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sábado, 25 de mayo de 2013

PENSAMIENTOS CULOS



Por: Jairo Báez

Todo es historia nada es verdad

Como buen hegeliano, no dejo de buscar la verdad, pero así mismo se que, lo que hoy creo verdadero mañana tendrá que ceder su lugar a otra verdad mucha más depurada. Ante esto no me queda más que ubicarme como buen historiador, a mostrar la historia de las ideas que han sido señaladas como verdad. ¿Quién hoy puede estar seguro de su verdad?, ¡qué valiente es él!, pero como yo no soy valiente, debe asumir que lo único que me queda es la historia de la verdad.

La chimoltriufia

El gran teórico de los posmodernistas es la chimoltriufia. Esa que dice que así como puede decir una cosa también dice la otra, es quien hoy dirige el pensamiento posmoderno, la coherencia y la armonía no es el principio posmoderno, lo importante para el posmodernista es el momento dicho, el que permita nombrar sus inquietudes. Marcianos, Santos, Chamanes, Científicos, todos van al mismo costal; hacer de la ciencia una religión, del mito una verdad acabada y de una especulación una prueba de fe, es propio del mundo posmodernista. Lo importante es hablar, lo importante es creer, no importa referencias, las referencias son personales, mínimas, subjetivas. Lo importante es hablar, ya no se le debe sostener a nadie, total la verdad es personal, la sociedad, el colectivo, la comuna, el otro, murió.    

Soluciones

El hambre no se mata a punta de bala; sin embargo, toda alevosía en contra del estado actual de la sociedad se arregla armando los ejércitos para acabar con aquel que, por física hambre, pone en entredicho la buena administración del Estado. Muerto el hambriento, muere el legítimo contradictor. Muerto el crítico muere el inconformismo y los problemas se acaban. Qué buen silogismo maneja el statu quo.

El Decretismo

Aquí acostumbramos a arreglar los problemas por decreto. Los problema del hambre, de la salud, de la violencia, de la guerra, de la educación, etc., se acaban por decreto; Solo se necesita un presidente que decrete lo urgente, pues a la larga nadie hace caso, nadie lo tendrá en cuenta, por supuesto, ni él mismo, pero lo cierto es que la ley existe, eso tranquiliza las conciencias.

El Mesías

En mi país el Mesías se rehúsa a morir,  y sin embargo siempre lo matan. Como pueblo hambriento y desprotegido siempre se acoge al primer Mesías que aparece, no importa si es derecho, es izquierdo o de centro. Cualquier hablador que prometa acabar con los problemas personales, arrollados en colectivos incapaces, es vanagloriado por el tiempo que dura la ilusión. Pero qué pronto cae en desgracia y pronto reemplazado por otro. Hasta cuándo mi pueblo seguirá esperando el Mesías, y hasta cuándo seguirá descalificando a los Mesías aparecidos. Bienvenidos presidentes, alcaldes, senadores, concejales, profesores, investigadores, grandes Mesías de nuestro tiempo. Posdata, antes los llamaban demagogos.  

El idiota útil

Cada vez me convenzo más que es una ley natural ser un idiota útil; pero que es un imperativo humano saber a quién beneficia nuestra idiotez.  Por ejemplo, me pregunto, a quién beneficia toda esta caterva de discursos posmodernistas que tan fácilmente se han instaurado en la América Latina y países tercer mundistas. Los recientes descubridores de otras realidades descubrieron el agua tibia, no se han dado cuenta que los humanos han vivido diferentes realidades; fueron míticos y se estancaron en la teocracia. Ahora reinan en la tecnocracia y van rumbo a una realidad psicótica. 

El derecho natural

Un argumento que se sigue manejando en la actualidad para justificar muchas de las actitudes humanas se remite al derecho natural. Hoy a nadie le da vergüenza invocar el derecho natural para justificar la propiedad privada y la familia. No se sabe por qué  se siguen manejando esas categorías sí la naturalidad solo la podemos justificar en aquellos a quienes se les niega la capacidad de razonar.

El hombre colombiano

Ser hombre en Colombia es de lo más ¨berraco¨. En este país el hombre es un satán. El hombre es el malo, el victimario, el insensible. En la Constitución Nacional, se promueven los derechos del niño, de la mujer, del anciano, del adolescente, y de todos sus habitantes, exceptuando los derechos del hombre. Ser hombre entre los 18 y los 50 años es nefasto, pues mientras todos lo satanizan, las estadísticas muestran que es el que más muere por causa de la violencia, a manos de las fuerzas físicas  y las relaciones sociales. Por eso en Colombia con certeza se puede decir que el hombre es un pobre diablo.

La sociedad de los pordioseros

En esta sociedad de miseria y diferencia social, la mendicidad se hace reina y señora de los valores. El dadivoso encuentra en el necesitado la forma de redimir sus culpas, y el mendicante la manera de subutilizar sus capacidades, en cambio sí, tomar el camino del menor esfuerzo. Es tan aberrante aquel que entrega su fortuna para alimentar a los pobres como aquel que besa los pies de otro en señal de altruismo y humildad; esto sólo es muestra de una falsa bondad. Es tan lamentable ver al que pide limosna a la entrada de una iglesia como al que crea una ong para limosnear en nombre de los pobres. El sentirnos incapaces, el no utilizar nuestras capacidades para beneficio individual y colectivo, es la esencia de la verdadera pobreza; pobre no es el que no tiene los recursos en el momento para mantenerse, sino aquel que no se da cuenta que los puede conseguir sin necesidad de humillarse ante el próvido. Ostentoso no es el que tiene y se desprende de ello, ni aquel que se quita una mano para tirarla a los perros. Entregar el bienestar por el bienestar pasajero de otros, no es propiamente un acto de desprendimiento.

Las pretensiones de los hombres con la verdad

En el deseo de verdad que maneja el hombre encontramos dos claras tendencias que se surgen de dos conceptos distintos que a veces se tienden a confundir. La verdad en el hombre toma los derroteros de la explicación y la interpretación. En la verdad como interpretación no se pretende tanto llegar a fotografiar la realidad para ir sobreseguro al actuar, sino más bien ir depurando, limpiando el camino hasta la seguridad de haber llegado al fin último, e incluso se pensaría que el interpretante no está tan imbuido en obtener la verdad final; más allá de eso, lo que desea es que cualquier avance tenga una utilidad en ese momento. El fin de la verdad interpretativa es movilizar a otros estados, a estados deseados o pretendidos. En la verdad como explicación hay implícito el deseo de obtener la verdad de un solo tajo, de fotografiar de una vez por todas la realidad, pues se tiene la convicción de que si no se tiene la verdad última no se podría actuar, no se podría lograr ningún beneficio.  Aunque la verdad se ha mostrado, de esta manera, rebelde a la tendencia explicativa, aun siguen existiendo gran cantidad de hombres que se aferran a esta pretensión con vehemencia.

¿ Y el objeto psicológico?

Cuál es el objeto psicológico, qué estudian los psicólogos. qué hacen los psicólogos. Son momentos difíciles para la psicología, pues se ha perdido su objeto; algunos de sus profesionales se camuflan en discursos diferentes, ante el primer embate que le hace el medio de su autenticidad y efectividad. Algunos se han vuelto filósofos, antropólogos, sociólogos, trabajadores sociales, educadores, etc; aunándose al grito de que la psicología no sirve para nada; pero lo sintomático es que no renuncian a su profesión de psicólogos; ejercen con el título de psicólogos camuflados en discursos extraños. Hasta chamanes son ahora. Algunos de éstos, balbucean que en la práctica no hay disciplinas sino trabajadores comprometidos con el factor social. ¿Entonces, para que estudiar una carrera específica?, ¿Será mejor volver a la antigua licenciatura en humanística?

El objeto psicológico se ha perdido, quien lo encuentre deberá dar cuenta de qué lo hace sui generis; qué lo diferencia de todos los demás objetos de otras ramas de la  ciencia que tienen a su interior inscrito el hombre, la sociedad, y el medio en que se desenvuelven. Deberá señalar por qué es fundamental la especificidad de una disciplina como la psicología y practicarla sin miedo al primer detractor que le aparezca.

