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lunes, 10 de febrero de 2014

CARTA DE RENUNCIA DE UN ESTUDIANTE DE POSGRADO

Por: Gene Bunin

Tomado de la Revista : LA HOJA DE ARENA


Querida Escuela Politécnica Federal de Lausana:

Les escribo para decirles que después de cuatro años de duro pero agradable trabajo de doctorado en esta escuela, tengo la intención de abandonar mi tesis en enero, tan sólo a unos meses de terminarla. Originalmente había pensado dirigir esta carta sólo a mis tutores. Sin embargo, mientras la escribía me di cuenta de que el mensaje de ésta puede ser pertinente para cualquier persona involucrada en la investigación y así he ampliado su alcance un poco. En concreto está dirigida a estudiantes de posgrado, investigadores postdoctorales, investigadores de alto nivel y profesores, así como para la gente en los más altos niveles de la administración de la escuela.

Les escribo para decirles que después de cuatro años de duro pero agradable trabajo de doctorado en esta escuela, tengo la intención de abandonar mi tesis en enero, tan sólo a unos meses de terminarla. Originalmente había pensado dirigir esta carta sólo a mis tutores. Sin embargo, mientras la escribía me di cuenta de que el mensaje de ésta puede ser pertinente para cualquier persona involucrada en la investigación y así he ampliado su alcance un poco. En concreto está dirigida a estudiantes de posgrado, investigadores postdoctorales, investigadores de alto nivel y profesores, así como para la gente en los más altos niveles de la administración de la escuela.

Antes de continuar quiero ser muy claro acerca de dos cosas. En primer lugar, no todo lo que voy a decir aquí es de mi experiencia de primera mano. Mucho también se basa en las conversaciones que he tenido con mis compañeros, con gente fuera de la EPFL y refleja tanto sus experiencias como la mía. En segundo lugar, ninguna de las declaraciones negativas que hago en esta carta deben ser tomadas como ataques personales por ninguno de sus lectores. No es mi intención demonizar a nadie, ni apuntar a individuos específicos. Voy a añadir que, tanto aquí (en la EPFL) como en otros lugares, he conocido a algunas personas excelentes y no me atrevería – ni ahora ni en cien años – a acusarlos de lo que escribí en el párrafo anterior. Sin embargo, el miedo y la sospecha es que estas personas son pocas, y que son ellas quienes están siendo marginadas por un sistema, que alimentándose de nuestras debilidades humanas innatas, se está saliendo rápidamente fuera de control .

No sé cuántos de los estudiantes de doctorado que leen esto han entrado en sus programas de doctorado con el deseo de realmente aprender y de alguna manera contribuir a la ciencia de una manera positiva. Personalmente yo sí lo hice. Si tú también lo hiciste, entonces probablemente compartes por lo menos alguna de las frustraciones que voy a describir a continuación.

Academia: No es ciencia, es negocio

Voy a comenzar con la suposición de que el objetivo de la ciencia es la búsqueda de la verdad para mejorar nuestra comprensión del universo que nos rodea y de alguna manera utilizar ese entendimiento para llevar al mundo hacia un futuro mejor. Al menos esa es la propaganda con la que hemos sido alimentados desde jóvenes y esa es por lo general la propaganda que las universidades que hacen investigación emplean para ponerse en un terreno moral elevado, para decorar sus páginas web y para reclutar a jóvenes ingenuos como yo.

También voy a suponer que con el fin de encontrar la verdad, el requisito básico es que uno como investigador tiene que ser brutalmente honesto, sobretodo con uno mismo y con la calidad del trabajo propio. Aquí uno se encuentra inmediatamente con una contradicción, pues tal honestidad parece tener un papel muy secundario en la agenda de la mayoría de las personas. A poco tiempo de adentrarse en el mundo académico, se aprende que el ser “demasiado honesto” sobre el trabajo propio es algo malo y que mencionar las deficiencias de tu investigación “muy abiertamente” es un gran paso en falso. En cambio, se te enseña a “vender” tu trabajo, a preocuparte de tu “imagen”, y a ser estratégico en tu vocabulario y donde tienes que utilizarlo. Se da preferencia a una buena presentación sobre un buen contenido – una prioridad que, aunque comprensible a veces, ahora ha ido demasiado lejos. La forma “malvada” de hacer contactos (véase, por ejemplo: click ) parece estar alentada abiertamente. Con tantos aspectos comerciales de que preocuparse, es realmente sorprendente que de hecho algo de investigación se siga haciendo estos días. O tal vez no, ya que son precisamente los aún ingenuos estudiantes de doctorado quienes hacen casi todo.

Academia: “Trabaja duro, joven padawan, para que algún día tú también puedas dirigir tu propio laboratorio”

A veces me resulta tanto divertido como aterrador que la mayoría de la investigación académica en el mundo en realidad se está haciendo por gente como yo, que ni siquiera tenemos un doctorado. Muchos investigadores, de quienes se esperaría que fueran los que empujaran la ciencia hacia adelante con sus décadas de experiencia, hacen sorprendentemente poco y sólo se aparecen para administrar a sus estudiantes, quienes se matan como esclavos en artículos que después son firmados por sus tutores en una especie de “cuota” por haberse tomado el tiempo de leer el documento (a veces, en casos particularmente desesperados, pueden incluso tratar de robar el lugar del primer autor). Rara vez me entero de tutores que realmente revisen todo el trabajo de sus estudiantes con todo rigor y detalle; la mayoría parece haber adoptado el enfoque de “si se ve bien, podemos enviarlo para su publicación”.

