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viernes, 24 de septiembre de 2010

CARTA A UN AMIGO

Carta a un amigo

Por: R.R.F

Lo más reciente en el país y el mundo, es la tormenta del alma. Sobre cadáveres, los infames, dejan ver su corazón mezquino. Y no es que sea yo quien para decir, más que alguien que mira desde lejos, cómo en estas comarcas con lógicas de orco se conquista la esclavitud y se renuncia a ser, a cambio del goce brutal del espectacula, donde al viejo modo que caía bajo la mirada de Juvenal, la concurrencia se levanta y grita "¡Mata!", con el pulgar apuntando a la inmortalidad.

Intenciones mezquinas. Bolsas llenas de rutilantes monedas, oro del imperio se promete ahora que una región, guardada por años por idiotas útiles, es "recuperada".

Se revela un juego macabro, donde la tierra se entrega al siervo para ser administrada, hasta que llega el tiempo de la siega, y entonces los auxiliares del Imperio, con sus nociones de honor traídas de los tiempos de los césares - con esas ambiciones en tierra de Negros - reclaman una victoria más contra enemigos armados con lanza y escudo, y una buena dosis de folclor latino.

Sin agradecer el cuidado de la tierra, ahora se frotan alegres las manos, para tomar un desayuno sobre la puta desnuda y patiabierta, que en forma de comentarista de medio masivo, y una vez más, como victoriosos primitivos, ilusos lamebotas, se solazan en las promesas para colonizar la recién conquistada tierra, sin ocultar el crimen, y disfrazándolo de honor y gloria.

Y yo, cobarde Juvenal, no puedo más que escribir a oídos que no son de humano, pero que están allí para recibir mi humano sufrimiento.

Y ya lo escucho de antemano, mi viejo amigo, y mi querido hermano, preguntando ¿Cuál es la vaina con...las instituciones?

Y yo insistiré una vez más que nuestro problema, como decía el loco de Turín, es que seguimos siendo demasiado humanos.

Mi apoteosis implica la muerte. Debe dejar de importarme esta letrina de gringos y europeos; este puteadero de extranjeros; esta manga de maricas nacionalistas de mentiras, nazis de color trigueño; esta manga de intelectuales que no dicen ni mierda; esta manga de abogados borrachos homicidas; estos ejecutivos feladores y celadores del orden mundial. Debo dejar de odiar este mundo heredado como Tercer Mundo, desde miradas extranjeras, desde espíritus franceses que habitan mi pensamiento y mis emociones.

Y creo que también debo dejar de hablar mierda, y ser un buen muerto o un buen esclavo.

Lo veo, mi gran y apreciado amigo, con su fuerte crítica diciéndome "Arrodillado adentro, parado afuera", como un mal polvo, como un impotente que no lo puede tener adentro parado. ¿Importa acaso, lo que pueda pensar un viejo fantasioso y psicótico, enfermo y trastornado emocionalmente?

Solo le escribo amigo, para que sepa que la mala fortuna de los esclavos, y su destino final en los ludus de la gloriosa República no me dejan indiferente.

Y tampoco la alegría de los cegatos gladiadores que se conforman con la gloria del rugido del público, cuando ignoran que su oponente ya estaba vencido de antemano.

Amigo que me pregunta si creo en santos, le respondo ahora que sí, por supuesto. ¿Cómo podría ser de otro modo? ¿No vé cómo lamento la muerte de unos y la gloria de otros? Eso es creer y tener fé. Eso es cristianismo como para las Waffen SS del Vaticano.

Amigo, esto de ser humano, esclavo del signo, termina por cansar.

Sé de su inhumanidad que me ayuda a soportar mi humanidad, y a ese postulante del límite entre el adentro y el afuera, en mi vana interpretación de su propuesta de estar de pie en el umbral, en el margen, dirijo esta amargura de quien está arrodillado adentro, y ya le cuesta demasiado ponerse de pie en su extrema vejez.

Desde esta oscuridad que invade mi pensamiento, sigo acompañándolo como guerrero, aunque a fé mía que ya quiero que este camino espinoso termine.

Trataré de conservar el honor, y morir dignamente.

De usted espero, amigo, que haga hablar al cadáver. Esta vez confío en que no se dedicará a denostar con mis historias de putas...

pero tenga cuidado de morirse primero, porque yo empiezo desde que lo conozco!!!



Como siempre, viejo amigo, un relámpago de humor vuelve a sembrar en mi espíritu el deseo de compartir una batalla más.

Y el día pinta soleado, como para morir luchando a la sombra de las flechas de los medos.



Tenga un buen día, y gracias por leer estas estupideces de quien se sienta cada vez más como un hombre de la modernidad viviendo en el siglo primero...antes de Cristo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

¿QUÉ TENEMOS QUE CELEBRAR?

¿Qué tenemos que celebrar?