Los que viven del cartón

Los hombres de cartón invaden el país, y no me refiero exactamente a los indigentes; me refiero a los doctores, que van de universidad en universidad, pagando con su dinero para que les den un cartón. Cartón que los acredita como profesionales en un saber que no poseen; doctores allí donde, por antonomasia, es imposible. Hoy se ven por todo lado, con la petulancia del farsante, diciendo cosas, sin mayor fundamento, amparados en su cartón y siendo la vergüenza de la calidad de la educación, de un país que entregó su más preciado recurso, y esperanza, a los mercaderes ávidos de lucro a corto plazo. La educación se volvió un negocio, y el estudiante se volvió un cliente; y cliente satisfecho trae más clientes. Pero ¿cliente satisfecho es buen estudiante y buen profesional? Por sus hechos los conoceréis, nada aportan al saber, al país. Más allá de desplazar a otro en un puesto de trabajo, nada logran con su cartón. Y ¿cuándo serán desplazados éstos?, cuando otro nuevo cartón salga al mercado.

Los nuevos fariseos

Hoy los nuevos fariseos, como los de antaño, predican una cosa y hacen otra. Los fariseos se hacen llamar científicos y actúan como místicos y míticos. A los fariseos le es imposible vivir sin dioses, por eso endiosan a los hombres y desconocen las ideas. De ahí que nuestro país empiece el siglo con muchos sabios y poco saber. ¿Cuántos quieren ser dioses? y ¿Cuántos quieren adorarlos? Mientras no cedamos realmente a la pretensión de endiosar y alabar, seremos víctimas del oportunismo; grandes sabios no se dejen adorar, que valoren sus ideas como catapultas para nuevas ideas. El mayor respeto para un hombre de ciencia es el no ser adorado, el mayor respeto para el hombre de ciencia es el utilizar sus ideas para crear nuevas ideas. El respeto no implica adoración, ni endiosamiento.

Los nombres asumen las culpas de los hombres

¿Qué culpa tienen los nombres, de las culpas de los hombres? Hay nombres que fueron llevados al ostracismo por el único delito de haber sido dados a personas que por su forma de ser, hoy no son de ejemplo para la sociedad reinante. A nadie quieren llamar hoy Caín, Judas, Mesalina, Celestina, Herodes, Pilatos, Edipo, Brutus, Nerón, Calígula. Pero ninguno nombre de estos es fratricida, traidor, prostituta, alcahueta, infanticida, lavaculpas, parricida, magnicida, matricida, ni pirómano.

Los fundamentos o los valores

Una idea circula por la cotidianidad, que se debe empezar a cuestionar. Se dice que sobre fundamentos no hay discusión, y que en los fundamentos están los valores. En síntesis, sobre fundamentos y valores no debe haber discusión porque son inviolables y no negociables. Por ejemplo, el fundamento es la vida y el valor defender la vida. Pero, quién no se ha preguntado, el día de hoy, qué es la vida y en qué consiste su defensa. La vida, acaso es la constituida a partir del hidrógeno, el oxígeno y el carbono, en su esencia, HCO; ¿qué va a pasar con la vida basada en el cilicio, que sucedería si encontráramos nuevas formas de vida? Y en la defensa de la vida, ¿es justo dejar vivir a todo ser engendrado para luego dejarlo morir de hambre?, ¿o acabar su existencia en un acto de barbarie?; ¿es la eutanasia tan vituperable, como quieren hacerla aparecer algunos, cuando prodiga descanso y desliga del sufrimiento y el dolor? ¿Es acaso justo dejar vivir a alguien, para luego sentenciar su muerte porque, a nuestro juicio, ha causado un daño irreparable?

La explosión demográfica es el enemigo

Si no tomamos conciencia del hecho que los recursos naturales se están acabando y que la población humana está creciendo desmesuradamente, el sufrimiento y decadencia del género homosapiens serán cada vez más agobiantes. Las guerras aumentarán, el hambre y la pobreza serán una constante. La procreación es una responsabilidad civil y no un derecho natural para el hombre.  No debemos confundir el derecho individual al placer sexual con el deber social de la procreación. Ser feliz no implica hacer infelices a otros.

La fidelidad como posesión social

El gran cambio social se dará cuando comprendamos que la fidelidad es un atavismo que debemos superar. La fidelidad era válida cuando la mujer dependía económicamente del hombre y era declarada incapaz y menor de edad de por vida; además cuando había celo porque los padres heredaran la fortuna a sus legítimos hijos. Hoy cuando la mujer ha quedado en igualdad de condiciones con respecto al hombre, la fidelidad se convierte en un elemento anquilosante del progreso social. 

Ahora que tanto mujeres como hombres devengan económicamente, poco importa quien sea el padre o la madre y quien herede. Lo importante es darnos cuenta que todas las mujeres son iguales y que merecen el respeto y el lugar que merecía la antes favorecida mediante un trato de fidelidad. Todas las mujeres son valiosas y merecen ser reconocidas como tales. Eso debe entenderse igualmente en la relación de ellas con los hombres; todos los hombres son iguales y como tal deben ser tratados y respetados. El día que comprendamos, la gran sentencia de Antonio Machado, ese día la verdadera revolución social se va a dar: ¨Cada niño es el tuyo, cada hembra tu mujer¨

Los discursos pesticidas y los discursos victimistas

Dos discursos, concurrentes en nuestro contexto, no permiten el logro de objetivos más valederos y justos socialmente. Por un lado los discursos pesticidas, esos en los cuales se señala que se va a acabar con todos los males que ocasionaron los que precedieron o están en tal o cual función; o también, aquellos que rezan que no irán a hacer ese algo que dice su contradictor, por ser terriblemente nefasto. Por el otro lado están los discursos victimistas, donde se asegura que todo el mal que se sufre es a consecuencia del otro; los otros son malos, se confabulan para no dejarlos surgir o hacer lo que es bueno para ellos mismos. Si las cosas van mal es a causa de los administradores de turno, pero todo eso acabará cuando ellos entren a administrar. Si no podemos progresar es porque los norteamericanos no quieren dejarnos desarrollar, porque han orquestado todo un movimiento para mantenernos  en el subdesarrollo, que los irá a beneficiar a ellos.

Los humanos no son tan humanos

En medio de tanta ubicación prepotente, el hombre se ha hecho llamar humano, con categorías que lo alejan de todo ser natural. No deja de causar gran hilaridad semejante esperpento cuando se comprueba que, por un lado, no deja de ser más que un producto natural y por el otro que no tiene nada de aquello que dice tener. No es inteligente, gran parte de sus acciones rayan en la estupidez; no es el único que tiene lenguaje, no se le puede corroborar sus verdaderos parámetros éticos y morales, como tampoco se le puede validar la voluntad de sus acciones. En cambio, nunca antes, se había visto tanto manejo inadecuado de los recursos y del medio, como se ve en la actitud del humano. Se matan, se agreden, se destruyen de una forma ridículamente cruel y, lo más terrible, sufren por eso. Sí, los humanos son diferentes pero no son humanos.

Los atavismos que debemos superar

Dentro de los atavismos que debemos superar, si queremos un progreso social, está la revaluación de ciertos conceptos primitivos, que frenan el desarrollo individual y social. Me refiero, en especial, a los conceptos de espíritu, alma, dios y sentimiento. El espíritu y el alma son conceptos creados por el hombre primitivo para explicar ciertas categorías de difícil comprensión para sus comienzos, tales como los sueños, las alucinaciones, la muerte, etc. El concepto de dios, de origen, igualmente, primitivo pero algo más evolucionado, justifica su presencia en la medida que la incapacidad del hombre, no le permitía manejar el mundo natural, su grado de efectividad era mínimo; ya ahora, como lo muestra la historia del hombre y la ciencia, la instrumentación del mundo es cada vez más efectiva, por tanto la necesidad de ese concepto debe ir desapareciendo. El sentimiento, hoy lo sabemos, con los aportes de Pavlov, son condicionamientos clásicos inscritos en el sistema límbico, talámico e hipotalámico, que elicitan ciertas respuestas motoras, las cuales el hombre tiende a explicar mediante representaciones tales como amor, odio, etc. En últimas, querámoslo o no, son sólo conductas adaptativas libres del trato voluntario.

La familia de hoy: perversa polimorfa

Ese término que acuñara Freud para la sexualidad cómo se acomoda, tan perfectamente, a la familia de hoy. Si algo caracteriza a la familia actual es su desviación de toda normatividad; ya la vieja idea de padre, madre e hijos pasó de largo, para dar paso a la más variada forma familiar. En ese ramillete, llamado familia, se puede encontrar a la madre con su hijo, al padre con su hijo, esposos sin hijos, nietos y abuelos, tíos y sobrinos, y cualquier diversidad de personas que se vinculan de forma natural y social para formar una familia.