Además de sentir la gran injusticia de todo esto – a los estudiantes, quienes hacen el verdadero trabajo, se les paga sorprendentemente poco, mientras que a los tutores se les paga muy bien – el estudiante de doctorado a menudo se queda pensando si sólo está haciendo ciencia hoy para después poder ocupar los puestos administrativos de sus tutores. Lo peor es cuando un estudiante de doctorado que quiere quedarse en la academia acepta esto y comienza a jugar del otro lado de la mesa. Todos los estudiantes de doctorado que lean esto, inevitablemente conocerán a alguien con la mala suerte de haber encontrado un tutor que ha aceptado este tipo de dinámica y que ahora está aplicándola en sus propios estudiantes – obligándolos a escribir artículo tras artículo y a trabajar cantidades ridículas de horas para que el asesor pueda avanzar en su carrera o, como con frecuencia pasa, para obtener la permanencia definitiva. Esto es inaceptable y tiene que parar. Y sin embargo, mientras escribo esto me acuerdo de cómo la EPFL ha establecido su propio sistema de permanencia definitiva no hace mucho tiempo.

Academia: La mentalidad de cabeza

Un aspecto muy triste de todo el sistema académico es la cantidad de autoengaño que ocurre, la cual es una “habilidad ” que muchos de los nuevos reclutas son obligados a dominar desde el principio. Como muchos estudiantes de doctorado no pueden elegir su tema de investigación, se ven obligados a adoptar lo que sus asesores hacen y a crear “algo original” con ello para que algún día eso pueda llegar a convertirse en una tesis. Todo esto está bien y es aceptable cuando el tema es realmente interesante y tiene potencial. Personalmente, tuve la suerte que este fuera el caso para mí, pero también sé de bastante gente que, después de haber recibido su tema, se dieron cuenta de que la dirección de su investigación era de importancia marginal y no tan interesante como les fue vendido por su tutor.

Esto parece dejarle al estudiante un ultimátum desagradable. Obviamente decirle al asesor que la investigación no es prometedora u original no funciona – el asesor ya ha invertido mucho de su tiempo, reputación y trayectoria en el tema y no será convencido por alguien con la mitad de su edad de que ha cometido un error. Si el estudiante insiste él o ella será etiquetado como “obstinado” y si la insistencia es demasiado fuerte no será capaz de obtener el doctorado. La alternativa, por muy desagradable que esta sea, es mentirte a ti mismo y encontrar argumentos para estar moralmente cómodo y con esto de alguna manera convencerte de que lo que estás haciendo tiene un valor científico importante. Para quienes la obtención de un doctorado es un deber inamovible (normalmente por razones financieras) la elección, aunque trágica, es obvia.

El verdadero problema es que este hábito puede fácilmente ser llevado más allá de los estudios de posgrado, hasta que el estudiante mismo llegue a ser como el investigador, con la mentalidad inversa de “es importante porque he gastado muchos años de mi vida trabajando en ello”.

Academia : Donde la originalidad te dañará

La buena y sana mentalidad sería naturalmente trabajar en aquella investigación que consideremos importante. Desafortunadamente, la mayoría de ese tipo de investigaciones está llena de retos y es difícil de llegar a publicar. Además, el sistema actual de publica-o-perece hace difícil el mantener un laboratorio mientras se trabaja en problemas que requieren cuando menos de diez años de trabajo antes de que se pueda reportar el más pequeño de los resultados preliminares. Peor aún, los resultados pueden llegar a no ser entendidos, lo que en algunos casos es el equivalente a ser rechazados por la comunidad científica. Reconozco que esto es difícil, y no me atrevería a criticar a aquellos que han escogido no perseguir tan “arriesgados” problemas.

Idealmente, el sistema académico debería incentivar a aquellas personas que ya están bien establecidas a alcanzar estos retos y estoy seguro que algunos de ellos ya lo hacen. Sin embargo, no puedo evitar pensar que la mayoría de nosotros estamos evitando las verdaderas preguntas y nos conformamos con las pequeñas y fáciles que sabemos que pueden ser resueltas y publicadas. El resultado es una cantidad masiva de literatura científica llena de contribuciones repetitivas y marginales. Esto, en cambio, no es necesariamente algo malo si lo que deseas es obtener un buen currículo.

Academia : El agujero negro del oportunismo en la investigación

De hecho, escribir un montón de artículos de valor cuestionable acerca de un tema popular parece ser una muy buena manera de avanzar en tu carrera académica en estos días. Las ventajas son evidentes : no hay necesidad de convencer a nadie de que el tema es pertinente y es muy probable que seas más citado ya que más personas pueden trabajar en cosas similares. Esto, a su vez, aumentará tu factor de impacto y te ayudará a establecerte como un investigador reconocido, independientemente de si tu trabajo es realmente bueno o importante. Asimismo de esta forma se establece una especie de red en la que otros investigadores (igualmente oportunistas) te dan palmaditas en las espalda mientras tú haces lo propio.

