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martes, 1 de marzo de 2022

EL CUERPO ARMA (El Cuerpo D)


Por: Jairo Báez 



        ¿Acaso pueda existir una forma de presentar un análisis de caso que no sea aquella del aburrimiento?


Un cuerpo que surge de las cenizas de la mirada de la aceptación del otro-Otro, que rompe con la esquizofrenia, el rechazo o la ausencia, para tornarse en un arma capaz de destruir cualquier otro-Otro cuerpo que emerja imponente donde nada existe. Cabello largo, grandes proporciones bien armonizadas; grandes pechos, grandes nalgas, grandes piernas, grandes brazos, grande voz, grande belleza en armonía con la muerte que expele. La belleza es muerte; trae muerte, es muerte.



Cuerpo mal mirado, mal tratado, mal tocado, mal decido, mal seducido, mal satisfecho, se torna violencia, huracán, desierto, moridero, sifón y podredumbre de otros cuerpos. Nada podrá controlar la violencia con la que tragará cuerpos reales, cuerpos imaginados, cuerpos simbolizados; todos irán a ese lugar que está más allá de todo olvido; irán al desecho y al repudio, dónde ni siquiera el estrago los alberga, porque no se puede dar habitación, que aunque lúgubre y mortuoria, cobija, todo aquello que sea residuo.

No hay retoques, no hay arreglos. Es natural; calzones rotos, brasieres deshilachados; calzón mal puesto, brasier, a más de transparente, sucio, ayudan a potencializar la violencia con la que caerá el héroe que por su bocaza, será la próxima de sus víctimas. Sus soldados, (así ha llamado a sus tetas), aunque caídos, se levantan para dar cuenta del invasor. Ni siquiera a las puertas de su vagina abierta podrá acercarse, menos podrá llegar a resbalar en la humedad que empieza si traspasar pudiera al menos un milímetro adentro de aquellos labios bajos, nada inferiores.

Cuerpo lienzo de pintores locos que toman la piel para seducir doncellas, no sabiendo que este cuerpo no ha sabido ni nunca ha querido ser mancillado. El placer es la debilidad para ellos; démosle lo que quieren; ante el cumplimiento del deseo, el deseo acobarda, recula, avergüenza. No hay peor venganza que darle placer a quien así lo codicia y lo arrebata. ¿Quiere placer?, ¡ahí lo tiene! Ahí sabrá lo que es el goce; aquel placer que se torna tormento por su imposible incumplimiento ante lo acariciado. El peor martirio que se le puede otorgar a un cuerpo hambriento y lascivo es el no sufrimiento. Cuerpo nada que ni siquiera la desventura puede sentir. Fin de la historia, ese cuerpo no existió, no existe, qué pase otro. La misma suerte correrá.

Ese cuerpo lo sabe, lo perfecto es imperfecto; lo imperfecto atrae por lo perfecto. Ahora tendrán que soportar su venganza aquellos otros cuerpos que un día le pidieron una perfección donde no existe, que no existe; les enseñará ahora sí, como una lección, que la perfección suya no era tal.


Ese cuerpo sabe matar los cuerpos. Sabe que el cuerpo mujer se mata con el veneno del orgullo y el cuerpo hombre con el cáncer del poder; falos y castraciones dan lo mismo, ambos remiten a la prepotencia de una existencia inexistente. Ese cuerpo sabe que el cuerpo familiar es el primero que se debe destruir, pulverizar, atomizar, des-aparecer, a-parecer, fenecer. El cuerpo del hijo se funde con el cuerpo del padre, el del padre con aquel del abuelo y ya nada queda más que la vergüenza de no haber cumplido con los roles y funciones que delegan a los cuerpos los símbolos en la ausencia misma de cualquier función natural. ¿Y la madre? El cuerpo de la madre fue el primero en ser devorado por su operante inoperancia. Imposible identificación.
 
Este cuepo brioso, impulsivo, estridente y frenético, pronto descubrió la debilidad que tienen los cuerpos por la imagen; las imágenes puestas como señuelo; la imagen de un cuerpo despreciado, aniquila más que el propio real cuerpo. La luz es su aliada, la luz que trae consigo la oscuridad y en la oscuridad los cuerpos son frágiles, tiernos, bobos; caen cual pollitas encantadas por todo lo que ilumina.  La verdad de su cuerpo, la  verdad de todos los cuerpos es su sombra; esto es, la nada, la apariencia.

- Matar no produce placer, ¿sabes?, ser matado, destrozado, pulverizado, lacerado, degrado, eso sí que les produce placer.
 
- ¿Dirá goce?

- No lo sé, no los se distinguir, no he sentido ni lo uno ni lo otro. No siento nada, no me acuerdo haber sentido. Bueno sí. Lo que pasa es que el tiempo, que no tengo, ni lo he tenido, no me permite afirmar nada con respecto a límites.

El cuerpo es la habitación lúgubre y lúgubre es habitar un cuerpo despreciado; por eso es mejor hacer de la habitación un arma de guerra, que aniquile cualquier cuerpo que se precie en su imponencia: Juno y Quirón, Afrodita y Príapo, (otros de héroes y mortales), ya han sido vencidos por el cuerpo despreciado que un acontecer hizo arma aniquiladora de dones imaginados e incapaces de realizarse en su ofrecimiento y postración retadora. El esclavo triunfa; el amo pierde. Siempre ha sido así. El cuerpo sabe, lo sabe.

Una vez los alambres y las cuchillas de acero atravesaron su cuerpo; pero no necesitó de otro cuerpo para que lo atravesará; fue su mano, su propio deseo, quien lo atravesó. Creyó sentir de nuevo, pero pronto se dio cuenta que nunca sintió. Atravesar su cuerpo es fácil; sin embargo,  pagarán con desabrimiento el desprecio con el que se le paga a quien hasta allí se atreve. Sacó los garfios que hundió en sus carnes; las cuchillas dejaron de cortar la piel; fue una mala interpretación. No hay placer, no hay goce allí. La luz se acerca, la sombra también, pero tampoco lo logran. No hay placer, no ha goce más que en ser mirado… ad-mirado.




Este cuerpo violento y vilipendiado hace de su propósito una estética de innegable reconocimiento. Lo ha logrado, el espectador ha fijado su mirada en él; pero con la mirada, pulsión escópica, extremidad que opera el placer y el goce, que monitorea el ojo, el espectador, también, entrega su cuerpo para sumar los triunfos de un cuerpo desgarrado, de ese cuerpo arma, que arma una defensa y un ataque de lo que ya nada queda. ¡Un cuerpo!

viernes, 19 de enero de 2018

JACQUES MARIE EMILE LACAN (MINI-BIOGRAFÍA)

Por: Jairo Báez




Jacques Marie Emile Lacan,[1] descendiente de una familia burguesa, recibe una formación clásica y cristiana; aunque se caracterizó por ser buen estudiante, nunca alcanzó el grado de la brillantez; sus maestros le criticaban su arrogancia, su falta de compromiso y organización para con los estudios impartidos. En la adolescencia empieza a mostrar su resistencia a lo enseñado en su crianza, busca sus propios derroteros intelectuales, explora el jansenismo, el dadaísmo y el surrealismo, entre otros. Se asume en contra de las creencias religiosas recibidas, frecuenta los círculos literarios y filosóficos de avanzada, lee a Nietzsche en alemán, también se interesa por la obra de Spinosa. Tiene que vivenciar los horrores de la Primera Guerra Mundial, heridos y mutilados que llegaban al improvisado hospital que hicieran de su colegio. De allí su duda entre optar por la política y la medicina. Como dato anecdótico, conoce primero la obra de Joyce y años después la obra de Freud.



[1] Roudinesco, Élizabeth. (1993/2000). Lacan, esbozo de una vida, historia de un esbozo de pensamiento. Colombia. Fondo de Cultura Económica. Primera Parte. Aparte I.

viernes, 31 de julio de 2015

EL PRINCIPIO POLÍTICO ES HABLAR

Por: Jairo Báez

A propósito del artículo de Jacques Alain Miller, intitulado Anguila,[1] la pregunta se reaviva: ¿se puede pensar un mundo de seres hablantes, diferentes cada uno, que puedan hacer lazo social? La pregunta tiene una respuesta afirmativa, pero ha de pasar por la insistencia de diferenciar la administración pública de lo que es la política, aun y si después podamos encontrar los puntos que las puedan relacionar. El mismo Miller recuerda que Lacan, estuvo siempre atento a denunciar las imposibilidades que subyacen a las utopías políticas; no obstante, ello conlleva a la concepción misma que mostraba Lacan de homologar administración pública con la política. Dato que se concibe no importante por la diferencia o unidad que pueda existir entre estas, sino en la obstinación de asumir que las propuestas políticas surgen de la conciencia y la razón de un ser volitivo y nunca del inconsciente, como ha sido la enseñanza misma del psicoanálisis. Parodiando la sentencia aquella endosada a Locke, no existe nada en el pensamiento que antes no haya pasado por los sentidos, se puede afirmar, si se es congruente con el psicoanálisis, que no existe nada en la conciencia que antes no haya pasado por el inconsciente. Por tanto no se podría hablar de una política que no emerja del inconsciente mismo.