El incesto económico

Si queremos sacar esta sociedad de la postración en que se encuentra, debemos declarar inmediatamente la prohibición del incesto económico. Esto quiere decir que ningún tipo de contrato, donde la comercializacion de bienes y servicios esté en juego, podrá permitirse entre sujetos que tengan parentesco de consanguinidad o afinidad hasta el cuarto grado, tal y como reza la prohibición del incesto sexual. Ni el arrendamiento, ni la permuta y mucho menos la compraventa se podrá permitir en estas condiciones. Además, exceptuando la herencia patrimonial, que debe recibirse siempre, y en ningún momento más, después del fallecimiento del donante, ninguna otra donación podrá hacerse entre familiares o afines.

Esto permite, como mínimo, mayores entradas a un Estado que tiene dificultad financiera. Pero, lo más importante y crucial, de esta medida, es que el capital no se concentra en una o pocas familias, tal y como ahora está sucediendo; con la incidencia que todos vemos. Con la prohibición de incesto económico fortalecemos la unidad social, permitiendo la expansión y cohesión comunal de manera mucho más firme, porque complementa la prohibición primitiva del incesto sexual, que tanto beneficio le ha traído a la sociedad humana.

Niños en la guerra

utilizar a los niños en movilizaciones con propósitos antibélicos es tan vergonzoso como utilizarlos en la guerra. Al fin y al cabo, ambos, son caras de una misma moneda, la utilización de los niños en la guerra. Si no aprendemos  que no existen ni los buenos ni los malos en una guerra, como la que vive nuestro país, posiblemente lo único que hagamos es mantener por tiempo indefinido esta masacre que nos destroza cada vez más. No se puede creer que los guerrilleros, o los paramilitares son los malos y nosotros los buenos, todos somos culpables por permitir que esto suceda, que esto le suceda al país. Así, de esa manera, no es justificable que se utilice a los niños en un problema que crearon los adultos. Es tan nefasto secuestrarlos, como utilizarlos en caminatas contra el secuestro, ambos son atentatorios de los derechos de los niños. Los niños deben estar preparándose para un mundo de paz, si es realmente paz lo que queremos los adultos; a cambio de estar en marchas deben estar en los jardines, en los parques, en los colegios y en toda institución que les permita su formación. No olvidemos que muchos de aquellos que hoy señalamos como ¨jefes de los malos¨ fueron menores que tuvieron que sufrir pérdidas afectivas, que esto los hizo guerreros y se comportan ahora como guerreros. Si se lleva un niño a la guerra se volverá guerrero, no hay de otra.


Nota: El autor declara no acordarse cuando escribió este texto... o si alguna vez lo escribió; pero afirma ser de su autoría.

martes, 16 de abril de 2013

FREUD Y LA HOMOSEXUALIDAD

Por:Patricia Garrido Elizalde

Tomado de: Revista Carta Psicoanalítica

"La lógica de un pensamiento (pensée) es el conjunto de crisis por las que atraviesa..." Gilles Deleuze [1]

"A mi juicio no debe dejarse al lector otra salida que la de su entrada, la cual yo prefiero difícil" Jacques Lacan [2]

La vida sexual contemporánea se ve atravesada por dos asuntos capitales: la inocultable e indiscutible diversidad de sexualidades, esto es, aquellos comportamientos que están en la frontera de la sexualidad según las definiciones de los discursos dominantes; comportamientos que ponen en juego la intrínseca heterogeneidad del deseo. Y, por otra parte, el asunto de la Elección...

 Estos dos ejes -la diversidad y la elección-, a veces como fantasmas, han estado en el centro de los debates sexuales por muchos años y generaciones, y han moldeado de ciertas maneras los diversos discursos en torno a lo sexual.

Quizá, lo más nuevo es que el caparazón de la certidumbre moral y presumiblemente científica, que controlaba la diversidad y delimitaba las elecciones están ahora resquebrajadas, de modo tal vez irreparable. Un discurso de la elección es un poderoso disolvente de certidumbres; socava la solidez de las narrativas tradicionales y trastoca las relaciones de dominio y subordinación.

En efecto, el significado de la sexualidad ha cambiado. Durante largo tiempo encerrado en la historia de la reproducción ahora flota en gran medida fuera de ella. De una manera compleja, sus significados se han ampliado.

Para una mayoría se ha vuelto polimorfa y plástica. Al menos en principio, las artes eróticas están abiertas para todos nosotros, ya sea por los miles de libros sobre los goces del sexo, por el floreciente crecimiento de las representaciones sexuales, o por una renovación del discurso en torno al cuerpo y sus placeres.

La sexualidad, entonces, con la multiplicación de sus íconos públicos y el debate abierto de sus prácticas privadas, así como, con las controversias sostenidas sobre la identidad y la fragilidad de los roles sexuales pautados de antemano, ha comenzado a desactivar tabúes culturales que han impedido conocerla y reconocerla.

Hechos, todos ellos, a los que en la historia de la sexualidad el psicoanálisis no es ajeno, ya sea porque se considere en una versión extendida que es él quien ha liberado a la sexualidad occidental, luego de que siglos de cristianismo le impusieran la represión [pensamos que en algo ha contribuido. ¿Cómo no ver, en principio, la tolerancia, luego las nuevas libertades que se han visto beneficiadas del bemol puesto por Freud sobre el concepto de "normalidad"?].

 O bien, porque en esa misma historia -y desde otra perspectiva- el psicoanálisis para ciertos pensamientos ha servido de contrapunto, y éste es el caso de Michel Foucault quien en los años 70’s - y en sus últimos escritos- toma una posición distinta con respecto al psicoanálisis de aquella que habría establecido en su texto "Las Palabras y las Cosas" [3] .

Para 1978, en su conferencia en Japón titulada "Sexualidad y Poder" [4] se explica sobre aquello que lo impulsó a emprender una historia de la sexualidad, y retoma, lo que ya había escrito en "La Voluntad del Saber" (1976). Donde de manera muy clara enuncia: hay dos grandes procedimientos para producir la verdad del sexo. Y es de lado de uno de estos dos procedimientos donde coloca al psicoanálisis.

"Por un lado, las sociedades - fueron numerosas: china, Japón, India, Roma, las sociedades árabes musulmanas- que se dotaron de un ars erótica. En el arte erótico la verdad es extraída del placer mismo, tomado como práctica y recogido como experiencia; el placer no es tomado en cuenta en relación con una ley absoluta de lo permitido y lo prohibido ni con un criterio de utilidad sino que, primero y ante todo en relación consigo mismo, debe ser conocido como placer, por lo tanto, según su intensidad, su calidad específica, su duración, sus reverberaciones en el alma y en el cuerpo. Más aún; ese saber debe ser revertido sobre la práctica sexual para trabajarla desde el interior y amplificar sus efectos"

"Así se constituye un saber tenido por secreto... Es pues, fundamental la relación con el maestro poseedor de los secretos, él, únicamente, puede trasmitirlos de manera esotérica y al término de una iniciación durante la cual guía, con un saber y una severidad sin fallas el avance de su discípulo. Los efectos de ese arte, deben transfigurar al que ahí se ejerce: dominio absoluto del cuerpo, goce único, olvido del tiempo y de los límites, elixir de larga vida, exilio de la muerte y de sus amenazas" [5] 

Esta es una de las maneras de engendrar la verdad del sexo. El otro procedimiento de producción de la verdad del sexo es aquella de la confesión.

"Nuestra civilización -señala- a primera vista al menos, no posee ninguna ars erótica. Como desquite, es sin duda la única en practicar una scientia sexualis. O mejor, es haber desarrollado durante siglos, para decir la verdad del sexo, procedimientos que en lo esencial corresponden a una forma de saber rigurosamente opuesta al arte de las iniciaciones y el secreto magistral: se trata de la confesión" [6]
 
Scientia sexualis contra ars erótica, sin duda. En el arte erótico el maestro enseña, el discípulo se encuentra a la espera; en la ciencia, el maestro toma nota el discípulo se explaya. Respecto al placer, en el arte, resulta de una práctica con efectos predominantemente corporales-sexuales y en la ciencia de una práctica con efectos predominantemente discursivos-sexuales.