Desafortunadamente, esto no sólo lleva a favorecer la cantidad sobre la calidad, sino que muchos investigadores, habiéndose hecho dependientes de este efecto de arrastre, después necesitan encontrar formas de mantenerlo vivo incluso cuando el campo comienza a estancarse. Los resultados suelen ser desastrosos. O bien los investigadores comienzan a pensar en extensiones creativas pero completamente absurdas de sus métodos para usos para los que no son apropiados, o tratan de inhibir a otros investigadores que proponen alternativas más originales y eficientes (por lo general hacen ambas cosas). Esto a su vez desalienta a los nuevos investigadores a buscar alternativas originales y los anima a “subirse al carro” que aunque se basó en una buena idea, ahora se ha estancado y es mantenido por nada más que la pura voluntad de la comunidad que se ha vuelto dependiente de él . Entonces se convierte en un gigantesco y muy costoso desastre.

Academia: Estadísticas a granel

“Los investigadores con artículos son como niños”, me dijo una vez un investigador. Y, de hecho, parece existir una malsana obsesión entre los académicos al respecto de su número de citas, de su factor de impacto y de su número de publicaciones. Esto lleva a cualquier cantidad de sinsentidos: investigadores realizando “citas estratégicas”, escritura de recomendaciones “anónimas” donde se sugiere a los autores del artículo revisado a citar el trabajo propio y hasta a intercambiar artículos entre colegas con el entendido de “yo-leeré-el-tuyo-si-tú-lees-el-mío”. Si se pregunta, nadie aceptará preocuparse por sus citas, y aún así esas mismas personas con seguridad sabrán de memoria el número de veces que sus artículos han sido citados. Admito que yo mismo he estado en esa posición y me odio por lo mismo.

En la EPFL el rector nos manda un correo electrónico cada año diciendo lo bien que la escuela está ubicada en los rankings. Yo siempre me pregunto cuál es el punto de estos correos. ¿Por qué habría de preocuparle a los científicos si la institución está ubicada en la décima u onceava posición por tal o cual comité? ¿Se trata de elevar nuestros ya hinchados egos? ¿No sería mejor si el rector nos enviara un reporte anual donde se mostrara la forma en que el trabajo de la EPFL está afectando el mundo o como éste ha contribuido a resolver ciertos problemas importantes? En cambio, se nos dan estos estúpidos números que dicen a qué universidades podemos mirar con desprecio y a cuales aún debemos rebasar.

Academia: La tierra salvaje de los egos gigantes

Con frecuencia me pregunto si mucha gente en la academia viene de infancias inseguras donde nunca fueron los más fuertes o los más populares entre sus compañeros y habiendo estudiado más que ellos, ahora están en busca de venganza. Sospecho que sí, ya que es la única explicación que puedo encontrar para entender porque ciertos investigadores atacan, de mala manera, el trabajo de otros. La manifestación más común de esto tal vez sea el sistema de revisión por pares, donde estas personas abusan de su anonimato para decirte, sin términos ambiguos, que eres un idiota y que tu trabajo no vale ni un montón de estiércol.

De forma ocasional, algunos tendrán el descaro de hacer lo mismo durante conferencias, aunque todavía no he observado personalmente esto último.

Más de una vez he escuchado a investigadores de diferentes campos referirse a los métodos de otros con descripciones tan bellas como “basura” o “porquerías”, algunas veces aún extendiendo estas calificaciones a métodos pioneros cuyo único crimen es ser viejo por algunos años. A veces, estas personas descansarán de hablar mal de la gente de su misma área y cambiará su atención a otros campos – la investigación tecnológica, por ejemplo, algunas veces se burlará de la investigación realizada en las humanidades, ridiculizándola como absurda e inconsecuente, como si lo que ellos hiciera fuera más importante.

Academia: El truco más grande que alguna vez realizó fue convencer al mundo de que era necesaria

Tal vez la pregunta más crucial que la gente en la academia debería preguntarse a sí misma sea esta: “¿Realmente somos necesarios?”. Año tras año, el sistema toma toneladas de dinero vía cualquier forma de becas y subvenciones. Mucho de este dinero después se ocupa en pagar a subvalorados y malpagados estudiantes de posgrado quienes, con o sin la ayuda de sus tutores, producen algún resultado. En muchos casos, estos resultados son incomprensibles para todos excepto para un pequeño círculo, lo cual hace difícil calificar su valor de una forma objetiva. En algunos casos raros, la incomprensibilidad es de hecho justificada. El resultado puede ser tan poderoso, pero puede requerir tanto desarrollo matemático, que realmente se requiera un doctorado para entenderse. En muchos casos, sin embargo, los resultados pueden requerir muchas matemáticas, pero puede llegar a ser inútil en aplicación.

Esto está bien, porque el progreso real es lento. Lo que es molesto es cuantas subvenciones se le pueden sacar a un resultado puramente teórico  antes de que los investigadores se decidan a producir algo útil y práctico. Peor aún, muchas veces parece no haber una necesidad en la gente en la academia de ir y aplicar su resultado, aún cuando esto es posible, lo que probablemente se deba a su miedo al fracaso – se está moralmente a gusto investigando sus propios métodos siempre y cuando estos funcionen en teoría, pero nada lastimaría más que ir y tratar de aplicarlo y aprender que no sirve en realidad. A nadie le gusta publicar artículos que muestren como sus métodos fallan (aunque, desde la perspectiva científica, están obligados a hacerlo).