Lacan, que fue meticuloso en esto de ver la fuerza del inconsciente en la creación humana, ha debido ser consecuente  y de allí que se deba un detenimiento más preciso en torno a cuál era la desconfianza que manifestaba y por qué Lacan no enunció claramente que del inconsciente nace la política. Si lo que impedía a Lacan, manifestar su entusiasmo por las propuestas para administrar la Ciudad, (Estado), era el convencimiento de que todas apuntan y han apuntado a la identificación e identidad de una masa de seres hablantes bajo un proyecto razonado de administración de los recursos para dar lugar a un mundo mejor y feliz para todos, justificados serían sus enunciados en contra, pues la lógica del ser hablante que descubre el psicoanálisis es otra: donde la felicidad es narcisista y los otros seres hablantes se tornan en objetos de pulsión, a los cuales se les debe aprovechar como plus de goce. En esta lógica, el ser hablante es capitalista por antonomasia y su proceder inconsciente promueve la capitalización de la pulsión.

Entre Adams Smith y Sigmund Freud, se puede sincretizar el ser hablante único que permitiría pensar la política: un ser hablante dado a obtener el mayor lucro de los objetos a su disposición pulsional. En esta dinámica, donde un ser hablante es objeto para otro, es donde se podría pensar una política de la diferencia y no de la identidad. No obstante, queda por ver, hasta dónde es posible abolir todo acto de identificación, para proceder a concebir un lazo social entre dos o más depredadores capitalistas; pues si bien es cierto que el acto analítico busca la caída de las identificaciones impuestas, esto no es garante de la existencia de un ser hablante sin identificaciones, ¿cómo se podría concebir un ser hablante sin identificaciones? Y si no es posible concebirlo ¿sea mejor asumir que en el acto analítico, lo que permite es una responsabilidad subjetiva sobre las identificaciones y no la ausencia de las mismas?

Así, el psicoanálisis tomado como el reverso de la política habría que matizarlo, pues la caída de las identificaciones, el supuesto vacío, termina siendo llenado con algo, y ese algo necesariamente son identificaciones otras o tal vez, algunas de aquellas que caen en determinado momento del proceso analítico, vuelven a recogerse. En consecuencia, el uno a uno, de todo análisis, tendría fundamentalmente la misión de  responsabilizar de las identificaciones dentro de los lastres que marca el inconsciente, la pulsión, la compulsión a la repetición y la transferencia; por ello practicable una política compatible con los mandatos del descubrimiento psicoanalítico, que no busque identidades sino identificaciones responsables; y en la misma línea, rescatar de Lacan, lo que Miller denuncia: El inconsciente es la política.

En esta línea, comprensible es que no hay nada más social que la psicología individual; pero ya no se trataría de  educar ni formar para una política sino de hablar para asumir la política; el lenguaje, en tanto garante del lazo social, permitiría la negociación entre el sujeto y el Otro (simbolización); con sus marcadas diferencias con la sumisión o imposición al Otro, donde el auténtico acto de la simbolización estaría proscrito o se mostraría precario y se exacerbaría el imaginario, que permite y perdura el engaño idílico de la felicidad anhelada. Lo que sale a la luz, desde el ser hablante que configura el psicoanálisis, es que no se ha sido lo suficientemente capitalista para entrar en las lides de la política pública; o, si es imposible dejar de serlo, no se ha articulado por parte del ciudadano para su ejercicio público. Es de preguntarnos si así como muchos han logrado lo mismo que se logra en el acto psicoanalítico sin pasar por este, para su utilización en otros campos (Joyce por ejemplo), así existan conspicuos administradores públicos (llamados políticos) que lograron sacar provecho para sus saber-hacer y que sea esto lo que los pone en un lugar diferente. ¿Serán estos seres adelantados en la política del inconsciente?; ¿qué pasaría si todos actuaran como ellos, sean ya por su paso por el acto analítico o por otros medios que lleven al mismo encuentro?



[1] Miller, Jacques Alain. Anguila. Publicado en Pagina12, Abril 26 de 2012. Disponible en Internet http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-192679-2012-04-26.html

viernes, 15 de agosto de 2014

LA FULMINANTE/NADIA/NADIE

Por: Jairo Báez

Para llegar al encuentro de algo muy  propio a la Obra de Nadia Granados, empecemos por jugar con la mutación de una sola vocal.  Nadia/Nadie o, da lo mismo, Nadie/Nadia. Ese Nadie que vive todos los días en la jungla de una ciudad agobiada por un sistema que se ha entronizado y que gobierna las acciones de los humanos, se hace visible, rompe las retinas, revolcando las vísceras en el pudor y el asco. Lo más deseado emerge al punto de mostrar su faz ominosa; mostrando lo inefablemente hablado pero aterrorizante.  O esa Nadia que nos hace recordar la revolución bolchevique, esa fracasada intentona por derrocar el imperio de la industrialización liberal, y que quiso alguna vez empoderar a los obreros para terminar siendo un despotismo más del mismo sistema; solamente ahora más militarizado y burocratizado. Para arribar finalmente a la Fulminante, nombre con el que se le conoce artísticamente a aquella que ofrece sus servicios a incautos que andan por la Internet en busca de sexo pago y que se encuentran de tope con algo que no es. Así podemos arriesgarnos a enunciar algo sobre la  Fulminante/Nadia/Nadie.


Como tesis fundamental, en la Fulminante/Nadia/Nadie, el porno y el morbo se elevan a la calidad de sublime. Lo underground emerge hecho obra de arte cumpliendo con todos los requisitos que los hacen uno, el subvertir lo instituido para promocionar algo novedoso. Aunque en su obra se pueden encontrar registros sociales y socializantes de gore, core, crítica, resistencia, planfleto, punk, nada de eso es en esencia. Lo que emerge con fuerza es un nombre propio, capaz de romper con lo mismo, con lo cotidiano, en una obra de Arte. En la propuesta estética de la Fulminante/Nadia/Nadie, aquellos que no tienen voz, los sin voz, que describe Jacques Rancière, toman la palabra y el cuerpo para hablar, para darse un lugar y gritar en el concierto del silencio que caracteriza la indolencia de la desigualdad social, que sólo es tenida en cuenta para corregirla como enfermedad y como acto delictivo, más nunca como efecto-residuo que deja un modelo de producción y relación humana.

La Fulminante/Nadia/Nadie tiene la facilidad de hacer hablar el cuerpo y mostrar que la palabra, la viva voz es vana, en un contexto donde se empoderó lo imaginario. Donde la imagen visual ha usurpado la palabra, no queda más que la exaltación del cuerpo, trasgrediendo cualquier límite que tienda a separar lo púdico y lo impúdico, lo interno y lo externo, lo macho y lo hembra. Su lucha es por hacer hablar la imagen ante la inminente decadencia del símbolo fónico-fálico. La Fulminante/Nadia/Nadie habla en lenguas, porque ninguno que se precie moderno quiere oír algo más allá de deleite sonoro, ninguno quiere oír más allá del goce que despierta el roce del yunque y el martillo. El significado se ha evaporado; solo queda forzar el sentido, postrándose como significante en esa larga cadena que adormece, en busca de un despertar. Ante la ausencia de la palabra que se escucha, la Fulminante/Nadia/Nadie ha implementado una pantalla que hace las veces de traductor de la voz a la escritura. En alusión clara a que ahora todo acto de comunicación pasa por la pantalla y la mirada se fija allí, (radio, televisor, teléfono, computador, y todo gadget producto de la tecnología científica), el cuerpo de la Fulminante/Nadia/Nadie porta un pantalla en la zona pudenda o en cualquiera de esas partes del cuerpo donde el ojo lascivo posa su mirada ávida de placer sexual; allí donde el mensaje tiene mayor probabilidad de capturar al lector en la exacerbación del goce.   


