Carta a un amigo
Por: R.R.F
Lo más reciente en el país y el mundo, es la tormenta del alma. Sobre cadáveres, los infames, dejan ver su corazón mezquino. Y no es que sea yo quien para decir, más que alguien que mira desde lejos, cómo en estas comarcas con lógicas de orco se conquista la esclavitud y se renuncia a ser, a cambio del goce brutal del espectacula, donde al viejo modo que caía bajo la mirada de Juvenal, la concurrencia se levanta y grita "¡Mata!", con el pulgar apuntando a la inmortalidad.
Intenciones mezquinas. Bolsas llenas de rutilantes monedas, oro del imperio se promete ahora que una región, guardada por años por idiotas útiles, es "recuperada".
Se revela un juego macabro, donde la tierra se entrega al siervo para ser administrada, hasta que llega el tiempo de la siega, y entonces los auxiliares del Imperio, con sus nociones de honor traídas de los tiempos de los césares - con esas ambiciones en tierra de Negros - reclaman una victoria más contra enemigos armados con lanza y escudo, y una buena dosis de folclor latino.
Sin agradecer el cuidado de la tierra, ahora se frotan alegres las manos, para tomar un desayuno sobre la puta desnuda y patiabierta, que en forma de comentarista de medio masivo, y una vez más, como victoriosos primitivos, ilusos lamebotas, se solazan en las promesas para colonizar la recién conquistada tierra, sin ocultar el crimen, y disfrazándolo de honor y gloria.
Y yo, cobarde Juvenal, no puedo más que escribir a oídos que no son de humano, pero que están allí para recibir mi humano sufrimiento.
Y ya lo escucho de antemano, mi viejo amigo, y mi querido hermano, preguntando ¿Cuál es la vaina con...las instituciones?
Y yo insistiré una vez más que nuestro problema, como decía el loco de Turín, es que seguimos siendo demasiado humanos.
Mi apoteosis implica la muerte. Debe dejar de importarme esta letrina de gringos y europeos; este puteadero de extranjeros; esta manga de maricas nacionalistas de mentiras, nazis de color trigueño; esta manga de intelectuales que no dicen ni mierda; esta manga de abogados borrachos homicidas; estos ejecutivos feladores y celadores del orden mundial. Debo dejar de odiar este mundo heredado como Tercer Mundo, desde miradas extranjeras, desde espíritus franceses que habitan mi pensamiento y mis emociones.
Y creo que también debo dejar de hablar mierda, y ser un buen muerto o un buen esclavo.
Lo veo, mi gran y apreciado amigo, con su fuerte crítica diciéndome "Arrodillado adentro, parado afuera", como un mal polvo, como un impotente que no lo puede tener adentro parado. ¿Importa acaso, lo que pueda pensar un viejo fantasioso y psicótico, enfermo y trastornado emocionalmente?
Solo le escribo amigo, para que sepa que la mala fortuna de los esclavos, y su destino final en los ludus de la gloriosa República no me dejan indiferente.
Y tampoco la alegría de los cegatos gladiadores que se conforman con la gloria del rugido del público, cuando ignoran que su oponente ya estaba vencido de antemano.
Amigo que me pregunta si creo en santos, le respondo ahora que sí, por supuesto. ¿Cómo podría ser de otro modo? ¿No vé cómo lamento la muerte de unos y la gloria de otros? Eso es creer y tener fé. Eso es cristianismo como para las Waffen SS del Vaticano.
Amigo, esto de ser humano, esclavo del signo, termina por cansar.
Sé de su inhumanidad que me ayuda a soportar mi humanidad, y a ese postulante del límite entre el adentro y el afuera, en mi vana interpretación de su propuesta de estar de pie en el umbral, en el margen, dirijo esta amargura de quien está arrodillado adentro, y ya le cuesta demasiado ponerse de pie en su extrema vejez.
Desde esta oscuridad que invade mi pensamiento, sigo acompañándolo como guerrero, aunque a fé mía que ya quiero que este camino espinoso termine.
Trataré de conservar el honor, y morir dignamente.
De usted espero, amigo, que haga hablar al cadáver. Esta vez confío en que no se dedicará a denostar con mis historias de putas...
pero tenga cuidado de morirse primero, porque yo empiezo desde que lo conozco!!!
Como siempre, viejo amigo, un relámpago de humor vuelve a sembrar en mi espíritu el deseo de compartir una batalla más.
Y el día pinta soleado, como para morir luchando a la sombra de las flechas de los medos.
Tenga un buen día, y gracias por leer estas estupideces de quien se sienta cada vez más como un hombre de la modernidad viviendo en el siglo primero...antes de Cristo.
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