Por: Rubén Andrés Rios Osorio
Principio de placer
Como
nos esboza Freud (1930) “el programa del principio de placer es el que fija su fin a
la vida”, (p.76) el principio de placer
gobierna el aparato anímico en dos sentidos uno positivo y otro negativo, en el
negativo ordena evitar o cancelar las sensaciones de dolor y displacer, y en el
positivo poder vivenciar intensas sensaciones placenteras lo que se califica
como dicha.
Este
principio de placer se fundamenta desde muy temprano en la vida anímica, desde
la lactancia, cuando el lactante al estar alejado del objeto seno materno, tiene
una sensación displancentera para este, llorando como reclamo de asistencia; en
el momento de pérdida del objeto para su yo.
Así
se permite dilucidar el principio de placer como un programa que ordena las
sensaciones que son evitadas o intensificadas, con un objetivo de dicha o
felicidad en el individuo.
Principio
de realidad
El
principio de realidad se establece en el momento que el lactante empieza a
distinguir lo interno perteneciente al yo y lo externo proveniente del mundo
exterior (Freud, 1930); de esta manera el individuo se
relaciona con el exterior, diferenciando su yo del exterior y buscando menguar
las sensaciones displacenteras que pudiera percibir, así la censura reprime las
representaciones que no se ajustan a ese exterior, conciliando el principio de
realidad con el principio de placer.
Este
principio dirigirá al individuo y cómo este se debe desenvolver en la cultura,
de manera que siga las normas establecidas, las cuales son significativas para
el individuo y su relación con el entorno.
Economía libidinal
La
economía libidinal es entendida como una reducción de energía o un
acomodamiento pulsional, de forma que el individuo pueda tener una sensación
placentera y un alejamiento de las sensaciones que no lo son, de manera fácil y
rápida, por ejemplo con el alcohol se busca sensación placer y/o un alejamiento
de la miseria, lo cual se logra con unas cuantas botellas.
Principio de placer vs Principio de realidad
El
principio de placer es el programa que busca
la dicha, esa felicidad de cada individuo, pero cuando esta es enfrentada a lo
externo, es evidente que es irrealizable, ya que no es posible cumplir con todo
el placer que el individuo desea, ya que este es incongruente con el exterior, y el exterior es el que establece las reglas,
de esa forma impide la manifestación consiente del placer. Adicionalmente el sufrimiento se presenta así trate de
evitarse y estas sensaciones pueden ser provenientes del propio cuerpo, del
exterior o de las vinculaciones con otros seres, haciendo que el individuo padezca
por sus representaciones placenteras, de tal manera este reduce sus exigencias
de dicha y las moldea de acuerdo a lo permitido por su cultura (Freud, 1930). “Bajo la presión de estas posibilidades
de sufrimiento los seres humanos suelen atemperar sus exigencias de dicha, tal
como el propio principio de placer se trasformó, bajo el influjo del mundo
exterior, en el principio de realidad, más modesto” (p.37), de esta forma el
exterior influye en nuestro placer, haciendo que se establezcan censuras para
aquellas representaciones que trasgreden lo permitido, y en busca de una
economía libidinal las expectativas de placer bajan, de forma que el individuo
tenga varias expectativas y con intensidad mesurada en caso de fallo, por tal
motivo el individuo toma de la cultura las probabilidades y las formas
correctas de placer, así la censura en
el individuo genera la represión del
placer por la exigencia de la cultura.
Es
posible dilucidar que la cultura con su neurotisismo, establece lo correcto y
lo incorrecto, lo que se debe hacer o no se debe hacer, lo que es placentero y
lo que no lo es, y es así como el individuo establece su censura de manera que
sus representaciones conscientes son acordes a lo culturalmente aprobado.
La economía como padre de la cultura
Para
el contexto freudiano, la cultura tenía grandes connotaciones religiosas, ya
que desde el siglo XVIII podemos evidenciar el deslinde de la ciencia de la
religión, pero cuando comparamos eso factores a los de los principios del siglo
XXI es imperativo que esta asociación sea realizada desde la economía que por así
decirlo es el nuevo Dios.
La
economía Neoliberal, nos arroja hacia una cultura consumista, donde el poseer
es sinónimo de abundancia, de felicidad, donde el dinero es imperativo, y la
acumulación de este describe a una persona, competente, inteligente e interesante,
con múltiples oportunidades y placeres, un modelo a seguir.
