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lunes, 5 de junio de 2017

LA VENTA DE PLATÓN

Por: Plutarco.

Era Dion hermano de ésta [Aristómaca], y al principio alcanzó honor por la hermana: pero después, habiendo dado muestras de prudencia, por sí mismo se ganó tanto el afecto del tirano [Dionisio], que entre otras muchas distinciones dio orden a los tesoreros de que si Dion pedía alguna cosa, se la entregasen, y, entregada, se lo participaran en el mismo día. Era desde luego de carácter altivo, magnánimo y valeroso, pero sobresalió más en estas calidades después que arribó a Sicilia Platón, más bien por una feliz y divina suerte que no por ninguna disposición humana: y es que algún buen Genio, preparando de lejos, según parece, a los Siracusanos el principio de su libertad y la destrucción de la tiranía, trajo a Platón de Italia a Siracusa e inclinó a Dion a escuchar su doctrina, siendo éste todavía muy joven, pero teniendo para aprender más disposición que cuantos acudieron a oír al filósofo y mayor presteza y diligencia para seguir la virtud, como el mismo Platón lo dejó escrito y los hechos lo testifican. Porque con haber sido educado bajo el tirano en costumbres oscuras, y avezándose a una conducta sujeta y tímida, a hacerse servir con orgullo, a un lujo desmedido y a un método de vida propio de quien hace consistir lo honesto en los placeres y en la satisfacción de los deseos, no bien llegó a probar el fruto de la razón y de una filosofía adiestradora a la virtud cuando al punto se inflamó su espíritu, y gobernándose por su excelente disposición a lo bueno, con ánimo sencillo y juvenil esperó que en Dionisio haría igual impresión la misma doctrina, y así trabajó y se afanó por que éste, quitando algún tiempo a los negocios, acudiera también a oír a Platón.

Llegado el caso de que lo oyese, el filósofo habló en general de la virtud y trató después largamente de la fortaleza, para probar que los tiranos de todo tienen más que de fuertes; y como, convirtiendo luego su discurso a la justicia, hiciese ver que sólo es vida feliz la de los justos, y la de los injustos infeliz y miserable, no pudo ya el tirano aguantar aquellos discursos, creyéndose reprendido, y se incomodó con los que se hallaban presentes, porque le oían con admiración y se mostraban encantados de su doctrina. Por último, irritado, le preguntó con enfado qué era lo que quería con su venida a Sicilia; y como le respondiese que buscaba un hombre de bien, le replicó el tirano: “Pues a fe que parece que todavía no lo has encontrado.” Creyó Dion que el enojo no pasaría más adelante, y se dio prisa a acompañar a Platón a una galera que conducía a la Grecia al espartano Polis; pero Dionisio había enviado reservadamente quien rogara a Polis, como objeto principal, que diera muerte a Platón; y si esto no, que no dejara de venderlo, pues que ningún daño le haría, sino que, siendo justo, sería igualmente feliz en medio de la servidumbre. Dícese, por tanto, que Polis llevó a Platón a Egina y lo vendió, teniendo los Eginetas guerra con los Atenienses, y habiendo publicado por bando que el Ateniense que fuese hecho cautivo se vendiese en Egina.

Tomado de: Plutarco. Vidas Paralelas. Dión. Tomo VII.

sábado, 20 de mayo de 2017

MI OBRA

Por: Michel Foucault

En este proyecto general que lleva el signo, si no el título, de ¨historia del pensamiento¨, mi problema consistía en hacer algo un poco diferente de lo que practican, de una manera perfectamente legítima, por otra parte, la mayoría de los historiadores de las ideas. En todo caso, quería diferenciarme de dos métodos, ambos, por lo demás, también perfectamente legítimos. Diferenciarme en primer lugar de lo que podemos llamar, lo que llamamos historia de las mentalidades, y que sería, para caracterizarla de un modo esquemático, una historia situada en un eje que va del análisis de los comportamientos efectivos a las expresiones que pueden acompañar esos comportamientos, ya sea que los precedan, los sigan, los traduzcan, los prescriban, los enmascaren, los justifiquen, etc. Por el otro lado, también quería diferenciarme de lo que podríamos llamar una historia de las representaciones o los sistemas representativos, es decir una historia que tendría, que podría tener, que puede tener dos objetivos. Uno que sería el análisis de las funciones representativas. Y por ¨análisis de las funciones representativas¨ entiendo el análisis del papel que pueden desempeñar las representaciones, sea con respecto al objeto representado, sea con respecto al sujeto que se las representa; un análisis, digamos, que sería el análisis de las ideologías. Y el otro polo, me parece, de un análisis posible de las representaciones, es el análisis de los valores representativos de un sistema de representaciones, es decir el análisis de éstas en función de un conocimiento -de un contenido de conocimiento o de una regla, de una forma de conocimiento- considerado como criterio de verdad o, en todo caso, como una verdad referencia con respecto a la cual se puede fijar el valor representativo de tal o cual sistema de pensamiento, entendido como sistema de representaciones de un objeto dado. Pues bien, entre esas dos posibilidades, entre esos dos temas (el de una historia de las mentalidades y el de una historia de las representaciones), lo que procuré hacer es una historia del pensamiento. Y al hablar de ¨pensamiento¨ hacía alusión a un análisis de lo que podríamos llamar focos de experiencia, donde se articulan unos con otros; primero, las formas de un saber posible; segundo, las matrices normativas de un comportamiento para los individuos, y por último, modos de existencia virtuales para los sujetos posibles. Estos tres elementos - formas de un saber posible, matrices normativas de comportamiento, modos de existencia virtuales para los sujetos posibles-, estas tres cosas o, mejor, la articulación de estas tres cosas, es lo que puede llamarse, ¨creo focos de experiencia¨.

Sustituir la historia de los conocimientos por el análisis histórico de las formas de verificación; sustituir la historia de loas dominaciones por el análisis histórico de los procedimientos de la gubernamentalidad, y sustituir la teoría del sujeto o la historia de la subjetividad por el análisis histórico de la pragmática de sí y las formas adoptadas por ella: esas eran las diferentes vías de acceso mediante las cuales intenté circunscribir un poco la posibilidad de una historia de lo que podríamos llamar ¨experiencias¨. Experiencia de la locura, experiencia de la enfermedad, experiencia de la criminalidad y experiencia de la sexualidad, otros tantos focos de experiencias que son, creo, importantes en nuestra cultura. Tal fue entonces, si se quiere, la trayectoria que procuré seguir y que era preciso tratar de reconstruir honestamente en beneficio de ustedes, aunque sólo fuera para recapitular.   

Tomado de: Foucault, Michel. (2011). El gobierno de sí y de los otros: curso en el Collège de France: 1982-1983. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. Págs. 18-19, 21-22.