Head

Mostrando entradas con la etiqueta educacion. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta educacion. Mostrar todas las entradas

sábado, 17 de febrero de 2018

UN PAÍS AL ALCANCE DE LOS NIÑOS

Por: Gabriel García Márquez

Los primeros españoles que vinieron al Nuevo Mundo vivían aturdidos por el canto de los pájaros, se mareaban con la pureza de los olores y agotaron en pocos años una especie exquisita de perros mudos que los indígenas criaban para comer. Muchos de ellos, y otros que llegarían después, eran criminales rasos en libertad condicional, que no tenían más razones para quedarse. Menos razones tendrían muy pronto los nativos para querer que se quedaran.

Cristóbal Colón, respaldado por una carta de los reyes de España para el emperador de China, había descubierto aquel paraíso por un error geográfico que cambió el rumbo de la historia. La víspera de su llegada, antes de oír el vuelo de las primeras aves en la oscuridad del océano, había percibido en el viento una fragancia de flores de la tierra que le pareció la cosa más dulce del mundo. En su diario de a bordo escribió que los nativos los recibieron en la playa como sus madres los parieron, que eran hermosos y de buena índole, y tan cándidos de natura, que cambiaban cuanto tenían por collares de colores y sonajas de latón. Pero su corazón perdió los estribos cuando descubrió que sus narigueras eran de oro, al igual que las pulseras, los collares, los aretes y las tobilleras; que tenían campanas de oro para jugar, y que algunos ocultaban sus vergüenzas con una cápsula de oro. Fue aquel esplendor ornamental, y no sus valores humanos, lo que condenó a los nativos a ser protagonistas del nuevo Génesis que empezaba aquel día. Muchos de ellos murieron sin saber de dónde habían venido los invasores. Muchos de éstos murieron sin saber dónde estaban. Cinco siglos después, los descendientes de ambos no acabamos de saber quiénes somos.

Era un mundo más descubierto de lo que se creyó entonces. Los incas, con diez millones de habitantes, tenían un estado legendario bien constituido, con ciudades monumentales en las cumbres andinas para tocar al dios solar. Tenían sistemas magistrales de cuenta y razón, y archivos y memorias de uso popular, que sorprendieron a los matemáticos de Europa, y un culto laborioso de las artes públicas, cuya obra magna fue el jardín del palacio imperial, con árboles y animales de oro y plata en tamaño natural. Los aztecas y los mayas habían plasmado su conciencia histórica en pirámides sagradas entre volcanes acezantes, y tenían emperadores clarividentes, astrónomos insignes y artesanos sabios que desconocían el uso industrial de la rueda, pero la utilizaban en los juguetes de los niños.

En la esquina de los dos grandes océanos se extendían cuarenta mil leguas cuadradas que Colón entrevió apenas en su cuarto viaje, y que hoy llevan su nombre: Colombia. Lo habitaban desde hacía unos doce mil años varias comunidades dispersas de lenguas diferentes y culturas distintas, y con sus identidades propias bien definidas. No tenían una noción de estado, ni unidad política entre ellas, pero habían descubierto el prodigio político de vivir como iguales en las diferencias. Tenían sistemas antiguos de ciencia y educación, y una rica cosmología vinculada a sus obras de orfebres geniales y alfareros inspirados. Su madurez creativa se había propuesto incorporar el arte a la vida cotidiana --que tal vez sea el destino superior de las artes-- y lo consiguieron con aciertos inemorables, tanto en los utensilios domésticos como en el modo de ser. El oro y las piedras preciosas no tenían para ellos un valor de cambio sino un poder cosmológico y artístico, pero los españoles los vieron con los ojos de Occidente: oro y piedras preciosas de sobra para dejar sin oficio a los alquimistas y empedrar los caminos del cielo con doblones de a cuatro. Esa fue la razón y la fuerza de la Conquista y la Colonia, y el origen real de lo que somos.

Tuvo que transcurrir un siglo para que los españoles conformaran el estado colonial, con un solo nombre, una sola lengua y un solo dios. 

Sus límites y su división política de doce provincias eran semejantes a los de hoy. Esto dio por primera vez la noción de un país centralista. y burocratizado, y creó la ilusión de una unidad nacional en el soporte de la Colonia. Ilusión pura, en una sociedad que era un modelo oscurantista de discriminación racial y violencia larvada, bajo el manto del Santo Oficio. Los tres o cuatro millones de indios que encontraron los españoles estaban reducidos a no más de un millón por la crueldad de los conquistadores y las. enfermedades desconocidas que trajeron consigo. Pero el mestizaje era ya una fuerza demográfica incontenible. Los miles de esclavos africanos, traídos por la fuerza para los trabajos bárbaros de minas y haciendas, habían aportado una tercera dignidad al caldo criollo, con nuevos rituales de imaginación y nostalgia, y otros dioses remotos. Pero las leyes de Indias habían impuesto patrones milimétricos de segregación según el grado de sangre blanca dentro a cada raza: mestizos de distinciones varias, negros esclavos, negros libertos, mulatos de distintas escalas. Llegaron a distinguirse hasta dieciocho grados de mestizos, y los mismos blancos españoles segregaron a sus propios hijos como blancos criollos.

Los mestizos estaban descalificados para ciertos cargos de mando y gobierno y otros oficios públicos, o para ingresar en colegios y seminarios. Los negros carecían de todo, inclusive dé un alma; no tenían derecho a entrar en el cielo ni en el infierno, y su sangre se consideraba impura hasta que fuera decantada por cuatro generaciones de blancos. Semejantes leyes no pudieron aplicarse con demasiado rigor por la dificultad de distinguir las intrincadas fronteras de las razas, y por la misma dinámica social del mestizaje, pero de todos modos aumentaron las tensiones y la violencia raciales. Hasta hace pocos años no se aceptaban todavía en los colegios de Colombia a los hijos de uniones libres. Los negros, iguales en la ley, padecen todavía de muchas. discriminaciones, además de las propias de la pobreza.