A partir del único instrumento que tiene a mano y que aún hoy convoca la mirada morbosa y lúbrica del gañan y del intelectual, del obrero y del empresario, del joven y del viejo, del santo y del degenerado, del definido y el indefinido, del etc,. y la etc., la Fulminante/Nadia/Nadie obliga a ver y oír lo que el ensordecido y el ciego no quieren, ya sea por cansancio o saturación. El cuerpo de Nadia eclosiona como un arma imposible de vencer e imposible de resistir; los buenos modales que se experimentan en lo público son arrasados por el convencimiento de que en la intimidad, el superyó freudiano hace su verdadera aparición con ese mandato que Jacques Lacan hiciera explícito: goza. Ese saber sobre un superyó impúdico, obsceno y nunca satisfecho es lo que explota la Fulminante/Nadia/Nadie, para hacerse oír y hacer oír lo que la castidad y las sanas costumbres quieren y han logrado adormecer. Si la miseria humana y la diferencia entre los hombres se ha hecho constante e invisible a los sentidos y el pensamiento político, la Fulminante/Nadia/Nadie irrumpe en cuerpo seduciendo e impactando la adormecida psique de los que se atreven a transgredir con su mirada y que en esencia, somos todos aquellos seres parlantes que sólo alcanzan a poner su mejor máscara pintada de moralina cristiana, para volver al mundo de lo público y lo correctamente aceptado.

Como poseída por el espíritu de Sade, la Fulminante/Nadia/Nadie hace  del cuerpo el lugar para dirimir lo que es propio de la política y lo político. Los mismos elementos de culto se tornan en transgresores. Si hay un lugar para la discusión de lo importante del ser parlante, -la polis-, este lugar ya no será el ágora griega, ni el recinto cerrado de los elegidos por una democracia de sí y por siempre decadente,  sino el cuerpo. Este convoca más que la plaza pública, y entre más transgresor y libidinoso, mucho más convocante. Son las bárbaras pulsiones las que mueven las grandes empresas sociales (el reparo está en los juicios de valor); entonces que sea el cuerpo el que decida.

De las pútridas calles de ciudades enfermas donde la vida florece sin la máscara sensiblera, la Fulminante/Nadia/Nadie recoge los elementos básicos para amenizar sus críticas a una sociedad que muere en la hipocresía de las buenas costumbres, el desaforo de la opulencia material y las pocas acciones de conmiseración por la existencia humana. Vaginas evacuantes, penes cercenados, senos insinuantes, bocas hambrientas, se alinean como ejércitos de la última y más fiera resistencia al Establecimiento. El cuerpo sin ortopédicos, solo y llanamente escueto, se convierte en el arma letal para derruir prejuicios que se empoderan como valores insoslayables de la sociedad ideal de los humanos. El cuerpo de la Fulminante/Nadia/Nadie eructa, escupe, excreta, fluidos y residuos de un oficio vital. Toda pretensión de vida trae su inmundicia que todos quieren tapar; el cuerpo de la Fulminante/Nadia/Nadie no. El cuerpo acá toma un lugar natural para denunciar la anti-naturalidad de la sociedad actual que pareciese, se ha preocupado más por la ingestión-digestión-excreción  que por la misma vida. Lo que denuncia la Fulminante/Nadia/Nadie es que la sociedad se ocupa hoy más por los procesos, fragmentados y bizarros por cierto, que por el mismo objeto. La sociedad anda sin norte… o el norte nunca ha estado donde lo ubica la cruz de los vientos de la razón.


Así,  el arte político emerge con fuerza en la obra de Nadia Granados; o mejor, el arte toma su lugar: la política. Aquellos que no tienen voz, a los que se les ha negado la voz, según el planteamiento de Rancière, hablan esta vez mediante la operación que Nadia Granados opera sobre su cuerpo, haciendo que el régimen policivo se vea enfrentado a un auténtico acto político. Dice el psicoanálisis que el cuerpo es el primer y fundamental conflicto del ser que habla; y el cuerpo de Nadia Granados logra enterarnos que la tesis es correcta, el cuerpo es el campo de lo realmente político; esto es, del conflicto con el otro. No obstante, ella sabe ir más allá de la metáfora para demostrar que no existe nada más real para poder enrostrar la política social, que aquel espacio dónde el cuerpo y el trato con él, hace su diáfana aparición. Cuerpo jamás amaestrado por más que sea mancillado; cuerpo que rehúsa la acción policiva y siempre en subversión de lo establecido.  Trasgredir es el sino del sujeto político, trasgredir es lo que hace Nadia Granados con su obra; transgredir es dejar hablar a aquel que no han dejado hablar y eso, lo sabe hacer bien Nadia.   




Referencias

Lacan, Jacques. (2006).  Seminario 20. Aun. Clase 1. Buenos Aires. Paidos.

La Fulminante. En http://www.lafulminante.com/ Página Oficial. Consultada 15 Junio 2014

Lozano, Olga Lucia. Es Nadia, es la fulminante ¿y qué? La Silla Vacía, 28/07/2013. Disponible en Internet  http://lasillavacia.com/content/es-nadia-es-la-fulminante-y-que-45288 Recuperado 28/05/2014


Rancière, Jacques (2011). El tiempo de la igualdad. Diálogos sobre política y estética. Barcelona. Herder.

miércoles, 5 de febrero de 2014

PARA UNA ÉTICA DEL LADRÓN


Por: Jairo Báez

Nunca será suficiente, ni la discusión cesará tan pronto y la situación permanecerá inamovible. El poder de un discurso, que logra tornarse hegemónico, mostrará su poder para imponer sus criterios, cuando se le interrogue sobre su veracidad. Y no obstante, habrá resistencia y deseos de diálogos, allí donde constantemente solamente es perceptible un oído sordo. El diálogo pacifista y armonioso neuro-bio-psi (neuro-bio-psicológico) es reflejo último de la dinámica que ha emergido desde aquel momento en que la filosofía fue perdiendo su lugar holístico de explicación y práctica, para dar lugar a saberes analíticos, que en su conjunto, se hicieron llamar ciencia. De la Cosa se pasó a las cosas, y del Objeto a los objetos; y con ello, la instauración de diferentes discursos, con pretensión de veracidad, que quieren eliminar a todos aquellos otros que, por a, b ó c  circunstancias, les sea impuesto el rótulo de falaz. El problema se acentúa cuando diferentes discursos apuntan al mismo objeto u objetos semejantes. Es el caso de la Psiquis (Psyche), esa parte que se disputan todos esos discursos que versan sobre lo humano y su sociedad.

Tres de los discursos que han querido dictar verdades absolutas sobre la Psiquis, han querido dialogar pero bien hubiera podido estar presente otro cúmulo de discursos y el debate se habrá complejizado aún más. La biología, la neurología y el psicoanálisis, hacen presencia para mostrar una vez más su posibilidad de diálogo; las conclusiones se evidencian pronto: no hay diálogo allí donde diferentes discursos convergen. Los psicoanalistas se quedan hablando solos. Se podría objetar que no solamente están estos tres discursos, que también está la filosofía presente, y que con la filosofía sí se pudo dialogar; pero aún así, no será fácil sostenerlo, pues es claro que los filósofos escuchados tendrán un claro aprecio por el psicoanálisis.

En este des-encuentro se escuchan tesis que vale la pena rescatar, no tanto por su novedad sino por el lugar que acusan en la actualidad. - Aunque es necesario señalar que por momentos no parecen tesis sino dogmas irrefutables -. Una de estas tesis señala que el sujeto ha muerto, la destitución del sujeto es promocionada por la misma neurología, pero a cambio se promueve como tesis complementaria la innegabilidad del objeto, el objeto es incuestionable, independiente de la imposibilidad que se tiene hasta el día de hoy de acceder a él. La tesis hegeliana de ese real que se escapa al ser cognoscente pero que mediante la dialéctica logrará ser atrapado, se muestra favorable para los intereses de la neurología. Esta tesis conlleva una paradoja ya mostrada por Jacques Lacan: un objeto conoce otro objeto, pero solo uno de ellos tiene la capacidad de conocer; y llevada esta tesis a ultranza, se tendría una petición de principio que sostiene que, el objeto que conoce es el objeto que conoce bien y los demás objetos no conocen porque conocen mal.  Es la tesis que da estatus a la biología darwiniana (!Darwin dio en el clavo!) y de paso permite al neurólogo asumirse en su verdad ineludible: por selección natural se logra la proeza de que un objeto conozca a los otros y, por solo petición de principio, se da por sentado que el camino para acceder a la verdad es el método que utiliza el neurólogo. En síntesis, sólo existe un método para llegar a desentrañar los secretos de la Psiquis, pero este no se ha encontrado aún, y si en algún momento se encuentra, estará en la depuración del método que utiliza la neurología, que asume como indiscutible la selección natural y, en el neurólogo, el ser favorecido por ella.