Estos son sólo algunos ejemplos de las cosas que desde mi humilde perspectiva están mal en la academia. Otras personas probablemente podrían agregar otras y podríamos ir y escribir un libro al respecto. El problema, como lo veo, es que no estamos haciendo mucho para corregir estos asuntos y no hay mucha gente que haya aceptado que “la verdadera ciencia” simplemente es un ideal que inevitablemente desaparecerá con el sistema actual trabajando como lo está haciendo. Entonces, ¿por qué arriesgar nuestras carreras y reputaciones para pelear por una noble causa que la mayoría de la academia no valorará de todas formas?

Voy a terminar esta carta diciendo que yo no tengo la solución a estas cosas. Dejar mi doctorado no es una solución – simplemente es una decisión personal – y no animo a otras personas a hacer lo mismo. Lo que sí quiero fomentar es un tipo de conciencia y responsabilidad. Pienso que hay muchos de nosotros, ciertamente de mi generación, a quienes nos gustaría ver a la academia como un sinónimo de ciencia. Sé que a mi me gustaría, pero he renunciado a que esto suceda así que buscaré a la ciencia verdadera desde otro camino.

Hubo un tiempo en que pensé que me sentiría orgulloso de poner las letras Dr. antes de mi nombre, desafortunadamente esto ya no es así. Sin embargo, nada puede quitarme el conocimiento que he ganado durante estos cuatro años y por eso, EPFL, te estaré eternamente agradecido.

Muchas gracias por haber leído hasta aquí

miércoles, 10 de julio de 2013

MARCO CAVALLO (UNA INSIGNIA)


¨Quando il cavallo acquistò la sua forma definitiva era enorme e bello. Tinta guardava affascinato ed incredulo. Nessuno osava toccare il cavallo, solo Vittorio lavorava ogni giorno per rifinirlo e Tinta era con lui a passargli gli strumenti. Nessuno, prima di allora, aveva mai conosciuto Tinta. Era rinchiuso nel reparto «C», il reparto più brutto e orrendo del manicomio, esclusione nell'esclusione. Aveva venti anni, tutti passati negli istituti. Era nato alla fine dell'occupazione alleata, a Trieste. A malapena gli avevano insegnato a scrivere il suo nome e, malgrado i suoi occhi attenti e vivaci, era stato condannato ad essere un deficiente.¨



Cuando el caballo adquirió su forma final era enorme y precioso. Tinta observaba con fascinación e incredulidad. Nadie se atrevió a tocar el caballo, sólo Vittorio trabajaba todos los días hasta el final y Tinta estaba con él para pasar los instrumentos. Nadie antes que él había conocido nunca a Tinta. Fue encerrado en el departamento "C", el departamento más feo y horrible del asilo, la exclusión en la exclusión. Tenía veinte años, todos pasados en las instituciones. Nació a finales de la ocupación aliada en Trieste. Apenas le habían enseñado a escribir su nombre, y a pesar de la mirada atenta y vivaz, había sido condenado a ser un idiota.


miércoles, 20 de junio de 2012

QUERIDO SEÑOR PRESIDENTE: ES USTED UN HIJO DE PUTA

Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros

Por: José Luis Sampedro
José Luis Sampedro Sáez (Barcelona, 1 de febrero de 1917) escritor, humanista y economista español que aboga por una economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos». En 2010 el Consejo de Ministros le otorgó la Orden de las Artes y las Letras de España por «su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido con los problemas de su tiempo». En 2011 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas.

 

Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros.

Se lo digo así, de entrada, porque sé que nunca va a leerme, como nunca lee usted libros, ni nada más que periódicos deportivos como usted mismo ha confirmado, jactándose, como buen español de ser un ignorante. No se engañe, por eso lo han votado tanta gente. Perdonen los demás el exabrupto, pero es que está demostrado que somos lo que nuestros padres nos han educado, y si usted y sus ministros son como son, es porque sus madres muy bien no lo han hecho. A pesar de los colegios de pago, de pertenecer a la oligarquía de épocas dictatoriales, etc.
 

Verá usted, señor presidente. Lo que más me molesta no es que usted sea un bastardo malnacido, sino un ignorante, y sobre todo un mentiroso. Se presentó a unas elecciones diciendo que no haría cosas que ahora hace. Dijo hace tiempo que la posibilidad de una amnistía fiscal le parecía injusta y absurda, y no ha tardado ni tres meses en recurrir a esta medida de forma injusta y absurda, como señala el diputado de IU Alberto Garzón al que usted y sus secuaces ningunean como a cualquier otro que no sea seguidor suyo. Ésa es la democracia que ustedes entienden, ignorar a los representantes de la ciudadanía que no les afín. Usted dijo que la Sanidad y la Educación no se tocaban, y la han tocado pero bien. A la banca nada, y eso que los grandes expertos en economía señalan que, o le metemos mano a sus amigos de las finanzas, o nos vamos a pique.
 

