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miércoles, 5 de febrero de 2014

PARA UNA ÉTICA DEL LADRÓN


Por: Jairo Báez

Nunca será suficiente, ni la discusión cesará tan pronto y la situación permanecerá inamovible. El poder de un discurso, que logra tornarse hegemónico, mostrará su poder para imponer sus criterios, cuando se le interrogue sobre su veracidad. Y no obstante, habrá resistencia y deseos de diálogos, allí donde constantemente solamente es perceptible un oído sordo. El diálogo pacifista y armonioso neuro-bio-psi (neuro-bio-psicológico) es reflejo último de la dinámica que ha emergido desde aquel momento en que la filosofía fue perdiendo su lugar holístico de explicación y práctica, para dar lugar a saberes analíticos, que en su conjunto, se hicieron llamar ciencia. De la Cosa se pasó a las cosas, y del Objeto a los objetos; y con ello, la instauración de diferentes discursos, con pretensión de veracidad, que quieren eliminar a todos aquellos otros que, por a, b ó c  circunstancias, les sea impuesto el rótulo de falaz. El problema se acentúa cuando diferentes discursos apuntan al mismo objeto u objetos semejantes. Es el caso de la Psiquis (Psyche), esa parte que se disputan todos esos discursos que versan sobre lo humano y su sociedad.

Tres de los discursos que han querido dictar verdades absolutas sobre la Psiquis, han querido dialogar pero bien hubiera podido estar presente otro cúmulo de discursos y el debate se habrá complejizado aún más. La biología, la neurología y el psicoanálisis, hacen presencia para mostrar una vez más su posibilidad de diálogo; las conclusiones se evidencian pronto: no hay diálogo allí donde diferentes discursos convergen. Los psicoanalistas se quedan hablando solos. Se podría objetar que no solamente están estos tres discursos, que también está la filosofía presente, y que con la filosofía sí se pudo dialogar; pero aún así, no será fácil sostenerlo, pues es claro que los filósofos escuchados tendrán un claro aprecio por el psicoanálisis.

En este des-encuentro se escuchan tesis que vale la pena rescatar, no tanto por su novedad sino por el lugar que acusan en la actualidad. - Aunque es necesario señalar que por momentos no parecen tesis sino dogmas irrefutables -. Una de estas tesis señala que el sujeto ha muerto, la destitución del sujeto es promocionada por la misma neurología, pero a cambio se promueve como tesis complementaria la innegabilidad del objeto, el objeto es incuestionable, independiente de la imposibilidad que se tiene hasta el día de hoy de acceder a él. La tesis hegeliana de ese real que se escapa al ser cognoscente pero que mediante la dialéctica logrará ser atrapado, se muestra favorable para los intereses de la neurología. Esta tesis conlleva una paradoja ya mostrada por Jacques Lacan: un objeto conoce otro objeto, pero solo uno de ellos tiene la capacidad de conocer; y llevada esta tesis a ultranza, se tendría una petición de principio que sostiene que, el objeto que conoce es el objeto que conoce bien y los demás objetos no conocen porque conocen mal.  Es la tesis que da estatus a la biología darwiniana (!Darwin dio en el clavo!) y de paso permite al neurólogo asumirse en su verdad ineludible: por selección natural se logra la proeza de que un objeto conozca a los otros y, por solo petición de principio, se da por sentado que el camino para acceder a la verdad es el método que utiliza el neurólogo. En síntesis, sólo existe un método para llegar a desentrañar los secretos de la Psiquis, pero este no se ha encontrado aún, y si en algún momento se encuentra, estará en la depuración del método que utiliza la neurología, que asume como indiscutible la selección natural y, en el neurólogo, el ser favorecido por ella.

Otra de las tesis que se escucha sostiene que, el conocimiento se encuentra fragmentado y que, si se logra hacer alianza entre aquellos que lo portan, la solución a los problemas que plantea el objeto, estarán resueltos. Esta tesis, igualmente, tan de boga en las ciencias sociales y humanas, es la que ha despertado el interés por el trabajo interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario.  Las fluctuaciones en la práctica, que van desde el hacer cada uno lo que le corresponde ante el objeto (especializaciones), hacer lo que por convicción debe hacerse con el objeto, respetando las creencias de los otros (todo vale), hasta el hacer sin reparar en la necesidad conceptual (metaparadigmas), es notable en los ambientes académicos que ponderan el posmodernismo epistémico. Como consecuencia de esta tesis, todo esfuerzo, en solitario o mancomunado, es válido siempre que se tenga en mente el bien del objeto en el cual se opera. Empero, lo que no se tiene presente o se quiere obviar es que ese ¨bien para el objeto¨ no es el mismo para los diferentes discursos que avalan la praxis que deviene de ellos e, igualmente, no se comprende ni se entiende que existen incompatibilidades al analizar en detalle las singularidades de las diferentes prácticas que se asumen una por fuerza de la buena voluntad de convivencia entre diferentes profesiones. Los parámetros éticos, coherentes y consistentes, son los que se soslayan en este tipo de posiciones de concertación en la diferencia, que asume que todo discurso, devenido en práctica, tiene su potencial que no es posible desconocer.