Otra de las tesis que se escucha sostiene que, el conocimiento se encuentra fragmentado y que, si se logra hacer alianza entre aquellos que lo portan, la solución a los problemas que plantea el objeto, estarán resueltos. Esta tesis, igualmente, tan de boga en las ciencias sociales y humanas, es la que ha despertado el interés por el trabajo interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario.  Las fluctuaciones en la práctica, que van desde el hacer cada uno lo que le corresponde ante el objeto (especializaciones), hacer lo que por convicción debe hacerse con el objeto, respetando las creencias de los otros (todo vale), hasta el hacer sin reparar en la necesidad conceptual (metaparadigmas), es notable en los ambientes académicos que ponderan el posmodernismo epistémico. Como consecuencia de esta tesis, todo esfuerzo, en solitario o mancomunado, es válido siempre que se tenga en mente el bien del objeto en el cual se opera. Empero, lo que no se tiene presente o se quiere obviar es que ese ¨bien para el objeto¨ no es el mismo para los diferentes discursos que avalan la praxis que deviene de ellos e, igualmente, no se comprende ni se entiende que existen incompatibilidades al analizar en detalle las singularidades de las diferentes prácticas que se asumen una por fuerza de la buena voluntad de convivencia entre diferentes profesiones. Los parámetros éticos, coherentes y consistentes, son los que se soslayan en este tipo de posiciones de concertación en la diferencia, que asume que todo discurso, devenido en práctica, tiene su potencial que no es posible desconocer.

La tesis anterior tiene su origen en un axioma: la defensa a la vida y vida sólo hay una. No obstante es, precisamente, ese axioma, el que habría que cuestionarse: ¿Qué es la vida? es una pregunta que no ha sido resuelta y que, cuando se ha intentado responder, se ha canalizado en sostener que la vida es aquello que fue definido por el cristianismo: la vida es un don de Dios, cuya máxima expresión se puede concebir en el ser humano; y, con mayor precisión, la vida a defender se encuentra en el cuerpo humano.  Esto nos lleva a retomar la primera tesis para llegar a una mejor comprensión de la posición neuro-bio, (neuro-biológica; también se podría incluir algunos discursos psi-): si el objeto conocedor se sostiene en la selección natural,  la vida se sostiene en el regalo dado por Dios, así que serán dos baluartes indiscutibles a defender por antonomasia, el método de la neurología y la vida fundada en los principios cristianos. De allí que si la psiquis se encuentra en el cuerpo, mal se haría al no centrar el estudio en la praxis para mantener el cuerpo vivo y en óptimo funcionamiento.

Otra tesis sostendrá que la fuerza de un discurso hace una praxis vital. El discurso decide lo que es la vida y esa decisión ocasiona una práctica que obliga a unas relaciones con el otro- Otro; esto es, a cada discurso subyace una ética que no es negociable con la ética de otros discursos; puede ser discutible, comentada, socializada, confrontada, con otros discursos, pero imposible de sincretizar. La coherencia y consistencia del discurso se levanta como único y posible juez ante la ética vital; los intentos de hacer pasar por el lenguaje, ese real que permanece imposible de franquear, tiene su fundamento en la pregunta aun no resuelta ¿Qué es la vida? Misterio inadmisible y difícil de resolver y de responder mientras se sea sujeto del lenguaje. 

De allí que la propuesta de quien escribe, interesado en los cruces de la locura y la política, es asumir, en este tipo de encuentros la ética del ladrón. El escuchar al otro-Otro es ya arriesgar a que le enrostren la escisión, la herida en el discurso que se asume coherente y consistente; y aun así, únicamente el sujeto del discurso aludido en su falta será quien decida si acepta la afrenta y, en silencio, se la roba como si fuera un tesoro para taponar el hueco que le ha sido señalado. No es la imposición del otro-Otro lo que haga mella en el discurso ajeno si este se cree completo y potencialmente práctico. Su complemento, viene en la palabra que se enuncia ante el oído sordo; algo habrá de corroer la obstrucción que ocasiona el sentimiento de estar completo y ser dueño de la verdad revelada. Cuando se enuncia un discurso, allá donde otros tienen el suyo propio, no habrá de ser para catequizar ni mucho menos para adoctrinar, pues ya Freud lo había señalado, hasta el loco ama su delirio como a su propia vida; entonces, es de esperar la resistencia discursiva por parte de los normales. Más si sopesamos que Freud debió mejor enunciar: el loco ama su delirio porque allí está su propia vida. Al enunciar un discurso, se está a expensas de que le roben algo, ese algo es un significante, aquel del que cualquier cosa podrán hacer.

viernes, 22 de noviembre de 2013

sábado, 14 de septiembre de 2013

EL PROTAGONISMO DEL CUERPO EN UN DÍA DE LGBTI

Por: David Parada

A lo lejos se venía escuchando un retumbar que antes de ser melodía mi cuerpo lo percibía como una ola del mar a contracorriente, entre más me acercaba a aquella muchedumbre, más clara se hacía. 

Gloria Trevi. Una voz que identifica una actitud LGBTI, mientras la canción decía: “Y yo la paso bailando, cantando amando mi libertad ya sin ti”, varios eran los que se aglomeraban alrededor de la canción para ofrecer su tributo al conmemorativo día. Cada uno con su particular forma de vestir, siempre creyendo en todos los casos ser quien tiene el mejor traje o pavoneo. Miradas se cruzan, cuando el pavoneo tiene éxito  dos de estos personajes LGBTI se acercan y deciden compartir el festejo. Entre gritos, cantos y voces susurradas de matices LGBTI todos se van expresando y va emergiendo el alma de la masa.

Mientras se va caminando en un atardecer acompañado por nubes y el intermitente sol, aparecen en escena lenguajes corporales que fragmentan los espacios cargados de monotonía y cotidianidad. El constante participante de esa masa de carne llamada cuerpo es la voz, con ella jocosamente se reclaman derechos, deberes no, pues el cuerpo reclama placer, goce, exceso, ya aquello normativo y de mantener cabales sociales está agotado. Siempre hay un dejo de queja en toda consigna.

Mientras la voz cumple su función de reclamo, algunos brazos alzan extensiones ornamentales del cuerpo a manera de falos que auxilian la voz, y aquí la letra hace su presencia, intentando dar un orden con frases, paradojas y material escrito en pancartas.  Otros usan sus brazos para abrazar, consentir, golpear, manosear, saludar, ocupándolos en una acción con la cual sentirse parte del acogimiento de este espíritu LGBTI.

Las piernas y los pies, siguen su ruta ya escrita en redes sociales, en el voz a voz y en el ritual anual ya inscrito en el entusiasmo de sus participantes,  van caminando hacia el altar sacrificial, donde la discriminación será sacrificada al Tótem diversidad. Quizás sea ese el motivo de caminar, consumar el ritual.

¡Que no se crea que fue lo externo lo único que  trabajó en este festejo, no! Hígado, tripas y corazón también hicieron su presencia allí. Cómo se dice que  el único lazo social posible en la actualidad es el capitalista, el estómago lo recordó al pedirle al homúnculo una mazorca o un chorizo, o una arepa, o un chorizo con arepa  por esto de lo diverso en las metonimias de la genitalidad. Así se sacio el hambre de muchos estómagos, y se permitió al corazón palpitar en las fluctuaciones del barullo de las masas.

Finalmente, como único producto de este cuerpo que se enfrentó en esta marcha a su alegría, tristeza, odio y a su deseo, quedaron la orina y las heces, elementos que al igual que los genitales,  tuvieron un valor metonímico; entre el  jolgorio,  las risas y el  maniculichupeteo se botaron objetos, papeles publicitarios, comida, se derramaron bebidas alcohólicas, gaseosas, y bueno, un sinfín de materiales parecidos a nuestra caca y orina. Finalmente la basura quedó como testigo de que las pulsiones de vida expresadas a través del cuerpo se unifican con la pulsión de muerte.


 Alguien equiparaba la exhibición de un par de tetas en un trans a un acto político, ¿cómo saberlo?, ¿todos los trans quieren actos políticos, poéticos, de que tipo es el acto de cada uno?, pues no se olvidan algunas frases de ellos mismos luego de una apasionada pelea cuerpo a cuerpo: “-¿Por qué te pegó?- - por ser linda-“, ¿es posible pensar la política únicamente en función de una polis? ¿O en función de pelear un derecho?, ¿acaso no es importante escuchar?, ubicar lo LGBTI y sus demás derivaciones en lo particular, hoy esta marcha demostró cuan implicado está el cuerpo como medio de desplazamiento político, ¿pero valdrá la pena  preguntarse hacia dónde va mi cuerpo?

martes, 16 de abril de 2013

FREUD Y LA HOMOSEXUALIDAD

Por:Patricia Garrido Elizalde

Tomado de: Revista Carta Psicoanalítica

"La lógica de un pensamiento (pensée) es el conjunto de crisis por las que atraviesa..." Gilles Deleuze [1]

"A mi juicio no debe dejarse al lector otra salida que la de su entrada, la cual yo prefiero difícil" Jacques Lacan [2]

La vida sexual contemporánea se ve atravesada por dos asuntos capitales: la inocultable e indiscutible diversidad de sexualidades, esto es, aquellos comportamientos que están en la frontera de la sexualidad según las definiciones de los discursos dominantes; comportamientos que ponen en juego la intrínseca heterogeneidad del deseo. Y, por otra parte, el asunto de la Elección...