Le voy a explicar unas cuantas cosas dado que usted es un ignorante que lee prensa deportiva en lugar de libros de historia, economía o política. Durante los años 20 hubo gente que tuvo la genial idea de crecer mucho, por encima de sus posibilidades como ahora tienen ustedes tan de moda decirnos. Tanto que incluso a Churchill, para salir de la situación de postguerra, se le ocurrió revalorizar la libra, lo que trajo bajada de sueldos y aumento de las horas de trabajo. No sólo no se creció por encima de lo esperado sino que destruyó la posibilidad de crear un modelo sostenible de crecimiento basado en el consumo, lo que permite terciarizar una economía y hacerla verdaderamente competitiva. Eso es ser un país desarrollado y no ganar mundiales de fútbol. Cuando llegó la crisis del 29 y la posterior recesión mundial en los 30, en un país tan poco sospechoso de socialista, comunista o lo que ustedes quieran, como EEUU, decidieron adoptar una cosa llamada New Deal, que consistió, entre otras cosas, en subir los sueldos y bajar las horas de trabajo. Como consecuencia, había más puestos de trabajo para cubrir esas horas de menos, y los que salían de su trabajo lo invertían en consumo, lo que reactivó la economía y permitió al país dar un definitivo empujón hacia arriba para salir victorioso de una Guerra Mundial que libró en tres continentes.
 

Por si usted no lo sabe, las medidas que está ejecutando han conseguido lo contrario. Hablo en pasado porque tal vez no lo sepa, pero no hay nada nuevo en los famosos "recortes". Argentina, Chile, Polonia, Rusia y así hasta un largo etc de países engrosan una horrible lista de fracasos de las políticas neoliberales de Milton Friedman y el Consenso de Washington que desde los 70 llevan intentando hacernos creer que sumergir a un país en el shock económico es una salida a la crisis. Jamás las medidas de la Escuela de Chicago han funcionado. Jamás un país ha salido de la crisis de esa forma. Jamás una sociedad se ha beneficiado de ello. Por el contrario, ha generadosuicidios, deterioro del Estado del Bienestar (que ustedes insisten en decir que se ha terminado mientras vemos cómo crece y se desarrolla en otros países de nuestro entorno) y ha destruido el futuro de numerosas generaciones.

  Usted miente, señor Presidente, y es sumamente peligroso. Porque el anterior era un inútil, pero usted es un pirómano en mitad de un incendio. El otro creía vivir en el País de las Maravillas y usted nos está sumiendo en el País de los Horrores. Toda política fiscal que no se base en la generación de riqueza, toda medida relativa al empresariado que no atienda prioritariamente a las empresas que cotizan más del 60% de sus ganancias en forma de sueldos e impuestos en España (y no Repsol, que solamente invierte un 20% y ahora la defienden como española; hay empresas extranjeras que reparten más beneficios al conjunto del país), todo lo que no sea alumbrar un futuro basado en la investigación y no en el trabajo precario, es destruir el futuro del país. A usted y sus secuaces se les llena la boca diciendo que hay que fomentar el emprendedorismo, y en lugar de ello desarrollan un plan basándose en los ideales especulativos de los dirigentes de la CEOE cuyo historial de empresas arruinadas por la especulación de la que ellos salen indemnes mientras el Estado se hace cargo de los parados que dejan es absolutamente bochornosa. Eliminan de todo plan de emprendedores la posibilidad del emprendedor social y generan únicamente una nueva casta de tiburones amparados en una reforma laboral neofeudal.

  Ustedes se olvidan que los países desarrollados como EEUU, Alemania, Francia, etc., invierten entre el 2'6 y el 3'4% del PIB en I+D+I. España no sólo necesita un esfuerzo superior (en torno al 6%) para ponerse a su altura sino que ustedes nos bajan la inversión del 1'3% al 0'9%. Para entendernos, usted que sólo lee sobre deportes, es la diferencia entre inventar un coche, y fabricarlo. Quien lo inventa tiene los beneficios de todos y cada uno de los coches que se venden. Quien lo fabrica sólo de las unidades que salen de su fabrica. ¿Dónde se inventan los coches? En Alemania, por citar un caso. ¿Dónde se fabrican? En España, Polonia o Rumania. Es evidente de quiénes estamos más cerca, pues. Al darle el hachazo que usted le ha dado a la investigación nos condena a ser un país de camareros, portaequipajes, y por supuesto de trabajadores poco o nada cualificados que trabajemos para empresas extranjeras a sueldos miserables mientras tenemos la moneda de los países con mejor calidad de vida. Si seguimos en el euro es para vivir como ellos, no para que ustedes nos hagan vivir como en Botsuana con precios de París.

