótica. Muestra Velosa que hay verdad del sujeto en el delirio.

En esta dirección, Diego Quintero puntualiza de manera muy pertinente, que el psicótico es discriminado, obviamente en el hospital, pero también en la comunidad. Es preciso conceder que es posible que los lugareños no estén habituados al trato con los “pacientes”, pero en cualquier caso, Quintero reporta signos claros de discriminación. Ejemplificando, en el curso de un festejo pueblerino, la repartición de vales para alimentos y bebidas no contempló a los psicóticos. Tampoco hubo mucha interacción entre la concurrencia y los pacientes.

A los psicóticos no se les toma en serio, no se les cree. Aún hospitalizados, la atención es precaria. En una institución de intervención terapéutica, reporta Quintero, no hay suficientes profesionales, no hay psiquiatra ni psicólogo, y el número de enfermeros es escaso.

Como aporte del dispositivo analítico, durante la práctica de Quintero, un logro claro fue la dedicación de muchas horas de atención a pacientes delirantes, críticos, a través de la cual se logró contener la violencia y agresividad sin requerir de procedimientos tradicionales tales como la sedación y el uso de la camisa de fuerza.

Ciertamente, los trabajos de Daza, Fernández, Benavides, Quintero, y otros, recuperan la escucha y el silencio, para permitir la palabra del psicótico, prestándole atención, y realizando cortes para hacer inconsciente. La respuesta de los psicóticos es prometedora a nivel de clínica. Hacen actividad por su propia cuenta, toman algunos espacios para ellos, ya sin la dirección del personal y muestran su creatividad. Hay delirios que se estructuran y operan como solución, entrando los pacientes en la dinámica de grupos, en que aparecen líderes, mandos medios y operativos. Esas jerarquías sociales, como tradicionalmente ocurre en cualquier esquema grupal, se traduce en derechos y privaciones, que operan como motor de las relaciones entre los psicóticos.

Ciertamente, el personal destinado al cuidado y atención terapéutica no es ajeno a esa dinámica, conformando el grupo dominante, que establece las políticas de las cuales los más entendidos son quienes sacan el mayor provecho.

Allí, en el internamiento, se tejen dramas similares a los de los neuróticos. Odios, amores, intrigas, conflictos, luchas por el poder. Los malestares se traducen en delirios, y medicación o inmovilización. Alguna incidencia también tienen esos dramas a nivel del personal de intervención, pues se trata, de cualquier modo, de objetos que entran en tensión con los significantes, a veces muy precarios, de los pacientes.

La transferencia es invasiva, y se traduce en un cuerpo erogenizado al modo de las psicosis. Se reporta por allí que un paciente guarda sus excrementos en un maletín, y solo le confía el contenido del mismo al practicante que lo escucha y que trabaja devolviéndole sus palabras. Estos actos amorosos primarios, tendrán muchas variantes en su manifestación.

Los practicantes, reconocen su amor por los pacientes. Toman ese amor al modo de un compromiso, y su compromiso es comunicar al horizonte psiquiátrico en Colombia que la psicosis tiene salidas, si bien las estructuras siguen siendo psicóticas. La institucionalización y transformación de las psicosis en enfermedades mentales, su nombramiento como tales, y el tratamiento, constituyen los elementos del malestar del sujeto.

Se trata finalmente de seres abandonados y utilizados en el mejor de los casos por sus familiares o deudos. Aglomerados allí, en condiciones aceptables de alimentación y aseo, con unas instalaciones más bien adecuadas, estos sujetos no tienen a dónde más dirigir sus pasos. Su alternativa es la indigencia, la calle, de donde han sido extraídos todos ellos, pues tienen un certificado como tales.

Hay un malestar que subyace a la estructuración de la psicosis. Se trata de una ruptura o una perturbación a nivel del deseo. Las instituciones no trabajan habitualmente con el deseo del psicótico, sino que lo controlan y lo dejan allí hasta la remisión del delirio, y hasta tanto un familiar lo reclame.

Cada uno de ellos tiene su historia, no la escrita en los formatos clínicos, que revelan una muy limitada utilidad, sino la que se revela cuando son escuchados y tomados en serio. Esa transferencia, a partir de la cual el practicante es tomado como objeto por el psicótico, termina siendo dirigida a la simbolización, a la suplencia del Nombre del Padre, para estructurar una relación de objeto mediada por un significante.

Los internos han mostrado que asimilan significantes, al entrar en el deseo de los practicantes. Hay también allí una entrada del deseo del otro, que terminará aludiendo a la imposibilidad originaria de ser traumatizados por los objetos primordiales, perdiéndolos, en tanto que precisamente lo que no se establece es una relación de objeto de deseo.

Aquí puede verse el efecto de la fagocitosis materna, la planitud de la completud del psicótico en tanto indiferenciado de la madre. Objeto que no desea en tanto que no es deseado, objeto que no admite la instauración del Nombre del Padre, el psicótico cae bajo la lógica del signo rechazado, forcluido.

En tanto que no hay aceptación de la castración del lado materno, por supuesto, el desenvolvimiento de la psicosis se acompaña de la psiquiatrización, la que hace del psicótico un objeto de goce de la medicina, un objeto de goce de las instituciones, y un objeto de goce de los funcionarios y terapeutas, farmacólogos que demandan tranquilidad en el asilo.

El trabajo de los practicantes de psicología de orientación analítica, con un dispositivo de escucha constituido por un psicólogo dispuesto a escuchar activamente al paciente, con un discurso enriquecido por el discurso del analista, susceptible de vehiculizar una transferencia psicótica, dirigida a la instauración de significantes suplentes del Nombre del Padre, que se localizan desde el mismo delirio como solución, muestra resultados prometedores en tanto que emerge algo similar a un discurso, propio del psicótico, que soporta alguna forma de vínculo, de relación con un mundo de objetos reconstruidos, donde su propio cuerpo es un objeto a construir o reconstruir.

Dada la sencillez de ésta fórmula, se precisa advertir una salida por el lado de la Psicología Social.

 
Alternativas

La desinstitucionalización de la psicosis, y la disposición de escucha atenta y activa por parte de otro, en el marco de una relación transferencial, es la apuesta que se opone a la psiquiatrización, psicologización y farmacologización del paciente.

De otros lados, se hacen propuestas. Algunas de tinte francamente metafísico, con elementos incluso esotéricos. Son, sin embargo, más esperanzadoras, en concepto de quien escribe, que los procedimientos tradicionales.

Puede señalarse, con el III Encuentro de Semilleros de Psicoanálisis, que hay madera para tallar terapeutas. Desde el propio deseo, Millerlhandy Vega y Nubia Acuña, muestran la locura que hay en la perversión, y las relaciones con la neurosis.

La negación de la represión, propia del perverso, desemboca en una omnipotencia que dicta la Ley. El tirano hace las leyes para hacer acordes sus crímenes a una filosofía, a una dogmatización del mundo. Leyes draconianas, para sociedades sedientas de autoridad, de una autoridad que tome a su cargo la realización de sus deseos y la responsabilidad de los actos monstruosos.

Líderes que logran, con la participación activa de buenas cantidades de seguidores, el ascenso al poder. Luego, legislan acomodando a su deseo traducido en ideología, los decretos, al mejor estilo de los perversos de “Los 120 días de Sodoma” de Sade.

El goce de la muerte y el sexo, de la reducción del otro a la condición de objeto, y la imposición del goce, se viabilizan a través de los discursos políticos y sociales.

Nuevamente, se trata primero de trabajar en la rectificación del otro. Es el neurótico el que termina imponiendo al psicótico una clínica, unas condiciones vitales, un saber. Reconocer que no se sabe de la psicosis, pero que tampoco se sabe del saber, se requiere para confrontar los dogmas de las sociedades. Hay que interrogar, y producir reflexiones ciertamente ricas en elementos como las del III Encuentro.

Reconocer que la psicosis no es una patología, sino una estructura, se impone como un principio regente de la intervención clínica. También, que quien requiere saber de sí, es el propio psicótico, con sus certezas y su completud, y sus delirios.

Reconocer la propia ignorancia, movilizarse, desplazándose de la posición ventajosa de Sujeto Supuesto Saber, llevando al psicótico al habla, al trabajo con sus voces, a la confrontación con el enjambre de significantes, a la apropiación de las palabras y las ideas, es lo implicado en la escucha que se le propone.