La generación de la Independencia perdió la primera oportunidad de liquidar esa herencia abominable. Aquella pléyade de jóvenes románticos inspirados en las luces de la revolución francesa, instauré una república moderna de buenas intenciones, pero no logró eliminar los residuos de la Colonia. Ellos mismos no estuvieron a salvo de sus hados maléficos. Simón Bolívar, a los 35 años, había dado la orden de ejecutar ochocientos prisioneros españoles, inclusive a los enfermos de un hospital. Francisco de Paula Santander, a los 28, hizo fusilar a prisioneros de la batalla de Boyacá, inclusive a su comandante. Algunos de los buenos propósitos de la república propiciaron de soslayo nuevas tensiones sociales de pobres y ricos, obreros y artesanos y otros grupos marginales. La ferocidad de las guerras civiles del siglo XIX no fue ajena a esas desigualdades, como no lo fueron las numerosas conmociones políticas que han dejado un rastro de sangre a lo largo de nuestra historia.

Dos dones naturales nos han ayudado a sortear ese sino funesto, a suplir los vacíos de nuestra condición cultural y social, y a buscar a tientas nuestra identidad. Uno es el don de la creatividad, expresión superior de la inteligencia humana. El otro es una abrasadora determinación de ascenso personal. Ambos, ayudados por una astucia casi sobrenatural, y tan útil para el bien como para el mal, fueron un recurso providencial de los indígenas contra los españoles desde el día mismo del desembarco. Para quitárselos de encima, mandaron a Colón de isla en isla, siempre a la isla siguiente, en busca de un rey vestido de oro que no había existido nunca. A los conquistadores alucinados por las novelas de caballería los engatusaron con descripciones de ciudades fantásticas construidas en oro puro, allí mismo, al otro lado de la loma. A todos los descaminaron con la fábula de El Dorado mítico que una vez al año se sumergía en su laguna sagrada con el cuerpo empolvado de oro. Tres obras maestras de una epopeya nacional, utilizadas por los indígenas como un instrumento para sobrevivir. Tal vez de esos talentos precolombinos nos viene también una plasticidad extraordinaria para asimilarnos con rapidez a cualquier medio y aprender sin dolor los oficios más disímiles: fakires en la India, camelleros en el Sahara o maestros de inglés en Nueva York.

Del lado hispánico, en cambio, tal vez nos venga el ser emigrantes congénitos con un espíritu de aventura que no elude los riesgos. Todo lo contrario: los buscamos. De unos cinco millones de colombianos que viven en el exterior, la inmensa mayoría se fue a buscar fortuna sin más recursos que la temeridad, y hoy están en todas panes, por las buenas o por las malas razones, haciendo lo mejoro lo peor, pero nunca inadvertidos. La cualidad con que se les distingue en el folclor del mundo entero es que ningún colombiano se deja morir de hambre. Sin embargo, la virtud que más se les nota es que nunca fueron tan colombianos como al sentirse lejos de Colombia.

Así es. Han asimilado las costumbres y las lenguas de otros como las propias, pero nunca han podido sacudirse del corazón las cenizas de la nostalgia, y no pierden ocasión de expresarlo con toda clase de actos patrióticos para exaltar lo que añoran de la tierra distante, inclusive sus defectos. En el país menos pensado puede encontrarse a la vuelta de una esquina la reproducción en vivo de un rincón cualquiera de Colombia: la plaza de árboles polvorientos todavía con las guirnaldas de papel del último viernes fragoroso, la fonda con el nombre del pueblo inolvidado y los aromas desgarradores de la cocina de mamá, la escuela 20 de Julio junto a la cantina 7 de Agosto con la música para llorar por la novia que nunca fue.

La paradoja es que estos conquistadores nostálgicos, como sus antepasados, nacieron en un país de puertas cerradas. Los libertadores trataron de abrirlas a los nuevos vientos de Inglaterra y Francia, a las doctrinas jurídicas y éticas de Bentham, a la educación de Lancaster, al aprendizaje de las lenguas, a la popularización de las ciencias y las artes, para borrar los vicios de una España más papista que el papa y todavía escaldada por el acoso financiero de los judíos y por ochocientos años de ocupación islámica. Los radicales del siglo XIX, y más tarde la Generación del Centenario, volvieron a proponérselo con políticas de inmigraciones masivas para enriquecer la cultura del mestizaje, pero unas y otras se frustraron por un temor casi teológico de los demonios exteriores. Aún hoy estamos lejos de imaginar cuánto dependemos del vasto mundo que ignoramos.

Somos conscientes de nuestros males, pero nos hemos desgastado luchando contra los síntomas mientras las causas se eternizan. Nos han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia, hecha más para esconder que. para clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales, se ganan batallas que nunca se dieron y se sacralizan glorias que nunca merecimos. Pues nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca a la Colombia en que vivimos, sino que Colombia termine por parecerse a su historia escrita.

Por lo mismo, nuestra educación conformista y represiva parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no fue pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de ellos para que lo transformen y engrandezcan. Semejante despropósito restringe la creatividad y la intuición congénitas, y contraría la imaginación, la clarividencia precoz y la sabiduría del corazón, hasta que los niños olviden lo que sin duda saben de nacimiento: que la realidad no termina donde dicen los textos, que su concepción del mundo es más acorde con la naturaleza que la de los adultos, y que la vida sería más larga y feliz si cada quien pudiera trabajar en lo que le gusta, y sólo en eso.