En el análisis de Foucault son múltiples las maneras en las que Freud es convocado; una de ellas es que frente a esta idea de que el fundador del psicoanálisis ha liberado la sexualidad occidental, Foucault toma distancia. Y aunque sus críticas al psicoanálisis nunca fueron frontales como en "La voluntad del Saber" éste, el psicoanálisis, no dejó de estar en el horizonte explícito de las mismas.

Pero no sólo Freud es convocado. Rajchman, a diferencia de Didier Eribon [7] , considera que parte del espectacular efecto y la dificultad de los últimos libros de Foucault se desprenden de la singular importancia que el psicoanálisis había adquirido, en gran medida gracias a Jacques Lacan, en la filosofía contemporánea.

Sin duda, dos generaciones separadas por cerca de veinte años, formaron a Lacan y a Foucault, sin embargo, el pensamiento del primero no era ajeno a éste último, estas fueron algunas de sus opiniones:

Decía que las personas que se acercaban a Lacan lo hacían por el simple placer de leer o escuchar un discurso desprovisto de respaldo institucional aparente, y que si lo que escuchaban o leían resultaba difícil, lo era por un efecto voluntario, con la finalidad de que se "desarrollaran" y parece, que lo que llegó a admirar en Lacan fue esa dificultad que había encontrado en su propia búsqueda de un estilo nuevo. A su muerte, rindió homenaje con las siguientes palabras:

"Me parece que lo que constituye todo el interés y la fuerza de los análisis de Lacan es precisamente esto: Lacan fue el primero desde Freud en querer volver a centrar la cuestión del psicoanálisis en el problema de las relaciones entre el sujeto y la verdad... intentó plantear una cuestión que desde el punto de vista histórico es propiamente "espiritual": La del precio que el sujeto debe pagar por decir la verdad, y la del efecto que tiene en el sujeto la posibilidad de decir la verdad sobre sí mismo" [8]
 
No obstante, en la conferencia dada en Japón, Freud es abordado por una especie de rodeo o por una inversión y por esa vía Foucault termina refutando una de las pretensiones fundamentales de un cierto psicoanálisis.

En principio, es preciso entender que para estos tiempos (1978) y en sus últimos escritos, la sexualidad sólo le interesaba a Foucault en la medida que le permitían elaborar el estudio de los procesos de subjetivación, es decir, la sexualidad como dimensión de la experiencia en la estructuración ética de un sujeto y que el sujeto ético del que trata, es anterior al Homo psicologicus, ya sea en su versión cristiana de sujeto de exégesis que debe examinar el origen de sus representaciones para distinguir en ellas las huellas de deseos sospechosos; Ya sea en su versión moderna de objeto de las ciencias humanas.

Para Foucault si la sexualidad se constituyó como un dominio susceptible de conocimiento es a partir de relaciones de poder que a ésta se le instituyó como objeto posible... La sexualidad será pues "el nombre que se le puede dar a un dispositivo histórico: no la realidad sobre la cual uno ejercería aprehensiones difíciles, sino una gran superficie en rosario donde la estimulación de los cuerpos, la intensificaciones de placeres, la incitación al discurso, la formación de conocimientos, el reforzamientos de controles y resistencias, se encadenan unas con las otras, según grandes estrategias de saber y de poder" Desde hace ya algunos siglos una cierta inclinación nos ha conducido a platear en el sexo la cuestión de lo que somos. Esto quiere decir, que Foucault plantea que la creación de la sexualidad y el sexo no es más que la estrategia puesta en obra del esfuerzo más fundamental por controlar la definición del hombre mismo. De ahí que en la obra de Foucault hay una tendencia a generalizar la historia de la sexualidad para hacer con ello una "genealogía del sujeto en las sociedades occidentales".

Ahora bien, en esta conferencia ¿qué es lo que le reprocha decididamente al psicoanálisis? Le reprocha el que continúe postulándose como trabajo de conocimiento; conocimiento cuyo tema privilegiado es lo sexual. Pero la sexualidad -nos dice- nunca interviene (ni en las artes de vivir ni en las técnicas de sí) como una superficie de objetivación de la que se puede deducir conocimientos sólidos sobre el sujeto. La sexualidad no es necesariamente una clave científica de acceso al sujeto, o mejor dicho, lo es efectivamente, pero sólo debido a una síntesis histórica precaria, reciente.

"Freud, dice, parte del hecho de que la histeria es caracterizada como un fenómeno de olvido, de desconocimiento masivo de sí mismo por el sujeto" prosigue " Freud ha mostrado que el sujeto no se desconoce a sí mismo en su generalidad de sujeto [lo que con Lacan podemos leer que el sujeto no queda excluido, es decir, representado por un significante, con lo cual queda anulado uno de los puntales básicos del psicoanálisis lacaniano, aquel que dice: un significante es lo que representa al sujeto para otro significante] sino más localmente en su deseo, en su sexualidad" [9]
 
Es aquí donde el psicoanálisis queda refutado, pues al partir Foucault, de "un fenómeno que es casi inverso" [10] , al partir de un súper - saber, de un exceso del saber, que es lo que caracteriza a occidente en su scientia sexualis sólo basta con aislar "esa gran economía de la superproducción del saber crítico en cuanto a la sexualidad" para que se plantee la cuestión de saber si el psicoanálisis no forma parte de ella. Pues según Foucault, su estatuto científico, o su reivindicación o su propensión a ser científico no lo pone a cubierto de su observación localizadora puesto que es desde el comienzo mismo de ese súper - saber con respecto a lo sexual que se reivindica su carácter científico. (No es el caso aquí, pero con Freud y con Lacan se podría abrir una discusión sobre "la cientificidad" y en particular la del psicoanálisis. Por otro lado, también se podría abrir una discusión sobre si el psicoanálisis pertenece al rubro de las "sexologías" ¿de cuál psicoanálisis, entonces, se está hablando?)

Por otra parte, al establecer Foucault una rigurosa continuidad entre "la codificación jurídico moral" del cristianismo y el psicoanálisis como estadio último del "poder de la verdad" ejercido sobre los cuerpos y los placeres, al que llama poder pastoral, nuestro autor además de destapar una feroz crítica al psicoanálisis (sin duda en su versión más estrecha y gracias a una cierta supresión de Freud en la historia del movimiento psicoanalítico ) hace de él una práctica pastoral-confesional.

La confesión -nos dice Foucault- fue y sigue siendo hoy "la matriz general que rige la producción del discurso verídico sobre el sexo", cito:

"La pastoral cristiana trajo consigo toda una serie de técnicas y de procedimientos que conciernen a la verdad y a la producción de la verdad [...] El pastor cristiano [...] debe saber, por supuesto, todo lo que hacen sus "ovejas". Pero también debe conocer desde el interior lo que pasa en el alma, en el corazón, en lo más profundo de los secretos del individuo" [11] .

Con Pascal Quignard (en "El Sexo y el Espanto" [12] ) sabemos ahora que la represión de la sexualidad no es debida al cristianismo. Era algo dado en el momento en que Roma se vuelve cristiana. Lo que trae de nuevo el cristianismo, es la pastoral. Y eso es lo que nos muestra Foucault. El cristianismo lo toma de la sociedad hebraica: David, primer rey de Israel, recibe de manos de Dios la tarea de convertirse en el pastor de su pueblo. [13]

Jean Allouch [14] , nos dice que actualmente hay indicios que ponen de relieve la insistencia de algo así como el psicoanalista buen pastor. Y añade, que Lacan ya había advertido ese deslizamiento que debió terminar diciendo que el psicoanalista "descarita" (neologismo que juega con la palabra chariter: ejercer la caridad"). Seguir la indicación de esa "descarita" -manifiesta- es situarse en un lugar distinto a aquél en el cual Foucault sujetó al psicoanálisis.

¿Qué es seguir la indicación de esa descarita? Sino una curiosa dificultad ética. El psicoanálisis -y más claramente Lacan quien como Freud tuvo una gran preocupación por los asuntos de la ética- el psicoanálisis, decía, no se funda en la concepción idealizadora del amor o de la amistad, tal como se ha entendido tradicionalmente. La novedad o lo distintivo es que la pasión (transferencia) que une al analista con el analizante en el difícil trabajo del análisis, difiere de la de los philoi [15] , los amigos de la edad antigua, y también del amor cristiano por el prójimo [16] . El análisis no es ni Eros ni ágape; No es cuestión de sabiduría ni de altruismo, el analista "no es un buen samaritano".

