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viernes, 5 de abril de 2013

¿QUE SE ESPERA DEL ANÁLISIS Y DEL PSICOANALISTA?

Por: Colette Soler

Extraido del libro ¿Qué se espera del análisis y del psiconalista?



Hay una cosa que me interroga y que al principio de mi práctica me sorprendió mucho, es el hecho de constatar que algunos sujetos temen mucho lo que piensan que podrían descubrir en un análisis. Al principio de mi práctica, debo decir, que eso me sorprendía mucho. Yo suponía que descubrir era una ganancia, pero con el tiempo entendí que uno debía tener cuidado, porque quizás, el inconsciente del sujeto le puede dar la intuición de que lo que va a descubrir no es tan placentero. 

Voy a tomar el problema del lado del analista. Creo que desde el punto de vista ético, podríamos hacer una definición bastante inquietante de lo que promete el psicoanálisis, ¿Por qué? porque en realidad si comprendemos bien lo que llamamos, el acto analítico, podemos decir que hay una violencia del acto analítico (…) Quiero desarrollar un poco este tema, porque creo que es necesario que los analistas tomen la medida de esto. ¿Cómo se presenta la violencia del acto analítico a la entrada del análisis? Recibimos un sujeto que sufre, en todos los casos. Nunca vemos entrar en análisis a un sujeto que no sufre. Siempre se trata de alguien que sufre lo suficiente como para pensar que no puede continuar así y que debe corregir algo, hacer un esfuerzo para corregir algo. Un sujeto que sufre y que padece de cosas sobre las cuales él no puede hacer nada. Puede llegar sufriendo de cosas que se le imponen, o del lado de la inhibición –aquel que quiere hacer alguna cosa y no lo logra–, o bien al contrario, del lado de la compulsión –aquel que padece de cosas que no quiere hacer pero que no puede no hacer–. 

Entonces, recibimos a este sujeto que padece de algo, que lleva una carga sobre sus espaldas. Hay una posición, un axioma casi, en el dispositivo que fue inventado por Freud, no por Lacan, por el que todo el dispositivo le devuelve un mensaje implícito: “tú eres responsable”. En efecto, un sujeto que llega y que padece de algo que percibe él mismo como extranjero, extraño, ajeno a él mismo... Freud al principio le invita a hablar, lo que significa: vamos a encontrar la causa en ti mismo. Y es verdad que esto es violento, es algo que va totalmente a contrapelo de la espera, de cuidado del analizante. 

Entonces, a este sujeto que sufre lo cargamos además, del peso de responder. Lo cargamos implícitamente en el dispositivo, –por supuesto no le vamos a decir cuando llega “eres responsable” porque si no se escaparía– (…) Lo que llamo la violencia del acto a la entrada... algunos sujetos la perciben y no entran, pero generalmente no se percibe; y creo que no se percibe porque se encuentra encubierta por la transferencia. 

La transferencia, precisamente introduce al paciente en una cierta ilusión, en una cierta espera. Voy a precisar lo que defino como ilusión, no se trata de la eficacia de la transferencia –está claro que sin ella no habría análisis–, sino de la transferencia en tanto ella introduce al paciente generalmente al principio, a la idea de ser cuidado, de ser tomado en cuenta. ¿Cuál es quizás la mejor manera de cuidar a un sujeto? Tomarlo en cuenta. Esto es un efecto casi automático. Al principio, basta escuchar a alguien –escuchar digo ¿eh?, no dialogar–, es decir acoger su palabra, lo que pueda decir, lo que sea. Basta esta acogida para que el sujeto se perciba cuidado, a veces el paciente percibe que ha llegado como dicen algunos, “a su lugar”, “finalmente llego a mi lugar”, “finalmente” se escucha decir... al principio del análisis. 

Allí podemos leer el efecto de enamoramiento de la entrada. Freud decía que hay una razón estructural que nos permite entender el enamoramiento de la entrada en análisis. Hay un enamoramiento de entrada porque el sujeto tiene la idea de que el analista le da un espacio que no se encuentra en ninguna parte en la vida, ninguna (…) 

En el encuadre de la relación amorosa se intenta desarrollar una cierta circulación de palabra, pero sabemos bien que cada uno habla su idioma, un idioma sin traducción, un idioma, finalmente, del fantasma de cada uno, de los dos, y no necesita mucho tiempo la relación amorosa para que cada uno empiece a sospechar que habla solo... que el otro a pesar de sus esfuerzos, no lo ve, no lo entiende; o no la ve, no la entiende. Lo que digo produce risas, pero no es gracioso, más bien es patético. 

