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miércoles, 20 de junio de 2012

QUERIDO SEÑOR PRESIDENTE: ES USTED UN HIJO DE PUTA

Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros

Por: José Luis Sampedro
José Luis Sampedro Sáez (Barcelona, 1 de febrero de 1917) escritor, humanista y economista español que aboga por una economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos». En 2010 el Consejo de Ministros le otorgó la Orden de las Artes y las Letras de España por «su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido con los problemas de su tiempo». En 2011 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas.

 

Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros.

Se lo digo así, de entrada, porque sé que nunca va a leerme, como nunca lee usted libros, ni nada más que periódicos deportivos como usted mismo ha confirmado, jactándose, como buen español de ser un ignorante. No se engañe, por eso lo han votado tanta gente. Perdonen los demás el exabrupto, pero es que está demostrado que somos lo que nuestros padres nos han educado, y si usted y sus ministros son como son, es porque sus madres muy bien no lo han hecho. A pesar de los colegios de pago, de pertenecer a la oligarquía de épocas dictatoriales, etc.
 

Verá usted, señor presidente. Lo que más me molesta no es que usted sea un bastardo malnacido, sino un ignorante, y sobre todo un mentiroso. Se presentó a unas elecciones diciendo que no haría cosas que ahora hace. Dijo hace tiempo que la posibilidad de una amnistía fiscal le parecía injusta y absurda, y no ha tardado ni tres meses en recurrir a esta medida de forma injusta y absurda, como señala el diputado de IU Alberto Garzón al que usted y sus secuaces ningunean como a cualquier otro que no sea seguidor suyo. Ésa es la democracia que ustedes entienden, ignorar a los representantes de la ciudadanía que no les afín. Usted dijo que la Sanidad y la Educación no se tocaban, y la han tocado pero bien. A la banca nada, y eso que los grandes expertos en economía señalan que, o le metemos mano a sus amigos de las finanzas, o nos vamos a pique.
 

Le voy a explicar unas cuantas cosas dado que usted es un ignorante que lee prensa deportiva en lugar de libros de historia, economía o política. Durante los años 20 hubo gente que tuvo la genial idea de crecer mucho, por encima de sus posibilidades como ahora tienen ustedes tan de moda decirnos. Tanto que incluso a Churchill, para salir de la situación de postguerra, se le ocurrió revalorizar la libra, lo que trajo bajada de sueldos y aumento de las horas de trabajo. No sólo no se creció por encima de lo esperado sino que destruyó la posibilidad de crear un modelo sostenible de crecimiento basado en el consumo, lo que permite terciarizar una economía y hacerla verdaderamente competitiva. Eso es ser un país desarrollado y no ganar mundiales de fútbol. Cuando llegó la crisis del 29 y la posterior recesión mundial en los 30, en un país tan poco sospechoso de socialista, comunista o lo que ustedes quieran, como EEUU, decidieron adoptar una cosa llamada New Deal, que consistió, entre otras cosas, en subir los sueldos y bajar las horas de trabajo. Como consecuencia, había más puestos de trabajo para cubrir esas horas de menos, y los que salían de su trabajo lo invertían en consumo, lo que reactivó la economía y permitió al país dar un definitivo empujón hacia arriba para salir victorioso de una Guerra Mundial que libró en tres continentes.
 

Por si usted no lo sabe, las medidas que está ejecutando han conseguido lo contrario. Hablo en pasado porque tal vez no lo sepa, pero no hay nada nuevo en los famosos "recortes". Argentina, Chile, Polonia, Rusia y así hasta un largo etc de países engrosan una horrible lista de fracasos de las políticas neoliberales de Milton Friedman y el Consenso de Washington que desde los 70 llevan intentando hacernos creer que sumergir a un país en el shock económico es una salida a la crisis. Jamás las medidas de la Escuela de Chicago han funcionado. Jamás un país ha salido de la crisis de esa forma. Jamás una sociedad se ha beneficiado de ello. Por el contrario, ha generadosuicidios, deterioro del Estado del Bienestar (que ustedes insisten en decir que se ha terminado mientras vemos cómo crece y se desarrolla en otros países de nuestro entorno) y ha destruido el futuro de numerosas generaciones.

  Usted miente, señor Presidente, y es sumamente peligroso. Porque el anterior era un inútil, pero usted es un pirómano en mitad de un incendio. El otro creía vivir en el País de las Maravillas y usted nos está sumiendo en el País de los Horrores. Toda política fiscal que no se base en la generación de riqueza, toda medida relativa al empresariado que no atienda prioritariamente a las empresas que cotizan más del 60% de sus ganancias en forma de sueldos e impuestos en España (y no Repsol, que solamente invierte un 20% y ahora la defienden como española; hay empresas extranjeras que reparten más beneficios al conjunto del país), todo lo que no sea alumbrar un futuro basado en la investigación y no en el trabajo precario, es destruir el futuro del país. A usted y sus secuaces se les llena la boca diciendo que hay que fomentar el emprendedorismo, y en lugar de ello desarrollan un plan basándose en los ideales especulativos de los dirigentes de la CEOE cuyo historial de empresas arruinadas por la especulación de la que ellos salen indemnes mientras el Estado se hace cargo de los parados que dejan es absolutamente bochornosa. Eliminan de todo plan de emprendedores la posibilidad del emprendedor social y generan únicamente una nueva casta de tiburones amparados en una reforma laboral neofeudal.

  Ustedes se olvidan que los países desarrollados como EEUU, Alemania, Francia, etc., invierten entre el 2'6 y el 3'4% del PIB en I+D+I. España no sólo necesita un esfuerzo superior (en torno al 6%) para ponerse a su altura sino que ustedes nos bajan la inversión del 1'3% al 0'9%. Para entendernos, usted que sólo lee sobre deportes, es la diferencia entre inventar un coche, y fabricarlo. Quien lo inventa tiene los beneficios de todos y cada uno de los coches que se venden. Quien lo fabrica sólo de las unidades que salen de su fabrica. ¿Dónde se inventan los coches? En Alemania, por citar un caso. ¿Dónde se fabrican? En España, Polonia o Rumania. Es evidente de quiénes estamos más cerca, pues. Al darle el hachazo que usted le ha dado a la investigación nos condena a ser un país de camareros, portaequipajes, y por supuesto de trabajadores poco o nada cualificados que trabajemos para empresas extranjeras a sueldos miserables mientras tenemos la moneda de los países con mejor calidad de vida. Si seguimos en el euro es para vivir como ellos, no para que ustedes nos hagan vivir como en Botsuana con precios de París.

  Usted nos está suicidando económicamente. Tal vez no sepa quién es Paul Kruggman, pero es Premio Nobel de Economía. Para él es evidente que usted nos miente o no quiere darse cuenta de que no estamos ni siquiera en recesión, sino en fase de depresión, y sus medidas nos hunden cada vez más. Ha aceptado ser el banco de pruebas del FMI, cuyas medidas ya arruinaron a varios países, pregunte si no por Grecia o Italia donde están fracasando estrepitosamente. Usted no le dice a la gente que estamos metidos en una III Guerra Mundial cuyas armas no son de fuego, sino que tienen a forma de experimentos socio-económicos, donde los tanques son agencias de calificación de la deuda, donde los países utilizan a los ciudadanos para intereses ajenos a estos, y donde, al final, la gente está muriendo y sufriendo, como en cualquier guerra. Usted nos dice que es bueno meter a cuarenta alumnos por clase, que es bueno que haya menos profesores, menos médicos, menos atención sanitaria, y a veces pienso que simplemente usted es gilipollas, que no puede ser que actúe con maldad. Y créame, lo sigo pensando. Los malos seguramente son otros, usted no tiene la inteligencia suficiente para darse cuenta de todo eso. Sí la tiene, en cambio, para saber que todo esto puede traer revueltas sociales, agitación en la calle. Por eso va a aprobar una medida por la cual será terrorismo y condena criminal resistirse a la voluntad del Gobierno expresada en sus brazos de coerción, es decir, al policía. Como yo le estoy diciendo esto, seguramente me acusará de terrorismo por incitar a la gente a decirle a usted las verdades a la cara.

  Señor Presidente, usted no quiere decirlo porque la Führer Merkel le amenaza desde el IV Reich que se ha instalado. No es una exageración, oiga, que lo dice hasta el Financial Times que como todo el mundo sabe es muy de izquierdas sin duda. Estamos metidos en mitad de una III Guerra Mundial, vuelvo a repetírselo, y no es una idea únicamente mía, sino de gente de esa que ha estudiado, tiene doctorados, ha dado clase en varias universidades, ha viajado por el mundo, ha leído mucho, mucho, habla varios idiomas, ha vivido diferentes procesos de crisis y recuperación, y a algunos también les gustan los deportes. Pero también ven que ustedes nos metieron una primera fase de Movimientos Financieros que ahogaron nuestra economía y ahora nos meten en una fase de Posiciones para hundirnos en el shock, en el miedo, en la angustia.