Y el psicoanálisis ¿habría liberado a las ovejas? ¿0 con nuevos procedimiento ha prolongado la sujeción? En numerosos textos Jean Allouch nos advierte y acordamos con él, que hay un psicoanálisis que ha contribuido al discurso de la bio -norma; hay un psicoanálisis adaptativo cuya versión más reducida duramente criticó Lacan, y al que se resistió sin tregua.

Y el mismo Allouch nos señala que habrá sido necesario que ese psicoanálisis adaptativo hiciera su contribución al discurso de la bio -norma hasta un punto suficientemente extremo para que el deseo de liberación, para que la "resistencia" tuviera a partir de allí su lugar en otra parte, en otro campo que en el campo freudiano. Y este es el lugar que destacó para los gay and lesbian studies.

* * *  

¿La homosexualidad? He aquí un asunto que corresponde efectivamente a las interrogaciones de nuestra época. Interrogante de actualidad, pero detrás del enorme interés suscitado por la entrada en escena de las "minorías sexuales" y a pesar de una abundante literatura política, histórica, sociológica es preciso observar la relativa indigencia de publicaciones psicoanalíticas en la materia.

Con frecuencia nos encontramos citados los textos canónicos de Freud: La joven homosexual, un recuerdo de infancia de Leonardo da Vinci, los tres ensayos sobre una teoría sexual o aquel, de Lacan, sobre la Juventud de Gide.

Se han publicado un pequeño número de artículos de calidad aunque la mayor parte de ellos son exegéticos. Y a pesar de lo palpitante del tema, el estudio de los resortes de la identidad sexual y de la elección de objeto es limitada. Y qué decir del montón de analistas -entre los contemporáneos- que aún reducen la homosexualidad a una vertiente perversa, obscureciendo más que dando luces con ideas nuevas sobre un asunto viejo. Aún queda mucho trabajo por hacer.

Para abrir problemáticas a manera de conclusión, quiero reproducir una carta de Freud publicada en 1951, en el American Journal of Psychiatry [17] , que puede darnos una idea de su posición frente a la homosexualidad. 

Esta es una carta que dirige, en 1935, a una madre americana angustiada y perturbada por la homosexualidad del hijo. Lo que la carta dice es que en realidad ella no tiene motivos para perturbarse. Y, menos aún, de lo que piensa para sentirse angustiada: 

"Deduzco -dice Freud- que su hijo es homosexual. Me impresiona mucho el hecho de que usted no menciona esta palabra en su información sobre él. ¿Puedo preguntarle por qué evita el uso de ese término? La homosexualidad no es una ventaja, pero tampoco es algo de lo que uno deba avergonzarse, un vicio o una degradación; ni puede clasificarse como una enfermedad. Nosotros lo consideramos una variante de la función sexual, producto de una detención en el desarrollo sexual." 

Y continúa:

"Muchos individuos altamente respetables, de tiempos antiguos y modernos, entre ellos varios de los mayores. (Platón, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci.) fueron homosexuales. Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como un crimen y es también una crueldad. Si usted no me cree a mí lea los libros de Havelock Ellis. Usted me pregunta si puedo ayudarle, debo suponer que lo que usted me pregunta es si puedo abolir la homosexualidad y hacer ocupar su lugar por la heterosexualidad. La respuesta en términos generales es que no podemos prometer semejante éxito. En cierto número de casos conseguimos desarrollar los marchitos gérmenes de heterosexualidad presente siempre en todo homosexual, pero en la mayor parte de los casos eso ya no es posible. Ello depende de la cualidad y de la edad de los individuos. No es posible predecir cuál será el resultado del tratamiento.

Lo que el psicoanálisis puede hacer por su hijo ya es cosa diferente. Si es desdichado, neurótico, si vive desgarrado por sus conflictos, inhibiciones en su vida social, el análisis puede traerle armonía, tranquilidad mental, completa eficiencia, ya sea que siga siendo homosexual o cambie. Si usted se decide a ello, ¡él podrá analizarse conmigo! ¡no creo que usted lo haga! Tendría que venir a Viena. No tengo intención alguna de salir de aquí. No deje, sin embargo, de contestarme al respecto.

Sinceramente suyo y con los mejores deseos.

S. Freud.

Todo lo que dice en la carta sobre la homosexualidad habría sido objeto de su convicción por cerca de 30 años. En sus intervenciones públicas (la entrevista al periódico de Viena, DIET SEIT, 1903) como privadas (en las reuniones de la Asociación Psicoanalítica Internacional), en síntesis dice lo mismo, en estas últimas sostenía "que no había buenas razones para que a los homosexuales se les rechazara la solicitud como aspirantes a psicoanalistas" 

Resumiendo: La homosexualidad no es una ventaja. Tampoco es una enfermedad. No debería ser perseguida como un crimen ni considerada como una desgracia. Ningún homosexual necesita ser tratado psicoanalíticamente, a no ser que también y de manera absolutamente incidental, sea un neurótico.

Lo que no quiere decir, por supuesto, que este punto de vista fuera compartido por sus compañeros analistas, aunque ninguno en vida de Freud y hasta donde se sabe, lo haya rechazado o confesado explícitamente. 

Sin embargo, se sabe también que fue en América el lugar mismo donde floreció ese adaptativo psicoanálisis del yo -que terminara por reducir el psicoanálisis a casi nada en los lugares mismos donde se pretendía ejercerlo- donde la posición de Freud fue menos aceptada o quizá más resistida. Ya desde el comienzo del trasplante del psicoanálisis a estas costas, los analistas americanos tendieron a considerar la homosexualidad con desaprobación y en realidad quisieron desembarazarse de ella para siempre, el concepto creado de "minorías sexuales" que aparece en estas tierras, que aunque viniendo del campo de la sociología o de la política ¿no es en sí mismo un señuelo?

Allouch marca que justo ahí mismo donde desaparecía el psicoanálisis -y con cierta simultaneidad - apareció ese nuevo campo llamado de los gay and lesbian studies. Mientras un campo casi deja el escenario, el otro hace su entrada.

Ya en 1916, un analista neoyorquino, fundador de Psychoanalytic Review, declaró [18] que "instrucción individual" y "educación" deberían controlar la tendencia "homogénica" y dirigirla a una "normal" y "bien adaptada vida sexual" para que así no exista la homosexualidad...

La declaración típicamente americana, ha dominado el pensamiento psicoanalítico desde entonces en ese país. Posición que Freud conocía, despreciaba y se oponía; bástenos una muestra con lo que aparece en esa nutrida correspondencia que tuvo con el psicoanalista americano, James Jackson Putman de Harvard [19] , en la que existía por parte de Freud un esfuerzo prolongado por conseguir que depusiera el moralismo y por parte de Putman un prolongado rechazo.

Freud burlándose de la retórica cristiana que yacía bajo la superficie de la carta de Putman, le dice:

"Parece que usted hace aparecer el psicoanálisis más noble y más hermoso; en sus ropas domingueras escasamente reconozco a la empelada que se desempeña en los quehaceres domésticos de mi casa"

Y en una de sus últimas cartas, en la que Freud encara de manera más directa el moralismo de Putman le dice:

"La moral sexual tal como la define la sociedad - y como caso extremo la sociedad americana - me parece muy despreciable. Me identifico con una vida sexual mucho más libre"

Esta es pues, la posición de Freud. Sin duda, con este testimonio de la correspondencia así como, con la carta enviada a la madre americana, podemos dar cuenta de lo lejos que Freud estaba de este pensamiento que compartían la mayoría de los analistas en América en esa época.

En esa carta uno puede leer una intención de Freud .que no se reduce a una actitud "bondadosa" dirigida a una madre angustiada, es una carta dirigida a los americanos, contra el moralismo y el abuso que hacían del psicoanálisis.

¿Abuso? Sí, Putman y Jeliffe habrían dado prueba suficiente de ello, Uno pensaba que "debía -Subrayo- infundir a sus pacientes su propia visión ética", de la que consideraba que Freud carecía. Jeliffe por su parte, pensaba "que el sentimiento homosexual se debería - subrayo- controlar a través de la instrucción y de la educación y reformarlo en pro de una sexualidad normal y bien adaptada"

Por otra parte, Freud no era ajeno al movimiento de emancipación de los homosexuales generado en Alemania, a finales del siglo XIX. No, no solamente no era ajeno, podríamos decir que hasta llevaba la punta, la delantera en su controversia con ellos.