Deben mencionarse algunas investigaciones de los Semilleros de Psicoanálisis de las Universidades de Bucaramanga. El trabajo con el juego como método de análisis de niños, es promisorio. Aquí hay alternativas al tradicional modo de evaluación psicológica y abordaje interventivo de fuerte tono directivo, cuando no psiquiátrico, en relación con los infantes.

La experiencia muestra niños cuyo diagnóstico, elaborado desde perspectivas psicológicas, dista mucho de abrir las posibilidades de intervención. La práctica constante de la remisión de casos clínicos a instituciones psiquiátricas de niños, estigmatiza al infante, y les permite a las familias dejar de lado su responsabilidad.

Esos, son semilleros de patologías histéricas en su mayoría, pues los niños acceden a la etiquetación con todos sus efectos, fijándose a la palabra del psiquiatra y del personal de enfermería. Medicados, los niños están desconectados más bien del mundo. Con el tiempo, la estigmatización por parte de los demás niños, y de la gente del común, incide sobre procesos emocionales.

Esta vertiente del trabajo de los psicólogos, en la actualidad, es inquietante. La carencia de rigurosidad en la evaluación, es problemática.

Tanto la psicología, como el psicoanálisis, están más próximos al desarrollo de una teoría de las psicosis, que la psiquiatría con su salida farmacológica.

Es preciso avanzar, no retroceder ante la psicosis, de la cual se sigue sosteniendo que es incurable. Desde la tribuna del III Encuentro de Trabajadores de la Salud, y del III Encuentro de Semilleros de Psicoanálisis, se pronuncian Báez, Karam, Velosa, y Rodríguez, acompañando el trabajo de Rojas, Fernández, Vega, Acuña, Benavides, Quintero y no muchos otros estudiantes dedicados a la intelección, como enseñaba Freud, de problemas clínicos de la psicosis.

La guía de las teorías lacanianas ofrece las mayores orientaciones a estos pensadores, cuyo reconocimiento y afecto, les comunico a través de éstas líneas. A todos ellos, el cálido saludo de quien ha tomado sus palabras para mostrar la sabiduría que hay en ellas.

Referencias

Berenguer, E. (n. d.). Identidad, identificación y lazo social. La perspectiva de Freud. Barcelona: Instituto de Altos Estudios Universitarios.

Eidelberg, A. (n. d.). Perturbaciones de los procesos enseñanza-aprendizaje. Barcelona: Instituto de Altos Estudios Universitarios.

Lacan, J. (1989). “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano” en Escritos I. México: Siglo XXI.

jueves, 7 de octubre de 2010

CRONOGRAMA III ENCUENTRO DE SEMILLEROS DE INVESTIGACIÓN EN PSICOANÁLISIS Y III ENCUENTRO DE TRABAJADORES DE SALUD MENTAL EN BOGOTÁ

CRONOGRAMA III ENCUENTRO DE SEMILLEROS DE INVESTIGACIÓN EN PSICOANÁLISIS Y III ENCUENTRO DE TRABAJADORES DE SALUD MENTAL EN BOGOTÁ




Jueves 14 de Octubre Jornada Mañana

8:00 a 8:30 Entrada e Introducción al encuentro
María Fernanda Melo

8:30 a 9:00 Síntoma Y Cultura: Una Reflexión Sobre Los Síntomas Contemporáneos
Ángela María Castaño Peñuela



9:00 a 9:30 Subjetividad e Institución carcelaria
Oscar Rojas

9:30 a 10:00 De Las Psicosis Y De Su Relación Con Lo Subjetivo
Jaime Velosa Forero

10:00 a 10:30 Del órgano a lo humano: un abordaje desde el psicoanálisis a la estructura del sujeto – discusión desde la teoría de Melanie Klein y Jacques Lacan
Mónica Rodríguez

10:30 a 10:45 break

10:45 a 11:15 Presentación De Un Caso Diagnosticado Por Psiquiatría Como Psicosis Paranoide: Hacía Otra Alternativa De Abordaje Clínico
Ivon Carolina Benavides Plazas
Carol Fernández Jaimes
Karen Paola Daza Huérfano

11:15 a 11:45 El silencio desde un caso clínico David Parada

11:45 a 12:15 El Dispositivo Psicoanalítico En El Trabajo Clínico Institucional
Cesar Augusto Remarchuk León





Jueves 14 de Octubre Jornada noche

5:00 a 5:30 Entrada e Introducción al encuentro
María Fernanda Melo

5:30 a 6:00 Del ello al yo inconsciente
Edison Alejandro Martínez Martínez

6:00 a 6:30 Paralelo Entre El Conocimiento Científico Occidental Y La Filosofía Oriental
José Domingo Flores

6:30 a 7:00 El juego : la influencia sobre el desarrollo mental
Sergio Fabián García rodríguez y Jonathan Asaf hurtado

7:00 a 7:30 Discusiones Éticas Alrededor Del Dispositivo Analítico
Jorge Mario Karam

7:30 a 7:45 Break

7:45 a 8:15 Amor como gran idilio y camino hacia el goce
Karen Mesa

8:15 a 8:45 La naturaleza y el amor en pro de la salud mental
Lucía Arias Carreño



Viernes 15 de Octubre Jornada Mañana

8:00 a 8:30 Entrada e Introducción al encuentro
Karen Mesa

8:30 a 9:00 Malestar psicótico o comodidad neurótica
Diego Quintero


9:00 a 9:30 El rol del Terapeuta Ocupacional en la Salud Mental.
Olga Marina Gamba

9:30 a 10:00 De la simbolización a la elaboración del duelo en niños
Margarita Vergara y Eliana Ibáñez

10:00 a 10:30 Clínica De La Psicosis Y Psicología Social
Rosendo Rodríguez

10:30 a 10:45 Break

10:45 a 11:15 De la institución al trabajo interdisciplinario
Diana Alzate

11:15 a 11:45 La Clínica En El Hospital De Misericordia: Obra En Construcción.
Vilma Torres

11:45 a 12:15 Lo perverso del discurso occidental
Nubia Alejandra Acuña y Millerlandhy Vega

miércoles, 11 de agosto de 2010

III ENCUENTRO DE TRABAJADORES DE LA SALUD MENTAL EN BOGOTA

III ENCUENTRO DE TRABAJADORES DE LA SALUD MENTAL EN BOGOTA


INVITACIÓN A PONENTES

El Grupo PSICOSIS Y PSICOANÁLISIS, en el marco del Proyecto de Investigación que viene desarrollando en torno al aporte de Dispositivo Analítico en el tratamiento del paciente psicótico, va a realizar el III Encuentro con Profesionales Trabajadores de Instituciones Públicas, Mixtas y Privadas de la Salud Mental, en las instalaciones de la Fundación Universitaria Los Libertadores, los días 14 (jueves) y 15 (viernes) de octubre de 2010. El derrotero, esta vez, es socializar propuestas novedosas de trabajos que se vengan realizando con pacientes catalogados como ¨enfermos mentales o con trastornos mentales¨. Las participaciones se pueden dar en modalidad de mesas de trabajo, conferencias, conversatorios, afiches, videos, etc. Toda propuesta es bienvenida; pero se espera que la Psicología y el Psicoanálisis muestren sus desempeños con esta población en el contexto colombiano. No se descarta tampoco, las propuestas que puedan llegar de otros países, especialmente latinoamericanos.


Los resúmenes de los trabajos a socializar se están recibiendo desde ya y hasta el día 30 de septiembre de 2010. Enviar a email jairbaez@gmail.com (Jairo Báez)



Datos Básicos

1. Título del trabajo a presentar:
2. Nombre de los ponentes:
3. Dirección electrónica (email):
4. Institución a la que pertenece:
5. Resúmen: Máximo 250 palabras.


Agradecemos su participación y recordamos que: conocimiento que no se socializa no existe.

sábado, 20 de febrero de 2010

ENTREVISTA A JACQUES-ALAIN MILLER

Entrevista de María Esther Gilio a Jacques-Alain Miller, en su visita a Buenos Aires


Publicado en: Página 12

Lacan se ubicó allí donde todo se cruza: y el inconsciente es eso. De su paso por el maoísmo; de su encuentro "clásico" con la hija de Jacques Lacan; del posible lugar de los psicofármacos en tratamientos psicoanalíticos; de las "psicosis no desencadenadas", de los lazos entre Borges y Lacan y del "supuesto saber" del presidente electo Fernando de la Rúa: de casi todo habló con Página/12 Jacques-Alain Miller, coordinador general de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, en su visita a Buenos Aires. Por María Esther Gilio


--Es difícil que pase un año sin que usted venga a Buenos Aires. ¿La razón de estas visitas es sólo trabajo o hay otras que tienen que ver tal vez con la ciudad, con la gente?

