Head

Mostrando entradas con la etiqueta delirio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta delirio. Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de agosto de 2012

¿El PSICÓTICO ESTÁ DESLIGADO DE UNA UNIÓN SOCIAL?


Por: Reinel Molina

La familia, como conformación del sujeto próximo, que se desempeña en lazos sociales en las manifestaciones de los pasos incesantes de los provenientes, mañanas y ayeres, en costumbres enmarañadas en los pronunciamientos aceptados en la sociedad. El lazo familiar como primer lazos social, relevante en la vida del sujeto.

Esta primera parte de la vida de un próximo individuo, donde definirá su personalidad, dependiendo en la manera en que se encuentre en el complejo de Edipo, y “fuera del psicoanálisis es mucho más puntual el llamado de ubicar  la relación familiar como el lugar para construir y redimir al sujeto” (Báez, 2009).

De cierta manera a la concepción de familia, entraría a pensarse como, una institucionalidad; con un régimen al cual impera en seguir, con un orden moralista y un sujeto que se ve en ella; entrando en un paralelo, un padre censurador, una madre con la cual nos vinculamos y un sujeto que se reprime para estructurarse; “no obstante, la familia es imaginada y simbolizada como corresponde a toda formación de compromiso” (Báez, 2009), Al vincular ciertos aspectos, estos emergen provenientes del sentido de goce, que se fragmenta con la concepción de placer, como dicotomía de goce frente a lo real y placentero guiado entre lo simbólico e imaginario.

Dado el significado, que se le pueda atribuir a la idea de familia, el sujeto se verá posibilitado de responsabilizarse al asumir el goce en estadio real, sin embargo hay cierto tipos de sujetos que no entran dentro de la premisa, “al psicótico se le ha declarado imposibilitado para hacer síntoma en lo familiar” (Báez, 2009). Dado que el síntoma solo puede darse bajo la condición de dar criterio al  significado de familia.

Por ello, ante la imposibilidad de abarcarse en la concepción de familia, el psicótico quedaría fuera de la posibilidad de la vinculación con el otro. 

Pero “ante la sorpresa que ocasiona el hallarse escuchado, ante la incredulidad de un delirio que ni el mismo psicótico cree enteramente cierto, emerge la condición primera para propender un modulación del sentido, una opción para el goce se ancle a un significado que pueda ser el comienzo del lazo social. (Báez, 2009)

Ante esto existe la posibilitad de caer alienados, ante el discurso  psicótico,  peligrosamente en contra transferencia y terminar ante los delirios del psicótico. Jairo Báez, citando a Lacan, argumenta que más bien se trata de arriesgar hacia la creación de un borde. Siendo así el lenguaje una herramienta que posibilita el tratamiento de la psicosis.

Ahora reflexionemos sobre el drogodependiente. Frente al conocimiento del que podamos catalogar como normal, aquel que ha dado criterio a la familia, y aun así estar en un estado transitorio de psicosis, al ser consumidor o consumidores de algún tipo de droga, claro está que el drogodependiente va a defender su condición, y además va a eludir la afirmación acerca de su adicción, en términos más precisos va  a defender su síntoma ya que encuentra goce en él.

De cierta manera, la catadura que queda a la revelación es  que el drogadicto, en su efímero episodio psicótico, va quedar fijado frente a la sensación producida. De cierta manera  el psicótico va a fijarse a su síntoma, aunque “no es que el psicótico ame su síntoma como a su propia vida, lo que sucede es que ama su síntoma porque el síntoma es su propia vida” (Báez, 2010), cabe la posibilidad de la paradoja  planteada por Freud, el síntoma es la cura y al mismo tiempo es la enfermedad; como para el consumidor de cualquier sustancia que altere su percepción, la droga va a ser su dicha y de manera reciproca su desdicha; o en palabras de Nietzsche en así hablo zaratustra “que sabe de amor quién no ha tenido que despreciar precisamente lo que amaba”.

En conclusión, al reafirmar en decir que la institución que vinculará al sujeto en la cultura es la familia, como idea estructuradora del individuo y moldeador del sujeto; frente a este planteamiento, el psicótico no hace meritos de dar significado a la concepción de familia, pero aun así por medio de escucharlo se puede entrar en acercamiento para iniciar un lazo social; sin embargo, cabe el riesgo de caer en los delirios alienantes del psicótica, involucrándonos en peligro inminente.

También es posible concluir que el drogadicto al encontrar goce en su objeto, en este caso la droga en sí, va a estar en estado transitorio de psicosis y por ende al estar atrapado en tal condición se ha maldecido pero de igual forma él se siente recompensado.

Referencias

Báez, J. Fernández, R. Jaimes, C. Rozo, J. Forero, J. Rincón, J & Jiménez, A. Psicosis y psicoanálisis, psicosis y cotidianidad “la tragedia de un lazo social”, Bogotá, Fundación universitaria los libertadores.