 Estos dos ejes -la diversidad y la elección-, a veces como fantasmas, han estado en el centro de los debates sexuales por muchos años y generaciones, y han moldeado de ciertas maneras los diversos discursos en torno a lo sexual.

Quizá, lo más nuevo es que el caparazón de la certidumbre moral y presumiblemente científica, que controlaba la diversidad y delimitaba las elecciones están ahora resquebrajadas, de modo tal vez irreparable. Un discurso de la elección es un poderoso disolvente de certidumbres; socava la solidez de las narrativas tradicionales y trastoca las relaciones de dominio y subordinación.

En efecto, el significado de la sexualidad ha cambiado. Durante largo tiempo encerrado en la historia de la reproducción ahora flota en gran medida fuera de ella. De una manera compleja, sus significados se han ampliado.

Para una mayoría se ha vuelto polimorfa y plástica. Al menos en principio, las artes eróticas están abiertas para todos nosotros, ya sea por los miles de libros sobre los goces del sexo, por el floreciente crecimiento de las representaciones sexuales, o por una renovación del discurso en torno al cuerpo y sus placeres.

La sexualidad, entonces, con la multiplicación de sus íconos públicos y el debate abierto de sus prácticas privadas, así como, con las controversias sostenidas sobre la identidad y la fragilidad de los roles sexuales pautados de antemano, ha comenzado a desactivar tabúes culturales que han impedido conocerla y reconocerla.

Hechos, todos ellos, a los que en la historia de la sexualidad el psicoanálisis no es ajeno, ya sea porque se considere en una versión extendida que es él quien ha liberado a la sexualidad occidental, luego de que siglos de cristianismo le impusieran la represión [pensamos que en algo ha contribuido. ¿Cómo no ver, en principio, la tolerancia, luego las nuevas libertades que se han visto beneficiadas del bemol puesto por Freud sobre el concepto de "normalidad"?].

 O bien, porque en esa misma historia -y desde otra perspectiva- el psicoanálisis para ciertos pensamientos ha servido de contrapunto, y éste es el caso de Michel Foucault quien en los años 70’s - y en sus últimos escritos- toma una posición distinta con respecto al psicoanálisis de aquella que habría establecido en su texto "Las Palabras y las Cosas" [3] .

Para 1978, en su conferencia en Japón titulada "Sexualidad y Poder" [4] se explica sobre aquello que lo impulsó a emprender una historia de la sexualidad, y retoma, lo que ya había escrito en "La Voluntad del Saber" (1976). Donde de manera muy clara enuncia: hay dos grandes procedimientos para producir la verdad del sexo. Y es de lado de uno de estos dos procedimientos donde coloca al psicoanálisis.

"Por un lado, las sociedades - fueron numerosas: china, Japón, India, Roma, las sociedades árabes musulmanas- que se dotaron de un ars erótica. En el arte erótico la verdad es extraída del placer mismo, tomado como práctica y recogido como experiencia; el placer no es tomado en cuenta en relación con una ley absoluta de lo permitido y lo prohibido ni con un criterio de utilidad sino que, primero y ante todo en relación consigo mismo, debe ser conocido como placer, por lo tanto, según su intensidad, su calidad específica, su duración, sus reverberaciones en el alma y en el cuerpo. Más aún; ese saber debe ser revertido sobre la práctica sexual para trabajarla desde el interior y amplificar sus efectos"

"Así se constituye un saber tenido por secreto... Es pues, fundamental la relación con el maestro poseedor de los secretos, él, únicamente, puede trasmitirlos de manera esotérica y al término de una iniciación durante la cual guía, con un saber y una severidad sin fallas el avance de su discípulo. Los efectos de ese arte, deben transfigurar al que ahí se ejerce: dominio absoluto del cuerpo, goce único, olvido del tiempo y de los límites, elixir de larga vida, exilio de la muerte y de sus amenazas" [5] 

Esta es una de las maneras de engendrar la verdad del sexo. El otro procedimiento de producción de la verdad del sexo es aquella de la confesión.

"Nuestra civilización -señala- a primera vista al menos, no posee ninguna ars erótica. Como desquite, es sin duda la única en practicar una scientia sexualis. O mejor, es haber desarrollado durante siglos, para decir la verdad del sexo, procedimientos que en lo esencial corresponden a una forma de saber rigurosamente opuesta al arte de las iniciaciones y el secreto magistral: se trata de la confesión" [6]
 
Scientia sexualis contra ars erótica, sin duda. En el arte erótico el maestro enseña, el discípulo se encuentra a la espera; en la ciencia, el maestro toma nota el discípulo se explaya. Respecto al placer, en el arte, resulta de una práctica con efectos predominantemente corporales-sexuales y en la ciencia de una práctica con efectos predominantemente discursivos-sexuales.

En el análisis de Foucault son múltiples las maneras en las que Freud es convocado; una de ellas es que frente a esta idea de que el fundador del psicoanálisis ha liberado la sexualidad occidental, Foucault toma distancia. Y aunque sus críticas al psicoanálisis nunca fueron frontales como en "La voluntad del Saber" éste, el psicoanálisis, no dejó de estar en el horizonte explícito de las mismas.

Pero no sólo Freud es convocado. Rajchman, a diferencia de Didier Eribon [7] , considera que parte del espectacular efecto y la dificultad de los últimos libros de Foucault se desprenden de la singular importancia que el psicoanálisis había adquirido, en gran medida gracias a Jacques Lacan, en la filosofía contemporánea.

Sin duda, dos generaciones separadas por cerca de veinte años, formaron a Lacan y a Foucault, sin embargo, el pensamiento del primero no era ajeno a éste último, estas fueron algunas de sus opiniones:

Decía que las personas que se acercaban a Lacan lo hacían por el simple placer de leer o escuchar un discurso desprovisto de respaldo institucional aparente, y que si lo que escuchaban o leían resultaba difícil, lo era por un efecto voluntario, con la finalidad de que se "desarrollaran" y parece, que lo que llegó a admirar en Lacan fue esa dificultad que había encontrado en su propia búsqueda de un estilo nuevo. A su muerte, rindió homenaje con las siguientes palabras:

"Me parece que lo que constituye todo el interés y la fuerza de los análisis de Lacan es precisamente esto: Lacan fue el primero desde Freud en querer volver a centrar la cuestión del psicoanálisis en el problema de las relaciones entre el sujeto y la verdad... intentó plantear una cuestión que desde el punto de vista histórico es propiamente "espiritual": La del precio que el sujeto debe pagar por decir la verdad, y la del efecto que tiene en el sujeto la posibilidad de decir la verdad sobre sí mismo" [8]
 
No obstante, en la conferencia dada en Japón, Freud es abordado por una especie de rodeo o por una inversión y por esa vía Foucault termina refutando una de las pretensiones fundamentales de un cierto psicoanálisis.

En principio, es preciso entender que para estos tiempos (1978) y en sus últimos escritos, la sexualidad sólo le interesaba a Foucault en la medida que le permitían elaborar el estudio de los procesos de subjetivación, es decir, la sexualidad como dimensión de la experiencia en la estructuración ética de un sujeto y que el sujeto ético del que trata, es anterior al Homo psicologicus, ya sea en su versión cristiana de sujeto de exégesis que debe examinar el origen de sus representaciones para distinguir en ellas las huellas de deseos sospechosos; Ya sea en su versión moderna de objeto de las ciencias humanas.

Para Foucault si la sexualidad se constituyó como un dominio susceptible de conocimiento es a partir de relaciones de poder que a ésta se le instituyó como objeto posible... La sexualidad será pues "el nombre que se le puede dar a un dispositivo histórico: no la realidad sobre la cual uno ejercería aprehensiones difíciles, sino una gran superficie en rosario donde la estimulación de los cuerpos, la intensificaciones de placeres, la incitación al discurso, la formación de conocimientos, el reforzamientos de controles y resistencias, se encadenan unas con las otras, según grandes estrategias de saber y de poder" Desde hace ya algunos siglos una cierta inclinación nos ha conducido a platear en el sexo la cuestión de lo que somos. Esto quiere decir, que Foucault plantea que la creación de la sexualidad y el sexo no es más que la estrategia puesta en obra del esfuerzo más fundamental por controlar la definición del hombre mismo. De ahí que en la obra de Foucault hay una tendencia a generalizar la historia de la sexualidad para hacer con ello una "genealogía del sujeto en las sociedades occidentales".