  Solo le deseo que si algún día la sociedad se rebela, salimos a la calle, tomamos los poderes públicos, proclamamos una Asamblea Constituyente, convocamos un referéndum sobre la forma de Estado, disolvemos los partidos actuales y los obligamos a refundarse en partidos que atiendan a las ideologías políticas y no a las económicas, establecemos un sistema de elecciones realmente democráticas, nos salimos de la moneda alemana (llamada también euro) y establecemos pactos bilaterales con los países importantes, invertimos en educación e investigación. Si todo eso pasa y empieza con una mecha que la sociedad enciende. Si pasa y asaltamos su palacete en la Moncloa , ojalá usted esté ya camino del exilio en Berlín.
 

O lo va a pasar mal. Muy mal.

martes, 5 de junio de 2012

ENTREVISTA AL PSICÓLOGO ROSENDO RODRIGUEZ


Entrevista realizada por Katerin Andrea Ospina, estudiante de psicología de la Universidad Antonio Nariño, el 30 de mayo de 2012. 
 
Ocupación y tiempo que lleva en el cargo: Docente en educación superior, psicólogo en el área clínica y educativa, psicoterapeuta.

1.    ¿A qué enfoque de la psicología pertenece? 

Soy un historiador de la psicología, sin asumir alguna escuela en particular, especialmente en los últimos años. Esto me ha servido para pensar sobre diferentes teorías y modelos, y orientar mi práctica a partir de mi propio desarrollo. Tengo el grado de psicólogo emitido por una universidad colombiana, y trabajo según el análisis de la práctica, lo cual desemboca en la ética. Anteriormente he pasado por experiencias del humanismo y el psicoanálisis, y en algún momento pensé que sería psicoanalista. En la actualidad no puedo asumir más que soy un historiador de la disciplina, tal vez en búsqueda de su propio ser.

2.    ¿Qué lo llevó a escoger dicho enfoque? 

El recorrido por la psicología, es lo que ha marcado mis diferentes experiencias. Asumida la mayor parte del tiempo de modo religioso, en distintos momentos pensé que había encontrado la verdad en algún modelo. Ahora veo que se trata de lógica, finalmente, y en consecuencia, lo que se tiene es, primero, un lugar de la verdad, y en el mismo, unas premisas estructuradas como silogismos, que finalmente desembocan en demostraciones aristotélicas. En otros casos, pero de la mano de la filosofía, los soportes de estas premisas son quaestio facti, lo que termina de conformar las ilusiones de una disciplina cuyos objetos y métodos son diversos. Me entristecen algunos modos de pensar la psicología, como aquellos que se convierten en la realización de la techné siguiendo el control como el entendido de lo que debe ser. Otros, en las antípodas, buscan liberaciones equivalentes en ilusiones, siendo los segundos quizá mortíferos en mayor grado que los primeros. Otros, finalmente, se acercan a lo que podría constituir, al menos, inquietantes campos de interrogación frente a los efectos de la cotidianidad del ser y una contraparte en el existir. La psicología tal vez no tiene respuestas adecuadas, pero quizá tenga buenas preguntas, en algunos casos. 

3.    ¿Cuál cree que es su función como psicólogo  dentro de este campo de acción?

La teorización, entendida como meditación en relación con un objeto -con los objetos de la cotidianidad, que lo enmascaran-. Esto solamente, por ahora, entendido en el sentido de la necesidad de colocar, en el lugar del vacío, unas palabras. Es decir, como ser hablante, quizá subsidiario de lo escrito, no puedo dejar de lado -insisto- de momento, la simbolización. Mis esfuerzos, sin embargo, no irán más allá de este ejercicio, pues de cada uno es responsabilidad el modo como deriva su experiencia de simbolización del objeto. Allí, me muevo en los términos de lo que puede haber de universal en la experiencia del ser, y es en ese punto donde creo se debe decantar la experiencia de cada uno, y quizá, yendo más allá de ese “uno”, a lo representado que en el fondo no tiene representación. 

4.    ¿Cuál es su opinión acerca de la formación que están recibiendo de parte de las universidades los futuros profesionales del área de la psicología?

Mi opinión, o doxa, no es importante, en tanto que no alcanza la ortodoxia. Con esta advertencia, voy a la formación. Se trata de una paradoja, pues la psicología solamente, a mi juicio, empieza en su práctica, cuando se ha recibido una “formación”. Este paso ineludible para alcanzar algo del orden de la psicología, es solamente la recepción de los modelos -un paradigma es un ejemplo- que se inscriben en el ser del estudiante, pero frente a los cuales el mismo está obligado a crear algo como una estructura lógica susceptible de plantearle preguntas y caminos, ordenamientos lógicos frente a su experiencia de la realidad, diferentes a los de su vida cotidiana, que no es más que un efecto de su historia anterior. El elemento profesional, es intensamente problemático, y requiere también un análisis: se trata de lo que se entiende por “profesionalismo”, que, en suma, puede reducirse a cuanto mandato sobre la práctica en intercambio con un cliente emerge ante las complicaciones de la misma. El profesional es el que ejerce la “psicología” dentro de un rol institucional y social, que terminan por fundarlo -sin consciencia plena, de modo habitual- como funcionario y administrador de su creencia (con respecto a la psicología), y para colmo perorando sobre su claridad ética. En este terreno se aprecia muy claramente que la psicología anda muerta, en tanto que se dedica a perfeccionarse como producto de consumo, siendo el psicólogo, en el fondo, una mercancía más dentro del sistema del Capital, religión de fondo susceptible de capturar cualquier otra religión, pues éste dios de la posmodernidad puede adquirirlo, tanto como quien tiene dinero puede comprar psicología. Cerrando, el futuro de los “psicólogos”, desde mi perspectiva, es el de los demás profesionales, si ese es el camino que eligen: las ventas. Otro es el destino de los pensadores, más próximos al sufrimiento que al bienestar de los profesionales. Y no porque estos últimos no piensen, sino que su pensamiento está atrapado en sus necesidades maslowianas. Aquellos que plantean un terreno de la psicología en el plano de los efectos del lenguaje, y los problemas del surgimiento del lenguaje y la fundación del sujeto y la subjetividad, están en otro lugar. Las Universidades deben, idealmente, ser habitadas por el discurso de las psicologías, pero además, deben ser habitadas una vez más por los estudiantes de la psicología. Estos no tienen nada qué ver con los profesionales, pues el profesional es un alienado por una causa ya definida, que evita los peligros del cuestionamiento de sus modelos. El drama universitario es el de la experiencia de los mercenarios de la psicología.  

5.    ¿Cree usted que existen los suficientes y eficaces,  medios de control y supervisión para la inspección de las funciones de los psicólogos, específicamente dentro de su campo de acción?

Esta pregunta es anti-psicológica. Es evidentemente, propia de un funcionario. Aquí hay un administrador de la educación, que pide productos. Puede verse el efecto de las Normas ICONTEC, y de las políticas de la educación, que son políticas institucionales. Los términos, los reenmarco, que aparecen ya como holofrases o términos holofrásticos donde la psicología es un apéndice de la administración, son: suficiencia, eficacia, mediosdecontrol (pegado), supervisión, funcionesdelospsicólogos. ¿No debería ser claro que el campo de acción de la psicología, debería ser cuestión de psicólogos? El administrador, no por serlo, es enemigo de la psicología. Su hacer es solamente el de quien está encargado de administrarla, como bien o servicio. En ese sentido, sostiene la orquesta de las normas de calidad. Es interesante ver que la Universidad, no solamente la privada, sino la pública, son empresas. Como tales, obedecen a la lógica que deviene dialécticamente de la relación entre el capital  y su discurso (el del capital, por supuesto). El psicólogo, por lo regular, se encuentra decepcionado -este es mi prejuicio, derivado de años de experiencias- de su arte / ciencia / religión, frente al administrador, que es su Amo, y por consiguiente, su objeto de Amor. Hay una transacción entre uno y otro, y un pacto con respecto a lo que tiene que ver con los productos del psicólogo, el cual es un esclavo de la administración de su producto. En ese sentido, las condiciones laborales en la Universidad, y la producción del psicólogo, dejan de lado, por ejemplo, la investigación. Puede decirse que no hay investigación que no esté ligada a la administración educativa, pues se torna en un asunto de presupuesto. Del mismo modo, hay que pagar para ir a clase, y también, el psicólogo que está en la docencia necesita vivir de su práctica. ¿Puede hablar, realmente, en estas condiciones? La consecuencia que veo, además, se puede extraer de la pregunta, es que el psicólogo es ya un significante del control, que es lo mismo que decir, que no es otra cosa que un controlador. A veces, en este último ejercicio, el sacrificio implicado es el de la psicología misma.