No es una exageración decir que sólo en el dispositivo analítico se da el espacio a un sujeto para que desarrolle su palabra. No va más allá…digo que no va más allá, porque el amor de transferencia del principio disimula el hecho que en el análisis ¡más que en otra parte!, el que escucha no escucha lo que el sujeto quiere decir. 

Es decir que hay algo del engaño bajo el encanto de la transferencia. El que escucha, el analista, escucha con la perspectiva de interpretación. Es decir, una perspectiva que intenta captar, cernir, lo que el sujeto mismo no sabe que dice, no sabe qué significa, y quizás no quiere significar tampoco. En el transcurso del análisis encontramos muchas veces, pacientes que pueden decir: ¡pero usted no me entiende! 

Hay un hiato entre la intención de la palabra del analizante y la intención de la interpretación. Esto constituye otra forma de la violencia del dispositivo analítico; es decir más empuje a contrapelo si se trata de un análisis. ¿A qué apunta la posición interpretativa? Hay muchas fórmulas en la historia del psicoanálisis, y lo podemos formular de diversas maneras, podemos decir como decía Freud: revelar el inconsciente, la interpretación apunta a revelar el inconsciente, lo que el paciente no sabe. 

Entonces, eso también genera una cierta violencia que los sujetos experimentan más o menos según cada uno. Es violento empujar, casi obligar a alguien que no quiere saber... a saber. Y eso no es una sugestión del discurso común, es un efecto que intentamos producir realmente. 

Es por eso que Lacan habla –y es algo sorprendente– del horror del acto analítico, del horror frío del discurso analítico. Puede parecer sorprendente, sobre todo cuando hay un gran entusiasmo por el psicoanálisis. 

Creo que aquí hay un gran entusiasmo por el psicoanálisis, más que en la vieja Europa. Recuerdo un colega que me decía: “No entiendo qué quiere decir con el horror frío del acto analítico.” 

Se necesita un tiempo de práctica, el analista que empieza no lo percibe todavía. Porque el psicoanalista que empieza está tomado en su preocupación para hacer bien lo que debe hacer un analista, y para verificar que lo puede hacer... se encanta todavía con los efectos terapéuticos y se maravilla en verificar que lo que funcionó para él, funciona en otro... que hay producción, desciframiento de formación del inconsciente, producción del inconsciente. Entonces, al principio hay algo que quizás disimula... 10 años después, 20, 30 o 40 años después… se percibe otra cosa. 

Se percibe donde empuja el dispositivo. Y es así que entiendo la expresión tan fuerte: “el horror del acto”. Lacan mismo la comentó y es así que la podemos entender, hablando del hecho que cada sujeto en un análisis debe haber –lo dice así, traduzco– cernido su horror propio de la castración. No el horror general, sino su horror propio, es decir, como para él, en su singularidad de ser hablante, se presentan la castración y la exigencia indomable de goce. Aquí utiliza la frase: “su horror propio”, y considera que haber cernido este punto es una condición para producir un analista. 

Ahora por supuesto, voy a continuar hablando de lo inquietante del discurso analítico. Por supuesto, el análisis genera una violencia, para obtener algo, y es por eso que creo que el problema del final del análisis, –no en el sentido sólo del momento en el cual se detiene el proceso, sino en el sentido del resultado para el sujeto– es algo capital para todos los analistas. 