Ahora bien, en esta conferencia ¿qué es lo que le reprocha decididamente al psicoanálisis? Le reprocha el que continúe postulándose como trabajo de conocimiento; conocimiento cuyo tema privilegiado es lo sexual. Pero la sexualidad -nos dice- nunca interviene (ni en las artes de vivir ni en las técnicas de sí) como una superficie de objetivación de la que se puede deducir conocimientos sólidos sobre el sujeto. La sexualidad no es necesariamente una clave científica de acceso al sujeto, o mejor dicho, lo es efectivamente, pero sólo debido a una síntesis histórica precaria, reciente.

"Freud, dice, parte del hecho de que la histeria es caracterizada como un fenómeno de olvido, de desconocimiento masivo de sí mismo por el sujeto" prosigue " Freud ha mostrado que el sujeto no se desconoce a sí mismo en su generalidad de sujeto [lo que con Lacan podemos leer que el sujeto no queda excluido, es decir, representado por un significante, con lo cual queda anulado uno de los puntales básicos del psicoanálisis lacaniano, aquel que dice: un significante es lo que representa al sujeto para otro significante] sino más localmente en su deseo, en su sexualidad" [9]
 
Es aquí donde el psicoanálisis queda refutado, pues al partir Foucault, de "un fenómeno que es casi inverso" [10] , al partir de un súper - saber, de un exceso del saber, que es lo que caracteriza a occidente en su scientia sexualis sólo basta con aislar "esa gran economía de la superproducción del saber crítico en cuanto a la sexualidad" para que se plantee la cuestión de saber si el psicoanálisis no forma parte de ella. Pues según Foucault, su estatuto científico, o su reivindicación o su propensión a ser científico no lo pone a cubierto de su observación localizadora puesto que es desde el comienzo mismo de ese súper - saber con respecto a lo sexual que se reivindica su carácter científico. (No es el caso aquí, pero con Freud y con Lacan se podría abrir una discusión sobre "la cientificidad" y en particular la del psicoanálisis. Por otro lado, también se podría abrir una discusión sobre si el psicoanálisis pertenece al rubro de las "sexologías" ¿de cuál psicoanálisis, entonces, se está hablando?)

Por otra parte, al establecer Foucault una rigurosa continuidad entre "la codificación jurídico moral" del cristianismo y el psicoanálisis como estadio último del "poder de la verdad" ejercido sobre los cuerpos y los placeres, al que llama poder pastoral, nuestro autor además de destapar una feroz crítica al psicoanálisis (sin duda en su versión más estrecha y gracias a una cierta supresión de Freud en la historia del movimiento psicoanalítico ) hace de él una práctica pastoral-confesional.

La confesión -nos dice Foucault- fue y sigue siendo hoy "la matriz general que rige la producción del discurso verídico sobre el sexo", cito:

"La pastoral cristiana trajo consigo toda una serie de técnicas y de procedimientos que conciernen a la verdad y a la producción de la verdad [...] El pastor cristiano [...] debe saber, por supuesto, todo lo que hacen sus "ovejas". Pero también debe conocer desde el interior lo que pasa en el alma, en el corazón, en lo más profundo de los secretos del individuo" [11] .

Con Pascal Quignard (en "El Sexo y el Espanto" [12] ) sabemos ahora que la represión de la sexualidad no es debida al cristianismo. Era algo dado en el momento en que Roma se vuelve cristiana. Lo que trae de nuevo el cristianismo, es la pastoral. Y eso es lo que nos muestra Foucault. El cristianismo lo toma de la sociedad hebraica: David, primer rey de Israel, recibe de manos de Dios la tarea de convertirse en el pastor de su pueblo. [13]

Jean Allouch [14] , nos dice que actualmente hay indicios que ponen de relieve la insistencia de algo así como el psicoanalista buen pastor. Y añade, que Lacan ya había advertido ese deslizamiento que debió terminar diciendo que el psicoanalista "descarita" (neologismo que juega con la palabra chariter: ejercer la caridad"). Seguir la indicación de esa "descarita" -manifiesta- es situarse en un lugar distinto a aquél en el cual Foucault sujetó al psicoanálisis.

¿Qué es seguir la indicación de esa descarita? Sino una curiosa dificultad ética. El psicoanálisis -y más claramente Lacan quien como Freud tuvo una gran preocupación por los asuntos de la ética- el psicoanálisis, decía, no se funda en la concepción idealizadora del amor o de la amistad, tal como se ha entendido tradicionalmente. La novedad o lo distintivo es que la pasión (transferencia) que une al analista con el analizante en el difícil trabajo del análisis, difiere de la de los philoi [15] , los amigos de la edad antigua, y también del amor cristiano por el prójimo [16] . El análisis no es ni Eros ni ágape; No es cuestión de sabiduría ni de altruismo, el analista "no es un buen samaritano".

Y el psicoanálisis ¿habría liberado a las ovejas? ¿0 con nuevos procedimiento ha prolongado la sujeción? En numerosos textos Jean Allouch nos advierte y acordamos con él, que hay un psicoanálisis que ha contribuido al discurso de la bio -norma; hay un psicoanálisis adaptativo cuya versión más reducida duramente criticó Lacan, y al que se resistió sin tregua.

Y el mismo Allouch nos señala que habrá sido necesario que ese psicoanálisis adaptativo hiciera su contribución al discurso de la bio -norma hasta un punto suficientemente extremo para que el deseo de liberación, para que la "resistencia" tuviera a partir de allí su lugar en otra parte, en otro campo que en el campo freudiano. Y este es el lugar que destacó para los gay and lesbian studies.

* * *  

¿La homosexualidad? He aquí un asunto que corresponde efectivamente a las interrogaciones de nuestra época. Interrogante de actualidad, pero detrás del enorme interés suscitado por la entrada en escena de las "minorías sexuales" y a pesar de una abundante literatura política, histórica, sociológica es preciso observar la relativa indigencia de publicaciones psicoanalíticas en la materia.

Con frecuencia nos encontramos citados los textos canónicos de Freud: La joven homosexual, un recuerdo de infancia de Leonardo da Vinci, los tres ensayos sobre una teoría sexual o aquel, de Lacan, sobre la Juventud de Gide.

Se han publicado un pequeño número de artículos de calidad aunque la mayor parte de ellos son exegéticos. Y a pesar de lo palpitante del tema, el estudio de los resortes de la identidad sexual y de la elección de objeto es limitada. Y qué decir del montón de analistas -entre los contemporáneos- que aún reducen la homosexualidad a una vertiente perversa, obscureciendo más que dando luces con ideas nuevas sobre un asunto viejo. Aún queda mucho trabajo por hacer.

Para abrir problemáticas a manera de conclusión, quiero reproducir una carta de Freud publicada en 1951, en el American Journal of Psychiatry [17] , que puede darnos una idea de su posición frente a la homosexualidad. 

Esta es una carta que dirige, en 1935, a una madre americana angustiada y perturbada por la homosexualidad del hijo. Lo que la carta dice es que en realidad ella no tiene motivos para perturbarse. Y, menos aún, de lo que piensa para sentirse angustiada: 

"Deduzco -dice Freud- que su hijo es homosexual. Me impresiona mucho el hecho de que usted no menciona esta palabra en su información sobre él. ¿Puedo preguntarle por qué evita el uso de ese término? La homosexualidad no es una ventaja, pero tampoco es algo de lo que uno deba avergonzarse, un vicio o una degradación; ni puede clasificarse como una enfermedad. Nosotros lo consideramos una variante de la función sexual, producto de una detención en el desarrollo sexual." 

Y continúa:

"Muchos individuos altamente respetables, de tiempos antiguos y modernos, entre ellos varios de los mayores. (Platón, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci.) fueron homosexuales. Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como un crimen y es también una crueldad. Si usted no me cree a mí lea los libros de Havelock Ellis. Usted me pregunta si puedo ayudarle, debo suponer que lo que usted me pregunta es si puedo abolir la homosexualidad y hacer ocupar su lugar por la heterosexualidad. La respuesta en términos generales es que no podemos prometer semejante éxito. En cierto número de casos conseguimos desarrollar los marchitos gérmenes de heterosexualidad presente siempre en todo homosexual, pero en la mayor parte de los casos eso ya no es posible. Ello depende de la cualidad y de la edad de los individuos. No es posible predecir cuál será el resultado del tratamiento.