Esta encrucijada de destinos ha forjado una patria densa e indescifrable donde lo inverosímil es la única medida de la realidad. Nuestra insignia es la desmesura. En todo: en lo bueno y en lo malo, en el amor y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota. Destruimos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos, Somos intuitivos, autodidactas espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados, pero nos enloquece la sola idea del dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico. Un éxito resonante o una derrota deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo. Por la misma causa somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la desconfianza. Tenemos un amor casi irracional por la vida, pero nos matamos unos a otros por las ansias de vivir. Al autor de los crímenes más terribles lo pierde una debilidad sentimental. De otro modo: al colombiano sin corazón lo pierde el corazón.

Pues somos dos países a la vez: uno en el papel y otro en la realidad. Aunque somos precursores de las ciencias en América, seguimos viendo a los científicos en su estado medieval de brujos herméticos, cuando ya quedan muy pocas cosas en la vida diaria que no sean un milagro de la ciencia. En cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas, o para violarlas sin castigo. Amamos a los perros, tapizamos de rosas el mundo, morimos de amor por la patria, pero ignoramos la desaparición de seis especies animales cada hora del día y de la noche por la devastación criminal de los bosques tropicales, y nosotros mismos hemos destruido sin remedio uno de los grandes ríos del planeta. Nos indigna la mala imagen del país en el exterior, pero no nos atrevemos a admitir que muchas veces la realidad es peor. Somos capaces de los actos más nobles y de los más abyectos, de poemas sublimes y asesinatos dementes, de funerales jubilosos y parrandas mortales. No porque unos seamos buenos y otros malos, sino porque todos participamos de ambos extremos. Llegado el caso --y Dios nos libre-- todos somos capaces de todo.

Tal vez una reflexión más profunda nos permitiría establecer hasta qué punto este modo de ser nos viene de que seguimos siendo en esencia la misma sociedad excluyente, formalista y ensimismada de la Colonia. Tal vez una más serena nos permitiría descubrir que nuestra violencia histórica es la dinámica sobrante de nuestra guerra eterna contra la adversidad. Tal vez estemos pervertidos por un sistema que nos incita a vivir como ricos mientras el cuarenta por ciento de la población malvive en la miseria, y nos ha fomentado una noción instantánea y resbaladiza de la felicidad: queremos siempre un poco más de lo que ya tenemos, más y más de lo que parecía imposible, mucho más de lo que cabe dentro de la ley, y lo conseguimos como sea: aun contra la ley. Conscientes de que ningún gobierno será capaz de complacer esta ansiedad, hemos terminado por ser incrédulos, abstencionistas e ingobernables, y de un individualismo solitario por el que cada uno de nosotros. Piensa que sólo depende de sí mismo. Razones de sobra para seguir preguntándonos quiénes somos, y cuál es la cara con que queremos ser reconocidos en el tercer milenio.

La Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo no ha pretendido una respuesta, pero ha querido diseñar una carta de navegación que tal vez ayude a encontrarla. Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética --y tal vez una estética-- para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas. Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños.

Tomado de Aldana Valdés, E., & Otros. (1996). Colombia: al filo de la oportunidad. Bogotá: Tercer Mundo.