6.    ¿En alguna ocasión ha visto afectada su ética profesional, por alguna orden que haya tenido que cumplir de parte de algún jefe? Si la respuesta es positiva explique el motivo por el cual sintió afectada su ética profesional?

La respuesta a esta pregunta, se articula con la pregunta anterior (ver ítem 4) que tiene que ver con el profesionalismo. El ejercicio de la psicología, de parte de un psicólogo, si se ejecuta con rigor, viola algunos de los principios de la ética profesional. La ética de la psicología, si es que tal cosa existe, remite al pensador a las éticas de la psicología, en tanto que existen diferentes corrientes de pensamiento consideradas paradigmáticas, es decir, fundamentadas en principios que se precian de ser universales. Es interesante ver que las universalidades chocan, en el acuerdo imposible, que sin embargo, algunos toman -los autores del código deontológico de cualquier país- asumiendo el saber absoluto en lo referente a la psicología, para establecer los referentes legales. Esto, en principio, implica por supuesto que el autor de la psicología se ubica dentro de la ley. Su saber es instituyente en tanto que es legal, o está legitimado, y sirve para legitimar...su pensamiento. La antigua religión, al menos en su espíritu, no solamente la católica (vg., la Diosa Que Come Suciedad, de los azteca), guardaba el secreto de confesión, creando un lugar donde la palabra pronunciada dejaba incólume la integridad social del penitente, el cual además era bien visto por su contricción. Por defecto, en la actualidad el que tiene psicólogo, tiene problemas, no solo de orden mental. Así que por otra parte, el propio ejercicio de la psicología regularmente es una infracción al espíritu de la misma, pero no en tanto que profesión, sino en tanto que ética y política articuladas desde el saber.

7.    ¿En alguna ocasión se ha visto confundido o sin saber cómo actuar frente algún caso en especial, por las consecuencias que puedan traer su decisión referente al secreto profesional? 

He tenido muchos errores y algunos aciertos. Por ejemplo, frente al derecho del niño de salvaguardar su secreto. El niño es hijo de alguien, que paga la consulta, y que se considera su dueño, más que su tutor o representante legal. Quizá por esto mismo, por la consideración del padre y también, en la línea de responsabilidades, del pariente y el educador, incluyendo al psicólogo, se fracturan radicalmente los límites del secreto profesional. Quiero dejar sentado que se puede mantener el secreto, pero no si se es profesional. Pero, por otra parte, allí surgen problemas de reconocimiento de la realidad del niño, por ejemplo. Se estima que no tiene, por definición, autodeterminación, y que en el terreno familiar, en último término, es objeto de cuidado al cual hay que respetarle sus derechos. Las paradojas son evidentes. Lo que no se pregunta el psicólogo, especialmente el profesional, es por el espíritu de la Ley. Su proceder será tendiente a obedecerla, al margen de las consecuencias que esto implica. De allí su sometimiento a los protocolos y a los métodos estandarizados, cuya pretensión de verdad es religiosa, por defecto del espíritu científico, que lejos del modo empírico-analítico, es finalmente conocer

8.    En su opinión ¿cree que es competencia del psicólogo recomendar o no a un ex - empleado de dicha empresa para laborar en otra entidad, si este tuvo inconvenientes que impidieron el buen funcionamiento de su antigua empresa?

Bueno, esta pregunta me causa risa, y lo digo para no falsear el respeto. Una vez más, se trata aquí del lenguaje que media las relaciones entre el empleador y el empleado. Por lo general, cuando hablo con algún colega, sobre todo si es nobel, veo que se conduce dirigiendo sus esfuerzos a sostener angustiosamente su posición sobre la base del hallazgo de la Verdad. Esta verdad es en realidad, la verdad del sujeto. Esto es, la que emerge de sus experiencias mortíferas con el otro. Por este camino, la producción en el sistema es la de la cobardía. Y la competencia, y su sistema de evaluación, surge de allí, de esa cobardía. Por supuesto, un contrato laboral implica la sinceridad de las partes, en cuanto a lo que se está dispuesto a hacer. Si entra en el planteamiento de la institución, por ética profesional está obligado a cumplir con su promesa. Ya vimos anteriormente algunas implicaciones de ser profesional. La conclusión inevitable aquí es que la psicología es imposible en los campos en que se practica, bajo la lógica de la mercancía, y solo es posible como reducción a tal condición. Quien hace la reducción, es el profesional. Como se observa, este ya no puede considerarse, estrictamente, como psicólogo. 

9.    Los psicólogos del área educativa, pueden llegar a tener una gran influencia en los hábitos de pensamiento, sentimiento y conducta en los estudiantes, ¿Qué opinión tiene acerca de los psicólogos que ejerzan estas costumbres?

La consuetudo es solamente una solución de cada uno, no necesariamente derivada de la reflexión teórica y epistemológica sobre su saber. No sé hasta donde lo que se afirma en esta pregunta sea posible, siempre que cada vez encuentro más “estudiantes” cuyo ser en el mundo es el que se localiza en la internet. Es decir, si no están en el chat, durante el desarrollo de una sesión de clase o tutoría, están en algún lugar de la red, por ejemplo, en el face o en el twitter. En ocasiones, predomina la relación de odio-rechazo, en alguno de los términos docente-estudiante, y en otros, el psicólogos, cuyo estatuto es el mismo de los docentes en las instituciones educativas, al menos en el imaginario, ama demasiado a sus estudiantes. El psicólogo, en lo imaginario, sin dejar de lado que tiene mucho que ver con lo real, es visto ya tradicionalmente como un denunciante. En instituciones de LIbertad Asistida, al menos hace algunos años, formaba parte del Equipo Técnico, que recomendaba al Juez de Menores la medida jurídica a proceder. ¿Qué más se puede decir del llamado psicólogo en estos entornos sociales, que su afirmación de la negación del ser de la psicología, el cual, en todo caso, es desconocido? Diría pues, que la consuetudo del psicólogo es negar su saber, en beneficio de su profesión.

10. ¿cree que la responsabilidad y los deberes  del psicólogo, como profesional, deben limitarse a las actuaciones internas de la institución a   la que pertenezca?

Tal vez es tiempo de proponer que el psicólogo parta de la lectura de la historia, la sociedad y la cultura, de las cuales forma parte una institución. También, preocuparse por la defición de este término, que regularmente remite a un conjunto de prácticas y técnicas adscritas a alguna forma de administración de los saberes. De allí que sería posible que modificara su condición de esclavo de lo instituido, a pensador de la vida, pues lo que no creo que le esté dado sea la dedicación a los mismos goces de los demás, los cuales vienen con factura. Está obligado por su recorrido a proponer algo distinto de aquello que considera su formación, pues esta solamente le provee la forma originaria que se ha de modificar al martillo del pensamiento, pero el pensamiento mismo ha de ser liberado de sus ataduras simbólicas. Que la palabra se estructure a partir del pensamiento quiere decir que no es el último término al cual se debe someter el psicólogo. Es también el problema de sus efectos en lo imaginario y lo real, términos de la matemática que forzosamente han de ser tenidos en cuenta en la psicología. Tal vez sí sea necesario reconocer un deber y una responsabilidad del psicólogo, pero no centrados en su contrato laboral, lo cual forma parte de su esfera social, y de lo que ya se ha planteado discusión a lo largo de esta entrevista. Este deber, está centrado en un mandato kantiano: “Debes saber más de psicología”, el cual, sin duda, es un imperativo superyoico (¿ético?), que tiene sus nexos con la responsabilidad, cifrada en otro imperativo superyoico: “a cualquier precio”.

No en vano alguien sostiene el carácter capitalista de la pulsión. El análisis nos indica que el deber ser plantea tales problemas, que el imperativo de saber a cualquier precio indica que la responsabilidad de saber a cualquier precio también se cifra en el verdadero imperativo actual, que sería tendiente a no violar el código de comercio. Por supuesto, hay otros códigos, que por ser considerados menos importantes, son por supuesto, subsidiarios de éste último. Entre ellos, entre los muchos otros del concierto de los saberes, está el de la psicología.

No obstante, sería problemático que el código de la verdad fuera el de éste saber psicológico. Entre otras cosas, porque su efecto es el de la actualidad, cuando así es asumido. Uno de sus productos, es un ser enfermo de conciencias, al viejo estilo hegeliano.


Mayo, 2012.

jueves, 3 de mayo de 2012

EL VALOR DE LA VIDA- SIGMUND FREUD (ENTREVISTA)

Esta entrevista fue concedida al periodista George Sylvester Viereck en 1926 en la casa de Sigmund Freud en los alpes suizos. Se creía perdida pero en realidad se encontró que había sido publicada en el volumen de 'Psychoanalysis and the Fut', en New York en 1957. Fue traducida del ingles al portugués por Paulo César Souza y al castellano por Miguel Angel Arce.