Lo que el psicoanálisis puede hacer por su hijo ya es cosa diferente. Si es desdichado, neurótico, si vive desgarrado por sus conflictos, inhibiciones en su vida social, el análisis puede traerle armonía, tranquilidad mental, completa eficiencia, ya sea que siga siendo homosexual o cambie. Si usted se decide a ello, ¡él podrá analizarse conmigo! ¡no creo que usted lo haga! Tendría que venir a Viena. No tengo intención alguna de salir de aquí. No deje, sin embargo, de contestarme al respecto.

Sinceramente suyo y con los mejores deseos.

S. Freud.

Todo lo que dice en la carta sobre la homosexualidad habría sido objeto de su convicción por cerca de 30 años. En sus intervenciones públicas (la entrevista al periódico de Viena, DIET SEIT, 1903) como privadas (en las reuniones de la Asociación Psicoanalítica Internacional), en síntesis dice lo mismo, en estas últimas sostenía "que no había buenas razones para que a los homosexuales se les rechazara la solicitud como aspirantes a psicoanalistas" 

Resumiendo: La homosexualidad no es una ventaja. Tampoco es una enfermedad. No debería ser perseguida como un crimen ni considerada como una desgracia. Ningún homosexual necesita ser tratado psicoanalíticamente, a no ser que también y de manera absolutamente incidental, sea un neurótico.

Lo que no quiere decir, por supuesto, que este punto de vista fuera compartido por sus compañeros analistas, aunque ninguno en vida de Freud y hasta donde se sabe, lo haya rechazado o confesado explícitamente. 

Sin embargo, se sabe también que fue en América el lugar mismo donde floreció ese adaptativo psicoanálisis del yo -que terminara por reducir el psicoanálisis a casi nada en los lugares mismos donde se pretendía ejercerlo- donde la posición de Freud fue menos aceptada o quizá más resistida. Ya desde el comienzo del trasplante del psicoanálisis a estas costas, los analistas americanos tendieron a considerar la homosexualidad con desaprobación y en realidad quisieron desembarazarse de ella para siempre, el concepto creado de "minorías sexuales" que aparece en estas tierras, que aunque viniendo del campo de la sociología o de la política ¿no es en sí mismo un señuelo?

Allouch marca que justo ahí mismo donde desaparecía el psicoanálisis -y con cierta simultaneidad - apareció ese nuevo campo llamado de los gay and lesbian studies. Mientras un campo casi deja el escenario, el otro hace su entrada.

Ya en 1916, un analista neoyorquino, fundador de Psychoanalytic Review, declaró [18] que "instrucción individual" y "educación" deberían controlar la tendencia "homogénica" y dirigirla a una "normal" y "bien adaptada vida sexual" para que así no exista la homosexualidad...

La declaración típicamente americana, ha dominado el pensamiento psicoanalítico desde entonces en ese país. Posición que Freud conocía, despreciaba y se oponía; bástenos una muestra con lo que aparece en esa nutrida correspondencia que tuvo con el psicoanalista americano, James Jackson Putman de Harvard [19] , en la que existía por parte de Freud un esfuerzo prolongado por conseguir que depusiera el moralismo y por parte de Putman un prolongado rechazo.

Freud burlándose de la retórica cristiana que yacía bajo la superficie de la carta de Putman, le dice:

"Parece que usted hace aparecer el psicoanálisis más noble y más hermoso; en sus ropas domingueras escasamente reconozco a la empelada que se desempeña en los quehaceres domésticos de mi casa"

Y en una de sus últimas cartas, en la que Freud encara de manera más directa el moralismo de Putman le dice:

"La moral sexual tal como la define la sociedad - y como caso extremo la sociedad americana - me parece muy despreciable. Me identifico con una vida sexual mucho más libre"

Esta es pues, la posición de Freud. Sin duda, con este testimonio de la correspondencia así como, con la carta enviada a la madre americana, podemos dar cuenta de lo lejos que Freud estaba de este pensamiento que compartían la mayoría de los analistas en América en esa época.

En esa carta uno puede leer una intención de Freud .que no se reduce a una actitud "bondadosa" dirigida a una madre angustiada, es una carta dirigida a los americanos, contra el moralismo y el abuso que hacían del psicoanálisis.

¿Abuso? Sí, Putman y Jeliffe habrían dado prueba suficiente de ello, Uno pensaba que "debía -Subrayo- infundir a sus pacientes su propia visión ética", de la que consideraba que Freud carecía. Jeliffe por su parte, pensaba "que el sentimiento homosexual se debería - subrayo- controlar a través de la instrucción y de la educación y reformarlo en pro de una sexualidad normal y bien adaptada"

Por otra parte, Freud no era ajeno al movimiento de emancipación de los homosexuales generado en Alemania, a finales del siglo XIX. No, no solamente no era ajeno, podríamos decir que hasta llevaba la punta, la delantera en su controversia con ellos.

El movimiento se fundó básicamente en Alemania. Su creador fue un abogado de Hannover llamado Karl Heinrich Ulrichs cuyo pensamiento sobre los homosexuales versaba sobre las ideas de que, los homosexuales constituían un "tercer sexo" y que se trataba de un "cuerpo masculino" poseído por un "alma femenina".

 El primer gran líder del movimiento y sucesor de Ulrichs , fue Magnus Hirschfeld (1868-1935) , médico judío de Berlín miembro de un grupo de presión e investigador clínico, que como publicista y como organizador había trabajado durante mucho tiempo y sin descanso en favor de la derogación de las leyes que penalizan la homosexualidad y por el reconocimiento de su extensa incidencia.

 Hirschfeld como Ulrichs, también pensó a los homosexuales como un grupo biológica y psíquicamente distintos y los llamó "intermedios sexuales" .

Se sabe que Freud no tuvo ningún desagrado en respaldar los objetivos de reforma de la ley por parte del movimiento. Pero decididamente rechazaba sus propuestas teóricas para explicarse la homosexualidad. Discrepó de la teoría del "tercer sexo" y de la idea de los "intermedios sexuales".

 Tanto "En tres ensayos de teoría sexual. (1905) así como, en el texto de Leonardo da Vinci (1910), se refiere a la línea del movimiento, en el primero, crítica directamente a Ulrichs y descarta de tajo la noción de un "cerebro femenino en un cuerpo masculino" le llamó a éste "el portavoz de los varones invertidos". 

 En el segundo, en el texto sobre Leonardo, nos dice

Los varones homosexuales que en nuestros días han emprendido una enérgica acción contra la limitación legal de sus prácticas gustan de presentarse, por la boca de sus portavoces teóricos , como una variedad sexual distinta desde el comienzo, como un grado sexual intermedio, "un tercer sexo".

Y para la edición de 1919 de ese mismo texto añadió con una fuerte crítica que ."... los representantes de los homosexuales en la ciencia no atinen a aprender nada de las certificadas averiguaciones del psicoanálisis" lo que repite casi con las mismas palabras en 1917 en sus "Lecciones de Introducción al Psicoanálisis".

El pensamiento de Freud mostraba que todo el mundo era capaz de "hacer una elección de objeto homosexual" y que todos "de hecho hacían una en su inconsciente y que además .. voy as citar de los "tres ensayos de teoría sexual" 

"Los sentimientos libidinosos en vinculación con personas del mismo sexo, no desempeñan escaso papel como factores de la vida sexual, y ese papel es mayor que el de los dirigidos al sexo opuesto en cuanto motores de contracción de neurosis"

Con estos planteamientos, Freud, difícilmente podría aceptar que los homosexuales fueran "una especie sexual diferente " o una "variedad especial de la especie humana" . Por el contrario, sostenía que toda la gente era psicológicamente como los llamados homosexuales.

Como verán en los años de turbulencias generados por el inicio de los movimientos de .emancipación homosexual, los pronunciamientos de Freud no estaban en acuerdo con las posiciones de sus colegas en América, pero tampoco, acordaba con los teóricos del movimiento a quienes la discusión de Freud no les interesaba, ellos libraban una campaña política.

Quiero destacar aquí, el hecho de que términos tales como "tercer sexo" o "intermedios sexuales" hacen cierta consonancia con términos que actualmente se sostienen, al referirse a la homosexualidad como "Minorías sexuales" como se dice de los negros, judíos, mexicanos etc., reforzando una posición dogmática de los grupos homosexuales, pero también reforzando la pertenencia a un grupo, sin pensarse raro y vulnerable, y probablemente orgulloso. Volveré a este asunto.

En los años 40s, recuerden que Freud muere en el 39, Sandor Rado otro psicoanalista neoyorkino, publicó en una serie de artículos - leamos esta piezas de antigüedad-

"que la pareja hombre-mujer era saludable, que era sobre todo el "modelo standard" y que la homosexualidad era una enfermedad basada en el miedo a la mujer, y que muy a menudo podía curarse por la vía de psicoanálisis."