¿Por qué ejercemos esta violencia del acto analítico? Tenemos firmes razones, pero que quizás no se perciben antes del final verdadero. Creo que se trata del hecho que el acto analítico es el único acto, –después podemos examinar los tipos de acto que existen– del cual el beneficio no va al agente del acto. El beneficio del acto es para el analizante, no para el analista, para el analizante que logra su identidad, lo digo así, su identidad de separación. Al analista que ha trabajado a contrapelo, y para eso se necesita un deseo específico para hacerlo, al final nada le vuelve del beneficio del acto. El beneficio es para el analizante (…) Entonces digo que, dejando de lado los productores de la teoría, realmente, en cuanto al acto analítico, el agente del acto, el analista cualquiera, es un analista anónimo. No anónimo para sus pacientes, pero anónimo en el sentido de que el beneficio del acto va del otro lado, del lado del analizante. Por eso hay una frase de Lacan realmente interesante: “El ruido... –quiere decir, el ruido mediático–, el ruido no conviene al nombre del analista”. Creo que apuntaba a este punto, un analista puede ser totalmente un desconocido salvo en los ambientes profesionales, incluso muchos pueden no producir libros, charlas, etcétera, y ser buenos analistas en el acto. 

Entiendo al analista como el desecho de la operación, en tanto ese beneficio no se devuelve del lado de su nombre. 

Y en realidad creo que eso, quizás, es algo más insoportable ahora que 50 años atrás, o 100 años atrás. Quiero decir, más insoportable en el régimen del discurso capitalista actual. Porque no debemos olvidar –cuando hablamos del sujeto postmoderno, cuando hablamos de las nuevas características de los sujetos que vienen a pedir un análisis– que los analistas pertenecen, al conjunto del discurso capitalista; y que caen de la misma manera, bajo la presión de los valores del discurso capitalista, y los valores del discurso capitalista... los conocemos: ¡Éxito en todo! Éxito profesional, amoroso, familiar, competitividad, lucha para mostrarse, lograr aparecer en las pantallas de televisión, en los medios; etcétera. Hay un empuje, un cierto sí mismo individualista. Y los analistas están bajo el mismo empuje, quizás eso explique un poco su propensión actual –que no existía hace 50 años atrás– a aparecer en todos los periódicos, la televisión y los medios para hacerse conocer fuera del ambiente del acto analítico. Me lo explico así, porque realmente no se ve bien el beneficio para el análisis, el beneficio para el discurso analítico de la publicidad mediática, incluso introduce confusión. Creo que el beneficio no es para el psicoanálisis. Me pregunto, al menos, que sería sin los analistas que intentan compensar un poco el rigor del acto analítico para soportarlo en un tiempo donde vivimos en un discurso sin trascendencia, es decir, un discurso que no promete nada que sobrepase los objetivos individuales. Un siglo atrás no era así. Un siglo atrás hubo grandes causas colectivas, se prometía la Revolución, se prometía el hombre nuevo. Bueno, al final... no fue un éxito pero las subjetividades eran llevadas por grandes esperanzas que sobrepasaban los intereses individuales, podemos pensar que era una gran ilusión quizás, pero sin embargo, la gran ilusión llevaba a los sujetos. Hubo otras épocas donde era la religión que llevaba a los sujetos con objetivos, perspectivas, no reducidas al sí mismo individual. 

Ahora, el discurso analítico no puede más que llevar a cada uno a ocuparse lo mejor posible de sus cosas, como dicen los analizantes: “A cada uno sus cosas”. 

Soportar el rigor del acto analítico en este ambiente del discurso, me parece, realmente bastante difícil, y entonces, cuando pienso en el porvenir del psicoanálisis, considero que no pasa por la amenaza de ver desaparecer los analizantes. Creo que la amenaza más grande sería ver desaparecer a los sujetos que quieren sostener el acto analítico tal como es: con su rigor en nuestro tiempo.
 
Y creo que si hay analistas, es decir si hay todavía sujetos que quieren, que aceptan esta predicación... analizantes habrá. Porque la transferencia tiene su razón fundamental en la estructura del lenguaje y en la existencia del analista. 


jueves, 21 de marzo de 2013

lunes, 3 de diciembre de 2012

CABAÑAS LOS ALMENDROS EN CAPURGANA


CAPURGANA, bello poblado de pescadores  en el Urabá chocoano, lugar al que aun  no ha llegado la contaminación, y el mar es absolutamente cristalino y puro donde las vacaciones están dirigidas a aquellos que aman y disfrutan de  la naturaleza.