Báez, J. Fernández, R. Jaimes, C. Rozo, J. Forero, J. Rincón, J & Jiménez, A. Psicosis y psicoanálisis, la psicosis denuncia la debilidad de los normales, Bogotá, Fundación universitaria los libertadores.

Nietzsche, F. Así hablo Zaratustra, Bogotá 1992, editorial oveja negra.

lunes, 19 de marzo de 2012

LA FUNCIÓN DEL NEOLOGISMO EN LA CULTURA Y SU RELACIÓN CON EL DELIRIO




Angélica María González Jiménez[1]

El lenguaje referido en el campo del Otro, indica un universo, una ley que rige desde un orden de naturaleza simbólica instaurado en la cultura, como lo menciona Lacan (2001, 431) “Todo lo que conocemos como significación siempre está encarnado en un sistema que es universo de lenguaje. Desde que el lenguaje existe, es universo” no con ello, se hace referencia al estar sujeto o inscrito al orden simbólico, denota por el contrario, lo ineludible del lenguaje en la cultura y en el sujeto más allá del registro en el que se posiciona el mismo. Partir entonces, de lo universal del lenguaje, es plantearse una lógica simbólica en la comprensión de la cultura, lógica en la cual, el lugar del significante y la palabra coexiste con los fenómenos dados en la cultura como concepto, o las culturas en tanto la particularidad de asir un discurso que no enmarca la globalidad y que se distingue en su acontecer, económico, político y social, por las posibilidades que le otorga la  lengua y los significantes que la estructuran.

Esta forma de introducirse en la cultura desde su formación y función neológica, se relaciona, con lo que Lacan (2004) describe como metalenguaje, señalando lo eficaz de proceder hacia la comprensión de los fenómenos desde su función sistemática, es decir, en la utilización del lenguaje “el lenguaje que habla del lenguaje” (p. 326) destacando lo fecundo de fiarse de la estructura significante desde la coherencia posicional y auto reproducción del sistema mismo.

Sin embargo, hablar de coherencia posicional del sistema del lenguaje, así como, de la reproducción emergente de su mismo sistema, no aduce únicamente a un posibilidad lingüística donde la formación de los neologismos penden estrictamente de su estructura o evolución  morfológica, fonética o semántica - como se explicitará posteriormente – por el contrario, da lugar a incorporar la lógica del inconsciente y del sujeto, en el rastreo de la formación del neologismo y la función del mismo desde su aparición hasta su establecimiento y mantenimiento en la cadena significante.

El  neologismo, en su definición basta, hace referencia a ese nuevo elemento léxico o a la modificación de un vocablo o palabra ya existente. En la lingüística, específicamente desde la postura teórica de Saussure, se plantean los neologismos de tipo fonético y los analógicos, los cuales en su respectivo orden, Saussure considera como cambios y creaciones pertenecientes a una dinámica fuertemente diacrónica de la lengua (Alonso, 1972,17) Se menciona dinámica, porque tal como lo señala Saussure, en la evolución de la lengua no es posible asumir una ley imperativa.

…no se habla de la ley más que cuando un conjunto de hechos obedece a la misma regla, y a pesar de ciertas apariencias contrarias, lo sucesos diacrónicos siempre tienen carácter accidental y particular.” (Saussure, 1972, 75)

Este carácter accidental, es lo que da lugar a pensar la lengua, particularmente el fenómeno del neologismo, desde una dinámica donde se vincula el acontecer cultural, el sujeto y la lógica del inconsciente.

No con ello, se pone en cuestión o se niega todo lo dicho en lingüística referente a la ley sincrónica en la lengua, en tanto que estructurada y con una funcionalidad en un momento dado. Sin embargo, el estudio sincrónico de la lengua, no copa los intereses frente a la comprensión del neologismo, mas allá de ubicarse como un punto de referencia e incluso de diferencia entre lo que puede ser de orden metonímico y metafórico.

Lacan en su Seminario 3 Las Psicosis (2004) introduce las disertaciones relacionadas con la metáfora y la metonimia, a partir de las cuales se puede lograr una aproximación a las preguntas ¿Dónde puede hallarse articulado el neologismo? y ¿Dónde se ubicaría la lengua desde una ley sincrónica? En la metáfora, señala Lacan (2004) “hay una sintaxis, un orden primordial de significante” la cual solo puede respetarse a partir de la identificación, a diferencia de la metonimia, ya que esta “Designa la sustitución de algo que se trata de nombrar (…) Se nombra una cosa mediante otra que es su continente, o una parte de ella, o que está en conexión con ella” (p. 316) la metáfora y la metonimia, tal como lo devela Lacan, pone de semblante, la cuestión del sujeto, aquel que tiene la posibilidad de metaforizar, es decir, hacer uso del mecanismo de condensación que se manifiesta en el chiste y el lapsus pero a partir del cual, aparentemente no tendría lugar el neologismo; y el sujeto, que habla desde su posibilidad metonímica, desplazando, se diría, nombrando una cosa por otra.