Adelfo Regino Montes

La Jornada, 2010/09/15



Ante los actos conmemorativos del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana convocados por el gobierno federal, los pueblos indígenas no tenemos nada que celebrar. Antes bien, hay mucho que reflexionar sobre la delicada situación de marginación, exclusión, explotación, racismo y discriminación en la que perviven nuestros pueblos en todos los ámbitos de la vida cotidiana y, desde luego, mucho que trabajar y luchar para resolver nuestras ancestrales reivindicaciones de autonomía, justicia, desarrollo y reconstitución.


Nada hay que festejar cuando a 200 años de iniciada la llamada Independencia mexicana y a 100 años de la primera revolución social del siglo XX, México sigue en deuda con nuestros pueblos indígenas. Esto es así ya que, pese a la gran participación de estos mismos en el movimiento de la Independencia, al triunfo de la referida gesta histórica los pueblos indígenas fuimos excluidos en la conformación estructural y organizativa del Estado mexicano. Pero no sólo eso, sino que a los llamados “padres de la patria” se les ocurrió darnos el trato de extranjeros en nuestra propia tierra, similar a lo acaecido en los Estados Unidos de América, donde se llevó a cabo una guerra de exterminio en contra de las tribus indias y la consecuente creación de las denominadas reservaciones indígenas.


Lamentablemente, con el movimiento de Independencia los pueblos indígenas nos liberamos del yugo de la corona española, pero desde entonces vivimos sometidos y sojuzgados por los nuevos amos y señores de México, por aquellos que heredaron el poder y el dinero de los conquistadores. La anhelada libertad, consustancial a cualquier movimiento libertario, para los pueblos indígenas de México y América Latina, sólo fue un sueño que pronto se tornaría en pesadilla. Desde esta óptica, en la Constitución de 1824 quedamos tajantemente excluidos en lo que concierne a nuestros derechos y aspiraciones, como hasta hoy.


Esta lógica de negación y exclusión rotundas continuaron vigentes durante toda esa etapa de la vida nacional, muy especialmente en el movimiento de la Reforma, en el que, en nombre de la libertad y la igualdad, de la homogeneidad y del individualismo, quiso ser borrado todo vestigio de diversidad y heterogeneidad, y fueron considerados nuestros pueblos un serio obstáculo hacia los afanes de orden y progreso de los poderosos de aquellas épocas. Según los connotados liberales, el individuo era el centro de todo y cualquier vestigio de vida comunitaria y colectiva debía ser sacrificado. Fue así que se desamortizaron los bienes comunales de los pueblos indígenas en diversas partes del país, dando origen al más aberrante latifundismo que más tarde daría origen al grito de “¡tierra y libertad!”


La inercia de la exclusión y la negación sembradas 100 años atrás y la excesiva polarización de la sociedad mexicana, entre ricos y pobres, entre grandes latifundistas y los incontables peones acasillados que habían proliferado en diversas partes del país, harían brotar en el seno de la sociedad indígena y campesina, en el norte y en el sur, el grito de “¡tierra y libertad!” en 1910. La falta de libertad, pese a que presumíamos ser independientes, la exaltación del individualismo en sociedades comunitarias, la excesiva concentración de la riqueza en manos de los caciques y latifundistas frente a la terrible pobreza de millones de mexicanos habían hecho germinar la posibilidad y realización de la hoy llamada Revolución Mexicana. Tal como había sucedido en los ejércitos insurgentes de Hidalgo y Morelos en el movimiento de Independencia, al frente de batalla de los ejércitos de Zapata y Villa, entre otros líderes revolucionarios, iban los habitantes de los pueblos indígenas y campesinos. Quizás lo hacían porque no había absolutamente nada que perder, ya que de por sí su vida era totalmente insignificante a los ojos de los poderosos, y sí mucho que ganar, al menos la posibilidad de morir soñando que sus hijos tendrían una vida mejor, con tierra, dignidad y libertad.


Pese a que muchos de estos valientes y anónimos revolucionarios ya no verían la materialización de sus sueños y aspiraciones, la Constitución de 1917 consagraría muchas de las legítimas reivindicaciones que en vida habían enarbolado. En la revisión del nuevo pacto social mexicano se reconocería la vigencia del municipio libre y soberano en el artículo 115 constitucional, para poner un alto a la barbarie y al autoritarismo de los jefes políticos del porfiriato, poniendo con ello un serio dique al centralismo mexicano. Con la aprobación del artículo 27 se daría paso al reconocimiento y la titulación de los bienes comunales, la restitución agraria y la dotación de tierras a los desposeídos frente a la ignominia del cacique, el latifundio y las muy diversas formas de explotación campesina e indígena fomentada por la ambición y la avaricia. Los derechos básicos de los trabajadores urbanos y rurales serían consagrados en el artículo 123 de la nueva Carta Magna. Así, parados en la sangre y en el dolor del pueblo, presumiríamos al mundo una renovada normatividad con gran contenido social y libertario.