--Hubo años en que vine varias veces. Durante el proceso de creación de la Escuela de Orientación Lacaniana, venía cada dos meses. Luego de eso empecé a venir sólo una vez al año. ¿Se sorprende? Argentina es una suerte de capital del mundo analítico. Dalí decía que la estación de Perpignan era el centro del mundo. Buenos Aires es, sin duda, el ombligo del mundo analítico.

--Esta aseveración suya no dejará a nadie indiferente. Usted sabe que en este país es amado y odiado.

--¿Odiado?

--Sí, también. Creo que respecto de usted no hay términos medios. ¿Recuerda la primera vez que vino? Tal vez sería en el ochenta. Una joven psicoanalista vivió en la sala del SHA, donde usted habló, un extraño episodio que parecía provocado por la emoción de su presencia.

--Sí, sí, lo recuerdo bien, pero ¿también odiado? ¿Usted cree? dice, y queda pensativo--.

--Han pasado más de 30 años de los movimientos franceses de los sesenta. Usted tenía veintitantos años y era prochino. ¿Qué esperaba de esa ideología?

--Yo era prochino a comienzos de los sesenta. ¿Qué esperaba? Estábamos en plena Revolución Cultural ÷-dice con aire pensativo--, pero yo era más espontaneísta que maoísta. Había varias corrientes maoístas. Los dogmáticos, los espontaneístas. Yo era espontaneísta.

--Al pasar los años se bajó de ese carro.

--No, yo no me bajé. Me bajaron. Me echaron.

--De cualquier manera no habría sido fácil seguir siendo maoísta con las cosas que luego pasaron en China.

--Mmm..., nunca fui maoísta por amor a lo que pasaba afuera, en China. Para mí el maoísmo era algo para Francia. Algo que tenía que ver con una posición dogmática de fe en la voluntad de rebeldía de lo que se concebía como el pueblo.

--¿Y qué pasó con esa esperanza?

--No se verificó, no se verificó --dice, menos para mí que para sí mismo--.

--No se verificó en Francia.

--No se verificó en ninguna parte. Hablé sobre esto con Lacan en aquel momento. Yo estaba bastante entusiasmado y le explicaba mi interés en aquello que veía. Yo hablaba de la situación general, de los valores. Y de cómo aquellas cosas que hasta el momento parecían inamovibles en la sociedad humana habrían comenzado a moverse o, por lo menos, a mostrar que eran posibles de ser movidas. Yo hablaba de una novedad absoluta. Era como si el sol y los planetas hubieran cambiado de lugar.


--¿Qué dijo él?

--Lacan me escuchó con gran atención y dijo: "Ohhh... bien, pero ¿cuánto tiempo va a durar?". Y ésa era la buena pregunta. Porque si bien hubo una conmoción, lo que en un momento se levantó volvió a caer. Y hoy no sé si hay un país en el mundo donde el capitalismo sea más salvaje que en China. La de Lacan era la buena pregunta, la que había que hacer. La Revolución Rusa fue más larga que la Comuna de París, 70 años, pero ¿qué es en la historia? Apenas un paréntesis.

--¿Cuando ocurrían estas conversaciones con Lacan, ya era novio de su hija?
--Nooo, casado.

--Disculpe una pregunta impertinente. ¿Qué fue primero: la pasión por Lacan o la pasión por la hija?

Jacques-Alain Miller mira hacia la ventana en silencio.

--¿De eso no se puede o no se debe hablar?

--No en términos de pasión. Conocí a la hija en el ámbito del padre, por supuesto. Algo muy clásico.

--Se podría decir que usted llegó al psicoanálisis a partir de la filosofía de Althusser y de Foucault. ¿Piensa que el estudio de estos filósofos lo condujo al estudio de Lacan?

--No, no. Althusser me invitó a leer a Lacan a fin de participar con él en un seminario sobre Lacan. Así fue que leí a Lacan --dice y sonríe--.

--¿Qué está recordando?

--Al poco tiempo Althusser comprobó que yo me había inclinado fuertemente hacia Lacan, lo cual lo disgustó un poco, lo desencantó.

--¿Empezó profundizando en aquellos textos de Lacan más vinculados con la filosofía, Hegel, Marx, lógica moderna?

--No, no. No sería posible leer lo filosófico de esa manera, separadamente. En Lacan no hay una sola trama. No hay una parte filosófica aquí y una clínica allá. Todo está junto y así lo leí.

--Usted trató en los lejanos sesenta de transmitir Lacan de manera que fuera inteligible. Pasó su obra a un lenguaje más comprensible y...

Es evidente que a Jacques Alain Miller no le gusta este juicio sobre su trabajo y, aunque espera pacientemente que termine, su mirada se ha endurecido.

--Aunque... ¿tal vez no sea ésta la mejor manera de expresar lo que hizo?

--Veamos ÷-dice con aire paciente y sereno--. A partir de mi ponencia en el seminario de Althusser cobré fama en el Barrio Latino de que yo entendía a Lacan, cuando todo el mundo estaba convencido de que...
--... era incomprensible.

--No, no de que era incomprensible sino complicado. Eso terminó consolidándome en esa posición.

--En definitiva, que su lectura permitió a mucha gente acercarse al pensamiento de Lacan. ¿Qué quiere decir exactamente cuando en los seminario de Lacan editados después de su muerte usted dice: "Texto establecido por Jacques Alain Miller"?

--En los seminarios reales está la charla de Lacan, que, a pesar de la extensa preparación, es una charla improvisada, con frases inacabadas, palabras repetidas. En fin, está allí la fluidez y la incertidumbre de la palabra oral. Sabe cómo es eso. ¿Qué hará usted con el texto de esta entrevista? Deberá, entre otras cosas, corregir mi castellano.

--Agradezco su castellano con algunos errores y mucha riqueza.

--Usted ya se habrá dado cuenta de que yo soy el periodista de Lacan.

--Es una linda broma ésa. ¿Qué diría usted sobre las diferencias entre la clínica en tiempos de Freud y la clínica de hoy?

--No conozco todo lo producido por las escuelas, pero aun así cualquiera puede percibir que algo de la clínica ha cambiado desde Freud. Algunos analistas tienen hoy una suerte de sueño que consiste en pensar que aquella clínica de principios de siglo puede ser suplantada por no sé qué clínica de las neurociencias, que han estado de moda aunque cada día pierden prestigio, por ejemplo en Estados Unidos.

--¿Considera que no tiene valor la neurociencia?

--Tiene su valor, claro. Pero pensar que va a solucionarlo todo... No lo creo.

--¿En qué sentido la neurociencia tendría valor para el analista?, ¿en qué sentido serían beneficiosos los medicamentos?

--Para empezar, los medicamentos están. Están presentes en la vida de la gente. En cuanto al terapeuta, ellos le permiten tener acceso a sujetos psicóticos a quienes, en el pasado, no era posible acercarse. Los medicamentos son formas de anestésicos.

--Que no resuelven el problema. No curan.

--No curan pero, como le dije, permiten trabajar con determinados pacientes. De la misma manera que la anestesia permite hoy trabajar al dentista.


--Ahí tendríamos una diferencia entre la clínica de hoy y la del pasado.

--Otra diferencia con la vieja clínica son las psicosis a las que, entre comillas, llamamos "inclasificables".

--¿Sería lo que también se llama borderline?

--Son formas de psicosis no desencadenadas. Es decir, esas formas no típicas ni francas que hoy llegan a las instituciones de salud mental como no llegaban antes.


--¿No se producían en el pasado, o simplemente no llegaban?

--No llegaban, carecían del carácter espectacular de las grandes psicosis, de aquellas que son las más fácilmente reconocibles como la paranoia. Se trata de psicosis más modestas, no tan manifiestas, cuya identificación no es inmediata porque no son posibles de ser tan fácilmente diferenciadas de la simple neurosis. Podemos decir que esta diferenciación nos ayudó a refinar la clínica.

--No tiene dudas entonces sobre los beneficios que el psicoanálisis puede proporcionar al psicótico.

--Sí, hace muchos años que esto es así. Yo diría que es así a partir de la medicación que pacificó al psicótico permitiéndole el habla. Aun cuando el psicoanálisis en estos casos no pueda desarrollar toda su potencia, es beneficioso para el paciente.