Siguiendo la línea trazada por Lacan (2004) el neologismo encuentra su posibilidad en la metonimia, expresamente en el desplazamiento que caracteriza la formación delirante, “A nivel del significante, en su carácter material, el delirio se distingue precisamente por esa forma especial de discordancia con el lenguaje común que se llama neologismo” (p. 52) De ahí que se presuma, una estrecha relación entre la formación neológica y la producción delirante y más aún, entre la producción delirante y la evolución o acontecer de la cultura.

Lo anterior, no es suficiente para afirmar  de modo silogístico, que la evolución de la lengua y por tanto de una cultura se da por el resultado de la producción y función del delirio. Del otro lado,  plantearse la pregunta por ¿Qué función cumple el delirio en la evolución de la cultura? Constituye un galimatías difícil de dilucidar, puesto que, no son fácilmente ubicables o rastreables en la historia de la cultura, cualquiera que sea, todos los elementos necesarios para concretizar que se está frente a un fenómeno delirante, es ahí, cuando se halla una posibilidad de comprensión de la función del delirio en la cultura a partir de un “pequeño” apartado de esta cuestión y es precisamente, la formación y función neológica en la cultura y su relación con el delirio.

Como se ha venido mencionando, la posibilidad de evolución en la cultura se da a través del devenir en la lengua, es decir de la ampliación en la cadena significante, todo lo cual, nos pone tras las huellas del sujeto que podría llegar a “pervertir” o posicionarse de forma diferente e incluso por fuera del  S1 significante primordial y dado que su lugar no está inscrito en él, puede ser formador del neologismo. Someramente, el neurótico quedaría por fuera en sus posibilidades neológicas en tanto en él se encuentra instaurado el S1 y en un máximo de sus emergencias lograría metaforizar - condensar.

¿Qué es esto? ¿Un neologismo, un lapsus, un chiste? Es un chiste, seguramente, pero el hecho de que yo haya podido plantear las otras dos preguntas ya nos introduce en una ambigüedad, en el significante, en el inconsciente, el lapsus, y en efecto: ¿qué es lo que nos va a decir Freud? Reconocemos ahí el mecanismo de la condensación, materializada en el material del significante, una especie de embutido con ayuda de no sé qué máquina, entre dos líneas de cadena significante: "Salomón Rothschild me trató de un modo completamente familiar", y luego, por debajo —Freud hace también el esquema significante—, está el "millonario", y entonces está el ario de los dos lados, el mil también de los dos lados, eso se condensa, y en el intervalo aparece famillonario” (Lacan, 2007,25 )

El ejemplo propuesto por Lacan, puede ilustrar, en cierta parte,  la diferencia entre la palabra vacía y la palabra plena; famillonario, como producto de una condensación  respeta una estructura, permitiéndole entrar en la dialéctica del significante y la  significación, “la metáfora supone que una significación es el dato que domina y desvía, rige, el uso del significante” (Lacan, 2004, 313) dicho esto, el neologismo no entra en el campo de la condensación, o del otro lado, si respondiera a este orden, sería difícil de articular a la lengua desde una estructura neurótica, precisamente por la rectificación y la búsqueda del fantasma que es la significación.

Para que se produzca una ampliación en la cadena significante, se supone el ingreso de un nuevo significante (neologismo) una palabra vacía,  que constituya un significante “significante en tanto ejerce su función propia” (Lacan, 2004, 269) Función, que de acuerdo al planteamiento de Lacan, lo hace indestructible “mientras más no significa nada, mas indestructible es el significante” (Lacan, 2004, 265)

Es esta palabra vacía que se ubica al nivel del significante, la que puede encontrar una posibilidad de trascender en el devenir cultural, introduciéndose en la lengua y cobrando el lugar de lo que se denomina como neologismo y al cual se le atribuye la evolución de la cultura; en ese orden de ideas, cada elemento nuevo de la lengua  tiene una función directa con el acontecer cultural.

Referencias
                                                                                   
Alonso, A. (1972). Prólogo a la edición española. En Losada (Ed.), Curso de lingüística general (p. 7-30).  Buenos Aires: Losada.

Lacan, J. (2001). El seminario de Jacques Lacan. Libro 2.  El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica.  Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (2004).  El Seminario de Jacques Lacan. Libro 5. Las Formaciones del Inconsciente 1957 -1958.  Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (2007).  El Seminario de Jacques Lacan. Libro 3. Las Psicosis 1955 -1956.  Buenos Aires: Paidós.

Saussure, F. (1972).  ¿Qué es la lingüística? La Habana: Instituto cubano del libro.


[1] Psicóloga (2010) Fundación Universitaria Los Libertadores. Joven Investigadora, grupo Psicosis y Psicoanálisis. Email. aamgonzalezj@libertadores.edu.co