Hubo más radicales, en 1962, Bieber, publicó, que en tanto su propósito era establecer la homosexualidad como una enfermedad, le interesaba, entonces, llegar a comprender la etiología de la misma, y así, argumentó que ésta, derivaba de cierta clase de mala situación familiar: Una madre dominante y un padre frío.
 
El extremo quizá. Lo representa Charles Socarides, quien en una serie de artículos en los años sesentas, publicó que la homosexualidad no sólo era una enfermedad, sino una severa enfermedad acompañada frecuentemente de manifestaciones psicóticas o de oscilaciones maníaco depresivas. Mientras la pareja heterosexual podía conducir hacía "la cooperación, el consuelo, la estimulación, el enriquecimiento, la competencia sana y logros" la pareja homosexual, sólo podría brindar "destrucción, rechazo mutuo, explotación del compañero y de sí mismo, incorporación oral-sádica, ataques agresivos, esfuerzos para aliviar la ansiedad y una seudo solución a las urgencias agresivas libidinales que dominan y atormentan al individuo", Planteaba que también era posible la cura.

Es hasta 1973 que la American Psychiatric Association, saca a la homosexualidad de la listas de enfermedades donde la habría colocado desde 1952. No sin jugarse, de manera intensa, una controversia entre psicoanalistas —los que estaban a favor y los que estaban en contra—, así como la fortificación y expansión del movimiento de liberación gay que luchó para conseguir su anulación.

Al anunciar esta anulación, el presidente de la Association exclamó que "esperaba que el resultado fuera un clima más satisfactorio de opinión para la minoría homosexual en nuestro país",

Observemos, nuevamente, el término de minoría, puesto que, de cara al psicoanálisis se vuelve a colocar el asunto donde había comenzado. Y donde Freud, ya había discutido.

El mismo movimiento de liberación Gay se reivindicaba como: una minoría, "un grupo de una naturaleza especial".

Pero no sólo ellos, los psicoanalistas que estaban a favor de esta anulación, también lo compartían, entre los más influyentes se encuentran Judd Marmor y Robert Stoller .

¿Qué decían, estos autores?

Que la homosexualidad no era una enfermedad, y la describían a su vez como la orientación sexual de una minoría, y aunque con tacto, rechazaban la idea de Freud, que insistió en decir que los homosexuales no eran "excepciones" y que el psicoanálisis se oponía decididamente a separarlos "del resto de la humanidad como un grupo de carácter especial" "de ser así, habría que rechazar y reprimir la teoría psicoanalítica de la sexualidad", rechazaban también, ese punto teórico crucial, la idea de que la sexualidad de todos era en gran parte homosexual.

Destaco aquí el decir de Stoller, por la trascendencia de sus estudios, años después sobre la temática "Sex and gender" [20] :

"Al adherirnos a la idea de Freud, -dice- nunca podíamos tener claros los fundamentos para decir de cualquiera que no era homosexual y eso sería problemático" Y proponía volver a una definición menos complicada de la homosexualidad y pensarla como del dominio exclusivo de los homosexuales, "como el estado en el cual las prácticas sexuales son realizadas preferentemente, en la fantasía consciente o en la realidad, con una persona del mismo sexo"

Es decir, sostenían a la homosexualidad como asunto de una minoría, pero al igual que otras minorías tenían el derecho de verse libres de estigmas de los cuales la psiquiatría oficial los había ubicado injustamente, no eran enfermos.

Así Freud, y su pensamiento, salían de la Jugada. Una supresión de Freud en la que contribuyó ampliamente la teoría psicoanalítica tal como ha sido elaborado en los Estados Unidos .

Retomo entonces, el decir que, en América donde el psicoanálisis desaparece, los Gays and lesbians studies, hacen su entrada.

Leo Bersani, uno de los representantes teóricos de este campo de estudio, nos dice:

"El psicoanálisis, no era un lugar al que Foucault se hubiera dirigido para encontrar nuevos modos de relación.....a pesar de todo, ese pensamiento sigue siendo indispensable, no sólo porque nos recuerda, los peligros anexos a la pastoralización de cualquier forma de relación sexual, sino porque también apunta -con titubeos y hasta de mala gana- a una sociabilidad que ya no está regida por la inevitable agresividad que acompaña a lo que Lacan ha analizado como la demanda imposible e intratable del sujeto de una relación sexual.

En Freud hay una cierta reflexión sobre lo sexual que abre el camino a una disolución de lo sexual en esa relación imposible y de este modo alienta reconfiguraciones de lo social mucho más radicales que esos intentos contemporáneos queers de presentar como revolucionarias, como gravemente amenazantes para el orden social dominantes "innovaciones", inocuas y familiares como el matrimonio gay, el sexo público o instituciones de caridad que han surgido en respuesta a la epidemia de sida. Nada de lo que hemos imaginado hasta ahora, traiciona suficientemente las normas relacionales por las que gran parte de la humanidad sigue siendo oprimida. Si bien el psicoanálisis ha estado sin duda al servicio de esas normas con su insistencia en la sexualidad normativa, desde sus comienzos ha sido subversivo de los dogmas , gracias a lo cual se convirtió, en una institución social respetable".

BIBLIOGRAFÍA 

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Lagrange, Jacques; "Versions de la psychanalyse dans le texte de Foucault". Psychanalyse a la Université, París 1987, p.
Quignard, Pascal; Le sex et le effroi. Edition Folio, Gallimard, París, 1994
Rajchman, John; Lacan, Foucault y la cuestión de la Ética. Ed. Epeele. México, 2001.

Notas


* Psicoanalista. Miembro de la École Lacanienne de Psychanalyse. Una versión recortada de este texto fue presentado en la jornada con Leo Bersani "La sociabilidad y el ligue", Psicoanálisis y sexualidad Gay. Abril 2001.
 1. Gilles Deleuze; en Conversaciones. Pre-textos, Valencia, 1999, p. 136-137
 2. Jacques Lacan; Escritos, Ed. Siglo XXI, T. I, México, 1971, p. 473
 3. Michel Foucault, Siglo XXI, editores. México, 1966
 4. M. Foucault, Dits et Ecrits, París, Gallimard T. III,1994, p. 552-570
5. M. Foucault, Historia de la Sexualidad, 1° La voluntad del Saber; ED. Siglo XXI, 1977, p.72
6. Ibíd. P.73
7. Entrevista que realizó el periódico Reforma y que apareció en el suplemento el "El ángel". A propósito de la reciente aparición en español de su libro "Reflexiones sobre la cuestión Gay", México el 8 de julio de 2001.
 8. Citado por Jacques Lagrange; "Versions de la psychanalyse dans le texte de Foucault", Psychanalyse a la Université, París, abril 1987, p. 279.
 9. M. Foucault, dits et Ecrits, op. cit. 553
 10. J, Allouch, "Pour introduire le sexe du maître", L’a opacité sexulle. Le sexe du
 maître. Rev. L’unebévue, N° 11, París, E.P.E.L., otoño, 1998. p. 76
 11. M. Foucault, "Sexualidad y Poder", Dits et Ecrits, tomo III; pág. 560
 12. P. Quignard; Le sex et le effroi, París, Gallimard Folio, 1994.
 13. M. Foucault, op.cit. p.560
14 J, Allouch, "Pour introduire le sexe du maître", L’a opacité sexulle. Le sexe du
 maître. Rev. L’unebévue, N° 11, París, E.P.E.L., otoño, 1998. p. 77
 15. El analista jamás supone lo que es bueno para el otro. Se distinguirá de la philias y de la caritas. Pues la philia es el amor que une a los hombres en el saber sobre el bien común que todos tenemos y la caritas implica el saber sobre la salvación y la gracia. El psicoanálisis no tiene como fundamentos estas partes ideales de nosotros mismos gracias a las cuales podemos dominar nuestro destino o alcanzar nuestra salvación. Para la philias, cf Aristóteles, en la Ética nicomaquea, Ed. Porrúa, México. 19
 16 Lacan señala que Freud rehuía con horror el mandamiento "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Freud, también decía que no era lo suficientemente sádico para basar su tratamiento en la compasión por el sufrimiento de su paciente. Cf. Sigmund Freud, en "El malestar en la Cultura". Obras completas, Amorrortu T. XXI, B. A.1976
 17. American Journal of psychiatry, abril de 1951. p.786
 18. Citado por Nathan Hale, Freud and the Americans: The beginning of psychoanalysis in the United States 1876-1971, New York , University Press, 1971, p. 339
 19. James Jackson Putman and Psychoanalysis. N. Hale, editor. Cambridge , Mass. , Harvard.
 University Press, 1971, pp. 91, 130
20 . Stoller, R.J.; en "Sex and Gender", Vol. 1, Hogarth Press USA . 1968. P. 142-144