jueves, 12 de diciembre de 2013

DR. MOCKUS, LÁRGUESE

Dr Mockus, lárguese 

Por Matheo Gelves

Tomado de: www.evernote.com


 
Doctor Antanas, la presente es para solicitarle a usted, ex alcalde y ex candidato a la Presidencia, que por favor se largue de nuestro país, pues considero que no lo necesitamos ni a usted, ni a sus políticas e ideologías. Es más, me he tomado el atrevimiento de irrumpir en su domicilio y empacar sus maletas para que pueda irse cuanto antes.
Lo primero que encontré en su armario, por allá guardados en una linda cajita, fueron los valores éticos y democráticos que usted siempre ha querido articular en nuestra sociedad. ¿Cómo se le ocurrió siquiera pensar en que la prioridad para un gobierno, y el principal destino de los recursos, serían la educación y la cultura ciudadana? ¡Es usted un ignorante! todos bien sabemos que lo que necesitamos es ponerlos en la guerra contra las FARC, que es nuestro principal y único problema.
Junto a esos valores, encontré colgado en un gancho el pantalón que usó el día de su famosísima conferencia en la Nacional. Si, esos que se bajó para mostrarles el culo a todos los estudiantes. ¡Es usted un animal! ¡Puerco, degenerado, inmoral! ¿Cómo se le ocurre hacer semejante banalidad frente a una sociedad como la nuestra, en donde los únicos culos que aceptamos ver son los de las prostitutas en la zona de tolerancia y los de las damas de Soho en las grandes vallas publicitarias? Lo lamento, pero su culo es demasiado escandaloso para nuestra casta sociedad. Con grandes arcadas y ganas de vomitar, empaco ese pantalón suyo.
También colgados y enmarcados en su estudio encontré un gran número de diplomas y reconocimientos que le han sido otorgados. Necesité una maleta extra para empacarlos todos. Lléveselos lejos, porque aquí no necesitamos profesores y académicos como funcionarios, tal como usted decidió hacerlo. En fin, regrese a Harvard a seguir dando sus charlas y cursos. Aquí nada de eso lo encontramos útil. Entienda que nuestros políticos (los que en verdad necesitamos) son esos que, en vez de culpar –como usted- a la educación y las decentes prácticas culturales de nuestro país, prefieren culparse unos a otros y a sus respectivos partidos. Respete el statu-quo, por favor.
Mientras empaco, aprovecho para comentarle que nunca supimos si era usted de derecha o izquierda.Solo supimos que era diferente. Y eso -lo diferente- nos espanta en este país. Aquí estamos acostumbrados al menú de siempre: dos tazas de corrupción al desayuno para iniciar bien el día, un platado de palabrerías y discursos al almuerzo, y una bandeja de show mediático para dormir bien y seguir con la rutina al día siguiente. Ni se atreva usted a meterse con nuestro diario vivir, con nuestro pan de cada día.
De su mesita de noche saqué su historia clínica. ¡Se me olvidaba la peor parte! Es usted un enfermo.Con una infinita pena le comento que su Parkinson nos resulta una peor enfermedad que la corrupción y el deseo de poder de nuestros dirigentes. Es claro que no puede usted ocupar ningún tipo de puesto en nuestro sano país. No nos expondremos al riesgo de contagiarnos de sus ideas. Es que nada más con pensar en que usted, viejo locus, optó por abandonar su pantano verde cuando nuestro Gran Colombiano decidió apoyarlo ya muestra el tipo de persona que usted representa.
Y hablando de ideas, encuentro bajo su historia clínica la propuesta que hizo en su mandato de expandirescuelas, bibliotecas e institutos. Sólo a un loco, demente y enfermo de Parkinson como usted se le ocurriría proponer semejante cosa, cuando lo que necesitamos es expandir las cárceles y estaciones de policía, pues nos invaden los vándalos y nos sentimos inseguros en la calle y hasta dentro de nuestras casas (para los que tenemos). Y aunque su ejemplar ley de la hora zanahoria haya trascendido a otras ciudades de Suramérica, no la necesitamos más, ni siquiera cuando se está matando media Bogotá borracha al volante y en medio de riñas. Usted, como sus propuestas, ya no son vigentes.
En fin, tras varias horas de trabajo he empacado una infinidad de sus pertenencias: Su absurdo plan debeatificar los recursos públicos, su tonta idea de ver a los indígenas como una minoría “extraña pero valiosa”, su propuesta del desarme de la población civil de Bogotá a cambio de bonos de mercado, su acción de cambiar los policías de tránsito por mimos que se burlaban de los imprudentes porque, según usted, los colombianos le temen más al ridículo que al castigo y ¡ah! lo más importante, su mayor defecto: el pensar mucho antes de hablar. ¡Eso sí que nos disgusta en nuestro afanoso y visceral país! Una persona que se tome tiempo para reflexionar, pensar y ahí si hablar. No tenemos tiempo para esas estupideces.
Ya es hora de que acepte la realidad, doctor Antanas. Se disfrazó del superhéroe de la política cuando la verdad es que un “político artista” como usted no va a ganarle a la corrupción colombiana, ni mucho menos va a poder escribir la sangrienta historia de nuestro país con lápiz y libros. ¡Lárguese de una buena vez y deje de insistir tanto! Colombia no está lista para una persona y una mente como usted.
Post-Data: Sus maletas y pertenencias ya fueron enviadas al aeropuerto. Adjunto a esta carta uno de sus más absurdos chistes:
“Me encantaría que cada mañana, cuando un estudiante se levante para ir a clase, comprendiera que allí, en su colegio o universidad; que cada maestro al dar la clase, o un papá al revisar la tarea por las noches, son los escenarios donde se juega la soberanía del país, la diferencia de poder futuro”
  

jueves, 21 de marzo de 2013

martes, 18 de septiembre de 2012

CARTA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL UACEMITA

Carta del movimiento estudiantil uacemita a la sociedad civil
 
México, D. F. a jueves 6 de septiembre de 2012
 
A las universidades públicas y privadas
A los movimientos sociales
A los sectores democráticos
A los organismos no gubernamentales
A las organizaciones pedagógicas
A las asociaciones artísticas y culturales
A los defensores de derechos humanos
A los creadores del proyecto educativo de la UACM
A los vecinos de Iztapalapa
A la generación 1999-2000 de la UNAM
Al #Yo soy 132
Al Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior
A las experiencias de escuelas activas en América Latina
A los estudiantes y educadores del mundo
A los medios de comunicación
A la sociedad civil
 
El sistema educativo mexicano, cuyo planteamiento pedagógico es la instrucción, fue creado por un régimen autoritario. Su objetivo, un adiestramiento de masas que sirve a un efectivo control social. Luego de varias décadas de luchas sociales, de múltiples reclamos de la sociedad civil y fuertes enfrentamientos contra el gobierno, proyectos educativos alternativos que reivindican una educación no bancaria salieron a la luz.
 
El más reciente, el de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), cuyo planteamiento pedagógico es educar para liberar. Una educación que transforma la conciencia y libera a las personas de su condición opresiva. Una enseñanza incluyente, cien por ciento pública, para todos los que aspiran a la educación superior.
 
Nuestra universidad es consecuencia social e histórica de la lucha de los vecinos de Iztapalapa por un centro educativo de calidad, de la lucha de los estudiantes de la huelga de la UNAM 1999-2000, de la reforma educativa iniciada en el 2001, expuesta en el Programa General de Desarrollo del Distrito Federal, y de los académicos e investigadores progresistas que crearon nuestro proyecto educativo.
 
Un novel proyecto educativo que, como afirmara Paulo Freire, busca humanizar a las personas deshumanizadas por el sistema tradicional, herencia del régimen autoritario priísta. Nuestro lema, expresión de Terencio, un gran humanista del siglo II a. C. y legado de una época de esplendor cultural, lo manifiesta claramente: Nada humano me es ajeno.
 
Luego de dos años de conflicto universitario con rectoría, de un sistemático desmantelamiento del proyecto educativo que hemos hecho nuestro, de los hechos que comprueban la corrupción, el nepotismo, el tráfico de influencias y la triangulación de recursos por parte de la aún rectora de la UACM. Luego de renovar por la vía electoral al Consejo Universitario, máximo órgano de gobierno, y de que planillas críticas a la actual administración alcanzaran, al menos el 64% de los votos, la Dra. María Esther Orozco Orozco, rectora de la UACM, a través de un Consejo Electoral cooptado, decidió anular la elección de dieciocho consejeros (titulares y suplentes) electos por la comunidad y dar un nombramiento ilegal a siete candidatos (titulares y suplentes) que perdieron la elección, que son claramente afines a su administración, y con lo cual se adjudica el control absoluto de la universidad.
 