Hoy muchas de estas conquistas históricas permanecen incumplidas y el estado de cosas no ha cambiado sustancialmente para nuestros pueblos y la gran mayoría de la sociedad mexicana. Aunque pervivimos alrededor de 15 millones de habitantes indígenas pertenecientes a 62 pueblos ubicados en la geografía nacional, estamos sometidos a un lamentable proceso de exterminio y muerte. Así nuestras lenguas y culturas están desapareciendo constantemente; nuestras tierras, territorios y recursos naturales están seriamente amenazados por la imposición de proyectos de las empresas nacionales y trasnacionales; la marginación, la pobreza y la migración han aumentado debido a la caída de la producción agrícola y la falta de valorización de los productos del campo; nuestros procesos de autonomía indígena y democracia comunitaria están siendo violentados y fragmentados para evitar su supervivencia y fortalecimiento; la criminalización del movimiento indígena y social se ha convertido en parte de la cotidianidad de nuestras organizaciones e instituciones comunitarias.


Ello como consecuencia de una política de Estado etnocida, excluyente, racista y discriminatorio, así como de un modelo económico mundial basado en la avaricia, la mercantilización de la vida, la violación de los derechos fundamentales y la explotación irracional de los recursos naturales, que invariablemente nos están llevando a la destrucción y a la muerte. Con este panorama no tenemos nada que festejar; antes debemos hacer memoria histórica, para que sobre esa base podamos refundar el país y volver a sembrar esperanza en estas tierras.

martes, 7 de septiembre de 2010

DOLOR PAÍS, VERGUENZA PAÍS

Dolor país, verguenza país

Miguel Angel Aguilar González

En el año 2002 y bajo el contexto de la crisis económica-política-social que vivía Argentina, Silvia Bleichmar redactó “Dolor país”, ahí ensaya un análisis, una denuncia, un desahogo y un intento de indicar algunos caminos éticos, ideológicos y anímicos que conduzcan a la rehumanización de una sociedad que se percibe y se siente en carne propia como devastada.

No es por casualidad que traemos a colación el titulo de este ensayo y agregamos algo más: vergüenza país. Pero lo hacemos ahora para tratar de expresar lo que sentimos con respecto a lo que ocurre cotidianamente en México.

Queda suficientemente claro y es casi un hecho consumado la pérdida de ideales solidarios, el relativismo moral, la suficiencia mediática, la primacía de la razón económica-financiera, la percepción del prójimo, del próximo, del otro, del semejante como competidor y por lo tanto como amenaza. Deshumanización de una sociedad en la que la miseria, la desesperación y una casi total desesperanza coexisten con la presunción de la más insultante riqueza, la banalidad, el cinismo y el simple tedio.

¿Visión ideologizada y/o pesimista de la realidad? Tal vez. Pero ¿qué decir cuándo la pretendida explicación de un hecho deviene en su justificación?, ¿Y cuando la pretensión colectiva de un futuro mejor -así no más, sólo mejor-, se hace derrumbar una y otra vez pretextando carencia de principio de realidad? ¿Y cuando se convierte a las víctimas en responsables de su propia desgracia?

Hemos acuñado una forma de producir dolor en otros seres humanos que combina casi perfectamente la agresividad, el sadismo y la crueldad de unos -los menos es verdad- con la apatía, el cinismo, la insensibilidad y hasta la aprobación y el asentimiento de otros. Estamos llegando al punto en que tendremos que preguntarnos cuál de las dos posiciones es más criminal y causa más dolor.

Veintiocho mil muertos -de muerte violenta- en cuatro años, se dicen y los escuchamos con la mayor facilidad posible, como si su referente concreto fuera similar al anuncio del estado del tiempo, o incluso al tipo de cambio. Como si cada una de esas muertes no significara absolutamente nada. Tan sólo un mal necesario para alcanzar ciertas metas, algunas incluso hasta razonables como tan razonable suena la seguridad.

La masacre de setenta y dos migrantes originarios de diversos países latinoamericanos ocurrida en días recientes en suelo mexicano es un acontecimiento doloroso y absolutamente deleznable, como lo son las vejaciones y abusos constantes que tantos otros migrantes sufren en su tránsito por este país: secuestro, robo, extorsión, violaciones, torturas, golpizas y asesinatos, a manos de criminales y autoridades, son una realidad cotidiana.