Sigmund Freud: Setenta años me enseñaron a aceptar la vida con serena humildad.

Quien habla es el profesor Sigmund Freud, el gran explorador del alma. El escenario de nuestra conversación fue en su casa de verano en Semmering, una montaña de los Alpes austríacos. Yo había visto al creador del psicoanálisis por última vez en su modesta casa de la capital austríaca. Los pocos años transcurridos entre mi última visita y la actual, multiplicaron las arrugas de su frente. Intensificaron la palidez de sabio. Su rostro estaba tenso, como si sintiese dolor. Su mente estaba alerta, su espíritu firme, su cortesía impecable como siempre, pero un ligero impedimento en su habla me perturbó. Parece que un tumor maligno en el maxilar superior tuvo que ser operado. Desde entonces Freud usa una prótesis, lo cual es una constante irritación para él.

Sigmund Freud: Detesto mi maxilar mecánico, porque la lucha con este aparato me consume mucha energía preciosa. Pero prefiero esto a no tener ningún maxilar. Aún así prefiero la existencia a la extinción. Tal vez los dioses sean gentiles con nosotros, tornándonos la vida más desagradable a medida que envejecemos. Por fin, la muerte nos parece menos intolerable que los fardos que cargamos. 

(Freud se rehúsa a admitir que el destino le reserva algo especial).

Sigmund Freud: ¿Por qué (dice calmamente) debería yo esperar un tratamiento especial? La vejez, con sus arrugas, llega para todos. Yo no me revelo contra el orden universal. Finalmente, después de setenta años, tuve lo bastante para comer. Aprecié muchas cosas -en compañía de mi mujer, mis hijos- el calor del sol. Observé las plantas que crecen en primavera. De vez en cuando tuve una mano amiga para apretar. En otra ocasión encontré un ser humano que casi me comprendió. ¿Qué más puedo querer?

George Sylvester Viereck: El señor tiene una fama. Su obra prima influye en la literatura de cada país. Los hombres miran la vida y a sí mismos con otros ojos, por causa de este señor. Recientemente, en el septuagésimo aniversario, el mundo se unió para homenajearlo, con excepción de su propia universidad.

Sigmund Freud: Si la Universidad de Viena me demostrase reconocimiento, me sentiría incómodo. No hay razón en aceptarme a mí o a mi obra porque tengo setenta años. Yo no atribuyo importancia insensata a los decimales. La fama llega cuando morimos y, francamente, lo que ven después no me interesa. No aspiro a la gloria póstuma. Mi virtud no es la modestia.

George Sylvester Viereck: ¿No significa nada el hecho de que su nombre va a perdurar?

Sigmund Freud: Absolutamente nada, es lo mismo que perdure o que nada sea cierto. Estoy más bien
preocupado por el destino de mis hijos. Espero que sus vidas no sean difíciles. No puedo ayudarlos mucho. La guerra prácticamente liquidó mis posesiones, lo que había adquirido durante mi vida. Pero me puedo dar por satisfecho. El trabajo es mi fortuna.

(Estábamos subiendo y descendiendo una pequeña elevación de tierra en el jardín de su casa. Freud acarició tiernamente un arbusto que florecía).

Sigmund Freud: Estoy mucho más interesado en este capullo de lo que me pueda acontecer después de estar muerto.

George Sylvester Viereck: ¿Entonces, el señor es, al final, un profundo pesimista?

Sigmund Freud: No, no lo soy. No permito que ninguna reflexión filosófica complique mi fluidez con las cosas simples de la vida.

George Sylvester Viereck: ¿Usted cree en la persistencia de la personalidad después de la muerte, de la forma que sea?

Sigmund Freud: No pienso en eso. Todo lo que vive perece. ¿Por qué deberia el hombre constituir una excepción?

George Sylvester Viereck: ¿Le gustaría retornar en alguna forma, ser rescatado del polvo? ¿Usted no tiene, en otras palabras, deseo de inmortalidad?

Sigmund Freud: Sinceramente no. Si la gente reconoce los motivos egoístas detrás de la conducta humana, no tengo el más mínimo deseo de retornar a la vida; moviéndose en un círculo, sería siempre la misma. Más allá de eso, si el eterno retorno de las cosas, para usar la expresión de Nietzsche, nos dotase nuevamente de nuestra carnalidad y lo que involucra, ¿para qué serviría sin memoria? No habría vínculo entre el pasado y el futuro. Por lo que me toca, estoy perfectamente satisfecho en saber que el eterno aborrecimiento de vivir finalmente pasará. Nuestra vida es necesariamente una serie de compromisos, una lucha interminable entre el ego y u ambiente. El deseo de prolongar la vida excesivamente me parece absurdo.

George Sylvester Viereck: Bernard Shaw sustenta que vivimos muy poco. El encuentra que el hombre puede prolongar la vida si asi lo desea, llevando su voluntad a actuar sobre las fuerzas de la evolución. El cree que la humanidad puede recuperar la longevidad de los patriarcas.

Sigmund Freud: Es posible que la muerte en sí no sea una necesidad biológica. Tal vez morimos porque deseamos morir. Asi como el amor o el odio por una persona viven en nuestro pecho al mismo tiempo, asi también toda la vida conjuga el deseo de la propia destrucción. Del mismo modo como un pequeño elástico tiende a asumir la forma original, así también toda materia viva, conciente o inconcientemente, busca readquirir la completa, la absoluta inercia de la existencia inorgánica. El impulso de vida o el impulso de muerte habitan lado a lado dentro de nosotros. La muerte es la compañera del Amor. Ellos juntos rigen el mundo. Esto es lo que dice mi libro: 'Más allá del principio del placer' En el comienzo del psicoanálisis se suponía que el Amor tenía toda la importancia. Ahora sabemos que la Muerte es igualmente importante. Biológicamente, todo ser vivo, no importa cuán intensamente la vida arda dentro de él, ansía el Nirvana, la cesación de la 'fiebre llamada vivir'. El deseo puede ser encubierto por disgresiones, no obstante, el objetivo último de la vida es la propia extinción.

George Sylvester Viereck: Esto es la filosofía de la autodestrucción. Ella justifica el autoexterminio. Llevaría lógicamente al suicidio universal imaginado por Eduard Von Hartmann.

Sigmund Freud: La humanidad no escoge el suicidio porque la ley de su ser desaprueba la via directa para su fin. La vida tiene que completar su ciclo de existencia. En todo ser normal, la pulsión de vida es fuerte, lo bastante para contrabalancear la pulsión de muerte, pero en el final, ésta resulta más fuerte. Podemos entretenernos con la fantasía de que la muerte nos llega por nuestra propia voluntad. Sería más posible que no pudiéramos vencer a la muerte porque en realidad ella es un aliado dentro de nosotros. En este sentido, (añadió Freud con una sonrisa), puede ser justificado decir que toda muerte es un suicidio disfrazado.

(Estaba haciendo frío en el jardín. Continuamos la conversación en el gabinete. Vi una pila de manuscritos sobre la mesa, con la caligrafía clara de Freud).

George Sylvester Viereck: ¿En qué está trabajando el señor Freud?

Sigmund Freud: Estoy escribiendo una defensa del análisis lego, del psicoanálisis practicado por los legos. Los doctores quieren establecer al análisis como ilegal para los no-médicos. La historia, esa vieja plagiadora, se repite después de cada descubrimiento. Los doctores combaten cada nueva verdad en el comienzo. Después procuran monopolizarla.

George Sylvester Viereck: ¿Usted tuvo mucho apoyo de los legos?

Sigmund Freud: Algunos de mis mejores discípulos son legos.

George Sylvester Viereck: ¿El Señor Freud está practicando mucho psicoanálisis?

Sigmund Freud: Ciertamente. En este momento estoy trabajando en un caso muy difícil, intentando desatar conflictos psíquicos de un interesante paciente nuevo. Mi hija también es psicoanalista como usted puede ver....

(En ese momento apareció Miss Anna Freud, acompañada por su paciente, un muchacho de once años de facciones inconfundiblemente anglosajonas).

George Sylvester Viereck: ¿Usted ya se analizó a sí mismo?

Sigmund Freud: Ciertamente. El psicoanalista debe constantemente analizarse a sí mismo. Analizándonos a nosotros mismos, estamos más capacitados para analizar a otros. El psicoanalista es como un chivo expiatorio de los hebreos, los otros descargan sus pecados sobre él. El debe practicar su arte a la perfección para liberarse de los fardos cargados sobre él.

George Sylvester Viereck: Mi impresión es de que el psicoanálisis despierta en todos los que lo practican el espíritu de la caridad cristiana. Nada existe en la vida humana que el psicoanálisis no nos pueda hacer comprender. 'Tout comprendre c'est tou pardonner'.