El movimiento se fundó básicamente en Alemania. Su creador fue un abogado de Hannover llamado Karl Heinrich Ulrichs cuyo pensamiento sobre los homosexuales versaba sobre las ideas de que, los homosexuales constituían un "tercer sexo" y que se trataba de un "cuerpo masculino" poseído por un "alma femenina".

 El primer gran líder del movimiento y sucesor de Ulrichs , fue Magnus Hirschfeld (1868-1935) , médico judío de Berlín miembro de un grupo de presión e investigador clínico, que como publicista y como organizador había trabajado durante mucho tiempo y sin descanso en favor de la derogación de las leyes que penalizan la homosexualidad y por el reconocimiento de su extensa incidencia.

 Hirschfeld como Ulrichs, también pensó a los homosexuales como un grupo biológica y psíquicamente distintos y los llamó "intermedios sexuales" .

Se sabe que Freud no tuvo ningún desagrado en respaldar los objetivos de reforma de la ley por parte del movimiento. Pero decididamente rechazaba sus propuestas teóricas para explicarse la homosexualidad. Discrepó de la teoría del "tercer sexo" y de la idea de los "intermedios sexuales".

 Tanto "En tres ensayos de teoría sexual. (1905) así como, en el texto de Leonardo da Vinci (1910), se refiere a la línea del movimiento, en el primero, crítica directamente a Ulrichs y descarta de tajo la noción de un "cerebro femenino en un cuerpo masculino" le llamó a éste "el portavoz de los varones invertidos". 

 En el segundo, en el texto sobre Leonardo, nos dice

Los varones homosexuales que en nuestros días han emprendido una enérgica acción contra la limitación legal de sus prácticas gustan de presentarse, por la boca de sus portavoces teóricos , como una variedad sexual distinta desde el comienzo, como un grado sexual intermedio, "un tercer sexo".

Y para la edición de 1919 de ese mismo texto añadió con una fuerte crítica que ."... los representantes de los homosexuales en la ciencia no atinen a aprender nada de las certificadas averiguaciones del psicoanálisis" lo que repite casi con las mismas palabras en 1917 en sus "Lecciones de Introducción al Psicoanálisis".

El pensamiento de Freud mostraba que todo el mundo era capaz de "hacer una elección de objeto homosexual" y que todos "de hecho hacían una en su inconsciente y que además .. voy as citar de los "tres ensayos de teoría sexual" 

"Los sentimientos libidinosos en vinculación con personas del mismo sexo, no desempeñan escaso papel como factores de la vida sexual, y ese papel es mayor que el de los dirigidos al sexo opuesto en cuanto motores de contracción de neurosis"

Con estos planteamientos, Freud, difícilmente podría aceptar que los homosexuales fueran "una especie sexual diferente " o una "variedad especial de la especie humana" . Por el contrario, sostenía que toda la gente era psicológicamente como los llamados homosexuales.

Como verán en los años de turbulencias generados por el inicio de los movimientos de .emancipación homosexual, los pronunciamientos de Freud no estaban en acuerdo con las posiciones de sus colegas en América, pero tampoco, acordaba con los teóricos del movimiento a quienes la discusión de Freud no les interesaba, ellos libraban una campaña política.

Quiero destacar aquí, el hecho de que términos tales como "tercer sexo" o "intermedios sexuales" hacen cierta consonancia con términos que actualmente se sostienen, al referirse a la homosexualidad como "Minorías sexuales" como se dice de los negros, judíos, mexicanos etc., reforzando una posición dogmática de los grupos homosexuales, pero también reforzando la pertenencia a un grupo, sin pensarse raro y vulnerable, y probablemente orgulloso. Volveré a este asunto.

En los años 40s, recuerden que Freud muere en el 39, Sandor Rado otro psicoanalista neoyorkino, publicó en una serie de artículos - leamos esta piezas de antigüedad-

"que la pareja hombre-mujer era saludable, que era sobre todo el "modelo standard" y que la homosexualidad era una enfermedad basada en el miedo a la mujer, y que muy a menudo podía curarse por la vía de psicoanálisis."

Hubo más radicales, en 1962, Bieber, publicó, que en tanto su propósito era establecer la homosexualidad como una enfermedad, le interesaba, entonces, llegar a comprender la etiología de la misma, y así, argumentó que ésta, derivaba de cierta clase de mala situación familiar: Una madre dominante y un padre frío.
 
El extremo quizá. Lo representa Charles Socarides, quien en una serie de artículos en los años sesentas, publicó que la homosexualidad no sólo era una enfermedad, sino una severa enfermedad acompañada frecuentemente de manifestaciones psicóticas o de oscilaciones maníaco depresivas. Mientras la pareja heterosexual podía conducir hacía "la cooperación, el consuelo, la estimulación, el enriquecimiento, la competencia sana y logros" la pareja homosexual, sólo podría brindar "destrucción, rechazo mutuo, explotación del compañero y de sí mismo, incorporación oral-sádica, ataques agresivos, esfuerzos para aliviar la ansiedad y una seudo solución a las urgencias agresivas libidinales que dominan y atormentan al individuo", Planteaba que también era posible la cura.

Es hasta 1973 que la American Psychiatric Association, saca a la homosexualidad de la listas de enfermedades donde la habría colocado desde 1952. No sin jugarse, de manera intensa, una controversia entre psicoanalistas —los que estaban a favor y los que estaban en contra—, así como la fortificación y expansión del movimiento de liberación gay que luchó para conseguir su anulación.

Al anunciar esta anulación, el presidente de la Association exclamó que "esperaba que el resultado fuera un clima más satisfactorio de opinión para la minoría homosexual en nuestro país",

Observemos, nuevamente, el término de minoría, puesto que, de cara al psicoanálisis se vuelve a colocar el asunto donde había comenzado. Y donde Freud, ya había discutido.

El mismo movimiento de liberación Gay se reivindicaba como: una minoría, "un grupo de una naturaleza especial".

Pero no sólo ellos, los psicoanalistas que estaban a favor de esta anulación, también lo compartían, entre los más influyentes se encuentran Judd Marmor y Robert Stoller .

¿Qué decían, estos autores?

Que la homosexualidad no era una enfermedad, y la describían a su vez como la orientación sexual de una minoría, y aunque con tacto, rechazaban la idea de Freud, que insistió en decir que los homosexuales no eran "excepciones" y que el psicoanálisis se oponía decididamente a separarlos "del resto de la humanidad como un grupo de carácter especial" "de ser así, habría que rechazar y reprimir la teoría psicoanalítica de la sexualidad", rechazaban también, ese punto teórico crucial, la idea de que la sexualidad de todos era en gran parte homosexual.

Destaco aquí el decir de Stoller, por la trascendencia de sus estudios, años después sobre la temática "Sex and gender" [20] :

"Al adherirnos a la idea de Freud, -dice- nunca podíamos tener claros los fundamentos para decir de cualquiera que no era homosexual y eso sería problemático" Y proponía volver a una definición menos complicada de la homosexualidad y pensarla como del dominio exclusivo de los homosexuales, "como el estado en el cual las prácticas sexuales son realizadas preferentemente, en la fantasía consciente o en la realidad, con una persona del mismo sexo"

Es decir, sostenían a la homosexualidad como asunto de una minoría, pero al igual que otras minorías tenían el derecho de verse libres de estigmas de los cuales la psiquiatría oficial los había ubicado injustamente, no eran enfermos.

Así Freud, y su pensamiento, salían de la Jugada. Una supresión de Freud en la que contribuyó ampliamente la teoría psicoanalítica tal como ha sido elaborado en los Estados Unidos .

Retomo entonces, el decir que, en América donde el psicoanálisis desaparece, los Gays and lesbians studies, hacen su entrada.

Leo Bersani, uno de los representantes teóricos de este campo de estudio, nos dice:

"El psicoanálisis, no era un lugar al que Foucault se hubiera dirigido para encontrar nuevos modos de relación.....a pesar de todo, ese pensamiento sigue siendo indispensable, no sólo porque nos recuerda, los peligros anexos a la pastoralización de cualquier forma de relación sexual, sino porque también apunta -con titubeos y hasta de mala gana- a una sociabilidad que ya no está regida por la inevitable agresividad que acompaña a lo que Lacan ha analizado como la demanda imposible e intratable del sujeto de una relación sexual.