Es una realidad tan cotidiana como cotidianos son los perpetrados contra integrantes de organizaciones sociales, estudiantes, periodistas, observadores y defensores de derechos humanos, de niños y mujeres. Quienes sean los autores intelectuales y materiales de los hechos, ¿criminales o autoridades? Ya casi carece de sentido preguntarlo. Ya casi nada tiene sentido ni importancia…

No sólo hemos estamos perdiendo la capacidad de asombro, sino incluso la capacidad tan humana de sentir en lo más hondo cualquier injusticia. Nos estamos acostumbrando y estamos aprendiendo a vivir con las más denigrantes muestras de violencia y muerte. Esperemos que no perdamos la capacidad de sentir vergüenza por ello.

lunes, 30 de agosto de 2010

LA MORAL DEL SICARIO

LA MORAL DEL SICARIO

Edelberto Torres-Rivas


Publicado: El Periódico (22/07/2010)

El que mata por dinero no odia a la víctima; el escenario no lo define el criminal sino quien lo contrata, que de esta suerte no cabe duda quién es el responsable. La etapa del sicariato como un dato periodístico aparece en Guatemala hace unos cinco años. No fue novedad porque venía de Colombia. Pero la antigüedad está llena de esta repugnante figura;

 
aprendimos a odiarla con la historia de Judas Iscariote (Judas el sicario) que amaba a Cristo pero por treinta denarios lo denunció. También ha sido objeto de un intenso debate político y científico, cuando apareció el libro de Daniel Goldhagen (1996) ‘Los verdugos voluntarios de Hitler: los alemanes corrientes y el Holocausto’, que concluye responsabilizando al pueblo alemán: el nazismo fue cruel porque los alemanes lo eran. Todo esto a propósito de una angustiante pregunta que nos hemos venido formulando a propósito de los indescriptibles asesinatos cometidos con ocasión del conflicto armado y que se reitera con la metástasis criminal de la actualidad. ¿Quién dio la orden para asesinar, primero, a los diputados salvadoreños y luego a los policías que los asesinaron? ¿Y en el Boquerón? ¿El Infiernito? ¿Quién es el responsable de los cinco o seis muertos diarios, anónimos, gente pobre, que no alcanza caja mortuoria? El problema está planteado: ¿Quién (o quiénes) es el responsable? ¿Dónde se detiene la línea de mando? No es posible aplaudir el crimen de varios criminales y luego rechazar la búsqueda de los responsables. Si hay delito, hay criminal.

 
¿Soldado, quién te ordenó disparar?

 
En Plan de Sánchez todo fue como si fuera guerra. La verdad de esta guerra y de cualquier otra guerra, la verdad de todas las guerras es la muerte. Por eso las guerras se parecen. En el fondo esta guerra no fue distinta porque la muerte iguala a todas las guerras y sin embargo, te engañas, porque en verdad esta no se parece a ninguna otra guerra salvo por la muerte, abundante, variada, silenciosa, excesiva. ¡Con mucha sangre y gritos! Muchos alaridos y baladros, pero sin riesgos ni peligros para ti, soldado. ¿Cómo fue esta guerra que te dio la seguridad casi completa… pero con miedo? Un temor profundo, impreciso ¿el aullido de dolor te produjo miedo? Sabías que ibas a la guerra, no por el uniforme que llevabas, verde, limpio, exacto, sino porque te entrenaron para matar, para morir, para obedecer. Te enseñaron que enfrente, a un lado o atrás hay un enemigo que te puede matar. ¿Sabías que en la guerra de Rabinal el enemigo eran mujeres y niños, eran los enemigos quienes no podían disparar? En Plan de Sánchez se terminaron los temores y se desataron los odios.

 
Desde que salió el sol, desde que empezó la tarde de ese domingo de mercado, el 18 de julio de 1982, supiste que para matar no es necesario odiar. Fue por ello que en la casa grande, a la entrada de la aldea, encerraron un montón de gente que no conocías y con miedo y maldiciones los quemaron vivos. Tú regaste la gasolina, porque el oficial te lo ordenó cuando a su vez él cumplía instrucciones. Viste la pequeña luz del fósforo que prendió fuego a la casa y te diste vuelta. Lo mismo ocurrió en la Escuelita, pero con menos gente, sacada a patadas de sus chozas. Pensaste que ese era un plan bien trazado, porque según oíste del Jefe de comisionados, había que ahorrar balas sin desperdiciar muertos. ¿Te tocó torturar a los sospechosos? Dicen que como en esta guerra, a un viejito le cortaron las orejas que luego tuvo que comerse; y que a un muchacho respondón le sacaron los ojos con cuchara. En el bullicio sin pausa de aquella tarde dominguera tus compañeros dispararon sin cesar. El silencio, un instante milagroso, fue el minuto molesto y discordante entre aullidos de dolor y falsos cohetes de fiesta con fusil. El sol empezó a ceder. Eran casi las cinco de esa tarde cuando amarradas, a empujones, arrastraron una veintena de muchachas menores todas y las violaron muchas veces. A las casadas les llegó su turno, después. Te faltó valor para abrirte la bragueta pero fuiste testigo cómplice de aquellos soldados y patrulleros voluntarios que en la penumbra del día que moría, las estupraron, las ultrajaron y de inmediato, como si fuera la guerra, las mataron. Cuando llegó la noche no sabes porque se te anudó el miedo, la angustia y la vergüenza. ¿Victoria militar? En toda guerra hay vencedores y héroes, ¡aquí no! Al dejar Plan de Sánchez, camino de Rabinal, quedaron atrás 268 cadáveres y la vida rota de numerosos parientes y amigos. ¿Quién dio la orden soldado?

domingo, 22 de agosto de 2010

QUIEN SUSTENTA Y QUIEN DIRIGE; UNA REFLEXION SOBRE LA INVESTIGACION FORMATIVA EN LA UNIVERSIDAD.