--Hay algunos fenómenos del mundo moderno con los cuales se ha metido poco el psicoanálisis. La televisión, por ejemplo. ¿Qué pasa con la cabeza de la gente a partir de la televisión?

--La televisión anestesia al ser humano. Le permite dormir con los ojos abiertos. No tengo televisión.

--Si pensamos en el psicoanálisis y en su aplicación a individuos de culturas diferentes, ¿son iguales las técnicas que utiliza el analista para trabajar con un paciente de Africa que con un paciente de Berlín? ¿Las técnicas usadas por el analista serán las mismas en uno y otro caso?

--El ministro de Relaciones Exteriores de la República del Congo, marido de quien fue secretaria de Lacan, me ha dicho, unos días antes de venirme, que cada día piensa en lo que ha aprendido de Lacan. El conversa sobre Lacan con el cardenal de Kinshasa, a quien dediqué el último seminario.

--Sí, pero ése no es exactamente un ejemplo de lo que le pregunto. Por lo que usted dice, este hombre está muy vinculado con Francia y a la cultura francesa. Pensaba en alguien más sumergido en su propia cultura. ¿Se juega igual el Edipo, por ejemplo, cuando las culturas son profundamente diferentes?

--La lógica del Edipo es la misma en cualquier cultura aunque los personajes no sean los mismos.

--Es decir que, en aquellas culturas donde el tío ocupa el lugar del padre, ocupa también el rol que aquél tiene dentro de la familia y dentro del mito.

--Exactamente.

--Desde hace un siglo, el psicoanálisis ha pesado más y más en la cultura de Occidente: ¿sería posible pensar cómo habrían sido en este siglo la literatura, la pintura y el cine, por ejemplo, sin esta influencia?

--Pensemos en algún autor no tocado por el psicoanálisis. Creo que Borges, en cierto modo, se presenta como alguien intocado. Pero a la vez no sé si esto es tan exacto, ya que él definía al psicoanálisis como una suerte de ciencia-ficción. Lo cual, en verdad, también se puede decir de su literatura. Por otra parte, Lacan consideraba la obra de Borges como muy resonante con lo que él mismo hacía.

--Quiere decir que encontraba en Borges ecos de su obra. Lo sentía cerca. Qué curioso.

--No tan curioso. La idea borgiana de Pierre Menard reescribiendo el mismo texto cuyo significado van cambiando el tiempo y la historia...

--Podríamos decir que el mismo texto cambia cuando cambia el contexto. Se vuelve otro.

--Claro. Y eso, se puede decir, es la esencia misma de la interpretación analítica.


--¿Qué podría decirnos de la relación psicoanálisis-política?


--El tema de nuestras jornadas no es ajeno a este punto, ya que vamos a hablar de "sujeto supuesto saber", tema que no existe solamente en el análisis, ya que opera también en el campo político. El presidente electo Fernando de la Rúa ÷-esto lo he visto en los periódicos-- tiene fama, precisamente, de haber obtenido un voto de confianza sin develar los puntos fundamentales de su futura política. Es decir que se le supone un saber para hacer las cosas bien. Por otra parte pienso iniciar las jornadas con una frase bíblica atribuida al actual presidente: "El hombre es amo de sus silencios y esclavo de sus palabras". Me gusta ese pensamiento, muy aplicable a la situación que se da en la clínica, donde el analista es el amo de sus silencios mientras el analizado es esclavo de sus palabras.

--¿Qué cree usted que busca quien se somete a un análisis?

--Uy, uy, las respuestas posibles son muchas ya que cada uno buscará cambios diferentes.

--Es decir que hay algo que siempre se busca, un cambio. El cambio es lo común.

--Sí, eso es así, nadie va al análisis con el pedido de quedar tal como es. A veces el cambio que busca es imposible. Por razones que el analista es capaz de ver, aquel cambio deseado no podrá producirse. En este caso, claro, deberá manejar la situación para no permitir que se creen falsas expectativas. No todo se arregla en el análisis. El analista deberá, en esos casos, moderar algunas esperanzas. La edad puede poner límites. El análisis es posible a cualquier edad, pero hay determinados cambios que la edad hace imposibles. Y hay también trastornos que, vaya a saber por qué, la mayoría de las personas creen inmodificables y no lo son.

--¿Por ejemplo?

--La eyaculación precoz es un ejemplo. En definitiva, creo que si algo podemos decir es que nadie ve al analista sino es para obtener un cambio.

--¿Qué piensa sobre la cultura judía y el psicoanálisis? ¿No cree que en esta cultura hubo algo que se abrió al psicoanálisis, como si éste encontrara en ella su ambiente natural?

--¡Eso es una evidencia! El psicoanálisis nació dentro de una tradición de lectura; de desciframiento apasionado del texto sagrado. Lacan decía: "Los judíos saben leer" y ésa fue la conexión más esencial con el psicoanálisis. De cualquier manera, sobre este punto he escuchado los comentarios más diversos e incluso contradictorios. Después de un curso mío sobre Lacan una persona se acercó y me dijo: "Pero Lacan es el Corán". Y otro: "No es posible entender a Lacan si no conocemos la lógica matemática". A un amigo de Roma, que pronunció sus votos de cura, y más tarde eligió una mujer para vivir con ella, lo he oído decir: "Lacan es toda la cultura eclesiástica". Y a otro: "En Lacan, como en la Biblia, está todo".

--¿Qué significan para usted estos comentarios tan diferentes?

--Creo que está aquí la fascinación de Lacan, la cual viene del hecho de que con pocas palabras logra un eco que refiere cosas muy distintas. Para mí significa que él se ubica en el lugar donde todo eso se cruza. Y el inconsciente es eso. El inconsciente es algo como el aleph de Borges, en el cual todo se concentra. Si uno logra ubicarse en su centro, todo se iluminará de otra manera. Yo lo veo así.




jueves, 19 de noviembre de 2009

¿DEBE ENSEÑARSE EL PSICOANALISIS EN LA UNIVERSIDAD?

¿DEBE ENSEÑARSE EL PSICOANALISIS EN LA UNIVERSIDAD?

Sigmund Freud

(1919)

La cuestión de si conviene, o no, enseñar el psicoanálisis en la universidad puede ser abordada desde dos puntos de vista: el del análisis mismo y el de la universidad.


1. Es indudable que la incorporación del psicoanálisis a la enseñanza universitaria significaría una satisfacción moral para todo psicoanalista, pero no es menos evidente que este puede, por su parte, prescindir de la universidad sin menoscabo alguno para su formación. En efecto, la orientación teórica que le es imprescindible la obtiene mediante el estudio de la bibliografía respectiva y, más concretamente, en las sesiones científicas de las asociaciones psicoanalíticas, así como por el contacto personal con los miembros más antiguos y experimentados de estas. En cuanto a su experiencia práctica, aparte de adquirirla a través de su propio análisis, podrá lograrla mediante tratamientos efectuados bajo el control y la guía de los psicoanalistas más reconocidos.

Dichas asociaciones deben su existencia, precisamente, a la exclusión de que el psicoanálisis ha sido objeto por la universidad. Es evidente, pues, que seguirán cumpliendo una función útil mientras se mantenga dicha exclusión.

2. En lo que a la universidad se refiere, la cuestión se reduce a verificar si, en principio, está dispuesta a reconocer al psicoanálisis alguna importancia en la formación del médico y del hombre de ciencia. De ser así, tendrá que resolver la manera de incluirlo en el conjunto de su enseñanza.

La importancia del psicoanálisis para la formación médica y universitaria se basa en lo siguiente:

a. Con justa razón, en los últimos decenios se ha criticado la formación del médico por orientar unilateralmente al estudiante hacia la anatomía, la física y la química, dejando de señalarle, en cambio, la importancia que poseen los factores psíquicos en las manifestaciones vitales, en la enfermedad y en el tratamiento. Tal laguna de la formación médica se hace sentir más tarde como un flagrante defecto en la actuación profesional, que no sólo se expresa en la falta de todo interés por aquellos problemas que son, precisamente, los más interesantes en la existencia del ser humano, sea sano o enfermo, sino que también entorpece la acción terapéutica del médico, al punto de que el enfermo se mostrará más susceptible a la influencia de cualquier curandero o charlatán.

