Por: Reinel Molina
La familia, como conformación del sujeto próximo, que
se desempeña en lazos sociales en las manifestaciones de los pasos incesantes de
los provenientes, mañanas y ayeres, en costumbres enmarañadas en los
pronunciamientos aceptados en la sociedad. El lazo familiar como primer lazos
social, relevante en la vida del sujeto.
Esta primera parte de la vida de un próximo individuo,
donde definirá su personalidad, dependiendo en la manera en que se encuentre en
el complejo de Edipo, y “fuera del psicoanálisis es mucho más puntual el
llamado de ubicar la relación familiar
como el lugar para construir y redimir al sujeto” (Báez, 2009).
De cierta manera a la concepción de familia, entraría
a pensarse como, una institucionalidad; con un régimen al cual impera en seguir,
con un orden moralista y un sujeto que se ve en ella; entrando en un paralelo,
un padre censurador, una madre con la cual nos vinculamos y un sujeto que se
reprime para estructurarse; “no obstante, la familia es imaginada y
simbolizada como corresponde a toda formación de compromiso” (Báez, 2009), Al
vincular ciertos aspectos, estos emergen provenientes del sentido de goce, que se fragmenta
con la concepción de placer, como dicotomía de goce frente a lo real y
placentero guiado entre lo simbólico e imaginario.
Dado el significado, que se le pueda atribuir a la
idea de familia, el sujeto se verá posibilitado de responsabilizarse al asumir
el goce en estadio real, sin embargo hay cierto tipos de sujetos que no entran
dentro de la premisa, “al psicótico se le ha declarado imposibilitado para
hacer síntoma en lo familiar” (Báez, 2009). Dado que el síntoma solo puede
darse bajo la condición de dar criterio al
significado de familia.
Por ello, ante la imposibilidad de abarcarse en la
concepción de familia, el psicótico quedaría fuera de la posibilidad de la
vinculación con el otro.
Pero “ante la sorpresa que
ocasiona el hallarse escuchado, ante la incredulidad de un delirio que ni el
mismo psicótico cree enteramente cierto, emerge la condición primera para
propender un modulación del sentido, una opción para el goce se ancle a un
significado que pueda ser el comienzo del lazo social. (Báez, 2009)
Ante esto existe la posibilitad de caer alienados,
ante el discurso psicótico, peligrosamente en contra transferencia y
terminar ante los delirios del psicótico. Jairo Báez, citando a Lacan, argumenta
que más bien se trata de arriesgar hacia la creación de un borde. Siendo así el
lenguaje una herramienta que posibilita el tratamiento de la psicosis.
Ahora reflexionemos sobre el drogodependiente. Frente al conocimiento del que podamos catalogar como normal,
aquel que ha dado criterio a la familia, y aun así estar en un estado
transitorio de psicosis, al ser consumidor o consumidores de algún tipo de
droga, claro está que el drogodependiente va a defender su condición, y además
va a eludir la afirmación acerca de su adicción, en términos más precisos
va a defender su síntoma ya que
encuentra goce en él.
De cierta manera, la catadura que queda a la
revelación es que el drogadicto, en su
efímero episodio psicótico, va quedar fijado frente a la sensación producida.
De cierta manera el psicótico va a
fijarse a su síntoma, aunque “no es que el psicótico ame su síntoma como a su
propia vida, lo que sucede es que ama su síntoma porque el síntoma es su propia
vida” (Báez, 2010), cabe la posibilidad de la paradoja planteada por Freud,
el síntoma es la cura y al mismo tiempo es la enfermedad; como para el
consumidor de cualquier sustancia que altere su percepción, la droga va a ser
su dicha y de manera reciproca su desdicha; o en palabras de Nietzsche en así
hablo zaratustra “que sabe de amor quién no ha tenido que despreciar
precisamente lo que amaba”.
En conclusión, al reafirmar en decir que la institución que
vinculará al sujeto en la cultura es la familia, como idea estructuradora del
individuo y moldeador del sujeto; frente a este planteamiento, el psicótico no
hace meritos de dar significado a la concepción de familia, pero aun así por
medio de escucharlo se puede entrar en acercamiento para iniciar un lazo
social; sin embargo, cabe el riesgo de caer en los delirios alienantes del
psicótica, involucrándonos en peligro inminente.
También es posible concluir que el drogadicto al
encontrar goce en su objeto, en este caso la droga en sí, va a estar en estado
transitorio de psicosis y por ende al estar atrapado en tal condición se ha
maldecido pero de igual forma él se siente recompensado.
Referencias
Báez, J. Fernández, R. Jaimes, C. Rozo, J. Forero, J.
Rincón, J & Jiménez, A. Psicosis y psicoanálisis, psicosis y cotidianidad
“la tragedia de un lazo social”, Bogotá, Fundación universitaria los
libertadores.
Báez, J. Fernández, R. Jaimes, C. Rozo, J. Forero, J.
Rincón, J & Jiménez, A. Psicosis y psicoanálisis, la psicosis denuncia la
debilidad de los normales, Bogotá, Fundación universitaria los libertadores.
Nietzsche, F. Así hablo Zaratustra, Bogotá 1992,
editorial oveja negra.