Por: Jairo Báez
Esta propuesta curricular que ha previsto la imposibilidad actual de
unificar la psicología en torno a un solo discurso, asume entonces que la
crítica ha de ser el único derrotero. Tal como ha sido el legado de Kant, si
hay lugar para la poner en evidencia la importancia de la razón pura, es en el
ejercicio de la práctica humana. La razón, en su dictamen ético, será la que
decida finalmente, si un discurso psicológico cualquiera ha de imponerse a los
demás o si, en lo prematuro de una ciencia nueva como lo es la psicología, los
debates racionales y la reflexión continua sobre lo hecho, deben ser la guía
ineludible para sostener y encontrar una práctica que cumpla con el postulado
de un imperativo categórico.
En el imperativo categórico, como ideal que debe
concretizarse en una práctica, el bien individual habrá de identificarse con el
bien social; pues, no es posible pensar un acto ético de un sujeto, que se
precie humano, que pueda causar daño siquiera a uno solo de los implicados en los
actos de humanización. Por ello, la propuesta curricular estriba en el desarrollo y cultivo de
la razón de la comunidad académica; la razón de cada uno de los sujetos
implicados en el acto pedagógico (docentes, estudiantes y personal
académico-administrativo).
Saber razonar, ocasiona un actuar asegurado en la
crítica; por tanto, el esfuerzo continuo desde lo formal y lo informal del
currículo, para que sea el argumento lógico, en su expresión verbal y escrita,
el que proteja el ejercicio profesional del psicólogo que egresa de este
programa y el ejercicio de formación de nuevos psicólogos capaces de superar el
estado actual de la psicología y las prácticas sociales de un país que ha sido
denunciado por sus falencias sociales. En contraposición, las prácticas de fe y
del dogmatismo autoritario serán motivo de incesante reflexión y detección,
evitando así, el anquilosamiento de un programa que amerita estar siempre al
tanto de dar solución a infinidad de problemas y conflictivas que emergen en el
seno de las relaciones sociales y la existencia humana.
Soportado
el currículo del programa desde el imperativo categórico kantiano, la comunidad
académica no solo se precia de mostrar sujetos en su carácter profesionalizante,
sino también en su capacidad de crear y actuar como seres íntegros, que respondan a las exigencias contemporáneas de dar lugar
a una sociedad que brinde bienestar a todos los asociados.
No son los
contenidos recitados sino las prácticas devenidas de los discursos, que se
imparten en los diferentes espacios académicos, los que se ponderan en esta
apuesta para formación de psicólogos competentes para enfrentar las vicisitudes
del vivir como sujeto y en comunidad. La perdurable revisión y contrastación de
los discursos impartidos en el currículo, tanto al interior como al exterior
del mismo y del programa de psicología, motivan el acercamiento a otras
disciplinas académicas y prácticas sociales, para así mantener el propósito de sostener una propuesta curricular siempre actual y efectiva con lo acá planteado.
Esto dice y señala mucho del espíritu investigativo que debe acompañar la formación
de nuevos psicólogos.
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