Tan sensible defecto de la enseñanza indujo, hace ya bastante tiempo, a incorporar cátedras de psicología médica en los planes de la misma, pero mientras los cursos dictados se basaron en la psicología escolástica o en la experimental -dedicada a un enfoque sólo fragmentario-, no podían satisfacer las necesidades planteadas por la formación del estudiante ni podían librarle acceso a los problemas de la vida y de su profesión. Por tales razones, dichas formas de psicología médica no lograron mantener su plaza en los planes de enseñanza.

La creación de una cátedra de psicoanálisis, en cambio, bien podría responder a estas demandas. Antes de exponer el psicoanálisis mismo, sería necesario un curso de introducción dedicado a tratar las relaciones entre la vida psíquica y la somática, fundamento de cualquier tratamiento psíquico, a enseñar todas las formas de la terapia sugestiva, demostrando que, en última instancia, el psicoanálisis constituye el término y culminación de toda psicoterapia. En efecto, comparado con todos los otros sistemas, el psicoanálisis es el más apropiado para trasmitir al estudiante un conocimiento cabal de 1a psicología.

b. Otra de las funciones del psicoanálisis consiste en ofrecer una preparación para el estudio de la psiquiatría. En su forma actual, esta tiene un carácter meramente descriptivo, pues sólo muestra al estudiante una serie de cuadros clínicos y lo faculta para distinguir, entre ellos, los que son incurables o los que revisten peligrosidad social. Su única vinculación con las demás ramas del saber médico reside en! la etiología orgánica y en las comprobaciones anatomopatológícas, mientras que no facilita la menor comprensión acerca de los hechos observados. Sólo la psicología profunda puede suministrar tal comprensión.

En la medida de mis informaciones, en Estados Unidos ya se ha reconocido que el psicoanálisis -primer ensayo de psicología profunda- aborda con éxito dicho sector aún irresuelto de la psiquiatría. Por consiguiente, en muchas escuelas médicas de dicho país díctanse cursos de psicoanálisis como introducción a la psiquiatría.

La enseñanza del psicoanálisis habría de desarrollarse en dos etapas: un curso elemental, destinado a todos los estudiantes de medicina, y un ciclo de conferencias especializadas, para médicos psiquiatras.

c. Al investigar los procesos psíquicos y las funciones mentales, el psicoanálisis se ajusta a un método particular, cuya aplicación en modo alguno está limitada al campo de las funciones psíquicas patológicas, sino que también concierne a la resolución de problemas artísticos, filosóficos o religiosos, suministrando en tal sentido múltiples enfoques nuevos y revelaciones de importancia para la historia de la literatura, la mitología, la historia de las culturas y la filosofía de las religiones. Por consiguiente, dicho curso general habría de ser accesible asimismo a los estudiantes de tales ramas de la ciencia. Es evidente que la estimulación de estas últimas por las ideas analíticas contribuirá a crear, en el sentido de la universitas literarum, una unión más estrecha entre la ciencia médica y las ramas del saber que corresponden al ámbito de la filosofía.

En síntesis, cabe afirmar que la universidad únicamente puede beneficiarse con la asimilación del psicoanálisis en sus planes de estudio. Naturalmente, su enseñanza sólo podrá tener carácter dogmático-crítico, por medio de clases teóricas, pues nunca, o sólo en casos muy especiales, ofrecerá la oportunidad de realizar experimentos o demostraciones prácticas. A los fines de la investigación que debe llevar a cabo el docente de psicoanálisis, bastará con disponer de un consultorio externo que provea el material necesario, en la forma de los enfermos denominados «nerviosos», mientras que para cumplir la función asistencial de la psiquiatría deberá contarse además con un servicio de internación.

Cabe atender a la objeción de que, con la enseñanza aquí esbozada, el estudiante de medicina nunca podrá aprender cabalmente el psicoanálisis. Efectivamente es así sí encaramos el ejercicio práctico del análisis, pero para el caso bastará con que aprenda algo del psicoanálisis y lo asimile. Por otra parte, la enseñanza universitaria tampoco hace del estudiante de medicina un cirujano diestro y capaz de afrontar cualquier intervención. Ninguno de los que por vocación llegan a la cirugía podrá eludir, para su formación ulterior, el trabajar durante varios años en un instituto de la especialidad.




martes, 17 de noviembre de 2009

ENTREVISTA A ERIC LAURENT

Entrevista a Eric Laurent

Por Emilia Cueto

Publicadada en:
http://www.elsigma.com
11-12-2006

Durante su paso por Buenos Aires mantuvimos una extensa entrevista con Eric Laurent, actual Delegado General de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Refiere como el análisis personal con Lacan ha incidido en su devenir psicoanalítico y en su inclusión en la Escuela. Desarrolla entre otros enfoques su posición frente a las terapias comportamentales, y nos habla de las consecuencias que los cambios en la civilización producen en la expresión del padecer psíquico y sus formas de abordaje.


-¿En qué momento de su vida y a partir de qué tomó contacto con el psicoanálisis?

-Fue hace mucho tiempo. Mi contacto con el psicoanálisis se produjo en dos tiempos, primero el contacto con Freud, su obra, la lectura en un momento de crisis en la adolescencia en el cual tuve la experiencia de abrir La interpretación de los sueños y encontrar allí algo que respondía a una inquietud y que no estaba dentro de lo que se enseñaba en la currícula de los estudios de la época. Eso fue un descubrimiento. Después hubo otro encuentro cuando me gradué, no sabía bien a donde dirigirme y que hacer exactamente. Tuve la urgencia subjetiva de entrar en análisis, fue allí cuando encontré a Lacan, esto era en 1967, un año antes de lo que tuvo lugar en el ’68 en París. Era un momento movido de la cultura en general, participaba de esta efervescencia -si se puede decir-. Necesité entrar en esta experiencia que me permitió orientarme en lo que eran esas transformaciones profundas en la sensibilidad de la época. Decidí en medio de ese largo análisis con Lacan dedicarme al psicoanálisis de orientación lacaniana. Así hice mi formación de manera tal que pudiera dedicarme a esto.

-¿Usted ya tenía decidido dedicarse al psicoanálisis antes de su encuentro con Lacan o diría que ese análisis produjo un analista?

-Eso es, fue un producto del análisis, antes podía hacer muchas cosas y en la variedad de las cosas que se presentaban, que me generaban algún interés no me decidía de manera acertada por ninguna.

-¿Por qué Lacan?

-Porque era un cruce en esta época. En el ’67 ya había sido publicado el artículo de Althusser que llamaba la atención sobre la reformulación del psicoanálisis de parte de Lacan. También se habían publicado desde el ‘66 los Escritos de Jacques Lacan, que surgieron como un aerolito dentro de la atmósfera cultural de la época. Asimismo se habían publicado en 1966 los Cahiers pour l’Analyse –“Cuadernos para el análisis”–, una publicación del círculo de epistemología de la Escuela Normal Superior que era una publicación de Jacques-Alain Miller, Jean-Claude Milner, François Regnault, Alain Grosrichard, una pandilla de jóvenes de la época que insistían sobre la reformulación de lo que era el estructuralismo tal como Levis-Strauss lo había establecido. Era una transformación y ayudaban a interrogar los fundamentos de este movimiento estructuralista que desdibujaba la atmósfera de la época, pero que era una profunda transformación que anunciaba el post estructuralismo de Foucault, desde Lacan.

Lacan o el nombre Lacan era un punto de intersección de todos estos interrogantes de la época. Por un lado interrogar el saber formal de la lógica, pero al mismo tiempo estos desplazamientos libidinales que se producían en la cultura, la renovación que supuso en las identificaciones de la época, la ruptura de una manera de vivir que se anunció en los acontecimientos del ’68, en todo esto el punto de encrucijada tenía el nombre de Lacan. Para alguien como yo que era un joven interesado por estos movimientos, interesado por el psicoanálisis era Lacan el lugar al que dirigirse y fue una decisión personal, pero también fue una decisión de una generación. El éxito Lacan en la juventud de la época, en la que tuvo un impacto especial era sobredeterminado por la posición que él había tomado como intersección de estos discursos que entraban en una dinámica muy especial en ese momento de crisis en la cultura.

-Haberse analizado con Jacques Lacan ¿qué connotaciones ha tenido para usted dentro del movimiento psicoanalítico?