  Usted nos está suicidando económicamente. Tal vez no sepa quién es Paul Kruggman, pero es Premio Nobel de Economía. Para él es evidente que usted nos miente o no quiere darse cuenta de que no estamos ni siquiera en recesión, sino en fase de depresión, y sus medidas nos hunden cada vez más. Ha aceptado ser el banco de pruebas del FMI, cuyas medidas ya arruinaron a varios países, pregunte si no por Grecia o Italia donde están fracasando estrepitosamente. Usted no le dice a la gente que estamos metidos en una III Guerra Mundial cuyas armas no son de fuego, sino que tienen a forma de experimentos socio-económicos, donde los tanques son agencias de calificación de la deuda, donde los países utilizan a los ciudadanos para intereses ajenos a estos, y donde, al final, la gente está muriendo y sufriendo, como en cualquier guerra. Usted nos dice que es bueno meter a cuarenta alumnos por clase, que es bueno que haya menos profesores, menos médicos, menos atención sanitaria, y a veces pienso que simplemente usted es gilipollas, que no puede ser que actúe con maldad. Y créame, lo sigo pensando. Los malos seguramente son otros, usted no tiene la inteligencia suficiente para darse cuenta de todo eso. Sí la tiene, en cambio, para saber que todo esto puede traer revueltas sociales, agitación en la calle. Por eso va a aprobar una medida por la cual será terrorismo y condena criminal resistirse a la voluntad del Gobierno expresada en sus brazos de coerción, es decir, al policía. Como yo le estoy diciendo esto, seguramente me acusará de terrorismo por incitar a la gente a decirle a usted las verdades a la cara.

  Señor Presidente, usted no quiere decirlo porque la Führer Merkel le amenaza desde el IV Reich que se ha instalado. No es una exageración, oiga, que lo dice hasta el Financial Times que como todo el mundo sabe es muy de izquierdas sin duda. Estamos metidos en mitad de una III Guerra Mundial, vuelvo a repetírselo, y no es una idea únicamente mía, sino de gente de esa que ha estudiado, tiene doctorados, ha dado clase en varias universidades, ha viajado por el mundo, ha leído mucho, mucho, habla varios idiomas, ha vivido diferentes procesos de crisis y recuperación, y a algunos también les gustan los deportes. Pero también ven que ustedes nos metieron una primera fase de Movimientos Financieros que ahogaron nuestra economía y ahora nos meten en una fase de Posiciones para hundirnos en el shock, en el miedo, en la angustia.

  Solo le deseo que si algún día la sociedad se rebela, salimos a la calle, tomamos los poderes públicos, proclamamos una Asamblea Constituyente, convocamos un referéndum sobre la forma de Estado, disolvemos los partidos actuales y los obligamos a refundarse en partidos que atiendan a las ideologías políticas y no a las económicas, establecemos un sistema de elecciones realmente democráticas, nos salimos de la moneda alemana (llamada también euro) y establecemos pactos bilaterales con los países importantes, invertimos en educación e investigación. Si todo eso pasa y empieza con una mecha que la sociedad enciende. Si pasa y asaltamos su palacete en la Moncloa , ojalá usted esté ya camino del exilio en Berlín.
 

O lo va a pasar mal. Muy mal.

martes, 27 de marzo de 2012

EL APRENDIZ DE PSIQUIATRA

Texto preparado por Rosendo Rodríguez Fernández[iii]
                                               Marzo 27, 2012.

Un ser que no sabe qué es
Ilusiones de estudiantes
El espacio y el tiempo
Dios y los dados
Ronda por la muerte.

(…) “Si bien es verdad que se puede abordar el principio del placer desde la perspectiva de la satisfacción fundamentalmente irreal del deseo, lo característico de la satisfacción ilusoria del deseo es que se propone en el dominio del significante e implica cierto lugar del Otro.” 

(Jacques Lacan, De la Imagen al Significante. El Seminario, Libro 5, Las Formaciones del Inconsciente. Feb. 5/1958.)

I.                    David y los coqueteos con la psiquiatría
En su sesión del 22 de marzo, un integrante del grupo de investigación, estudiante de psicología, pidió la palabra para expresar sus percepciones con respecto a la práctica del psicólogo en el campo clínico. Su relato, dejó entrever un problema que es preciso abordar en términos de su formalización, pues se trata de prácticas recurrentes, no ajenas a discusiones que es preciso dar en el terreno de las exigencias del Establishment, y que no tienen solamente que ver con la obligatoriedad de aprender, dígase, algo como la lengua inglesa, o más precisamente, aquello denominado sin más, interdisciplinariedad.

David planteaba, inicialmente, un problema que tenía que ver con una cuestión clínica como tal. Se trata del proceso de hospitalización de un paciente, por causas de la salud mental. En su proceso de formación, como psicólogo, tuvo la experiencia de encontrarse frente a algunas de las situaciones particulares en las que se ve envuelto un individuo de la actualidad, que cae bajo la lógica de las disciplinas de la salud.

Por fuerza, la lógica de la práctica médica debe estar soportada en alguna verdad, cuyas pruebas muy seguramente estarán a la orden del día, cuando de justificar una práctica se trata. Es en esa dirección que parece dirigirse David, sin caer en cuenta que lo que se ha puesto en juego en ese dispositivo es precisamente una práctica de la susodicha interdisciplinariedad.

David, después de apuntar aquello sobre lo cual se basaba su pregunta, entra a ocuparse de algunos aspectos fenomenológicos del tratamiento, que movilizan sus inquietudes. Indicaciones que apuntan a un gran Otro que parece orquestar el movimiento de esta maquinaria social cuyo papel parece ser el de enmascarar cuantas realidades asaltan la percepción.

La delgada línea que separa el deseo de la realidad, se difumina en las ilusiones con respecto al gran Saber de la cultura, cuyo descontado prestigio tiene el hipnótico poder de congregar a cuanto sabio se le ocurre que es mejor que el zapatero se dedique a sus zapatos, siempre que sus zapatos queden de lo mejor, en la colaboración de tantos zapateros.