QUIEN SUSTENTA Y QUIEN DIRIGE; UNA REFLEXION SOBRE LA INVESTIGACION FORMATIVA EN LA UNIVERSIDAD

Jhon Freddy Martínez

Ante las diferencias conceptuales que existen en la psicología, con las múltiples teorías que pretenden dar una visión de lo que es la verdad psicológica, y/o desde las múltiples explicaciones de lo que es lo psicológico cabría reflexionar si las formas en que evaluamos un trabajo de investigación en el estudiante son las apropiadas. El tema tiene como reflexión el modelo como se evalúa, pero el problema de fondo tiene que ver con lo epistemológico. En el quehacer investigativo, se supone, desarrollamos un conocimiento, pero en el momento en el que hay que encontrarse con el par evaluador, la discusión se centra, no en los posibles aportes de la investigación, o sobre el buen desarrollo metodológico, sino que, se abre tácitamente una discusión sobre “desde donde estamos conociendo y si en realidad eso es conocimiento”; esta discusión no es que no sea viable, lo que cuestiono aquí es por el espacio en el que se da y el par con quien se da la discusión. La ambigüedad en materia de teoría y método para la psicología es clara, pero es posible agregar, y no está de más, que con el dilema entre lo cuantitativo y lo cualitativo, más las diferencias epistemológicas, la discusión sea posible de dar en cualquiera de las llamadas ciencias sociales.

Según cierto ideal institucional, ya que la mayor parte de universidades no tiene normatizado el proceso de investigación, (en el papel y/o en la práctica), y según políticas ministeriales, que exigen este proceso como parte de los estándares de acreditación el desarrollo científico, (si es posible así denominarlo), está representado por líneas de investigación en donde se concretan los intereses de uno o varios integrantes del ente académico, en torno a un objetivo común, o para ser más claros, en torno a una pregunta problema macro que brinda la posibilidad de derivar de allí otras preguntas de investigación, que complementarán la pregunta central. Hasta aquí se presenta lo que se denomina investigación significativa.

Como el objetivo es integrar sobre este eje investigativo todo el quehacer académico, docentes, seminarios, publicaciones, pertinencia social y, por supuesto, comunidad estudiantil entre otros, se incorporan estos últimos al ejercicio científico a través de los semilleros de investigación. El ejercicio es interesante en tanto se crea un espacio extra curricular y abierto de discusión, donde no hay dogmas teóricos, pues el estudiante tiene la osadía y por demás el derecho de discernir de las opiniones y rigurosidad teórica del docente, impone su opinión y hasta el tema de discusión sin miedo a la represalia de notas que califiquen su desempeño o ser sometido a los múltiples calificativos creados por sus compañeros por pensar hacer o ser diferente, que vale la pena decirlo “es sobre ésta dinámica en realidad donde se crea la academia”. Con el semillero se inicia la investigación formativa, participan libremente estudiantes de primero a decimo semestre; haciendo su entrada triunfal al mundo investigativo, el estudiante en la discusión descubre sus habilidades, deficiencias, aclara sus conocimientos y perfila con claridad sus intereses; finalmente, y si tiene constancia, define su problema de investigación con el cual optara a su título profesional. Se incorporan de esta manera la investigación significativa y la investigación formativa, pues el semillero presentará como título un interés acorde al de la línea, por ende las tesis de grado, que de allí surgen, estarán bajo un mismo objetivo temático e investigativo, que pretende en últimas dar desarrollo a la ciencia con pertinencia social o tecnológica, con profesionales idóneos no solo en el desarrollo de actividades, también creadores de nuevas estrategias, modos, y formas de un saber.

Al definir el estudiante su tema de investigación, se dirige a quien él considera lo puede guiar por este camino, en el mejor de los casos; pues en el peor, al estudiante se le asigna el asesor; sea de una u otra forma es aquí el momento donde se inicia el problema real de disociación entre la línea de investigación, como lugar significativo de la producción científica y el semillero de investigación, lugar de cultivo de la misma ciencia. Si bien tanto la línea cómo el semillero deben de tener un tema o pregunta común de investigación, se cruza algo más que el interés netamente científico, son los intereses teóricos, metodológicos, los personales, donde se pueden contar la visión que cada quien docente o estudiante tiene de la investigación, la perspectiva y la expectativa sobre la investigación, cuando no otro tipo de intereses que pudiéramos llamar más humanos. Si el estudiante acude a un docente que no esté bajo su misma línea teórica o metodológica, terminará escuchando de aquel “que su trabajo no sirve para nada”, “o su metodología no es viable”, “o posiblemente sus teóricos queden en tela de juicio”; si se encuentra con uno que medianamente lo pueda ayudar, éste replantearía su modelo teórico, metodológico o atribuiría un trabajo excelente bajo la perspectiva de otros autores. Si tiene suerte, apunta al docente que se interese por el trabajo en su totalidad; así, el estudiante podrá terminar haciendo lo que el quiere y no lo que al asesor le guste.