La
economía global es movilizada por un puñado de compañías, que llevan sus
productos y servicios a cada rincón del planeta, parte de su mecanismo para
influenciar los mercados, es que sus productos son parte de modelos de vida, y
se convierten en estados aspiracionales de las sociedades, donde es necesario
la identificación del producto o servicio en la vida de millones de personas,
que consumen lo que estas compañías ofrecen.
El
modelo aspiracional, donde la venta de promesas de placer indescriptible (Como
Coca Cola y su chispa de la vida) o de
la prevención o evitación de sensaciones
displacenteras (Como los seguros, o un buen trabajo) permitirá que los
individuos sean parte de ese mundo feliz que es mostrado a través de la
publicidad, como si fuese una ventana hacia al paraíso.
El
placer se compra, la posibilidad de acceder a la felicidad está en la compra,
en la adquisición, en el tener, y estas compañías cavilan estos paraísos, donde
el sufrimiento se esboza como la falta y la ausencia de estos productos y
servicios en su modelo de vida.
Si
estas compañías son las normalizadoras de la sociedad, de lo aprobado
culturalmente, de lo bueno, lo malo, lo feo, lo placentero, se dilucida que
allí encontramos la norma, encontramos al padre, a la fuente normativa, la cual
brinda la solución de la necesidad, la ubicación del objeto perdido, de aquel
objeto que no se tiene, pero que con unas cuantas monedas se puede acceder al
vida que estos proporcionan.
Bajo
esta panorámica podemos empezar a dilucidar el cuestionamiento tratado en este escrito
¿El principio de realidad en nuestra sociedad es determinado por un grupo
económico?
¿El principio de realidad en nuestra sociedad
es determinado por un grupo económico?
El
principio de placer se trasforma en principio de realidad, cuando el placer es
ajustado a las expectativas del exterior, a las expectativas de un entorno que
enmarca la cultura, el individuo se enfrenta al sufrimiento de la vida y este ajusta su placer a estos, encontramos que ese
exterior hoy en día está regido por la economía, por el mercado, por la
constante ausencia y así como establece Freud (1930) hay tres fuentes de ese
sufrimiento:
1. Con
uno mismo, cuando el ser se siente insatisfecho con sí mismo, cuando sus
pulsiones parten de sí exigiendo ser satisfechas.
2. Con
el entorno, cuando la ausencia del objeto, genera padecimiento, sufrimiento y
deseo.
3. En las
relaciones con los demás, cuando esas interacciones con los otros no fluctúan
con la expectativa propia de la representación.
El
comercio, brinda soluciones a la vista de cada uno de estos sufrimientos, el
exterior brinda sus reglas con las cuales el individuo moldea sus
representaciones conscientes a su modelo de vida, familia, intereses,
conocimientos, acciones, gustos, comidas, relaciones sexuales, etc., estas son
promovidas por los intereses económicos de productos y servicios, que muestran
cómo cada sufrimiento se desvanece con la obtención, y el individuo se
establece como parte del sistema consumista, ya que su realidad (el externo)
influye en el yo, esta mediatizado por las necesidades económicas de las marcas
que mundialmente venden el modelo del hombre feliz, de la dicha para el
individuo.
Estas
normas establecidas por un modelo económico neoliberal, instaura en el
individuo censuras que son dirigidas por un modelo de vida externa, así el
principio realidad es cavilado por unas pocas empresas, que principalmente buscan
poder y montones de dinero, imponiendo las expectativas de millones de personas
que adquieren sus productos y servicios,
al moldear un estilo de vida basado en la posesión de objetos como obtención de
placer.
Este
ciclo de la obtención consumista de productos y servicios, es interminable,
nunca habrá una satisfacción total del placer, ya que la censura es trasformada
en el principio de realidad que está sujeta al sufrimiento, como el exterior es
influenciado por la economía empresarial, y estos imponen objetos que
sustituyen el sufrimiento por la pérdida del objeto primario y que a pesar de
ser obtenidos no son satisfechos, el individuo estará siempre consumiendo en
búsqueda inalcanzable de la mengua de su miseria, pero esta nunca se satisface,
sin embargo este puñado de empresas llenan sus arcas con las expectativas
hechas por el mismo individuo que acomoda sus censuras y representaciones
conscientes, a la manipulación comercial, en un ciclo infinito de comprar
placer y no alcanzarlo.
Referencias.
Freud, S. (1930) El malestar en la cultura. Buenos Aires,
Argentina: Amorrortu editores