Tenemos lindas y sencillas habitaciones en cabañas, servicio de camping tipo americano con todos los servicios, restaurante y asesoramiento en paseos náuticos, caminatas ecológicas  y sanas diversiones que harán de su visita a este Paraíso tropical algo inolvidable.


La zona de camping cuenta con los servicios de cocina para campistas, Restaurante, módulos para las carpas, hamaquero, filtro de ozono, caja fuerte, duchas, baños.


Para mayores informes se puede comunicar en Bogotá con MARGARITA ROMERO al teléfono 1-2112819 o 1-2482510. o con SANTIAGO RESTREPO al celular 31123397

miércoles, 14 de noviembre de 2012

URIBE Y SANTOS, ¿COMPAÑÍA?



Por: Julio César Londoño




Algunos analistas suspicaces, quizá demasiado,han descubierto que la rivalidad entre Uribe y Santos es un show, una opereta que busca distraer a la opinión pública de los verdaderos problemas del país.

Argumentos no les faltan. La afinidad ideológica, política y económica entre ambos es evidente. Ambos son neoliberales devotos, demagogos, adoran los montajes (actores que se desmovilizan, “restituciones” con baldíos), a ambos les gustan las soluciones de fuerza y los negocios fáciles (la explotación minera desligada de la industria nacional) y ambos odian la prensa independiente y la separación de poderes.

Aunque todo esto es cierto, es innegable que la rivalidad va en serio y viene de atrás. Santos, que es un señor sagaz, comprendió mucho antes de su posesión que el modelo Uribe estaba agotado y empezó a deslindarse de su jefe político con una premura casi insultante. Antes del 7 de agosto de 2010, tuvo una reunión muy cordial con los presidentes de las cortes para limar asperezas y, sobre todo, para que sus maneras de príncipe contrastaran claramente con las del caballista. Poco después abrazó a Chávez, les dio carteras importantes a los más encarnizados enemigos de Uribe, se arropó con las banderas de la oposición (leyes de tierras y de víctimas) y apoyó las investigaciones sobre corrupción y chuzadas que se le abrieron al gobierno anterior. Era como ese ladrón que huye gritando “¡Cójanlo! ¡Cójanlo!”.

Y lo mejor es que el ardid le ha funcionado. Ahí va el hombre, aún suelto, con su mota intacta y la respingada nariz cubierta para evitar los pestilentes efluvios de la “Era Uribe”.

Pero no creo que todo esto sea un show acordado. Las investigaciones han afectado de verdad la reputación de Uribe y herido de muerte a sus alfiles (Andrés Arias, Luis Carlos Restrepo, Mario Uribe, Jorge Noguera, María del Pilar Hurtado) y los movimientos políticos de Santos han diezmado de manera dramática la clientela y la bancada uribista.

Son razones suficientes para concluir que los suspicaces están equivocados ahora... Pero temo que tendrán razón a mediados del 2013. Es muy probable que para entonces los diálogos con las Farc hayan fructificado, hecho que compensará los fracasos de Santos en todas las otras áreas (salud, educación, agricultura, restitución, víctimas, carreteras, obras de mitigación) y lo dejará bien posicionado para su reelección en el 2014. Este mismo hecho, y los crecientes problemas de seguridad, enardecerán a la ultraderecha y fortalecerán la imagen de Uribe, que lanzará su candidato, quizá Alejandro Ordóñez (contra Fernando Londoño atenta la naftalina de su retórica; contra Óscar Iván Zuluaga, el ceño como de estreñimiento, y, obviamente, Uribe jamás postulará a una mujer). Será en este momento cuando Uribe y Santos comprenderán que pueden copar toda la escena, convencer al país de que ellos representan todo el espectro político, Uribe a la derecha y Santos al resto, al centro y a la “izquierda” moderada, representada por el Partido Liberal y liderada por dos incondicionales suyos, Rafael Pardo y Simón Gaviria.