La tesis anterior tiene su origen en un axioma: la defensa a la vida y vida sólo hay una. No obstante es, precisamente, ese axioma, el que habría que cuestionarse: ¿Qué es la vida? es una pregunta que no ha sido resuelta y que, cuando se ha intentado responder, se ha canalizado en sostener que la vida es aquello que fue definido por el cristianismo: la vida es un don de Dios, cuya máxima expresión se puede concebir en el ser humano; y, con mayor precisión, la vida a defender se encuentra en el cuerpo humano.  Esto nos lleva a retomar la primera tesis para llegar a una mejor comprensión de la posición neuro-bio, (neuro-biológica; también se podría incluir algunos discursos psi-): si el objeto conocedor se sostiene en la selección natural,  la vida se sostiene en el regalo dado por Dios, así que serán dos baluartes indiscutibles a defender por antonomasia, el método de la neurología y la vida fundada en los principios cristianos. De allí que si la psiquis se encuentra en el cuerpo, mal se haría al no centrar el estudio en la praxis para mantener el cuerpo vivo y en óptimo funcionamiento.

Otra tesis sostendrá que la fuerza de un discurso hace una praxis vital. El discurso decide lo que es la vida y esa decisión ocasiona una práctica que obliga a unas relaciones con el otro- Otro; esto es, a cada discurso subyace una ética que no es negociable con la ética de otros discursos; puede ser discutible, comentada, socializada, confrontada, con otros discursos, pero imposible de sincretizar. La coherencia y consistencia del discurso se levanta como único y posible juez ante la ética vital; los intentos de hacer pasar por el lenguaje, ese real que permanece imposible de franquear, tiene su fundamento en la pregunta aun no resuelta ¿Qué es la vida? Misterio inadmisible y difícil de resolver y de responder mientras se sea sujeto del lenguaje. 

De allí que la propuesta de quien escribe, interesado en los cruces de la locura y la política, es asumir, en este tipo de encuentros la ética del ladrón. El escuchar al otro-Otro es ya arriesgar a que le enrostren la escisión, la herida en el discurso que se asume coherente y consistente; y aun así, únicamente el sujeto del discurso aludido en su falta será quien decida si acepta la afrenta y, en silencio, se la roba como si fuera un tesoro para taponar el hueco que le ha sido señalado. No es la imposición del otro-Otro lo que haga mella en el discurso ajeno si este se cree completo y potencialmente práctico. Su complemento, viene en la palabra que se enuncia ante el oído sordo; algo habrá de corroer la obstrucción que ocasiona el sentimiento de estar completo y ser dueño de la verdad revelada. Cuando se enuncia un discurso, allá donde otros tienen el suyo propio, no habrá de ser para catequizar ni mucho menos para adoctrinar, pues ya Freud lo había señalado, hasta el loco ama su delirio como a su propia vida; entonces, es de esperar la resistencia discursiva por parte de los normales. Más si sopesamos que Freud debió mejor enunciar: el loco ama su delirio porque allí está su propia vida. Al enunciar un discurso, se está a expensas de que le roben algo, ese algo es un significante, aquel del que cualquier cosa podrán hacer.

miércoles, 10 de julio de 2013

MARCO CAVALLO (UNA INSIGNIA)


¨Quando il cavallo acquistò la sua forma definitiva era enorme e bello. Tinta guardava affascinato ed incredulo. Nessuno osava toccare il cavallo, solo Vittorio lavorava ogni giorno per rifinirlo e Tinta era con lui a passargli gli strumenti. Nessuno, prima di allora, aveva mai conosciuto Tinta. Era rinchiuso nel reparto «C», il reparto più brutto e orrendo del manicomio, esclusione nell'esclusione. Aveva venti anni, tutti passati negli istituti. Era nato alla fine dell'occupazione alleata, a Trieste. A malapena gli avevano insegnato a scrivere il suo nome e, malgrado i suoi occhi attenti e vivaci, era stato condannato ad essere un deficiente.¨



Cuando el caballo adquirió su forma final era enorme y precioso. Tinta observaba con fascinación e incredulidad. Nadie se atrevió a tocar el caballo, sólo Vittorio trabajaba todos los días hasta el final y Tinta estaba con él para pasar los instrumentos. Nadie antes que él había conocido nunca a Tinta. Fue encerrado en el departamento "C", el departamento más feo y horrible del asilo, la exclusión en la exclusión. Tenía veinte años, todos pasados en las instituciones. Nació a finales de la ocupación aliada en Trieste. Apenas le habían enseñado a escribir su nombre, y a pesar de la mirada atenta y vivaz, había sido condenado a ser un idiota.


martes, 6 de septiembre de 2011