Estaríamos contando en la descripción de este caso con un estudiante interesado en algo más que las clases, en algo más que una nota o en algo más que un titulo, cabe resaltar que el estudiante del semillero tiene un interés particular en saber ¿Qué cosa? Quizás ni el mismo lo pueda responder pero es en la búsqueda de esta respuesta donde se inicia la ciencia; peor aun para el estudiante que no entra en el semillero pues traerá todas las confusiones conceptuales, metodologicas, teóricas y demás, lo cual amerita una frustración de mayor intensidad al encontrarse con el docente, sin contar el hecho de tener que duplicar esfuerzos; y para poner aun más el dedo en la llaga, para ahondar la crisis, hay que decir que son pocos los que finalmente llegan al semillero.

El asesor se convierte, según sabemos, para el estudiante, no en aquel que protege al máximo, sino en el par con quien se genera la discusión; es quien muestra el camino a seguir, es el punto de referencia de donde parte el estudiante para realizar sus análisis, su discusión; es quien tiene la capacidad de confrontar errores, de generar expectativas; es quien propone los límites y, en ocasiones, hasta los obstáculos, con el fin de forzar a un mejor desarrollo la investigación. En últimas, la relación va más allá de lo académico; el docente es un importante estímulo para lograr desencadenar el proceso de autoaprendizaje profesional, (y vale la pena repetirlo autoaprendizaje), sin querer decir que aquí culmine la influencia del asesor; en esta dinámica se marca la orientación ética, el sentido de lo que se está haciendo, y se comprende que la realidad está más allá de los textos en una practica que enfrenta los problemas y que presenta la realidad siempre cambiante y, todavía mejor, le da al estudiante la posibilidad y el poder de creer que desde su saber el mundo se puede cambiar.

Una vez sea posible superar esta etapa, viene la de sustentación, y hay dos posibilidades: el estudiante se encuentra con dos jurados que como pares tengan afinidad teórica y metodológica, para lo cual también hay que ser críticos, pues en este caso se entra en el club del mutuo elogio, los psicólogos nos mal acostumbramos a crear islas donde habitamos por afinidad teórica y quien marque la diferencia, es lanzado al naufragio hasta que encuentre una isla donde pueda ser reconocido, avalado, elogiado; en estas condiciones, la discusión epistemológica sobre la diferencia se ha vuelto un imposible, siempre desconociendo el aporte del otro y con la mala percepción que desde donde miro el mundo, es desde donde se ve más transparente; pero es bien sabido que se construye teoría sobre la sana discusión y la diferencia, sobre reconocer mis falencias y confrontar las del otro. Ahora, vivimos en el imaginario de ser los mejores en una disciplina que no sabe dentro de que ciencia está, su objeto de estudio, unidad teórica o peor aún, la unicidad o reconocimiento de una metodología.

En una segunda posibilidad el estudiante se encuentra con docentes que no compartan ni su perspectiva teórica ni su metodología, para lo cual cabría la pregunta ¿Qué modelo teórico o metodología se trabajará en la evaluación cuando no hay creencia en ninguno de estos dos elementos? ¿Qué evaluación se puede realizar cuando de facto la investigación es mal vista?, aquí entramos en lo dicho anteriormente, nos damos a la discusión epistemológica sobre la posible validez del método o de la teoría y damos una lucha contra quien no dará respuestas: “el estudiante” por su insuficiencia o porque simplemente este no es su objetivo; y así, terminamos dando luchas contra quienes no debemos y en escenarios no indicados; ¿Por qué la discusión se debe dar desde dónde estamos conociendo, si al fin y al cabo esa discusión no es del estudiante?.

Otro escenario posible sobre esta segunda posibilidad es qué tanto conocimiento hay en los docentes como para poder evaluar, me atrevería a afirmar que cuando el docente trabaja reiteradamente sobre su método desconociendo los aporte de otro, terminara siendo un completo ignorante sobre cualquier metodología que no sea la suya, ejemplo claro de esto es cuando nos encontramos con un par evaluador de metodología cuantitativa, en la presentación de un estudio cualitativo. La primera pregunta, dado el caso es ¿si el estudio es cualitativo donde están las tablas que categorizan? Cuando las categorías son una opción no la regla, bajo la perspectiva del cuantitativo, lo que en las categorías es una posibilidad de conocimiento, se convierte en una falsa cuantificación, exponiendo argumentos tan absurdos como la limitante en la muestra o en la cantidad de conceptos (palabras, expresiones, verbalizaciones etc.) que sustentan la categoría. Finalmente terminan por afirmar: que investigación cualitativa no se puede hacer si no hay categorías, cuando el modelo mismo apunta más a necesidades de la sociología que de la psicología, pues si en algo nos caracterizamos en la psicología es en ver primero lo individual y posteriormente el fenómeno social.