Sigmund Freud: Por el contrario, (acusó Freud sus facciones asumiendo la severidad de un profeta hebreo), comprender todo no es perdonar todo. El análisis nos enseña apenas lo que podemos soportar, pero también lo que podemos evitar. El análisis nos dice lo que debe ser eliminado. La tolerancia con el mal no es de manera alguna corolario del conocimiento.

(Comprendí súbitamente por qué Freud había litigado con sus seguidores que lo habían abandonado, porque él no perdona disentir del recto camino de la ortodoxia psicoanalítica. Su sentido de lo que es recto es herencia de sus ancestros. Una herencia de la que él se enorgullece como se enorgullece de su raza).

Sigmund Freud: Mi lengua es el alemán. Mi cultura, mi realización es alemana. Yo me considero un intelectual alemán, hasta que percibí el crecimiento del preconcepto anti-semita en Alemania y en Austria. Desde entonces prefiero considerarme judío.

(Quedé algo desconcertado con esta observación. Me parecía que el espíritu de Freud debería vivir en las alturas más allá de cualquier preconcepto de razas, que él debería ser inmune a cualquier rencor personal. En tanto no precisamente a su indignación, a su honesta ira, se volvía más atrayente como ser humano. ¡Aquiles sería intolerable si no fuese por su talón!)

George Sylvester Viereck: Me pone contento, Herr Profesor, de que también el señor tenga sus complejos, de que también el señor Freud demuestre que es un mortal!

Sigmund Freud: Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza.

George Sylvester Viereck: Imagino, observo, ¡cuáles serían mis complejos!

Sigmund Freud: Un análisis serio dura más o menos un año. Puede durar igualmente dos o tres años. Usted está dedicando muchos años de su vida a la 'caza de los leones'. Usted procuró siempre a las personas destacadas de su generación: Roosevelt, El Emperador, Hindenburgh, Briand, Foch, Joffre, Georg Bernard Shaw....

George Sylvester Viereck: Es parte de mi trabajo.

Sigmund Freud: Pero también es su preferencia. El gran hombre es un símbolo. Su búsqueda es la búsqueda de su corazón. Usted también está procurando al gran hombre para tomar el lugar de su padre. Es parte del complejo del padre.

(Negué vehementemente la afirmación de Freud. Mientras tanto, reflexionando sobre eso, me parece que puede haber una verdad, no sospechada por mí, en su sugestión casual. Puede ser lo mismo que el impulso que me llevó a él).

George Sylvester Viereck: Me gustaría, observé después de un momento, poder quedarme aquí lo bastante para vislumbrar mi corazón a través de sus ojos. ¡Tal vez, como la Medusa, yo muriese de pavor al ver mi propia imagen! Aún cuando no confío en estar muy informado sobre psicoanálisis, frecuentemente anticiparía o tentaría anticipar sus intenciones.

Sigmund Freud: La inteligencia en un paciente no es un impedimento. Por el contrario, muchas veces facilita el trabajo.

(En este punto el maestro del psicoanálisis difiere bastante de sus seguidores, que no gustan mucho de la seguridad del paciente que tienen bajo su supervisión).

George Sylvester Viereck: A veces imagino si no seríamos más felices si supiésemos menos de los procesos que dan forma a nuestros pensamientos y emociones. El psicoanálisis le roba a la vida su último encanto, al relacionar cada sentimiento a su original grupo de complejos. No nos volvemos más alegres descubriendo que todos abrigamos al criminal o al animal.

Sigmund Freud: ¿Qué objeción puede haber contra los animales? Yo prefiero la compañía de los animales a la compañía humana.

George Sylvester Viereck: ¿Por qué?

Sigmund Freud: Porque son más simples. No sufren de una personalidad dividida, de la desintegración del ego, que resulta de la tentativa del hombre de adaptarse a los patrones de civilización demasiado elevados para su mecanismo intelectual y psíquico. El salvaje, como el animal es cruel, pero no tiene la maldad del hombre civilizado. La maldad es la venganza del hombre contra la sociedad, por las restricciones que ella impone. Las más desagradables características del hombre son generadas por ese ajuste precario a una civilización complicada. Es el resultado del conflicto entre nuestros instintos y nuestra cultura. Mucho más desagradables que las emociones simples y directas de un perro, al mover su cola, o al ladrar expresando su displacer. Las emociones del perro, (añadió Freud pensativamente), nos recuerdan a los héroes de la antigüedad. Tal vez sea esa la razón por la que inconcientemente damos a nuestros perros nombres de héroes como Aquiles o Héctor.

George Sylvester Viereck: Mi cachorro es un doberman Pinscher llamado Ájax.

Sigmund Freud: (sonriendo) Me contenta saber que no pueda leer. ¡El sería ciertamente, el miembro menos querido de la casa, si pudiese ladrar sus opiniones sobre los traumas psíquicos y el complejo de Edipo!

George Sylvester Viereck: Aún usted, profesor, sueña la existencia compleja por demás. En tanto me parece que el señor sea en parte responsable por las complejidades de la civilización moderna. Antes que usted inventase el psicoanálisis, no sabíamos que nuestra personalidad es dominada por una hueste beligerante de complejos cuestionables. El psicoanálisis vuelve a la vida como un rompecabezas complicado.

Sigmund Freud: De ninguna manera. El psicoanálisis vuelve a la vida más simple. Adquirimos una nueva síntesis después del análisis. El psicoanálisis reordena el enmarañado de impulsos dispersos, procura enrollarlos en torno a su carretel. O, modificando la metáfora, el psicoanálisis suministra el hilo que conduce a la persona fuera del laberinto de su propio inconsciente.

George Sylvester Viereck: Al menos en la superficie, pues la vida humana nunca fue mas compleja. Cada día una nueva idea propuesta por usted o por sus discípulos, vuelven un problema de la conducta humana más intrigante y más contradictorio.

Sigmund Freud: El psicoanálisis por lo menos, jamás cierra la puerta a una nueva verdad.

George Sylvester Viereck: Algunos de sus discípulos, más ortodoxos que usted, se apegan a cada pronunciamiento que sale de su boca.

Sigmund Freud: La vida cambia. El psicoanálisis también cambia. Estamos apenas en el comienzo de una nueva ciencia.

George Sylvester Viereck: La estructura científica que usted levanta me parece ser mucho más elaborada. Sus fundamentos -la teoría del 'desplazamiento', de la 'sexualidad infantil', de los 'simbolismos de los sueños', etc.- parecen permanentes.

Sigmund Freud: Yo repito, pues, que estamos apenas en el inicio. Yo apenas soy un iniciador. Conseguí desenterrar monumentos enterrados en los sustratos de la mente. Pero allí donde yo descubrí algunos templos, otros podrán descubrir continentes.

George Sylvester Viereck: ¿Usted siempre pone el énfasis sobre todo en el sexo?

Sigmund Freud: Respondo con las palabras de su propio poeta, Walt Whitman: 'Más todo faltaría si faltase el sexo' (Yet all were lacking, if sex were lacking). Mientras tanto, ya le expliqué que ahora pongo el énfasis casi igual en aquello que está 'más allá' del placer -la muerte, la negociación de la vida. Este deseo explica por qué algunos hombres aman al dolor -como un paso para el aniquilamiento! Explica por qué los poetas agradecen a:

Whatever gods there be,
That no life lives forever
And even the weariest river
Wind somewhere safe to sea.

'Cualesquiera dioses que existan
Que la vida ninguna viva para siempre
Que los muertos jamás se levanten
Y también el río más cansado
Desagüe tranquilo en el mar'

George Sylvester Viereck: Shaw, como usted, no desea vivir para siempre, pero a diferencia de usted, él considera al sexo carente de interés.

Sigmund Freud: (Sonriendo), Shaw no comprende al sexo. El no tiene ni la más remota concepción del amor. No hay un verdadero caso amoroso en ninguna de sus piezas. El hace humoradas del amor de Julio César -tal vez la mayor pasión de la historia. Deliberadamente, tal vez maliciosamente, él despoja a Cleopatra de toda grandeza, relegándola a una simple e insignificante muchacha. La razón para la extraña actitud de Shaw frente al amor, por su negación del movil de todas las cosas humanas, que emanan de sus piezas el clamor universal, a pesar de su enorme alcance intelectual, es inherente a su psicología. En uno de sus prefacios, él mismo enfatiza el rasgo ascético de su temperamento. Yo puedo estar errado en muchas cosas, pero estoy seguro de que no erré al enfatizar la importancia del instinto sexual. Por ser tan fuerte, choca siempre con las convenciones y salvaguardas de la civilización. La humanidad, en una especie de autodefensa procura su propia importancia. Si usted raspa a un ruso, dice el proverbio, aparece el tártaro bajo la piel. Analice cualquier emoción humana, no importa cuán distante esté de la esfera de la sexualidad, y usted encontrará ese impulso primordial al cual la propia vida debe su perpetuidad.