En Freud hay una cierta reflexión sobre lo sexual que abre el camino a una disolución de lo sexual en esa relación imposible y de este modo alienta reconfiguraciones de lo social mucho más radicales que esos intentos contemporáneos queers de presentar como revolucionarias, como gravemente amenazantes para el orden social dominantes "innovaciones", inocuas y familiares como el matrimonio gay, el sexo público o instituciones de caridad que han surgido en respuesta a la epidemia de sida. Nada de lo que hemos imaginado hasta ahora, traiciona suficientemente las normas relacionales por las que gran parte de la humanidad sigue siendo oprimida. Si bien el psicoanálisis ha estado sin duda al servicio de esas normas con su insistencia en la sexualidad normativa, desde sus comienzos ha sido subversivo de los dogmas , gracias a lo cual se convirtió, en una institución social respetable".

BIBLIOGRAFÍA 

Allouch, Jean; "Pour introduire le sexe du maître", L’a opacité sexulle. Le sexe du maître. Rev. L’unebévue, N° 11, E.P.E.L., París, otoño, 1998. p. 77
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Eribon, Didier; Entrevista en el periódico Reforma. Suplemento el Ángel. 8 de julio de 2001.
Foucault, M.;"La voluntad de saber". Historia de la sexualidad N° 1. Ed. Siglo XXI. México, 1977
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Hale, Nathan; Freud and the Americans: The beginning of psychoanalysis in the United States 1876-1971, New York, University Press, 1971, p. 339
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Lagrange, Jacques; "Versions de la psychanalyse dans le texte de Foucault". Psychanalyse a la Université, París 1987, p.
Quignard, Pascal; Le sex et le effroi. Edition Folio, Gallimard, París, 1994
Rajchman, John; Lacan, Foucault y la cuestión de la Ética. Ed. Epeele. México, 2001.

Notas


* Psicoanalista. Miembro de la École Lacanienne de Psychanalyse. Una versión recortada de este texto fue presentado en la jornada con Leo Bersani "La sociabilidad y el ligue", Psicoanálisis y sexualidad Gay. Abril 2001.
 1. Gilles Deleuze; en Conversaciones. Pre-textos, Valencia, 1999, p. 136-137
 2. Jacques Lacan; Escritos, Ed. Siglo XXI, T. I, México, 1971, p. 473
 3. Michel Foucault, Siglo XXI, editores. México, 1966
 4. M. Foucault, Dits et Ecrits, París, Gallimard T. III,1994, p. 552-570
5. M. Foucault, Historia de la Sexualidad, 1° La voluntad del Saber; ED. Siglo XXI, 1977, p.72
6. Ibíd. P.73
7. Entrevista que realizó el periódico Reforma y que apareció en el suplemento el "El ángel". A propósito de la reciente aparición en español de su libro "Reflexiones sobre la cuestión Gay", México el 8 de julio de 2001.
 8. Citado por Jacques Lagrange; "Versions de la psychanalyse dans le texte de Foucault", Psychanalyse a la Université, París, abril 1987, p. 279.
 9. M. Foucault, dits et Ecrits, op. cit. 553
 10. J, Allouch, "Pour introduire le sexe du maître", L’a opacité sexulle. Le sexe du
 maître. Rev. L’unebévue, N° 11, París, E.P.E.L., otoño, 1998. p. 76
 11. M. Foucault, "Sexualidad y Poder", Dits et Ecrits, tomo III; pág. 560
 12. P. Quignard; Le sex et le effroi, París, Gallimard Folio, 1994.
 13. M. Foucault, op.cit. p.560
14 J, Allouch, "Pour introduire le sexe du maître", L’a opacité sexulle. Le sexe du
 maître. Rev. L’unebévue, N° 11, París, E.P.E.L., otoño, 1998. p. 77
 15. El analista jamás supone lo que es bueno para el otro. Se distinguirá de la philias y de la caritas. Pues la philia es el amor que une a los hombres en el saber sobre el bien común que todos tenemos y la caritas implica el saber sobre la salvación y la gracia. El psicoanálisis no tiene como fundamentos estas partes ideales de nosotros mismos gracias a las cuales podemos dominar nuestro destino o alcanzar nuestra salvación. Para la philias, cf Aristóteles, en la Ética nicomaquea, Ed. Porrúa, México. 19
 16 Lacan señala que Freud rehuía con horror el mandamiento "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Freud, también decía que no era lo suficientemente sádico para basar su tratamiento en la compasión por el sufrimiento de su paciente. Cf. Sigmund Freud, en "El malestar en la Cultura". Obras completas, Amorrortu T. XXI, B. A.1976
 17. American Journal of psychiatry, abril de 1951. p.786
 18. Citado por Nathan Hale, Freud and the Americans: The beginning of psychoanalysis in the United States 1876-1971, New York , University Press, 1971, p. 339
 19. James Jackson Putman and Psychoanalysis. N. Hale, editor. Cambridge , Mass. , Harvard.
 University Press, 1971, pp. 91, 130
20 . Stoller, R.J.; en "Sex and Gender", Vol. 1, Hogarth Press USA . 1968. P. 142-144


viernes, 5 de abril de 2013

¿QUE SE ESPERA DEL ANÁLISIS Y DEL PSICOANALISTA?

Por: Colette Soler

Extraido del libro ¿Qué se espera del análisis y del psiconalista?



Hay una cosa que me interroga y que al principio de mi práctica me sorprendió mucho, es el hecho de constatar que algunos sujetos temen mucho lo que piensan que podrían descubrir en un análisis. Al principio de mi práctica, debo decir, que eso me sorprendía mucho. Yo suponía que descubrir era una ganancia, pero con el tiempo entendí que uno debía tener cuidado, porque quizás, el inconsciente del sujeto le puede dar la intuición de que lo que va a descubrir no es tan placentero. 

Voy a tomar el problema del lado del analista. Creo que desde el punto de vista ético, podríamos hacer una definición bastante inquietante de lo que promete el psicoanálisis, ¿Por qué? porque en realidad si comprendemos bien lo que llamamos, el acto analítico, podemos decir que hay una violencia del acto analítico (…) Quiero desarrollar un poco este tema, porque creo que es necesario que los analistas tomen la medida de esto. ¿Cómo se presenta la violencia del acto analítico a la entrada del análisis? Recibimos un sujeto que sufre, en todos los casos. Nunca vemos entrar en análisis a un sujeto que no sufre. Siempre se trata de alguien que sufre lo suficiente como para pensar que no puede continuar así y que debe corregir algo, hacer un esfuerzo para corregir algo. Un sujeto que sufre y que padece de cosas sobre las cuales él no puede hacer nada. Puede llegar sufriendo de cosas que se le imponen, o del lado de la inhibición –aquel que quiere hacer alguna cosa y no lo logra–, o bien al contrario, del lado de la compulsión –aquel que padece de cosas que no quiere hacer pero que no puede no hacer–. 

Entonces, recibimos a este sujeto que padece de algo, que lleva una carga sobre sus espaldas. Hay una posición, un axioma casi, en el dispositivo que fue inventado por Freud, no por Lacan, por el que todo el dispositivo le devuelve un mensaje implícito: “tú eres responsable”. En efecto, un sujeto que llega y que padece de algo que percibe él mismo como extranjero, extraño, ajeno a él mismo... Freud al principio le invita a hablar, lo que significa: vamos a encontrar la causa en ti mismo. Y es verdad que esto es violento, es algo que va totalmente a contrapelo de la espera, de cuidado del analizante. 

Entonces, a este sujeto que sufre lo cargamos además, del peso de responder. Lo cargamos implícitamente en el dispositivo, –por supuesto no le vamos a decir cuando llega “eres responsable” porque si no se escaparía– (…) Lo que llamo la violencia del acto a la entrada... algunos sujetos la perciben y no entran, pero generalmente no se percibe; y creo que no se percibe porque se encuentra encubierta por la transferencia. 

La transferencia, precisamente introduce al paciente en una cierta ilusión, en una cierta espera. Voy a precisar lo que defino como ilusión, no se trata de la eficacia de la transferencia –está claro que sin ella no habría análisis–, sino de la transferencia en tanto ella introduce al paciente generalmente al principio, a la idea de ser cuidado, de ser tomado en cuenta. ¿Cuál es quizás la mejor manera de cuidar a un sujeto? Tomarlo en cuenta. Esto es un efecto casi automático. Al principio, basta escuchar a alguien –escuchar digo ¿eh?, no dialogar–, es decir acoger su palabra, lo que pueda decir, lo que sea. Basta esta acogida para que el sujeto se perciba cuidado, a veces el paciente percibe que ha llegado como dicen algunos, “a su lugar”, “finalmente llego a mi lugar”, “finalmente” se escucha decir... al principio del análisis. 