Así, el planteamiento de David, es el de un cierto entendimiento de la interdisciplinariedad, como el de un grupo conformado por un líder y sus gregarios. No cuesta mucho adivinar que el que está en el lugar del pensador, es el psiquiatra, que sabe lo que hace. Los gregarios, son los paramédicos, que hacen toda clase de venias intelectuales y tareas, dictadas por el trabajo en equipo.

Las soluciones a este problema, saltan a la vista. Quien esté familiarizado con algunos modos de decir de los psicoanalistas, encontrarán en la raíz del problema la falta en ser, esa carencia que una vez más crea la ilusión de una hierba más verde al otro lado del río. ¿Es insuficiente toda la teoría psicológica para enfrentar problemas del orden de la salud mental? ¿Sigue siendo válida, actualmente, la vieja crítica de Georges Canguilhem, que finalizaba con un puntillazo del estilo según el cual el psicólogo pasa por el cementerio –de sus grandes ídolos- y llega a la prefectura de policía?[i]

Báez ha señalado, repetidamente, el papel del significante Amo en la estructura de la realidad. Algo hay que no cambia, algo permanece allí, estable, y parece apuntar a lo que Lacan enseñaba con respecto a la repetición freudiana: una cierta manera de gozar. Las preguntas que surgen de aquí, son molestas, y pueden, en efecto, dejar más de un resquemor.

¿Es imposible para el psicólogo, salir de la caja de Skinner y su relación con la rata blanca? ¿El sexólogo, debe preciarse de la entomología de Kinsey para encarar a los humanos como si tuvieran prácticas copulativas de insectos? ¿No puede salir de repetir cuentos de ilusiones, de percepción de totalidades, de estructuras cerebrales? ¿Debe seguir esperando a canibalizar los hallazgos de laboratorio de los neurocientíficos, en el temor de ver desaparecer su ciencia?

El mensaje de David, parece confirmar las respuestas que dan lugar a estas preguntas, pues la exposición de su experiencia apunta directamente al síntoma de los programas de formación en psicología: hay que ir a integrar equipos, siempre que estos sean liderados por aquellos que saben lo que hacen. ¿Es la psiquiatría la madre de la psicología? Dudoso, por supuesto. Sin embargo, la madre de esa niña, parece no andar por lado alguno, y quizá ya no se ocupa mucho de ella.

En ese sentido, el síntoma que salta a ojos vista, es la búsqueda de la psicología en otros saberes (o ciencias) de un ser que le permita guardar silencio. Simplemente, una paradisciplina. La búsqueda de la utilidad de la psicología, la lleva a inclinarse ante cuanto amo se atreve a decir algo sobre objetos tales como la mente, el sistema nervioso, la sexualidad, el desarrollo o lo que sea que le venga en gana.

Puede verse que desgajar un árbol, como por ejemplo, el de la inteligencia, ocasiona todo un fenómeno comercial, toda una práctica de consumo, que llega a traducirse en dichos tales como que existe, por ejemplo, una inteligencia musical, entre las inteligencias múltiples. Sin más, el mundo comercial se permite separar la inteligencia como una serie de fenómenos aislados, muy adecuados al consumo.

Este fenómeno comercial Gardner, al ser elevado al estatuto científico, deja al menos la sensación de que hay constantes repeticiones en el campo de la psicología. Los Cattell se volvieron ricos y famosos gracias a la personalidad y su medida, y actualmente, después de unas buenas décadas de conteo monetario, siguen vendiendo sus test.

No pareciera que hubiera algo qué decir, frente a los sabios. Si David va al psiquiatra a aprender psicología, tal vez es que su profesor aprendió psicología en la Escuela de Medicina, y espera pacientemente a que el pensador le diga no solamente qué es la psicología, sino qué es el psicólogo.

II.                  El Espacio-tiempo y la Ronda por la Muerte
 En el acto carnavalesco, que podría estrictamente ser un acto canibalesco, de abrevar en el saber de la física clásica, del famoso debate entre Niels Bohr y Albert Einstein, donde quedó claro, al entender de un psicólogo, que hay una distancia inconmensurable entre la probabilidad y la certeza de un hecho, apunta a lo que podría ser algo del orden del saber de una disciplina, que se ofrece al mundo del conocimiento y puede, con su afirmación, asumirse como interdisciplinario.

Si el psicólogo aprende a no ser, por las prácticas del psiquiatra, no es poca cosa lo que tiene que ver con el síntoma arriba señalado, que es en sí misma, la psicología de Gardner. Una concepción tal, como las inteligencias múltiples, ¿No supone pensar que se es hábil en algo, y un idiota en lo demás, por lo cual no se hace necesario preguntar sobre esto último?

La consecuencia de aceptar algo como lo de Gardner, es precisamente la que tiene que ver con la estupidez del psicólogo, que ignora que precisamente la psicología sería lo único que podría librar a los psiquiatras del movimiento de pinzas de los neurocientíficos, en el sentido en que su disciplina solamente vive en estos países en razón de la ignorancia ilustrada de sus llamados científicos.