George Sylvester Viereck: Usted, sin duda, fue bien seguido al transmitir ese punto de vista a los escritores modernos. El psicoanálisis dió nuevas intensidades a la literatura.

Sigmund Freud: También recibí mucho de la literatura y la filosofía. Nietzche fue uno de los primeros psicoanalistas. Es sorprendente ver hasta qué punto su intuición preanuncia las novedades descubiertas. Ninguno se percató más profundamente de los motivos duales de la conducta humana, y de la insistencia del principio del placer en predominar indefinidamente que él. El Zaratustra dice: 'El dolor grita: ¡Va! Pero el placer quiere eternidad Pura, profundamente eternidad'. El psicoanálisis puede ser menos discutido en Austria y en Alemania que en los Estados Unidos, su influencia en la literatura es inmensa por lo tanto. Thomas Mann y Hugo Von Hofmannsthak mucho nos deben a nosotros. Schnitzler recorre un sendero que es, en gran medida, paralela a mi propio desarrollo. El expresa poéticamente lo que yo intento comunicar científicamente. Pero el Dr. Schnitzler no es ni siquiera un poeta, es también un científico.

George Sylvester Viereck: Usted no sólo es un científico, también es un poeta. La literatura americana está impregnada de psicoanálisis. Hupert Hughes, Harvrey O'Higgins y otros, son sus intérpretes. Es casi imposible abrir una nueva novela sin encontrar alguna referencia al psicoanálisis. Entre los dramaturgos Eugene O'Neill y Sydney Howard tienen una gran deuda con usted. 'The Silver Cord' por ejemplo, es simplemente una dramatización del complejo de Edipo.

Sigmund Freud: Yo sé y entiendo el cumplido que hay en esa afirmación. Pero, tengo cierta desconfianza de mi popularidad en los Estados Unidos. El interés americano por el psicoanálisis no se profundiza. La popularización lo lleva a la aceptación sin que se lo estudie seriamente. Las personas apenas repiten las frases que aprenden en el teatro o en las revistas. Creen comprender algo del psicoanálisis porque juegan con su argot. Yo prefiero la ocupación intensa con el psicoanálisis, tal como ocurre en los centros europeos, aunque Estados Unidos fue el primer país en reconocerme oficialmente. La Clark University me concedió un diploma honorario cuando yo siempre fui ignorado en Europa. Mientras tanto, Estados Unidos hace pocas contribuciones originales al psicoanálisis. Los americanos son jugadores inteligentes, raramente pensadores creativos. Los médicos en los Estados Unidos, y ocasionalmente también en Europa, tratan de monopolizar para sí al psicoanálisis. Pero sería un peligro para el psicoanálisis dejarlo exclusivamente en manos de los médicos, pues una formación estrictamente médica es con frecuencia, un impedimento para el psicoanálisis. Es siempre un impedimento cuando ciertas concepciones científicas tradicionales están arraigadas en el cerebro. 

¡Freud tiene que decir la verdad a cualquier precio! El no puede obligarse a sí mismo a agradar a Estados Unidos donde están la mayoría de sus seguidores. A pesar de su rudeza, Freud es la urbanidad en persona. El oye pacientemente cada intervención, procurando nunca intimidar al entrevistador. Raro es el visitante que se aleja de su presencia sin un presente, alguna señal de hospitalidad! Había oscurecido. Era tiempo de tomar el tren de vuelta a la ciudad que una vez cobijara el esplendor imperial de los Habsburgos. Acompañado de su esposa y de su hija, Freud desciende los escalones que lo alejan de su refugio en la montaña a la calle para verme partir. El me pareció cansado y triste al darme el adiós.

'No me haga parecer un pesimista -dice Freud después de un apretón de manos. Yo no tengo desprecio por el mundo. Expresar desdén por el mundo es apenas otra forma de cortejarlo, de ganar audiencia y aplauso. ¡No, yo no soy un pesimista, en tanto tenga a mis hijos, mi mujer y mis flores! No soy infelíz, al menos no más infelíz que otros'.

El silbato de mi tren sonó en la noche. El automóvil me conducía rápidamente para la estación. Apenas logro ver ligeramente curvado y la cabeza grisácea de Sigmund Freud que desaparecen en la distancia....

George Sylvester Viereck. Periodista del 'Journal of Psychology'. Año 1926 publicada en New York en 1957

martes, 17 de abril de 2012

LA DIFICULTAD DE VIVIR - JACQUES LACAN

La dificultad de vivir 

Entrevista publicada por la revista Panorama (Roma) en su número del 21 de diciembre de 1974

Panorama: Prof. Lacan,  se escucha hablar más y más a menudo de la crisis del psicoanálisis: se dice que Sigmund Freud está  superado, la sociedad moderna ha descubierto que su doctrina no alcanza a comprender al hombre ni a interpretar a fondo  su relación con el ambiente, con el mundo... 

Lacan: Son historias. En primer lugar : la crisis, no existe. No está, el psicoanálisis, al contrario,  no ha alcanzado  del todo sus límites. Hay aún muchas cosas para descubrir tanto en la práctica como en la doctrina.  En el psicoanálisis  no hay solución inmediata, sino solamente la larga  y  paciente investigación acerca de los porqués. En segundo lugar: Freud. ¿Cómo se lo puede  juzgar como superado si no lo hemos  comprendido enteramente? Lo que sabemos es  que ha dado a conocer cosas totalmente novedosas que no se habían imaginado antes de él, problemas... del inconsciente hasta la importancia  de la sexualidad, del acceso a lo simbólico al sujetamiento a las leyes del lenguaje.
Su doctrina ha puesto a la verdad en cuestión, un asunto que concierne a cada uno personalmente. Nada que ver con una crisis. Repito: estamos lejos de los objetivos de Freud. Es porque  su nombre ha servido para cubrir muchas cosas que  ha habido desviaciones, los epígonos no han seguido siempre fielmente el modelo, eso ha creado la confusión.
Después de su muerte en 1939, algunos de sus alumnos pretendieron hacer el psicoanálisis de otra manera, reduciendo su enseñanza a algunas  pequeñas fórmulas banales: la técnica como rito, la práctica reducida al tratamiento del comportamiento y, como objetivo, la readaptación del individuo a su entorno social. Es decir, la negación de Freud, un psicoanálisis acomodaticio, de salón.
Él mismo lo había previsto. Decía que hay tres posiciones imposibles de sostener, tres  tareas imposibles: gobernar, educar y psicoanalizar. Hoy día  poco importa quien  tiene las responsabilidades de gobernar y todo el mundo se pretende educador.  En cuanto a los  psicoanalistas,  ¡ay!, por desgracia prosperan como los magos y los curanderos. Proponer ayudar a las personas significa el éxito asegurado y la clientela detrás de la puerta. El psicoanálisis es otra cosa.

Panorama: ¿Qué exactamente? 

Lacan: Lo defino como un síntoma, revelador del malestar de la civilización en la cual vivimos.  No es ciertamente una filosofía, yo aborrezco la filosofía, hace ya tiempo que ella  no dice  nada interesante.  No es tampoco una fe y tampoco  me va  llamarla ciencia. Digamos que es una práctica que se ocupa de  aquello que no anda, terriblemente difícil ya que  pretende introducir en la vida cotidiana al imposible y al imaginario. Hasta ahora, ha obtenido ciertos resultados, pero no dispone aún de reglas y  se presta a toda suerte de equívocos. 

No hay que olvidar que se trata de algo totalmente nuevo, tanto sea  en relación a la medicina, o a la psicología o a las ciencias afines. Es asimismo muy joven. Freud murió apenas hace 35 años. Su primer  libro, “La interpretación de los sueños” fue publicado en 1900 y con muy poco éxito. Creo que  fueron vendidos unos 300 ejemplares en aquellos años. Tenía pocos alumnos que  pasaban por locos y ellos mismos  no estaban de acuerdo acerca de la manera de poner en práctica  y de interpretar aquello que habían adquirido.

Panorama: ¿Qué es lo que no anda en el hombre hoy en día? 

Lacan:  Hay una gran fatiga de vivir como resultado de la carrera  hacia el progreso. Se espera del psicoanálisis que descubra hasta dónde se puede llegar arrastrando esa fatiga, ese malestar de la vida.  

Panorama: ¿Qué es lo que empuja a la gente a analizarse? 

Lacan:  El miedo. Cuando al hombre le llegan las cosas, incluso las cosas que ha querido, que no comprende, tiene miedo. Sufre de no comprender y poco a poco entra en un estado de pánico. Es la neurosis. En la neurosis histérica el cuerpo deviene enfermo del miedo de estar enfermo sin estarlo realmente. En la neurosis obsesiva el miedo pone cosas bizarras en la cabeza ... pensamientos que  no se pueden controlar, fobias en las cuales formas y objetos  adquieren significaciones diversas y espantosas.