Allí podemos leer el efecto de enamoramiento de la entrada. Freud decía que hay una razón estructural que nos permite entender el enamoramiento de la entrada en análisis. Hay un enamoramiento de entrada porque el sujeto tiene la idea de que el analista le da un espacio que no se encuentra en ninguna parte en la vida, ninguna (…) 

En el encuadre de la relación amorosa se intenta desarrollar una cierta circulación de palabra, pero sabemos bien que cada uno habla su idioma, un idioma sin traducción, un idioma, finalmente, del fantasma de cada uno, de los dos, y no necesita mucho tiempo la relación amorosa para que cada uno empiece a sospechar que habla solo... que el otro a pesar de sus esfuerzos, no lo ve, no lo entiende; o no la ve, no la entiende. Lo que digo produce risas, pero no es gracioso, más bien es patético. 

No es una exageración decir que sólo en el dispositivo analítico se da el espacio a un sujeto para que desarrolle su palabra. No va más allá…digo que no va más allá, porque el amor de transferencia del principio disimula el hecho que en el análisis ¡más que en otra parte!, el que escucha no escucha lo que el sujeto quiere decir. 

Es decir que hay algo del engaño bajo el encanto de la transferencia. El que escucha, el analista, escucha con la perspectiva de interpretación. Es decir, una perspectiva que intenta captar, cernir, lo que el sujeto mismo no sabe que dice, no sabe qué significa, y quizás no quiere significar tampoco. En el transcurso del análisis encontramos muchas veces, pacientes que pueden decir: ¡pero usted no me entiende! 

Hay un hiato entre la intención de la palabra del analizante y la intención de la interpretación. Esto constituye otra forma de la violencia del dispositivo analítico; es decir más empuje a contrapelo si se trata de un análisis. ¿A qué apunta la posición interpretativa? Hay muchas fórmulas en la historia del psicoanálisis, y lo podemos formular de diversas maneras, podemos decir como decía Freud: revelar el inconsciente, la interpretación apunta a revelar el inconsciente, lo que el paciente no sabe. 

Entonces, eso también genera una cierta violencia que los sujetos experimentan más o menos según cada uno. Es violento empujar, casi obligar a alguien que no quiere saber... a saber. Y eso no es una sugestión del discurso común, es un efecto que intentamos producir realmente. 

Es por eso que Lacan habla –y es algo sorprendente– del horror del acto analítico, del horror frío del discurso analítico. Puede parecer sorprendente, sobre todo cuando hay un gran entusiasmo por el psicoanálisis. 

Creo que aquí hay un gran entusiasmo por el psicoanálisis, más que en la vieja Europa. Recuerdo un colega que me decía: “No entiendo qué quiere decir con el horror frío del acto analítico.” 

Se necesita un tiempo de práctica, el analista que empieza no lo percibe todavía. Porque el psicoanalista que empieza está tomado en su preocupación para hacer bien lo que debe hacer un analista, y para verificar que lo puede hacer... se encanta todavía con los efectos terapéuticos y se maravilla en verificar que lo que funcionó para él, funciona en otro... que hay producción, desciframiento de formación del inconsciente, producción del inconsciente. Entonces, al principio hay algo que quizás disimula... 10 años después, 20, 30 o 40 años después… se percibe otra cosa. 

Se percibe donde empuja el dispositivo. Y es así que entiendo la expresión tan fuerte: “el horror del acto”. Lacan mismo la comentó y es así que la podemos entender, hablando del hecho que cada sujeto en un análisis debe haber –lo dice así, traduzco– cernido su horror propio de la castración. No el horror general, sino su horror propio, es decir, como para él, en su singularidad de ser hablante, se presentan la castración y la exigencia indomable de goce. Aquí utiliza la frase: “su horror propio”, y considera que haber cernido este punto es una condición para producir un analista. 

Ahora por supuesto, voy a continuar hablando de lo inquietante del discurso analítico. Por supuesto, el análisis genera una violencia, para obtener algo, y es por eso que creo que el problema del final del análisis, –no en el sentido sólo del momento en el cual se detiene el proceso, sino en el sentido del resultado para el sujeto– es algo capital para todos los analistas. 

¿Por qué ejercemos esta violencia del acto analítico? Tenemos firmes razones, pero que quizás no se perciben antes del final verdadero. Creo que se trata del hecho que el acto analítico es el único acto, –después podemos examinar los tipos de acto que existen– del cual el beneficio no va al agente del acto. El beneficio del acto es para el analizante, no para el analista, para el analizante que logra su identidad, lo digo así, su identidad de separación. Al analista que ha trabajado a contrapelo, y para eso se necesita un deseo específico para hacerlo, al final nada le vuelve del beneficio del acto. El beneficio es para el analizante (…) Entonces digo que, dejando de lado los productores de la teoría, realmente, en cuanto al acto analítico, el agente del acto, el analista cualquiera, es un analista anónimo. No anónimo para sus pacientes, pero anónimo en el sentido de que el beneficio del acto va del otro lado, del lado del analizante. Por eso hay una frase de Lacan realmente interesante: “El ruido... –quiere decir, el ruido mediático–, el ruido no conviene al nombre del analista”. Creo que apuntaba a este punto, un analista puede ser totalmente un desconocido salvo en los ambientes profesionales, incluso muchos pueden no producir libros, charlas, etcétera, y ser buenos analistas en el acto. 

Entiendo al analista como el desecho de la operación, en tanto ese beneficio no se devuelve del lado de su nombre. 

Y en realidad creo que eso, quizás, es algo más insoportable ahora que 50 años atrás, o 100 años atrás. Quiero decir, más insoportable en el régimen del discurso capitalista actual. Porque no debemos olvidar –cuando hablamos del sujeto postmoderno, cuando hablamos de las nuevas características de los sujetos que vienen a pedir un análisis– que los analistas pertenecen, al conjunto del discurso capitalista; y que caen de la misma manera, bajo la presión de los valores del discurso capitalista, y los valores del discurso capitalista... los conocemos: ¡Éxito en todo! Éxito profesional, amoroso, familiar, competitividad, lucha para mostrarse, lograr aparecer en las pantallas de televisión, en los medios; etcétera. Hay un empuje, un cierto sí mismo individualista. Y los analistas están bajo el mismo empuje, quizás eso explique un poco su propensión actual –que no existía hace 50 años atrás– a aparecer en todos los periódicos, la televisión y los medios para hacerse conocer fuera del ambiente del acto analítico. Me lo explico así, porque realmente no se ve bien el beneficio para el análisis, el beneficio para el discurso analítico de la publicidad mediática, incluso introduce confusión. Creo que el beneficio no es para el psicoanálisis. Me pregunto, al menos, que sería sin los analistas que intentan compensar un poco el rigor del acto analítico para soportarlo en un tiempo donde vivimos en un discurso sin trascendencia, es decir, un discurso que no promete nada que sobrepase los objetivos individuales. Un siglo atrás no era así. Un siglo atrás hubo grandes causas colectivas, se prometía la Revolución, se prometía el hombre nuevo. Bueno, al final... no fue un éxito pero las subjetividades eran llevadas por grandes esperanzas que sobrepasaban los intereses individuales, podemos pensar que era una gran ilusión quizás, pero sin embargo, la gran ilusión llevaba a los sujetos. Hubo otras épocas donde era la religión que llevaba a los sujetos con objetivos, perspectivas, no reducidas al sí mismo individual. 

Ahora, el discurso analítico no puede más que llevar a cada uno a ocuparse lo mejor posible de sus cosas, como dicen los analizantes: “A cada uno sus cosas”. 

Soportar el rigor del acto analítico en este ambiente del discurso, me parece, realmente bastante difícil, y entonces, cuando pienso en el porvenir del psicoanálisis, considero que no pasa por la amenaza de ver desaparecer los analizantes. Creo que la amenaza más grande sería ver desaparecer a los sujetos que quieren sostener el acto analítico tal como es: con su rigor en nuestro tiempo.
 
Y creo que si hay analistas, es decir si hay todavía sujetos que quieren, que aceptan esta predicación... analizantes habrá. Porque la transferencia tiene su razón fundamental en la estructura del lenguaje y en la existencia del analista. 


jueves, 21 de marzo de 2013