A pesar de su fortaleza, Santos teme la influencia de Uribe, especialmente en las regiones. Y como a ninguno de los dos le interesa que se les cuele por el medio un candidato alternativo que canalice el enorme descontento popular, arreciarán sus trinos y rabietas para mostrarse como dos líderes diferentísimos, para que el dilema del elector sea Uribe o Santos, y nadie más, mientras hacen acuerdos por debajo de la mesa para que, gane quien gane, el perdedor conserve cuotas de poder, la derecha se mantenga, el mercado duerma tranquilo y la exclusión se perpetúe durante otros 56 años de glorioso, imbatible y tácito Frente Nacional.

viernes, 19 de octubre de 2012

V ENCUENTRO DE SEMILLEROS DE INVESTIGACIÓN DESDE EL PSICOANÁLISIS

Octubre 26 y 27 de 2012. Fundación Universitaria Los Libertadores, Torreón Sede Caldas. Bogotá. 



viernes, 12 de octubre de 2012

SHERLOCK FREUD

 Por Héctor Gallo y Mario Elkin Ramírez *

El fundador de la microhistoria, Carlo Ginzburg, publicó en 1979 el artículo “Spie. Radici di un paradigma indiziario”, en el libro colectivo Crisi della ragione (Crisis de la razón), publicado en Italia. Este es el ensayo más traducido de Ginzburg. Sin embargo, ese éxito inusitado hizo, paradójicamente, que su autor se negara a convertirse en el teórico del paradigma indiciario, y durante más de veinte años no habló más del asunto. La hipótesis de Ginzburg es que “a finales del siglo XIX surgió silenciosamente en el ámbito de las ciencias humanas un modelo epistemológico –si así se prefiere, un paradigma– al que no se le ha prestado aún suficiente atención. Un análisis de tal paradigma, ampliamente empleado en la práctica aunque no se haya teorizado explícitamente sobre él, tal vez pueda ayudarnos a sortear el tembladeral de la contraposición entre ‘racionalismo’ e ‘irracionalismo’”. El artículo de Ginzburg se dedica a una serie de investigaciones sobre Giovanny Morelli, Arthur Conan Doyle (con su personaje Sherlock Holmes) y Sigmund Freud, de las que se infiere ese nuevo paradigma, cuya aplicación en distintos campos constituyó una nueva forma de conocimiento humano de la realidad.


El autor encuentra que el conocimiento a partir de spie –que puede traducirse como espías, huellas o indicios– se remonta hasta los cazadores antiguos, pasa por las prácticas jurídicas mesopotámicas, pero también por la semiología médica, para encontrarse después en el método clínico de Freud, en la práctica detectivesca inglesa (a partir de Doyle) y en la crítica de la pintura italiana después de Morelli.


En mayo de 1859 nació en Edimburgo Arthur Ignatius Conan Doyle, contemporáneo de Freud, quien había nacido en Moravia en 1856. Como Freud, Doyle estudió Medicina, y antes de instalarse definitivamente en Londres viajó por todo el mundo como médico a bordo de distintos barcos mercantes. Los detalles de sus viajes están camuflados en sus novelas, y esto era uno de los elementos fascinantes para el lector del siglo XIX, pues la geografía era el modelo de la exploración de las tierras extrañas, de la exploración de enigmas.


Por ello mismo, Freud usaba la geografía como metáfora de los enigmas por descubrir; así, decía de la sexualidad femenina que era el continente negro, Africa desconocida. O de su primera teoría etiológica de las neurosis, podía decir que había hallado el Caput Nili de la neurología, comparándolo con el descubrimiento de las fuentes del Nilo, que fue el descubrimiento más importante en la geografía del siglo XIX.


Arthur Conan Doyle también viajó a Viena a tratar de especializarse en oftalmología. No se sabe si conoció a Freud, quien estudiaba los efectos analgésicos de la cocaína para las cirugías. No está documentado ningún encuentro entre Freud y Doyle, salvo la ficción de Herbert Ross, en la película de 1976 Elemental, doctor Freud. Se trata en ella de la reunión de Sigmund Freud y Sherlock Holmes, quien va a consultar al médico por su adicción a la morfina, y ambos terminan resolviendo un caso criminal y un caso clínico, combinando sus métodos.


Pero la cercanía intelectual entre Freud y Doyle es algo más que ficción. Freud era anglófilo y leyó las novelas de Doyle; de hecho, lo cita en una carta a Jung, a propósito de la recepción de la paciente Sabina Spielrein, que éste le había remitido. En su carta le dice: “Fräulein Spielrein ha reconocido en su segunda carta que el asunto que la preocupa guarda relación con usted: por lo demás no revela sus intenciones. Mi respuesta fue de lo más sabia y perspicaz; le di la impresión de que las pistas más vagas me hubieran permitido, como si fuera Sherlock Holmes, adivinar la situación (...) y le sugería un procedimiento más adecuado, algo endopsíquico”.