La Comunidad Universitaria no respalda la ilegalidad, ni la ilegitimidad, ante el intento por imponer un consejo a modo de rectoría. Los uacemitas no otorgamos licencia a un gobierno universitario autoritario y corrupto, mucho menos golpista. En el contexto nacional de lucha contra la imposición de Enrique Peña Nieto como presidente de México, la UACM, al igual que los sectores democráticos del país, no permitirá una imposición.  En este caso, no permitiremos la imposición de Esther Orozco, de un Consejo Universitario ilegal e ilegítimo favorable a su autoritarismo y corrupción. Nosotros, que conformamos el movimiento estudiantil uacemita, y el Consejo Estudiantil de Lucha (CEL), vamos por la restitución de la legalidad, la legitimidad, la democracia y la defensa del proyecto educativo en nuestra casa de estudios.
 
Nuestros consejeros universitarios elegidos democráticamente por la comunidad deberán atender las demandas estudiantiles que apremian. En el entendido de que toda lucha contra un régimen autoritario es justa, expresamos nuestra solidaridad con los movimientos sociales y los sectores democráticos del país, con todos los mexicanos que están luchando por una misma causa, justicia, libertad, educación y democracia. La lucha de todos por un México más justo y democrático, la asumimos nuestra.
 
Apelamos a la conciencia de un pueblo solidario. La UACM está en huelga por una educación libre y democrática. En todos los planteles de nuestra casa de estudios requerimos solidaridad de la sociedad civil para restablecer el orden y el estado de derecho que nos ha sido negado por Esther Orozco. Mantengamos las puertas abiertas de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México para las futuras generaciones de jóvenes capitalinos. Que jamás se excluya a un sólo mexicano de la educación superior, a la que tiene derecho.
 
 
Por una educación humanista,
Por una educación crítica,
Por una educación científica,
Por una educación pública,
Por una educación laica,
Por una educación gratuita,
Por una educación autónoma,
Por una educación incluyente.
 
SOMOS UNIVERSIDAD
 
 
Consejo Estudiantil de Lucha UACM
Autonomía, educación y libertad






miércoles, 20 de junio de 2012

QUERIDO SEÑOR PRESIDENTE: ES USTED UN HIJO DE PUTA

Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros

Por: José Luis Sampedro
José Luis Sampedro Sáez (Barcelona, 1 de febrero de 1917) escritor, humanista y economista español que aboga por una economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos». En 2010 el Consejo de Ministros le otorgó la Orden de las Artes y las Letras de España por «su sobresaliente trayectoria literaria y por su pensamiento comprometido con los problemas de su tiempo». En 2011 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas.

 

Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros.

Se lo digo así, de entrada, porque sé que nunca va a leerme, como nunca lee usted libros, ni nada más que periódicos deportivos como usted mismo ha confirmado, jactándose, como buen español de ser un ignorante. No se engañe, por eso lo han votado tanta gente. Perdonen los demás el exabrupto, pero es que está demostrado que somos lo que nuestros padres nos han educado, y si usted y sus ministros son como son, es porque sus madres muy bien no lo han hecho. A pesar de los colegios de pago, de pertenecer a la oligarquía de épocas dictatoriales, etc.
 

Verá usted, señor presidente. Lo que más me molesta no es que usted sea un bastardo malnacido, sino un ignorante, y sobre todo un mentiroso. Se presentó a unas elecciones diciendo que no haría cosas que ahora hace. Dijo hace tiempo que la posibilidad de una amnistía fiscal le parecía injusta y absurda, y no ha tardado ni tres meses en recurrir a esta medida de forma injusta y absurda, como señala el diputado de IU Alberto Garzón al que usted y sus secuaces ningunean como a cualquier otro que no sea seguidor suyo. Ésa es la democracia que ustedes entienden, ignorar a los representantes de la ciudadanía que no les afín. Usted dijo que la Sanidad y la Educación no se tocaban, y la han tocado pero bien. A la banca nada, y eso que los grandes expertos en economía señalan que, o le metemos mano a sus amigos de las finanzas, o nos vamos a pique.
 

Le voy a explicar unas cuantas cosas dado que usted es un ignorante que lee prensa deportiva en lugar de libros de historia, economía o política. Durante los años 20 hubo gente que tuvo la genial idea de crecer mucho, por encima de sus posibilidades como ahora tienen ustedes tan de moda decirnos. Tanto que incluso a Churchill, para salir de la situación de postguerra, se le ocurrió revalorizar la libra, lo que trajo bajada de sueldos y aumento de las horas de trabajo. No sólo no se creció por encima de lo esperado sino que destruyó la posibilidad de crear un modelo sostenible de crecimiento basado en el consumo, lo que permite terciarizar una economía y hacerla verdaderamente competitiva. Eso es ser un país desarrollado y no ganar mundiales de fútbol. Cuando llegó la crisis del 29 y la posterior recesión mundial en los 30, en un país tan poco sospechoso de socialista, comunista o lo que ustedes quieran, como EEUU, decidieron adoptar una cosa llamada New Deal, que consistió, entre otras cosas, en subir los sueldos y bajar las horas de trabajo. Como consecuencia, había más puestos de trabajo para cubrir esas horas de menos, y los que salían de su trabajo lo invertían en consumo, lo que reactivó la economía y permitió al país dar un definitivo empujón hacia arriba para salir victorioso de una Guerra Mundial que libró en tres continentes.
 