-El análisis con Lacan es la fuente de lo que luego fue mi relación con el psicoanálisis, lo vivo de mi relación con el psicoanálisis es mi análisis propiamente dicho. Después está la relación con lo escrito, el saber, la lectura, el trabajo, etc. Creo que las intuiciones fundamentales que tuve sobre lo que es el psicoanálisis las obtuve dentro del análisis. La manera en que uno dentro del análisis pasa por la caída de viejas identificaciones, de lo que hasta ese momento lo soportaba, lo guiaba más o menos en la vida, los ideales, los significantes principales, es fundamental. Los significantes Amos que lo conducían por la vida, se aíslan, se desplazan, caen y lo que surge es algo nuevo a través de este movimiento que si se quiere se puede llamar destructivo. Se habla de caída de identificaciones, pero este movimiento destructivo es solamente una cara de lo que ocurre. Hay algo mucho más positivo, porque no se trata de la caída de los cuerpos como lo experimentó Galileo en la Torre de Pisa, si no que cambian de estatuto. Pasan de imperativos al nivel de semblantes. Entonces uno ve la trama de ilusiones, de falsas perspectivas con las que ha ordenado su vida y lo que surge detrás de manera muy insistente es la presencia de lo que se llaman fantasías que rigen mucho más profundamente la vida de uno y que se desdibujan de manera más precisa a medida que los falsos semblantes desaparecen.

Es este aislamiento de la dimensión fantasmática que después permite una vía de entrada dentro de lo que es el corpus de saber, la literatura analítica. Esta entrada se hace a partir de lo vivo de la experiencia de uno, de cómo se encontró, cómo se topó con este aislamiento, este surgimiento, esta precisión del aislamiento del fantasma. También por el hecho de que al salir del análisis encuentre cómo compartir con otros lo vivo de esta experiencia, en discusiones con compañeros de saber, de estudio, de amistades para hablar de esta experiencia. Para mi fue un hallazgo particular encontrar alrededor de Jacques-Alain Miller y dentro de la escuela de Lacan con quienes compartir y orientarme en todo esto. Es por ello que fue normal que después del gran desarrollo de la escuela de Lacan que llevó a su disolución (porque con la extensión que había tenido no se podían sostener juntos después de la muerte de Lacan, entonces se produjo la disolución y la aparición de distintas corrientes) me haya mantenido con mis amigos de esta época, con quienes seguimos el desarrollo institucional de la escuela de Lacan. Esto llevó a la constitución de una escuela en Europa, al despliegue de las consecuencias del encuentro de Lacan en los ‘80 con sus lectores latinoamericanos en Caracas, especialmente argentinos –por supuesto– y el impacto que la obra de Lacan había tenido en la cultura argentina que Germán García cuenta muy bien. Como así también el trabajo hecho por Oscar Masotta había producido efectos. Luego, el contacto con todo esto permitió desarrollar lo que iba a conducir a la fundación de la Escuela de la Orientación Lacaniana en la Argentina, consecuencia institucional que ahora tiene 15 años de existencia. La decisión que en un momento dado tomó Jacques-Alain Miller de fundar la Asociación Mundial de Psicoanálisis tuvo su consistencia en el hecho de que ya habían surgido consecuencias institucionales de un lado y otro del Atlántico con su forma particular, por lo tanto se imponía la necesidad de constituir un cuadro general para las escuelas tanto europeas como latinoamericanas y así surgió la Asociación Mundial.

-De la cual usted en estos momentos es el Delegado General, lugar que primero ocupó Jacques-Alain Miller y luego Graciela Brodsky. ¿Cuáles son sus objetivos fundamentales?

-La AMP está compuesta actualmente por ocho escuelas, cada una de las cuales tiene su configuración, sus tensiones propias, cada una es una formación social con sus particularidades. La AMP como tal –en general– tiene sus propios objetivos que existen a través de todas estas escuelas y a un nivel propio de incidencia tiene que encarnar la relación del psicoanálisis de orientación lacaniana sobre el conjunto de las consecuencias institucionales del psicoanálisis en general. De manera tal que como Delegado tengo que vigilar estos distintos aspectos y niveles, tengo que ocuparme de facilitar la existencia de cada escuela, su desarrollo propio, las particularidades que le conciernen. Tengo también que ocuparme de lo que se puede llamar la Escuela Una, lo Uno que hay a través de esta multiplicidad y tratar de dar una voz a este Uno dentro del contexto general de la inserción del psicoanálisis en la cultura en general. Por ejemplo, este año se ha festejado el 150 aniversario del nacimiento de Freud, por supuesto en tanto tiempo evolucionó la posición del psicoanálisis, su relación con la cultura, con la ciencia en general, con la inserción global. Entonces lo esencial de la función del Delegado General es tratar de facilitar en todos los niveles que se hagan escuchar, entender las propuestas sobre las distintas facetas del psicoanálisis.

El psicoanálisis como experiencia a nivel de lo puro –si se puede llamar– de la cura analítica como tal, sus conclusiones, el final del análisis, qué es lo que se puede llamar hoy día hacer la experiencia de un análisis, cómo se finaliza, cómo uno puede hablar al salir de un análisis de lo que fue, eso es el nivel de la experiencia como tal. Hay también un nivel de aplicación del psicoanálisis a los malestares y las patologías de la época en su multiplicidad y de que manera el psicoanálisis fue inventando sus formas de aplicación en estos distintos niveles.

También hacerse escuchar en las orientaciones de los poderes públicos sobre temas que tocan a la subjetividad. Frente a todo esto, felizmente, el Delegado General no está en una posición de soledad si no que por el contrario es más bien un facilitador de que todos los miembros de las escuelas, de las distintas instancias que elaboran cosas puedan hacerse escuchar. Veo a mi función dentro de la orientación de la política lacaniana como la de ser un facilitador para que a todos estos niveles se hagan escuchar los aportes de la orientación lacaniana dentro de la cultura

-En las palabras de apertura de la IV jornada de la Nueva Escuela Lacaniana plantea que conforme a la modalidad de nuestro tiempo cada día se exige más confirmación de la eficiencia pública del psicoanálisis, ¿de qué manera los psicoanalistas podemos dar cuenta de esa eficiencia sin ser arrasados por el Amo?

-La utilidad pública es hacer un cierto paso al costado a la problemática de la eficiencia. No somos los psicoanalistas los únicos que decimos que el supuesto énfasis en la eficacia, siempre a corto plazo arruina la perspectiva del largo plazo. En la economía hemos visto como todo el acento puesto en considerar los efectos a corto plazo, el rendimiento supuestamente eficaz, produce efectos de destrucción a largo plazo que después necesitan, por ejemplo, la invención de conceptos como el de desarrollo durable. La necesidad de reintroducir el largo plazo, es el resultado de esta ideología ciega de considerar la eficacia en términos de poca duración. Efectivamente nuestra época pragmática pide dar cuentas de lo útil de algo, lo útil es el valor que aparece en primer plano, pero al mismo tiempo nuestra época construye industrias de lo fútil de muchas cosas. Vemos como hay toda una zona de lo inútil, de lo que sirve solo para gozar que se multiplica. La industria del show-bussiness en todos los aspectos, de la moda, son industrias que sirven a lo que no tiene utilidad, sino para gozar con todo lo que hay de inutilidad fundamental en el gozar. No sirve de nada gozar, pero es una exigencia. El psicoanalista –desde que Freud nos introdujo a la dimensión de lo que llamó pulsión de muerte– sabe que todos los discursos sobre el bien, sobre lo útil, sobre la búsqueda de bienestar tienen debajo lo que puede tomar la forma de una voluntad mala que actúa contra las buenas intenciones del sujeto. Todo lo que quiere hacer bien al final encuentra un caos total como podemos encontrar en muchos aspectos de nuestra civilización, fundada en lo pragmático, lo útil, etc., y con todo esto nos fabrican un Irak para sorpresa general. Todo estaba muy bien calculado, habían aprendido todas las lecciones de Vietnam, de como no se iba a repetir eso y de pronto se ingresa en una catástrofe. Es la razón por la cual cuando frente a los discursos sobre estos cálculos fantásticos de la utilidad se ven los quiebres en los mercados, se observan derrumbes fatales en las economías de países enteros, se ven guerras, surgimientos de amenazas mortíferas como el terrorismo que apareció como sorpresa dentro de la civilización aparentemente unificada después de la caída del muro de Berlín, con todo esto tenemos la idea que la civilización de lo útil produce monstruos extraños. Entonces demostrar la utilidad pública del psicoanálisis no es correr a someterse al sueño cientista y decir: “¡si, si, por favor que vienen a medirnos en nuestra eficacia!”. ¿Cómo podemos demostrar que lo hacemos bien y que en cuarenta sesiones ya hemos solucionado todo en la vida de alguien? Podemos hacerlo, pero no hay que perder de vista que todo eso es un semblante, es un significante Amo de esta civilización. Participa del sueño de que frente a estas amenazas reales que se han producido en el siglo XXI (distintas de las catástrofes del siglo XX que tuvieron su peso, que nos preparan aún algo más terrible).