La coincidencia en el paradigma entre Doyle y Freud se remonta más atrás, a sus años de formación. De su viaje a París, en un prólogo para un libro de Bourke en 1913, Freud dice: “Cuando en 1885 yo residía en París como discípulo de Charcot, lo que más me atrajo, junto a las lecciones del maestro, fueron las demostraciones y dichos de Brouardel, quien solía señalarnos en los cadáveres de la morgue cuántas cosas dignas de conocimiento para el médico había, de las cuales la ciencia no se dignaba anoticiarse. Cierta vez que discurría sobre los signos que permiten discernir el estamento, carácter y origen de un cadáver no identificado, le oí decir: ‘Las rodillas sucias son el signo de una chica honesta’. ¡Utilizaba las rodillas sucias de una muchacha como testimonio de su virtud!”


Paul Brouardel era un célebre médico forense, al cual Freud se refirió en términos elogiosos en varios escritos; dice Freud que, atraído por la personalidad de Jean Martín Charcot, en su estancia en París se limitó a seguir las enseñanzas de este único hombre y dejó de asistir a otras clases. Pero agrega: “Sólo a las autopsias forenses y conferencias del profesor Brouardel en la morgue rara vez dejaba de asistir”. Freud allí estuvo sensibilizado con la medicina forense de Brouardel y con la manera de inferir detalles de la personalidad de los cadáveres a partir de indicios. En otra referencia a Brouardel, Freud cuenta una anécdota: “Asistía yo a una de esas veladas que daba Charcot; me encontraba cerca del venerado maestro, a quien Brouardel, al parecer, contaba una muy interesante historia de la práctica de esa jornada. Oí al comienzo de manera imprecisa, y poco a poco el relato fue cautivando mi atención: una joven pareja de lejanas tierras del Oriente, la mujer con un padecimiento grave, y el hombre, impotente o del todo inhábil. ‘Inténtelo usted’, oí que Charcot repetía, ‘le aseguro que lo logrará’. Brouardel, quien hablaba en voz más baja, debió de expresar entonces su asombro por el hecho de que en tales circunstancias se presentaran síntomas como los de la mujer. Y Charcot pronunció de pronto, con brío, estas palabras: ‘Pero en casos parecidos es siempre la cosa genital, siempre... siempre’. Sé que por un instante se apoderó de mí un asombro casi paralizante y me dije: ‘Y si él lo sabe, ¿por qué nunca lo dice?’”.


Para el joven Freud, Brouardel, el maestro que revelaba los detalles de la personalidad a partir de indicios recogidos en un cadáver, era quien contaba la anécdota, y el maestro Charcot era quien afirmaba, desde toda su autoridad, aunque en un ambiente informal, aquello que no decía en su cátedra: que había un origen sexual en la etiología de la histeria.

* Texto extractado de El psicoanálisis y la investigación en la universidad, de reciente aparición (Ed. Grama). Publicado en Página12.  11 de octubre 2012

martes, 18 de septiembre de 2012

CARTA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL UACEMITA

Carta del movimiento estudiantil uacemita a la sociedad civil
 
México, D. F. a jueves 6 de septiembre de 2012
 
A las universidades públicas y privadas
A los movimientos sociales
A los sectores democráticos
A los organismos no gubernamentales
A las organizaciones pedagógicas
A las asociaciones artísticas y culturales
A los defensores de derechos humanos
A los creadores del proyecto educativo de la UACM
A los vecinos de Iztapalapa
A la generación 1999-2000 de la UNAM
Al #Yo soy 132
Al Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior
A las experiencias de escuelas activas en América Latina
A los estudiantes y educadores del mundo
A los medios de comunicación
A la sociedad civil
 
El sistema educativo mexicano, cuyo planteamiento pedagógico es la instrucción, fue creado por un régimen autoritario. Su objetivo, un adiestramiento de masas que sirve a un efectivo control social. Luego de varias décadas de luchas sociales, de múltiples reclamos de la sociedad civil y fuertes enfrentamientos contra el gobierno, proyectos educativos alternativos que reivindican una educación no bancaria salieron a la luz.
 