Por si usted no lo sabe, las medidas que está ejecutando han conseguido lo contrario. Hablo en pasado porque tal vez no lo sepa, pero no hay nada nuevo en los famosos "recortes". Argentina, Chile, Polonia, Rusia y así hasta un largo etc de países engrosan una horrible lista de fracasos de las políticas neoliberales de Milton Friedman y el Consenso de Washington que desde los 70 llevan intentando hacernos creer que sumergir a un país en el shock económico es una salida a la crisis. Jamás las medidas de la Escuela de Chicago han funcionado. Jamás un país ha salido de la crisis de esa forma. Jamás una sociedad se ha beneficiado de ello. Por el contrario, ha generadosuicidios, deterioro del Estado del Bienestar (que ustedes insisten en decir que se ha terminado mientras vemos cómo crece y se desarrolla en otros países de nuestro entorno) y ha destruido el futuro de numerosas generaciones.

  Usted miente, señor Presidente, y es sumamente peligroso. Porque el anterior era un inútil, pero usted es un pirómano en mitad de un incendio. El otro creía vivir en el País de las Maravillas y usted nos está sumiendo en el País de los Horrores. Toda política fiscal que no se base en la generación de riqueza, toda medida relativa al empresariado que no atienda prioritariamente a las empresas que cotizan más del 60% de sus ganancias en forma de sueldos e impuestos en España (y no Repsol, que solamente invierte un 20% y ahora la defienden como española; hay empresas extranjeras que reparten más beneficios al conjunto del país), todo lo que no sea alumbrar un futuro basado en la investigación y no en el trabajo precario, es destruir el futuro del país. A usted y sus secuaces se les llena la boca diciendo que hay que fomentar el emprendedorismo, y en lugar de ello desarrollan un plan basándose en los ideales especulativos de los dirigentes de la CEOE cuyo historial de empresas arruinadas por la especulación de la que ellos salen indemnes mientras el Estado se hace cargo de los parados que dejan es absolutamente bochornosa. Eliminan de todo plan de emprendedores la posibilidad del emprendedor social y generan únicamente una nueva casta de tiburones amparados en una reforma laboral neofeudal.

  Ustedes se olvidan que los países desarrollados como EEUU, Alemania, Francia, etc., invierten entre el 2'6 y el 3'4% del PIB en I+D+I. España no sólo necesita un esfuerzo superior (en torno al 6%) para ponerse a su altura sino que ustedes nos bajan la inversión del 1'3% al 0'9%. Para entendernos, usted que sólo lee sobre deportes, es la diferencia entre inventar un coche, y fabricarlo. Quien lo inventa tiene los beneficios de todos y cada uno de los coches que se venden. Quien lo fabrica sólo de las unidades que salen de su fabrica. ¿Dónde se inventan los coches? En Alemania, por citar un caso. ¿Dónde se fabrican? En España, Polonia o Rumania. Es evidente de quiénes estamos más cerca, pues. Al darle el hachazo que usted le ha dado a la investigación nos condena a ser un país de camareros, portaequipajes, y por supuesto de trabajadores poco o nada cualificados que trabajemos para empresas extranjeras a sueldos miserables mientras tenemos la moneda de los países con mejor calidad de vida. Si seguimos en el euro es para vivir como ellos, no para que ustedes nos hagan vivir como en Botsuana con precios de París.

  Usted nos está suicidando económicamente. Tal vez no sepa quién es Paul Kruggman, pero es Premio Nobel de Economía. Para él es evidente que usted nos miente o no quiere darse cuenta de que no estamos ni siquiera en recesión, sino en fase de depresión, y sus medidas nos hunden cada vez más. Ha aceptado ser el banco de pruebas del FMI, cuyas medidas ya arruinaron a varios países, pregunte si no por Grecia o Italia donde están fracasando estrepitosamente. Usted no le dice a la gente que estamos metidos en una III Guerra Mundial cuyas armas no son de fuego, sino que tienen a forma de experimentos socio-económicos, donde los tanques son agencias de calificación de la deuda, donde los países utilizan a los ciudadanos para intereses ajenos a estos, y donde, al final, la gente está muriendo y sufriendo, como en cualquier guerra. Usted nos dice que es bueno meter a cuarenta alumnos por clase, que es bueno que haya menos profesores, menos médicos, menos atención sanitaria, y a veces pienso que simplemente usted es gilipollas, que no puede ser que actúe con maldad. Y créame, lo sigo pensando. Los malos seguramente son otros, usted no tiene la inteligencia suficiente para darse cuenta de todo eso. Sí la tiene, en cambio, para saber que todo esto puede traer revueltas sociales, agitación en la calle. Por eso va a aprobar una medida por la cual será terrorismo y condena criminal resistirse a la voluntad del Gobierno expresada en sus brazos de coerción, es decir, al policía. Como yo le estoy diciendo esto, seguramente me acusará de terrorismo por incitar a la gente a decirle a usted las verdades a la cara.

  Señor Presidente, usted no quiere decirlo porque la Führer Merkel le amenaza desde el IV Reich que se ha instalado. No es una exageración, oiga, que lo dice hasta el Financial Times que como todo el mundo sabe es muy de izquierdas sin duda. Estamos metidos en mitad de una III Guerra Mundial, vuelvo a repetírselo, y no es una idea únicamente mía, sino de gente de esa que ha estudiado, tiene doctorados, ha dado clase en varias universidades, ha viajado por el mundo, ha leído mucho, mucho, habla varios idiomas, ha vivido diferentes procesos de crisis y recuperación, y a algunos también les gustan los deportes. Pero también ven que ustedes nos metieron una primera fase de Movimientos Financieros que ahogaron nuestra economía y ahora nos meten en una fase de Posiciones para hundirnos en el shock, en el miedo, en la angustia.

