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martes, 17 de noviembre de 2009

EL SEMBLANTE DEL LAZO SOCIAL EN EL PSICOTICO

EL SEMBLANTE DEL LAZO SOCIAL EN EL PSICOTICO

Jairo Báez

El lazo social que puede hacer el psicótico ha sido puesto en entredicho desde la institución hegemónica que asume como única salida, para el sujeto, la normalización por parte de la psicología y la neurotización desde la postura del psicoanálisis del yo. Esto conlleva una práctica centrada en su reconstrucción evolutiva en procura de restablecer un Edipo al cual se le aducen infinidad de anomalías en su origen, cuando no hacer del psicótico un ser funcional que responda a las expectativas de un modelo de producción neoliberal. No obstante, Lacan (2009), propone una alternativa a la condena del psicótico en lo social: el sinthome y la posición activa del analista, con respecto a la psicosis, tendrían aquí un asidero mucho más consecuente con una clínica de lo real y menos trágica para cuando se propone una intervención en la psicosis desde un ideal institucional.

Premisa básica para comenzar a ubicar el semblante del lazo social en el psicótico: el significante representa al sujeto ante otro significante (Lacan, 2000). ¿Qué se puede extractar de esta sentencia lacaniana en tanto nos interesa saber cuál es la posibilidad de nexo qué pueda instaurar un psicótico con el Otro? Un significante no muestra una potencialidad en su capacidad significativa unívoca y en cambio sí en su capacidad vinculante con el Otro. Un significante no tendrá sentido más que en una cadena significante y, en tanto el otro es, por antonomasia, un significante, el lazo social solamente puede ser concebido como el síntoma que detiene, contiene, sostiene y retiene el goce idiota (Lacan, 1981).

Otro objeto, que funge como significante, no tendrá más opción que no significar nada, no esperar nada, que no venga de la cadena significante del psicótico, quien le irá a dar un sentido, a pesar de su precisar delirante. No es el otro quien le da el significado al sujeto; es justo refrendar de nuevo la idea lacaniana: es el sujeto quien le da el sentido al otro, en cuanto lo ubica como un significante más que queda incrustado en la cadena significante. Esto alecciona al otro acerca de su lugar, donde la omnipotencia de la comunicación queda reducida al máximo evento de dar por bien servido el parte de recibido del mensaje; no obstante, ignorar la forma como el mensaje se acomoda en la cadena significante, iniciada mucho antes de este nuevo acontecer.

En la medida que el mensaje se recibe invertido, y solamente el punto de capitón, esto es, el significante último, da el sentido a la cadena significante (Lacan, 2007), el lugar del otro no permite más que el corte que aferrará el goce y ya nunca la pretendida acción instructiva de la acción comunicativa. Si un significante puede ser cualquier algo, ubicable por el sujeto, en la troika que conforma el real, el simbólico y el imaginario del anillo de la realidad psíquica, ya es suficiente con la presencia del otro objeto, en el campo pulsional del psicótico, para que empiece a funcionar como significante que encadena y vira el sentido, en cualquiera de los términos reales, simbólicos o imaginarios en la realidad del psicótico.

Así, no es posible plantear una clínica de la enseñanza con el psicótico; la pretendida clínica del enseñar a vivir bien y actuar bien no va con el psicótico en tanto, siempre, se va a tener incompatibilidades de código y de mensaje. Con el psicótico, el aprender la experiencia cede su lugar al aprehender un significante a una cadena significante de por sí precaria, cuando no totalmente paranoica, y no obstante, posible de sostener un lazo social. Como tal, el lazo social se torna primero, una relación con el cuerpo del ser mismo del sujeto psicótico, luego con los espacios y los tiempos, para finalmente emprender el enganche con los otros objetos inanimados y aquellos, animales y humanamente vivientes.

El cuerpo del psicótico, concebido, algunas veces, como enjambre de significantes sueltos o como cadena significante, más o menos fragmentada, es el lugar de inicio del lazo social; cuestión que es, fuera de la teoría analítica lacaniana, con frecuencia ignorada. La mutación, mayor o menor en la obstinación con una parte del cuerpo, es ora prueba de la modulación del lazo social; igual, la certificación del abandono de un espacio físico o imaginado de permanencia habitual, hacia otro u otros espacios, medidos en pequeños o grandes intervalos de tiempo, es garantía de que el lazo social toma otro semblante; con la misma convicción, el tiempo que pase el psicótico enunciando ante otro y aceptando el en enunciado del otro es, también, lazo social. El nombrarse en un deseo aunque pobre, el hacerse a un cuerpo, el catectizar significantes objetos nuevos, hasta crear una nueva o implementar una cadena significante ya alienante de por sí, es la apuesta cuando se enuncia la posibilidad de que el psicótico haga lazo social.

No obstante, lo anterior no es sinónimo de haber logrado plena comunicación con el psicótico y, a partir de allí, asumir que el acto alienante lo llevará a responder al deseo del Otro. Si no es posible que el otro de la actualidad logré romper la tiranía del significante amo en el neurótico, mucho menos se podrá pensar tal proeza con el psicótico que ha quedado preso de la forclusión de un significante esencial. Los recortes y anudamientos en la cadena significante vienen a ser la salida del terapeuta que decide tomar un lugar en el mundo del psicótico.


Lacan, J. (1981). Seminario 3. Las psicosis. Paidos. Buenos Aires

Lacan, J. (2007). Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Paidos. Buenos Aires

Lacan, J. (2009). Seminario 23. El Sinthome. Paidos. Buenos Aires

Lacan, J. (2000). Seminario 12. Los problemas cruciales para el psicoanálisis. Escuela Freudiana de Buenos Aires. Buenos Aires




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