El más reciente, el de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), cuyo planteamiento pedagógico es educar para liberar. Una educación que transforma la conciencia y libera a las personas de su condición opresiva. Una enseñanza incluyente, cien por ciento pública, para todos los que aspiran a la educación superior.
 
Nuestra universidad es consecuencia social e histórica de la lucha de los vecinos de Iztapalapa por un centro educativo de calidad, de la lucha de los estudiantes de la huelga de la UNAM 1999-2000, de la reforma educativa iniciada en el 2001, expuesta en el Programa General de Desarrollo del Distrito Federal, y de los académicos e investigadores progresistas que crearon nuestro proyecto educativo.
 
Un novel proyecto educativo que, como afirmara Paulo Freire, busca humanizar a las personas deshumanizadas por el sistema tradicional, herencia del régimen autoritario priísta. Nuestro lema, expresión de Terencio, un gran humanista del siglo II a. C. y legado de una época de esplendor cultural, lo manifiesta claramente: Nada humano me es ajeno.
 
Luego de dos años de conflicto universitario con rectoría, de un sistemático desmantelamiento del proyecto educativo que hemos hecho nuestro, de los hechos que comprueban la corrupción, el nepotismo, el tráfico de influencias y la triangulación de recursos por parte de la aún rectora de la UACM. Luego de renovar por la vía electoral al Consejo Universitario, máximo órgano de gobierno, y de que planillas críticas a la actual administración alcanzaran, al menos el 64% de los votos, la Dra. María Esther Orozco Orozco, rectora de la UACM, a través de un Consejo Electoral cooptado, decidió anular la elección de dieciocho consejeros (titulares y suplentes) electos por la comunidad y dar un nombramiento ilegal a siete candidatos (titulares y suplentes) que perdieron la elección, que son claramente afines a su administración, y con lo cual se adjudica el control absoluto de la universidad.
 
La Comunidad Universitaria no respalda la ilegalidad, ni la ilegitimidad, ante el intento por imponer un consejo a modo de rectoría. Los uacemitas no otorgamos licencia a un gobierno universitario autoritario y corrupto, mucho menos golpista. En el contexto nacional de lucha contra la imposición de Enrique Peña Nieto como presidente de México, la UACM, al igual que los sectores democráticos del país, no permitirá una imposición.  En este caso, no permitiremos la imposición de Esther Orozco, de un Consejo Universitario ilegal e ilegítimo favorable a su autoritarismo y corrupción. Nosotros, que conformamos el movimiento estudiantil uacemita, y el Consejo Estudiantil de Lucha (CEL), vamos por la restitución de la legalidad, la legitimidad, la democracia y la defensa del proyecto educativo en nuestra casa de estudios.
 
Nuestros consejeros universitarios elegidos democráticamente por la comunidad deberán atender las demandas estudiantiles que apremian. En el entendido de que toda lucha contra un régimen autoritario es justa, expresamos nuestra solidaridad con los movimientos sociales y los sectores democráticos del país, con todos los mexicanos que están luchando por una misma causa, justicia, libertad, educación y democracia. La lucha de todos por un México más justo y democrático, la asumimos nuestra.
 
Apelamos a la conciencia de un pueblo solidario. La UACM está en huelga por una educación libre y democrática. En todos los planteles de nuestra casa de estudios requerimos solidaridad de la sociedad civil para restablecer el orden y el estado de derecho que nos ha sido negado por Esther Orozco. Mantengamos las puertas abiertas de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México para las futuras generaciones de jóvenes capitalinos. Que jamás se excluya a un sólo mexicano de la educación superior, a la que tiene derecho.
 
 
Por una educación humanista,
Por una educación crítica,
Por una educación científica,
Por una educación pública,
Por una educación laica,
Por una educación gratuita,
Por una educación autónoma,
Por una educación incluyente.
 
SOMOS UNIVERSIDAD
 
 
Consejo Estudiantil de Lucha UACM
Autonomía, educación y libertad