Einstein, sin más, planteó que le gustaba pensar que la luna estaba allí, en el firmamento que al parecer se preciaba de contemplar, quizá con alguna frecuencia. Su esfuerzo por demostrar que Bohr y la mecánica cuántica andaban equivocados, terminó en un fracaso, hasta tanto no se diga lo contrario.

Quizá no sea difícil reconocer que el mundo, como se conoce ahora, con toda su virtualidad, se debe en gran parte, sino en su totalidad, a lo que el ping-pong pasó a escribirse como fórmula matemática en la mente de Bohr. ¿Qué habría pasado si Bohr hubiera obedecido a la lógica de Gardner? ¿El genio del ping-pong también tenía genio para la física? ¿No tenía inteligencia musical? ¡Lástima grande que no tuviera inteligencia para la psicología!

Y sin embargo, fieles a esta última ciencia, una línea de análisis del caso de los físicos desembocaría en la inevitable postulación de un axioma psicológico como soporte de lo que se conoce como la realidad. El psicólogo diría, quizá al modo de Piaget en respuesta a Einstein, que el niño construye la realidad por una exigencia constante del entorno que rompe con la homeóstasis a la que tiende el infante. Esta construcción, bio-social, es en suma, psicológica.

¿Qué es si no, la física? ¿No es, siguiendo a Yannis Stavrakakis[ii], una teoría que está destinada a fallar? Desde antes de los tiempos de Zenón de Elea, el mundo ha cambiado tantas veces como los ornatos de la fantasía que inviste el pensamiento y lo convierte en teoría. Si Bohr jugaba al ping-pong mientras hablaba de física, Einstein buscaba en Piaget una respuesta al espacio- tiempo en una dirección acertada, pues ya sabía que la teoría determina lo que se puede observar, pero no sabía que Dios, haciendo caso de Bohr, sí juega a los dados.

Tal vez la respuesta de Jairo Báez a David, en el espacio del Semillero de Investigación Psicoanálisis y Sociedad, sea muy aclaratoria con respecto al modo como las ilusiones de ser, sobre todo tratándose de nosotros, caen en verso sobre el otro con su gran Otro. En falta, la formación del psicólogo carente de epistemología, y no porque no existan cursos en los currículos, es buscada por el estudiante en el seno de otras disciplinas, cuyo prestigio ciega los ojos.

Es el modo de ver, quizá demasiado sensoperceptual, quizá demasiado concreto, donde la sensación y percepción del sentimiento acallan la lógica formal, el que está determinando que los portadores de la psicología quieran colocar en su lugar las prácticas de otros, con la excusa de la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad. El joven David Parada, otro David, aporta la indisciplinariedad. No sin ingenio, este camino vuelve a colocar los dados en manos de Dios, el cual, inconsciente, no puede saber porqué anda apostando.

Si la psicología sigue el camino de las disciplinas, solamente andará senderos recorridos con los acicates de los que ostentan el prestigio. Tal vez el camino señalado por Báez, en referencia a la ciencia, sea con mucho más acertado que pensar al estilo de Gardner y sus inteligencias múltiples, con genio para la psicología. En el primer caso, tenemos un saber que interroga a los físicos, a los médicos, a los neurocientíficos, y pone en duda sus respuestas. De allí, no una interdisciplinariedad sino una ciencia. Desde lejos, tanto especialista parece arar en el mismo terreno, y ese terreno parece más movedizo que las olas del mar.

Sin embargo, hay que recordar que Bohr dejó tras de sí, un mundo probabilístico, de naturaleza dual, contemplando las olas del mar y formulando la teoría con la cual, algunos, ven un mundo sin comprenderlo.

Freud, el inevitable cuando se habla seriamente de psicología, dejó tras de sí un mundo signado por el deseo. El universo de Einstein, con Dios, certezas y dados, quedó marcado por la pulsión de muerte freudiana, que ha dado más de una vez la vuelta al mundo desde que la enunció el médico que pasó a ser psicólogo, en un movimiento inverso al que practican los “psicólogos” de la actualidad. Esto es, la ilusión de ser médico, que por falta en ser, se realiza siendo psicólogo.

Esto, por tratarse de mundos de batas blancas, donde por el milagro de la investidura, se tiene la certeza de que allí hay un sabio. La sutileza, si es que hay alguna que se pueda señalar como tal, es que la falta en ser no solo cobija a los psicólogos. Freud pudo reducir a Dios, con o sin dados, a la axiomática del complejo de Edipo. Sin embargo, a pesar suyo, las semanas siguen siendo santas, bien sea que se trate de unas buenas vacaciones, como de una vocación religiosa. Esto, porque también, a pesar de la ciencia, lo que se publicita y se consume con mayor voracidad es del estilo de Gardner, y no del estilo de Bohr.



[i] Canguilhem, Georges. ¿Qué es la Psicología? Elseminario.com.ar (Editor). Argentina: Ediciones Elseminario.ar, 2000-2001. PDF disponible en: http://www.fernandomiralles.es/CEU/1queeslapsicologia.pdf
[ii] La Izquierda Lacaniana. Psicoanálisis, teoría, política. México: Fondo de Cultura Económica, 2009.
[iii] Psicólogo, investigador del grupo Psicosis y Psicoanálisis.

lunes, 31 de octubre de 2011