  Solo le deseo que si algún día la sociedad se rebela, salimos a la calle, tomamos los poderes públicos, proclamamos una Asamblea Constituyente, convocamos un referéndum sobre la forma de Estado, disolvemos los partidos actuales y los obligamos a refundarse en partidos que atiendan a las ideologías políticas y no a las económicas, establecemos un sistema de elecciones realmente democráticas, nos salimos de la moneda alemana (llamada también euro) y establecemos pactos bilaterales con los países importantes, invertimos en educación e investigación. Si todo eso pasa y empieza con una mecha que la sociedad enciende. Si pasa y asaltamos su palacete en la Moncloa , ojalá usted esté ya camino del exilio en Berlín.
 

O lo va a pasar mal. Muy mal.

martes, 5 de junio de 2012

ENTREVISTA AL PSICÓLOGO ROSENDO RODRIGUEZ


Entrevista realizada por Katerin Andrea Ospina, estudiante de psicología de la Universidad Antonio Nariño, el 30 de mayo de 2012. 
 
Ocupación y tiempo que lleva en el cargo: Docente en educación superior, psicólogo en el área clínica y educativa, psicoterapeuta.

1.    ¿A qué enfoque de la psicología pertenece? 

Soy un historiador de la psicología, sin asumir alguna escuela en particular, especialmente en los últimos años. Esto me ha servido para pensar sobre diferentes teorías y modelos, y orientar mi práctica a partir de mi propio desarrollo. Tengo el grado de psicólogo emitido por una universidad colombiana, y trabajo según el análisis de la práctica, lo cual desemboca en la ética. Anteriormente he pasado por experiencias del humanismo y el psicoanálisis, y en algún momento pensé que sería psicoanalista. En la actualidad no puedo asumir más que soy un historiador de la disciplina, tal vez en búsqueda de su propio ser.

2.    ¿Qué lo llevó a escoger dicho enfoque? 

El recorrido por la psicología, es lo que ha marcado mis diferentes experiencias. Asumida la mayor parte del tiempo de modo religioso, en distintos momentos pensé que había encontrado la verdad en algún modelo. Ahora veo que se trata de lógica, finalmente, y en consecuencia, lo que se tiene es, primero, un lugar de la verdad, y en el mismo, unas premisas estructuradas como silogismos, que finalmente desembocan en demostraciones aristotélicas. En otros casos, pero de la mano de la filosofía, los soportes de estas premisas son quaestio facti, lo que termina de conformar las ilusiones de una disciplina cuyos objetos y métodos son diversos. Me entristecen algunos modos de pensar la psicología, como aquellos que se convierten en la realización de la techné siguiendo el control como el entendido de lo que debe ser. Otros, en las antípodas, buscan liberaciones equivalentes en ilusiones, siendo los segundos quizá mortíferos en mayor grado que los primeros. Otros, finalmente, se acercan a lo que podría constituir, al menos, inquietantes campos de interrogación frente a los efectos de la cotidianidad del ser y una contraparte en el existir. La psicología tal vez no tiene respuestas adecuadas, pero quizá tenga buenas preguntas, en algunos casos. 

3.    ¿Cuál cree que es su función como psicólogo  dentro de este campo de acción?

La teorización, entendida como meditación en relación con un objeto -con los objetos de la cotidianidad, que lo enmascaran-. Esto solamente, por ahora, entendido en el sentido de la necesidad de colocar, en el lugar del vacío, unas palabras. Es decir, como ser hablante, quizá subsidiario de lo escrito, no puedo dejar de lado -insisto- de momento, la simbolización. Mis esfuerzos, sin embargo, no irán más allá de este ejercicio, pues de cada uno es responsabilidad el modo como deriva su experiencia de simbolización del objeto. Allí, me muevo en los términos de lo que puede haber de universal en la experiencia del ser, y es en ese punto donde creo se debe decantar la experiencia de cada uno, y quizá, yendo más allá de ese “uno”, a lo representado que en el fondo no tiene representación. 

4.    ¿Cuál es su opinión acerca de la formación que están recibiendo de parte de las universidades los futuros profesionales del área de la psicología?

Mi opinión, o doxa, no es importante, en tanto que no alcanza la ortodoxia. Con esta advertencia, voy a la formación. Se trata de una paradoja, pues la psicología solamente, a mi juicio, empieza en su práctica, cuando se ha recibido una “formación”. Este paso ineludible para alcanzar algo del orden de la psicología, es solamente la recepción de los modelos -un paradigma es un ejemplo- que se inscriben en el ser del estudiante, pero frente a los cuales el mismo está obligado a crear algo como una estructura lógica susceptible de plantearle preguntas y caminos, ordenamientos lógicos frente a su experiencia de la realidad, diferentes a los de su vida cotidiana, que no es más que un efecto de su historia anterior. El elemento profesional, es intensamente problemático, y requiere también un análisis: se trata de lo que se entiende por “profesionalismo”, que, en suma, puede reducirse a cuanto mandato sobre la práctica en intercambio con un cliente emerge ante las complicaciones de la misma. El profesional es el que ejerce la “psicología” dentro de un rol institucional y social, que terminan por fundarlo -sin consciencia plena, de modo habitual- como funcionario y administrador de su creencia (con respecto a la psicología), y para colmo perorando sobre su claridad ética. En este terreno se aprecia muy claramente que la psicología anda muerta, en tanto que se dedica a perfeccionarse como producto de consumo, siendo el psicólogo, en el fondo, una mercancía más dentro del sistema del Capital, religión de fondo susceptible de capturar cualquier otra religión, pues éste dios de la posmodernidad puede adquirirlo, tanto como quien tiene dinero puede comprar psicología. Cerrando, el futuro de los “psicólogos”, desde mi perspectiva, es el de los demás profesionales, si ese es el camino que eligen: las ventas. Otro es el destino de los pensadores, más próximos al sufrimiento que al bienestar de los profesionales. Y no porque estos últimos no piensen, sino que su pensamiento está atrapado en sus necesidades maslowianas. Aquellos que plantean un terreno de la psicología en el plano de los efectos del lenguaje, y los problemas del surgimiento del lenguaje y la fundación del sujeto y la subjetividad, están en otro lugar. Las Universidades deben, idealmente, ser habitadas por el discurso de las psicologías, pero además, deben ser habitadas una vez más por los estudiantes de la psicología. Estos no tienen nada qué ver con los profesionales, pues el profesional es un alienado por una causa ya definida, que evita los peligros del cuestionamiento de sus modelos. El drama universitario es el de la experiencia de los mercenarios de la psicología.  