En estudios propuestos bajo modelos fenomenológicos, estas preguntas contrastan con una ignorancia metodologica y epistemológica más profunda, pues la fenomenología si en algo hace énfasis es precisamente en la forma como se le da el mundo al sujeto, en su percepción, en su individualismo, en su forma natural; validándolo desde allí como ciencia, en palabras de Merleau Ponty (1945)

“Es preciso que encontremos el origen del objeto en el corazón mismo de nuestra experiencia, que describamos la aparición del ser y comprendamos cómo, de forma paradójica, hay para nosotros un en-si. Sin querer prejuzgar nada, tomaremos el pensamiento objetivo al pie de la letra, sin hacerle preguntas que él no se haga.”

O como podría afirmar en su obra clásica Husserl (1937)

“el sentido del ser del mundo de la vida pre-dado es una formación subjetiva, es el producto de la vida precientifica vivida. En ella se construyen el sentido y la configuración del ser del mundo, y en caso del mundo que vale verdaderamente para el que en cada caso lo experimenta”.

En últimas, desde estos dos filósofos la fenomenología sería anticategorial; claro, sin querer decir que no existe una fenomenología para las categorías pues sí la hay, lo que sucede es que no la diferenciamos pues el conocimiento filosófico de la fenomenología que realizamos es escaso, o nulo, en la mayoría de los investigadores de la psicología.

En otras circunstancias o más bien en el caso contrario; el cualitativo en una investigación cuantitativa termina preguntando ¿qué aporte hace la investigación a los contenidos psicológicos?, ¿por qué no se realizó un análisis de contenido más exhaustivo? La respuesta es simple, ese no era el interés ni el objetivo, pero eso tampoco es valido como respuesta a la hora de sustentar.

Si los argumentos del estudiante son validos y éste termina dando una argumentación clara y concisa, frente a las preguntas planteadas, sea en el caso de lo cuantitativo o cualitativo, el ultimo argumento del docente es “a mí el estudio no me gustó” como si fuese un reinado o la sustentación fuera una cuestión de gustos en lo teórico o en el estilo de investigar.

Ante lo ya expuesto ¿donde puede presentarse la inconsistencia?, deberíamos de preguntarnos ¿Quién responde por el, el que sustenta o el que dirige? Pues terminamos haciéndole al estudiante preguntas que deberíamos hacerle al asesor. Para responder deberíamos de hacer dos planteamientos: el primero de estos apuntaría hasta dónde debe de llegar la responsabilidad del estudiante y hasta dónde la del asesor; segundo, el escenario en donde se deben dar las discusiones epistemológicas y metodologicas. En repuesta a la primera afirmaríamos que la responsabilidad casi en su totalidad por el estudio, sería del estudiante, en tanto es quien debe de tener claridad sobre su estudio, sobre sus objetivos, sobre su metodología; pero, también, debemos de entender cuales son los límites del aprendiz y cuales sus alcances, aunque es difícil reconocerlo, la formación epistemológica para la psicología es escasa, ante las múltiples teorías del conocimiento que se proponen es necesario un aprendizaje desde lo filosófico, aprendizaje que es prácticamente nulo y que de ser viable, nos deslindaría de la necesidad que se nos creo de ser prácticos sin abordar lo teórico, lo cual sería un buen ideal.

La propuesta sobre cómo abordar una posible evaluación en la investigación formativa estaría dada no en el acto evaluativo, sino en cómo concebimos la investigación en lo académico. La función de la universidad es precisamente ser el espacio del conocimiento, del desarrollo de la ciencia; se supone es la cuna donde nacen las nuevas ideas que empujan a un mundo mejor; pero, terminamos siendo un espacio vacío, vacío de conceptos, de epistemología, de creatividad; pensamos la universidad como espacios educativos de enseñanza, cuando la verdad es que no debemos enseñar, la pedagogía de la educación superior es indicar el camino de la exploración, del autoaprendizaje, de la inconformidad. Si pensamos la universidad inteligentemente, tendríamos que reconstruirla en un concepto de plena libertad, autonomía y reflexiones críticas para quien asume el camino del conocimiento y no generando dogmas donde el docente se vuelve casi que un líder espiritual, con todos sus artilugios conceptuales sin que haya el derecho de cuestionarlo a él ni a su divino conocimiento.