Para enfrentarnos a estos acontecimientos reales que se producen, el discurso de la utilidad se apoya especialmente en la retórica de la evaluación. Esto no alivia al sentimiento que todo el mundo tiene que de la globalización hay algo que se va de las manos de los que están a cargo. Hay cosas que van mucho más allá de lo que podían calcular, imaginar, prever en eficacia a corto plazo y que los resultados de la bolsa del próximo trimestre probablemente no nos digan mucho sobre lo importante de lo que va a surgir el año que viene. Sabemos que podemos construir dispositivos para dialogar con los que se sienten obligados a encarar la exigencia de lo útil –que no pueden dar una subvención a un centro de atención analítica si no demuestra su utilidad– pero sin perder de vista que esto es un semblante, que la retórica autoritaria de la evaluación más bien testimonia de la angustia de los que nos dirigen, que hacen lo que pueden pero con el sentimiento de que las cosas se les escapan.

La esperanza nueva no es en la salvación ahora, no creemos mucho en esto, pero es ahora la ciencia que da la buena noticia que puede salvarnos. No es la primera vez que la ciencia se vuelve esperanza, ya tuvo lugar a finales del siglo XIX, por ejemplo donde el cientismo parecía aquello que iba a ordenar una civilización. El cientismo tuvo un gran éxito hasta la Primer Guerra Mundial que produjo un derrumbe de estos ideales, de la racionalidad de la acción que permitía las ciencias. De la misma manera, especialmente en sus trabajos Jacques-Alain Miller, Jean-Claude Milner, han mostrado como a partir de lo que nos enseña el psicoanálisis podemos sostener que esta retórica de lo útil y el sueño cientista es un modo de retórica, es una retórica del management moderno. Lo esencial que está en juego escapa a esas tentativas de establecer una transparencia evaluativa de toda actividad humana. La evaluación en su ideal sería poder tener frente a cualquier actividad humana una descripción tal que sería completamente transparente a un cierto cifraje, pero esto es un sueño. He visto en el diario La Nación que un argentino ganó la beca de los genios, sin embargo lo esencial de cómo se hace para obtener un genio no se sabe bien. Se pueden evaluar todos los procedimientos pero esto no garantiza que al final surja esta extraña figura de lo excepcional. Esto escapa a procedimientos, protocolos, rutinas, etc. Todo esto va bien en lo técnico pero lo técnico es una parte de la actividad humana, hay toda otra parte en la que esta retórica no entra, o más bien entra o trata de entrar pero lo esencial de lo que está en juego se le escapa.

-Usted tiene una posición muy crítica respecto de las terapias cognitivo conductuales que se refleja en algunos de sus libros y publicaciones, ¿considera que constituyen una amenaza para el psicoanálisis?

-Creo que las terapias comportamentalistas no son una amenaza para nadie porque son esencialmente una reformulación de la psicología, son una figura de la retórica de la evaluación aplicada al comportamiento humano. Se intenta una disección del comportamiento humano en pequeños segmentos que se pueden medir, observar, trastornos que se pueden evaluar y mejorar cada día con ejercicios de autoconciencia. Tomar conciencia de lo que uno hace, transformarse en una cosa transparente a si mismo, observarse a si mismo como si fuera una máquina que funciona, todo esto es solo tratar de traducir la subjetividad en los términos técnicos de la época. Es un ideal, reducirse a una maquinaria que pudiera funcionar. Me parece que esto no es más que un efecto de superficie. Antes la psicología de otras épocas se interesaba más en otras cosas, ahora tiende a proponer traducciones del comportamiento sobre esta base comportamentalista, más una dimensión subjetiva que el primer comportamentalismo, el behaviorismo –digamos– de los años ’50 que también soñaba con transformar todo. Como decía Skinner en su libro, la libertad es un lujo que no podemos ofrecernos, hay que transformar todo en comportamientos observables, modificables, etc. Efectivamente cuando se ven las malas costumbres que hay en esta civilización tales como violencia, adicciones, frente a este bienestar que se propone como ideal, cuando se ven las catástrofes que se producen, que el hedonismo contemporáneo se carga de dosis mortales a muchos niveles, entonces genera una presencia inquietante la idea de domesticar estos malos instintos. Domesticar la pulsión de muerte con una regulación artificial así me parece un esfuerzo que no tiene y no tendrá mucha importancia. Es como los movimientos profundos en economía, el econometrismo de la utilidad a corto plazo, que se observa que genera un efecto de superficie.

-Esta sería su evaluación de la tendencia a nivel mundial ¿qué inserción real tienen hoy en Francia?

-En Francia como en Argentina pero de otra manera, una parte de la excepción francesa es la importancia que tiene el psicoanálisis que es muy particular en Europa. En este sentido Francia es la Argentina de Europa. En los ideales de algunos sectores de los administradores de la Salud Mental existe la idea de que se podría hacer economía y ahorrar mucho dinero, si todo el mundo pudiera ser incluido en protocolos terapéuticos a corto plazo que pudieran garantizar economía a la seguridad social, porque la gran cosa en Francia es la seguridad social, que es una de las condiciones del funcionamiento del equilibrio social allí, pero cuesta mucho. El discurso técnico seduce a los responsables políticos.

-En el año 2003 el Diputado Bernard Accoyer, presentó ante la Cámara de Diputados de Francia una enmienda a la Ley de Salud Pública que apunta a reglamentar el ejercicio de las psicoterapias y el psicoanálisis en ese país. Esto suscitó una serie de movimientos de protesta desde los psicoanalistas y distintos sectores y nuevas disposiciones por parte del Ministerio de Salud. ¿Cuáles han sido las consecuencias de esas medidas y cuál es la situación hoy en el 2006?

-La situación hoy en el 2006 es dúctil, es una situación que dialécticamente se transforma. En el 2007 tenemos elecciones presidenciales en Francia y eso es el horizonte que ocupa y rige todas las decisiones políticas.

En esta perspectiva tenemos que después de las protestas que supieron hacer escuchar los psicoanalistas, fueron considerados como una categoría excepcional dentro del campo de las psicoterapias. Los psicoanalistas hubieran podido contentarse con esto, pero es una perspectiva a corto plazo. El campo de los psicoterapeutas como tal que no son médicos, no son psicoanalistas ya inscriptos, se evaluó en unos 7500 profesionales, frente a los cuales el Estado oscila entre dos posiciones. Una aceptar una cierta evaluación por parte de las organizaciones profesionales mismas de estos terapeutas, un tipo de auto apreciación, un juicio sobre la formación de esos terapeutas por las instancias mismas de profesionales de ellos. La otra sería confiar todo esto solamente a diplomas universitarios y no tomar en cuenta la formación profesional, el trabajo personal sobre sí mismo del psicoterapeuta. Por el momento el decreto que en el año 2003 tuvo una primera versión no fue publicado, estamos a finales del 2006 y a seis meses de las elecciones presidenciales, entonces hay distintas versiones que varían cada tres meses. Por el momento ningún decreto ha salido y probablemente esto será remitido después de las elecciones presidenciales. Pero todo este debate es excelente en el punto en que es una manera de hacernos escuchar.

-Evidentemente ha tenido un peso importante la voz de los psicoanalistas por cuanto detuvo algo que parecía inminente.

-Por lo menos la voz de los que dijeron que no, especialmente la voz de Jacques-Alain Miller que dijo de manera contundente que no a este proyecto, cuando algunos psicoanalistas que no se dieron cuenta exactamente lo que pasaba pensaron que al entrar en una categoría excepcional se podían salvar de esto.

-En un momento en el cual –y desde algunos años– se viene hablando de nuevas patologías usted sitúa en el final de Psicoanálisis y Salud Mental que el psicoanálisis es el destinatario de las epidemias histéricas de nuestro tiempo. También nos dice allí que ya no contamos con las antiguas señales luminosas, ¿cuáles son esas nuevas señales y cómo debemos reconocerlas?