Panorama: ¿Por ejemplo? 

Lacan: El neurótico llega a sentirse empujado por una necesidad espantosa de  tener  que verificar docenas de veces  si la canilla  está cerrada de verdad o si tal cosa está  bien en su lugar, sabiendo con certeza que la canilla está como debe estar y que la cosa está en su lugar. No hay pastilla que cure eso. Tú debes  descubrir por qué  eso te llega y saber  lo que eso significa. 

Panorama: ¿Y el tratamiento?

Lacan:  El neurótico es  un enfermo que se trata con la palabra, sobre todo con la suya. Debe hablar, contar, explicar él mismo. Freud lo define así: “asunción de la parte del sujeto de su propia historia, en la medida en que ella está constituida por la palabra dirigida a otro”. El psicoanalista no tiene mas remedio que ser  el rey de la palabra. Freud explicaba que el inconsciente no es tanto profundo  sino más bien que es inaccesible a la profundización  consciente. Y decía también que en ese inconsciente “ello  habla”: un sujeto en el sujeto trascendiendo al sujeto. La palabra es la gran fuerza del psicoanálisis. 

Panorama: ¿Palabra de quien? ¿Del enfermo o del analista?

Lacan:  En el psicoanálisis, los términos “enfermo, médico, medicina” no son exactos, no son utilizados. Incluso las fórmulas pasivas  que son utilizadas habitualmente no son justas.  Se dice “hacerse psicoanalizar”. Es falso. Aquel que hace el trabajo en análisis es aquel que habla, el sujeto analizante mismo si el lo hace según el modelo sugerido  por el analista que le indica cómo proceder y lo ayuda con sus intervenciones. Las interpretaciones  que les son proporcionadas parecen dar sentido en un primer abordaje a aquello que el analizante dice.

En realidad la interpretación es más sutil, tiende a borrar el sentido de las cosas  por las cuales el sujeto sufre. El objetivo es el de mostrarle a través de su propio relato que su síntoma, digamos la enfermedad, no está en relación con nada, que está desanudada de todo sentido. Incluso, si en apariencia es real, él no existe.
Las vías por las cuales esta acción de la palabra  procede pide  mucha práctica y una paciencia infinita. La paciencia y la ponderación son los instrumentos del psicoanálisis. La técnica consiste en saber  ponderar la ayuda que se le da al analizante;  es por esto que el psicoanálisis es difícil.

Panorama: Cuando se habla de Jacques Lacan, se asocia inevitablemente ese nombre a una fórmula: “el retorno a Freud”. ¿Qué significa eso?

Lacan: Exactamente eso que es dicho. El psicoanálisis es Freud.  Si se quiere hacer psicoanálisis, hay que referirse a Freud, en sus términos, en sus definiciones, leídas e interpretadas en su sentido literal. He fundado en París una escuela freudiana justamente  para eso. Hace  20 años o más que vengo explicando mi punto de vista: el retorno a Freud simplemente significa  despejar el campo de las desviaciones y de los equívocos, de las fenomenología existenciales por ejemplo tanto como del formulismo institucional de las sociedades analíticas, retomando la lectura de su enseñanza según los principios definidos y catalogados en su trabajo. Releer Freud quiere decir solamente releer Freud. Aquel que  no hace esto en psicoanálisis, utiliza formas abusivas.

Panorama: Pero Freud es difícil. Y Lacan ,dicen, lo torna incomprensible. Se le reprocha a Lacan  hablar y sobre todo escribir de tal manera que solamente aquellos iniciados pueden esperar comprender.

Lacan:  Lo sé, tengo la reputación de ser un oscuro que esconde su pensamiento en  nubes de humo. Yo me pregunto el porqué. A propósito del análisis, respeto conjuntamente con Freud que sea “el juego intersubjetivo a través del cual la verdad entre en el real”. ¿No está claro? Pero el psicoanálisis no es una cosa simple.

Mis libros tienen reputación de incomprensibles. ¿Pero por quién? No los he escrito para todos, para que sean comprendidos por todos. Al contrario, no me he preocupado ni  un instante de complacer a algunos lectores. Tengo cosas para decir y las digo.  Me es suficiente tener un público que lee, y si no comprende, paciencia.  En cuanto al número de lectores, tengo mas chance que Freud. Mis libros son  muy leídos; estoy asombrado por eso.

Estoy convencido que  dentro de 10 años  como máximo, quien me lea  me encontrará transparente como una buena jarra de cerveza. Es posible que entonces se diga: ¡ ese Lacan, es banal! 

Panorama: ¿Cuáles son las características del lacanismo? 

Lacan:  Es un poco apresurado  decirlo ya que el lacanismo no existe aún. Se percibe apenas un olor, como un presentimiento. 

Sea lo que sea, Lacan es un señor que practica  el psicoanálisis hace 40 años y que estudia desde hace más tiempo. Creo en el estructuralismo y en la ciencia del lenguaje. He escrito en uno de mis libros que “ aquello a lo cual nos devuelve el descubrimiento de Freud es a la importancia del orden en el cual hemos entrado, en el que somos, si se puede decir, nacidos  por  segunda vez, saliendo del estado llamado justamente infans, sin palabra”.
El orden simbólico sobre el cual Freud ha fundado su descubrimiento está constituido por el lenguaje, como momento  del discurso concreto universal. Es el mundo de las palabras que creó el mundo de las cosas, inicialmente confusas en el devenir  del todo. Solamente las palabras  dan un sentido cabal a la esencia de las cosas. Sin las palabras, nada existiría. ¿Cuál sería el placer sin el intermediario de la palabra?
Mi idea es que Freud al enunciar en sus primera obras (“La interpretación de los sueños”, “Mas allá del principio del placer”, “Tótem y tabú”) las leyes del inconsciente formuló, como precursor de su tiempo, las teorías con las cuales algunos años mas tarde Ferdinand de Saussure  abrió el camino de la lingüística moderna.

Panorama: ¿Y el pensamiento puro? 

Lacan:  Sometido, como todo el resto, a las leyes del lenguaje, solamente las palabras pueden introducir y darle consistencia. Sin el lenguaje, la humanidad no daría un paso hacia el frente en las investigaciones  acerca del pensamiento. Del mismo modo para el psicoanálisis. Sea cual sea la función que quisiéramos atribuirle, agente de cura, de formación o de sondeo, no hay mas que un medium del que se sirve: la palabra del paciente. Y  cada palabra pide respuesta. 

Panorama: ¿El análisis como diálogo? Hay gente que lo interpreta sobretodo como un sucedáneo laico de la confesión... 

Lacan:  ¿Pero qué confesión? Al psicoanalista no se le confiesa nada. Se va a decirle simplemente todo lo que se  le pasa por la cabeza. Palabras precisamente. El descubrimiento del psicoanálisis, es el del hombre como animal parlante. Es asunto del analista el poner en serie las palabras que escucha y de darle  un sentido, una significación. Para realizar un buen análisis, hace falta un acuerdo, una afinidad entre el analizante y el analista. A través de las palabras de uno, el otro  busca hacerse una idea de lo que se trata y a encontrar mas allá del síntoma aparente, el difícil nudo de la verdad.  Otra función del analista es la de explicar el sentido de las palabras para hacer  comprender al paciente  acerca de lo que puede esperar del análisis. 

Panorama: Entonces es una relación de una extrema confianza.

Lacan: Sobre todo un intercambio, en el cual lo importante es que uno habla y el otro escucha. Aún en silencio. El analista no plantea preguntas y no tiene ideas. Da solamente las respuestas que hace falta dar a las preguntas que suscitan sus buenas ganas. Pero  a fin de cuentas, el analizante va siempre a donde el analista lo lleva.

Panorama: Eso es la cura. ¿Y acerca de las posibilidades de curación? ¿Se sale de la neurosis? 

Lacan:   El psicoanálisis tiene éxito cuando  vacía el campo  tanto del síntoma como del real, y así  llega a la verdad. 

Panorama: ¿ Podría explicarme  ese concepto de una manera menos lacaniana? 

Lacan: Yo llamo síntoma  a todo aquello que viene del real. Y el real es todo aquello que no anda, que no funciona, eso que hace obstáculo a la vida del hombre y a la afirmación de su personalidad. El real vuelve siempre al mismo lugar, se lo encuentra siempre allí con las mismas manifestaciones. Los científicos disponen de una bella fórmula: que no hay nada de imposible en el real. Hace falta ser un caradura para  hacer afirmaciones de ese género, o bien como yo lo sospecho, una ignorancia total acerca de lo que se hace y de lo que se dice.  El real  y el imposible son antitéticos;  no pueden estar juntos. El análisis empuja al sujeto hacia el imposible, le sugiere considerar el mundo como es verdaderamente, es decir  imaginario y sin ningún sentido. Mientras que el real, como un pájaro  voraz, no  hace otra cosa que nutrirse de cosas sensatas, de acciones que tienen un sentido.
Se escucha  siempre  repetir que hay que darle un sentido a esto o a aquello, a sus propios pensamientos, a sus propias aspiraciones, a los deseos, al sexo, a la vida. Pero de la vida  no sabemos nada de nada, cómo  se sofocan los científicos por explicar.  Mi miedo es que por  culpa  de ellos, el real, cosa monstruosa que no existe, termine tomando la delantera.  La ciencia está en tren de  sustituir  a la religión, con otro tanto de despotismo, de oscuridad y de oscurantismo. Hay un dios átomo, un dios espacio, etc. Si la ciencia o la religión lo logran, el psicoanálisis está acabado.