Deberíamos de crear unos espacios reales de ciencia, grupos de discusión con múltiples planteamientos teóricos, romper con el dogmatismo donde resultamos siendo entes signatarios de Skinner o de Lacan; si bien por una concepción casi ética debemos volvernos antieclépticos y creer ciegamente en lo nuestro para que el modelo teórico pueda crecer como ciencia, estoy en la obligación de someterlo al escarnio publico, debo aflorar mis argumentos para que muestren su resistencia, pues no hay mejor teoría que la que se sostiene sola; en este devenir del conocimiento, se devela la verdad fallida o innegable y, en ultimas, se crearía ese espacio que tanto anhela y siente nuestra ciencia psicológica.

BIBLIOGRAFIA
Husserl E. (1984) La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental. México: Folios
Ponty M. (1985) Fenomenología de la percepción. Barcelona: Planeta

jueves, 19 de agosto de 2010

NARCOTRAFICO: EL GRAN SATAN

NARCOTRAFICO: EL GRAN SATAN

Jairo Báez

Tomemos ese caso actual para preguntar si acaso no se ha sido demasiado satanizante con el fenómeno contemporáneo del narcotráfico; y si es posible verlo como un acto político que busca un lugar en la dimensión policiva, desde la concepción de Ranciere. Los enunciados diarios están cargados del mal que causa al consumidor y el desmedro a la economía estatal. No obstante, qué muestra la sustancia psicoactiva ilícita, si no es, precisamente, una forma de poder hacer saltar los broches del sistema capitalista con sus mismas premisas. El libre mercado hará que las relaciones interpersonales se estabilicen, era el postulado básico de Adam Smith. La oferta y la demanda será la mano invisible que guie el final feliz de las relaciones interpersonales.

Siendo así, una mercancía tal, que el mercado nombra como fármaco, se hace el vellocino de oro para aquellos que no han tenido voz en eso de consumir. Millones de personas, día a día se ven confrontados con el hecho indiscutible de que consumir es ser e imposibilitados por el sistema policivo para entrar en el Club de los Consumidores. Sin embargo, se aprovecha una hendidura del sistema, las angustias del consumismo, traen la necesidad del psicotrópico y pronto los emergentes buscan y logran ofertar ante la demanda de felicidad comprada.

Hay infinidad de ¨sin voz¨ que se han hecho escuchar a partir del narcotráfico. Muchachos desempleados, obreros malpagos, mujeres sin más futuro que repetir la historia de maltrato familiar y estatal, y una infinidad más de residuo social que va dejando el sistema consumista, logran por fin hablar a partir de su vinculación a la danza de los millones que ocasiona la droga de la felicidad. Que no está dentro de los cánones de la policía sería lo único reprochable; no obstante, admirable como acto político.

Se habla de la legalización del narcotráfico; son los riesgos planteados por Ranciere, que el acto político se torne policivo. ¿Qué sucede si se legaliza el comercio del psicotrópico?, rápidamente, los de siempre se apropiarán del negocio y los sin voz, volverán a su estado natural, a buscar nuevas formas para hacerse escuchar.
 
Referencias
 
1. Ranciare, J. El desacuerdo. Política y filosofía. Buenos Aires. Nueva Visión, 1996
 
2. Smith, A. La riqueza de las naciones. Madrid. Alianza. 1997

miércoles, 11 de agosto de 2010

III ENCUENTRO DE TRABAJADORES DE LA SALUD MENTAL EN BOGOTA

III ENCUENTRO DE TRABAJADORES DE LA SALUD MENTAL EN BOGOTA


INVITACIÓN A PONENTES

El Grupo PSICOSIS Y PSICOANÁLISIS, en el marco del Proyecto de Investigación que viene desarrollando en torno al aporte de Dispositivo Analítico en el tratamiento del paciente psicótico, va a realizar el III Encuentro con Profesionales Trabajadores de Instituciones Públicas, Mixtas y Privadas de la Salud Mental, en las instalaciones de la Fundación Universitaria Los Libertadores, los días 14 (jueves) y 15 (viernes) de octubre de 2010. El derrotero, esta vez, es socializar propuestas novedosas de trabajos que se vengan realizando con pacientes catalogados como ¨enfermos mentales o con trastornos mentales¨. Las participaciones se pueden dar en modalidad de mesas de trabajo, conferencias, conversatorios, afiches, videos, etc. Toda propuesta es bienvenida; pero se espera que la Psicología y el Psicoanálisis muestren sus desempeños con esta población en el contexto colombiano. No se descarta tampoco, las propuestas que puedan llegar de otros países, especialmente latinoamericanos.


Los resúmenes de los trabajos a socializar se están recibiendo desde ya y hasta el día 30 de septiembre de 2010. Enviar a email jairbaez@gmail.com (Jairo Báez)



Datos Básicos

1. Título del trabajo a presentar:
2. Nombre de los ponentes:
3. Dirección electrónica (email):
4. Institución a la que pertenece:
5. Resúmen: Máximo 250 palabras.


Agradecemos su participación y recordamos que: conocimiento que no se socializa no existe.