-A lo que aludo en la perspectiva que desarrollo en el libro es que las patologías nuevas son especialmente nuevas en que son fenómenos de masa, epidemias. Drogadictos hubo mucho antes que en nuestra época, los hubo desde que se conoció el uso de drogas pero el nivel de masa, de industrialización, eso si es propio de nuestra época. La conformización de los deseos en prácticas de goce conformizadas e industrializadas. Un solo país puede producir automóviles para el planeta entero, pero también puede producir cocaína para el planeta entero, con un modo de producción industrial. Los modos de drogadicción de la época están vinculados a esta producción, a este régimen nuevo que tenemos, tanto sean los fármacos como otro tipo de drogas son productos que entran en la reconfiguración de manera conformista de las figuras del deseo moderno. Las epidemias modernas son la conformización que alcanzan un nivel inédito en la historia, ahora una campaña de publicidad es global. En el mundo entero se van a comprar los productos de L'Oréal gracias a las excelentes publicidades y las piernas extraordinarias que se ven, como aquí en la 9 de Julio con ese inmenso afiche que hay y que fascina suficientemente para después vender L'Oréal por todo el planeta. Los productos de lujo también se estandarizan de manera excepcional, pocas marcas se difunden de esta manera. Esta conformización a un nivel masivo produce patologías de conformización de las formas de goce, formas mortíferas que se estandarizan también. Entonces estamos enfrentados a patologías que se pueden definir como globalizadas. Por ejemplo, epidemia de cómo destruirse con cocaína, crack, heroína, etc., todos estos instrumentos producen efectos que tienen por un lado un rasgo de conformización y por otro de exceso que es muy de la época. Algo que no para, uno puede matarse con drogas, puede matarse con el trabajo, puede matarse con el juego y nadie lo puede parar. Se puede pensar que con la ley se va hacer desaparecer el juego, o el alcohol, o drogas pero la prohibición produjo efectos catástroficos al nivel de las mafias. Hoy en día se introducen las prohibiciones en nombre de Salud Publica, y no de la moral. Pero la prohibición del tabaco en Estados Unidos produce también catástrofes a nivel del consumo de azucar, la diabetes, por ejemplo. El exceso, es algo imposible de parar en el sujeto moderno solo con la ley y las prohibiciones.

-Una exigencia pulsional

-Una exigencia pulsional que precisamente produce efectos inéditos y que se pueden calificar de patologías nuevas. Son los efectos nuevos que produce la voluntad de contención de la exigencia pulsional una vez que las viejas tradiciones que señalaban como comportarse en la vida caen. Por supuesto cada tradición es absurda y Voltaire en el Siglo de las Luces supo mostrar lo absurdo que tiene toda tradición. Pero después hay que inventar una nueva respuesta a la exigencia pulsional. Esto es más complicado que la sola contención.

-Digamos que la exigencia pulsional nunca se puede detener, frente a la prohibición surgen otros canales como el mercado paralelo que se inicia a partir de la prohibición que Estados Unidos impuso frente al alcohol, pero cuando las prohibiciones se reblandecen la pulsión no encuentra un cause para su desarrollo sino que aparecen los fenómenos que tenemos hoy en día, sea como sea la pulsión siempre sobrepasa cualquier cálculo.

-Eso es así. Sea como sea el cálculo de un bienestar ideal es imposible, pero la idea de pensar que solo con la represión se va a encontrar una solución es ir a lo peor. Mejor la negociación con lo peor. Esto no significa tener una posición laxista. No hay que abandonar a los sujetos a su suerte, no hay que mirar para el otro lado, ni destruir el aparato de ayuda a los adictos. Es necesario tener la idea que sí es un problema, pero también que no solo con dispositivos de represión o de desconocimiento es como vamos a solucionarlo.

-¿Cómo sería la negociación que usted propone?

-Esto es lo que hacen los profesionales todos los días, es decir que alguien que tiene un problema de adicción pueda encontrar un profesional con el cual va a poder enfrentar su demonio y no con una perspectiva angelical suponiendo que hay soluciones a corto plazo para un problema que es difícil, a muy largo plazo, al plazo de una existencia. Efectivamente esto supone la formación de profesionales tales que puedan acoger este tipo de demanda y no las soluciones de quick fix, de pensar que con una propuesta rápida y técnica uno va a librarse de esto o proponer como solución entrar en un dispositivo en el que en veinte sesiones se cura de su adicción al tabaco y después hay una sanción. Este es el tipo de modelo que piensa que el psicoanálisis es demasiado laxista y entonces hay que reemplazarlo por un dispositivo de evaluación-observación, después terapia comportamentalista a corto plazo y luego sanción fuerte. Constituye una perspectiva que ya ha producido en la historia efectos catastróficos y va a seguir produciéndolos si se repite.

-En Lost in cognition (El lugar de la pérdida en cognición) en relación al trauma y los acontecimientos que ha experimentado la civilización en los últimos años (atentados, guerras) postula el pre-traumatic stress disorder, ¿en qué consiste?

-Primero es una ironía sobre el post-traumatic stress disorder. En un ideal de regulación técnica del mundo, en la perspectiva de describir todo en términos de procedimientos que tengan una ley de funcionamiento, lo imprevisto tiene función de trauma a partir de lo cual, luego, se puede generalizar la causa como un trauma. Vivir es un trauma, la sexualidad es un trauma, vivir la sexualidad es un post-traumatic stress disorder permanente. La extensión de la clínica o de la perspectiva del trauma fuera de lo que es o en lo cual ha tenido su auge o tiene su pertinencia –después de los traumas de guerra o de terrorismo– pierde su interés. Cuando se hace una extensión general a todos los malos encuentros posibles de la vida, de la categoría de trauma, se lleva al sujeto a vivir en una angustia permanente de lo que puede surgir como acontecimiento imprevisto a lo cual uno al mismo tiempo se prepara y se defiende en una espera angustiosa. En este sentido es vivir en el pre-traumatic stress disorder. Cuando uno se traslada a un aeropuerto y ve todas las medidas de vigilancia, cámaras por todas partes, filas de seguridad, examen de todo lo que uno lleva consigo, uno ve la presencia de algún tipo de amenaza mortífera que no tiene cara, que no tiene nombre, que justifica procedimientos de seguridad cada vez más invasores, es la sociedad de vigilancia y seguridad en la cual estamos metidos cada día más.
En Inglaterra, que es ahora el país en el cual sueñan de manera muy destacada con reducir todo a comportamientos. Esperan mucho de una terapia comportamentalista general, aplicada al país, esta perspectiva se ha desarrollado mucho más, incluso mucho más aún que en Estados Unidos. También, con millones de cámaras para preparar la seguridad de los juegos olímpicos, tenemos la idea que esta sociedad, esta cultura de vigilancia es más bien el fracaso del ideal previo que era el supuesto éxito del multiculturalismo inglés. Deja lugar a un modo de civilización muy inquietante, en el cual la presencia angustiosa diaria de una amenaza que no tiene cara y que se trata de fotografiar a todos los niveles se hace parte de nuestra atmósfera, vivimos en ella al modo de un pre-traumatic stress disorder.

-Al modo de la presencia de un Otro controlador, vigilador.

-Ese Otro es el panóptico.

-Un especie de retorno de los Dioses que podrían estar viéndolo todo.

-Exactamente, el retorno de un Dios inquietante, porque no es un Dios que tiene sus profetas y que precisamente al afirmarse como Dios significa –como el Dios de Israel– que ningún hombre es Dios, que ningún ídolo es Dios. Mientras que este retorno extraño de este Dios muy humano que podría vigilarnos a todos trata de afirmarse como un Dios demasiado humano y es mucho más inquietante en lo que puede producir. La sociedad de lo útil precisamente. Al fin el panóptico fue inventado por Bentham que inventó la radicalización del utilitarismo, en este sentido es lógico que un espacio en el que solo se reconoce la dimensión de lo útil se transforme en una cultura de vigilancia permanente.

-Donde todo lo persecutorio se exacerba, se incrementa.

-Así es, se realiza.

-En nombre de elSigma le agradezco la disposición que ha tenido durante esta breve estadía en Buenos Aires para facilitar el presente intercambio. Muchas de sus consideraciones dan lugar a la apertura de nuevos interrogantes que permiten seguir trabajando en función de la transmisión del psicoanálisis.

Eric Laurent es psicoanalista y Delegado General de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Algunas de sus obras destacadas son:
Ciudades analíticas
Concepciones de la cura en psicoanálisis
Entre transferencia y repetición
Estabilizaciones en las psicosis
Hay un fin de análisis para los niños
Los objetos de la pasión
Las paradojas de la identificación
Psicoanálisis y Salud Mental
Lost in cognition