Panorama: ¿Qué relación guardan entre sí hoy día la ciencia y el psicoanálisis? 

Lacan: Para mí la única ciencia verdadera, seria para seguir es la ciencia ficción. La otra, aquella que es oficial, que tiene sus  altares  en los laboratorios, avanza  a tientas y a locas y comienza  a tener  miedo de su sombra.  Pareciera que a los científicos también les llegó el momento de angustia. En sus laboratorios asépticos revestidos de sus guardapolvos almidonados, esos viejos niños que juegan con cosas desconocidas, manipulando aparatos siempre más complicados e inventando fórmulas siempre más oscuras, comienzan a preguntarse qué es lo que  podrá sobrevenir mañana y qué terminarán aportando sus investigaciones siempre novedosas.  En fin, digo. ¿Y si es demasiado tarde? Se llamen biólogos, físicos, químicos, para mí están locos.
Solamente por el momento, mientras están en vías de destruir el universo, les  viene al espíritu preguntarse si por azar eso que hacen no sería peligroso.  ¿Y si todo saltara? ¿ Y si las bacterias tan amorosamente elevadas en  los blancos laboratorios se trasmutasen en enemigos mortales?  ¿Y si el mundo fuera  barrido por una horda de esas bacterias  con todo lo merdoso que lo habita, comenzando por los científicos de los laboratorios? Hay tres  posiciones imposibles  dichas por Freud: gobernar, educar y psicoanalizar. Agregaría una cuarta: la ciencia. Tan cerca como las demás, los científicos  no saben que están en  una posición insostenible.

Panorama: Es una definición bastante pesimista de aquello que comúnmente se llama progreso. 

Lacan:  Para nada, no soy para nada pesimista. No llegará a nada, por la simple razón de que el hombre es un bueno para nada, incapaz de destruirse a sí mismo.  Una calamidad total promovida por el hombre, eso lo encontraría personalmente maravilloso. Sería la prueba de que finalmente ha logrado fabricar alguna cosa con sus manos, con su cabeza, sin intervención divina, natural o de otra especie.
Todas  esas bellas bacterias bien nutridas que se pasean por el mundo, como  las langostas bíblicas, significarían el triunfo del hombre. Pero eso no llegará jamás. La ciencia tiene  su buena  crisis de responsabilidad. Todo reentrará  en el orden de las cosas, como se dice.  Lo he dicho, el real  tendrá  la superioridad como siempre y nosotros estaremos jodidos como siempre.

Panorama: Otra de las paradojas de Jacques Lacan. Nos lanza no solamente  la dificultad del lenguaje y la obscuridad de los conceptos, los juegos de palabras, los divertimentos lingüísticos, los acertijos a la francesa y precisamente las paradojas. Aquel que lo escucha o lo lee debe de sentirse desorientado. 

Lacan: No agrado del todo, digo las cosas  muy seriamente.  Salvo que utilice las palabras como lo los científicos, de los que hablamos antes, utilizan sus alambiques y sus gadgets electrónicos. Busco siempre referirme a  la experiencia del psicoanálisis.  

Panorama: Usted dijo: el real  no existe. Pero el hombre medio sabe que el real es el mundo, todo aquello que lo rodea,  lo que se ve ante el ojo desnudo, se toca, es ... 

Lacan: De entrada rechacemos a este  hombre medio que, él,  para comenzar no existe, es solamente una ficción estadística, existen los individuos y eso es todo. Cuando escucho hablar del hombre de la calle, de los sondeos, de los fenómenos de masa o de cosas parecidas, pienso en todos los pacientes que he visto pasar sobre el diván de mi consultorio en cuarenta años de escucha. No hay uno solo que sea parecido a otro, ninguno con la misma fobia, la misma angustia, la misma manera de relatar, el mismo miedo de no entender. El hombre medio, ¿quien es? ¿Yo, usted, nosotros, mi conserje, el presidente de la república? 

Panorama: Hablamos del real, del mundo que todos vemos ... 

Lacan:  Precisamente. La diferencia entre el real, a saber, eso que no va y el simbólico y el imaginario, a saber, la verdad, es que el real es el mundo. Para constatar que el mundo no existe, que no es, hace falta pensar en todas las cosas banales que  una infinidad de gente estúpida creen que es el mundo. E invito a los amigos de Panorama, antes de acusarme de paradoja,  a reflexionar acerca de lo que acaban de leer.

Panorama: Siempre  más pesimista se diría... 

Lacan:  No es cierto.  No me coloco entre los alarmistas ni entre los angustiados. Estupendo si un  psicoanalista no ha dejado atrás su estado de la angustia.  Es cierto, hay alrededor de nosotros cosas horripilantes y devorantes, como es la televisión, por la cual la mayoría de  nosotros se encuentra regularmente fagocitado.  Pero es únicamente porque las personas se dejan fagocitar  que llega a inventarse un interés  para  aquellos  que los ven.  Luego hay otros gadgets monstruosos tan devorantes, los cohetes en la luna, las investigaciones en el fondo del mar, etc, cosas que devoran, pero  no hay de qué hacer  un drama. Estoy seguro que cuando hayamos tenido los cohetes, la televisión y todas las otras malditas investigaciones para la vida, encontraremos otras cosas para ocuparnos. Hay una reviviscencia de la religión ¿no?  ¿Y que mejor monstruo devorante que la religión, una feria continua con  la cual entretenerse durante siglos como ya ha sido demostrado?
Mi respuesta a todo ello es que el hombre siempre supo adaptarse al mal. El solo real concebible al que tenemos acceso es precisamente este y  hay que  darse una razón. Dar un sentido a las cosas como se dice. De otro modo el hombre no tendría angustia. Freud no habría devenido célebre y yo  no sería profesor del colegio.  

Panorama: Las angustias, ¿son todas ellas  siempre de ese tipo o bien  hay angustias ligadas a ciertas condiciones sociales, a ciertas etapas históricas, a ciertas latitudes?

Lacan: La angustia del científico que tiene miedo  de sus propios descubrimientos puede parecer reciente, pero ¿qué sabemos nosotros de aquello que  les llegó en otras épocas, de los dramas de otros investigadores? La angustia del  obrero  remachado a la cadena de montaje como  al remo de una galera, esa es la angustia de hoy día. ¿O  mas simplemente  está ligada a las definiciones y a las palabras de hoy?  

Panorama: Pero ¿qué es la angustia para el psicoanálisis?

Lacan: Algo que se sitúa en el exterior de nuestro cuerpo, un miedo, un miedo de nada más que del cuerpo - comprometido el espíritu -pueda motivar. En suma, el miedo del miedo. Mucho de esos miedos, mucha de esas angustias, al nivel donde lo percibimos,  tienen alguna cosa que ver con el sexo.
Freud decía que la sexualidad para el animal parlante que se llama el hombre,  no tiene ni remedio ni esperanza. Uno de los deberes del analista es el de  encontrar en las palabras del paciente el nudo entre la angustia y el sexo, ese gran desconocido. 

Panorama: Ahora que  se coloca al sexo en todas las salsas, sexo en el cine, en el teatro, en la televisión, en los diarios, en las canciones, en la playa, se  oye decir que la gente está menos angustiada concerniente  a los problemas ligados a la esfera sexual.  Los tabúes han caído, se dice, el sexo ya no da miedo ... 

Lacan:  La sexomanía galopante es solamente un fenómeno publicitario. El psicoanálisis es una cosa  seria que comporta, y lo repito, una relación estrictamente personal entre dos individuos: el sujeto y el analista. No existe psicoanálisis colectivo, como no existe angustias o neurosis de masas.
Que el sexo sea puesto a la orden del día y expuesto  en todos los rincones de las calles, tratado de la misma manera que no importa cual detergente en los carruseles  televisivos, no constituye absolutamente promesa alguna de beneficio. No digo que esté mal. Ciertamente, eso  no sirve para asistir a las angustias y a los problemas singulares.  Eso forma parte del mundo, de esa falsa liberación que  nos es proporcionada como un bien acordado desde lo alto por la  susodicha sociedad permisiva.  Pero eso  no sirve al nivel del psicoanálisis.