5.    ¿Cree usted que existen los suficientes y eficaces,  medios de control y supervisión para la inspección de las funciones de los psicólogos, específicamente dentro de su campo de acción?

Esta pregunta es anti-psicológica. Es evidentemente, propia de un funcionario. Aquí hay un administrador de la educación, que pide productos. Puede verse el efecto de las Normas ICONTEC, y de las políticas de la educación, que son políticas institucionales. Los términos, los reenmarco, que aparecen ya como holofrases o términos holofrásticos donde la psicología es un apéndice de la administración, son: suficiencia, eficacia, mediosdecontrol (pegado), supervisión, funcionesdelospsicólogos. ¿No debería ser claro que el campo de acción de la psicología, debería ser cuestión de psicólogos? El administrador, no por serlo, es enemigo de la psicología. Su hacer es solamente el de quien está encargado de administrarla, como bien o servicio. En ese sentido, sostiene la orquesta de las normas de calidad. Es interesante ver que la Universidad, no solamente la privada, sino la pública, son empresas. Como tales, obedecen a la lógica que deviene dialécticamente de la relación entre el capital  y su discurso (el del capital, por supuesto). El psicólogo, por lo regular, se encuentra decepcionado -este es mi prejuicio, derivado de años de experiencias- de su arte / ciencia / religión, frente al administrador, que es su Amo, y por consiguiente, su objeto de Amor. Hay una transacción entre uno y otro, y un pacto con respecto a lo que tiene que ver con los productos del psicólogo, el cual es un esclavo de la administración de su producto. En ese sentido, las condiciones laborales en la Universidad, y la producción del psicólogo, dejan de lado, por ejemplo, la investigación. Puede decirse que no hay investigación que no esté ligada a la administración educativa, pues se torna en un asunto de presupuesto. Del mismo modo, hay que pagar para ir a clase, y también, el psicólogo que está en la docencia necesita vivir de su práctica. ¿Puede hablar, realmente, en estas condiciones? La consecuencia que veo, además, se puede extraer de la pregunta, es que el psicólogo es ya un significante del control, que es lo mismo que decir, que no es otra cosa que un controlador. A veces, en este último ejercicio, el sacrificio implicado es el de la psicología misma.

6.    ¿En alguna ocasión ha visto afectada su ética profesional, por alguna orden que haya tenido que cumplir de parte de algún jefe? Si la respuesta es positiva explique el motivo por el cual sintió afectada su ética profesional?

La respuesta a esta pregunta, se articula con la pregunta anterior (ver ítem 4) que tiene que ver con el profesionalismo. El ejercicio de la psicología, de parte de un psicólogo, si se ejecuta con rigor, viola algunos de los principios de la ética profesional. La ética de la psicología, si es que tal cosa existe, remite al pensador a las éticas de la psicología, en tanto que existen diferentes corrientes de pensamiento consideradas paradigmáticas, es decir, fundamentadas en principios que se precian de ser universales. Es interesante ver que las universalidades chocan, en el acuerdo imposible, que sin embargo, algunos toman -los autores del código deontológico de cualquier país- asumiendo el saber absoluto en lo referente a la psicología, para establecer los referentes legales. Esto, en principio, implica por supuesto que el autor de la psicología se ubica dentro de la ley. Su saber es instituyente en tanto que es legal, o está legitimado, y sirve para legitimar...su pensamiento. La antigua religión, al menos en su espíritu, no solamente la católica (vg., la Diosa Que Come Suciedad, de los azteca), guardaba el secreto de confesión, creando un lugar donde la palabra pronunciada dejaba incólume la integridad social del penitente, el cual además era bien visto por su contricción. Por defecto, en la actualidad el que tiene psicólogo, tiene problemas, no solo de orden mental. Así que por otra parte, el propio ejercicio de la psicología regularmente es una infracción al espíritu de la misma, pero no en tanto que profesión, sino en tanto que ética y política articuladas desde el saber.

7.    ¿En alguna ocasión se ha visto confundido o sin saber cómo actuar frente algún caso en especial, por las consecuencias que puedan traer su decisión referente al secreto profesional? 

He tenido muchos errores y algunos aciertos. Por ejemplo, frente al derecho del niño de salvaguardar su secreto. El niño es hijo de alguien, que paga la consulta, y que se considera su dueño, más que su tutor o representante legal. Quizá por esto mismo, por la consideración del padre y también, en la línea de responsabilidades, del pariente y el educador, incluyendo al psicólogo, se fracturan radicalmente los límites del secreto profesional. Quiero dejar sentado que se puede mantener el secreto, pero no si se es profesional. Pero, por otra parte, allí surgen problemas de reconocimiento de la realidad del niño, por ejemplo. Se estima que no tiene, por definición, autodeterminación, y que en el terreno familiar, en último término, es objeto de cuidado al cual hay que respetarle sus derechos. Las paradojas son evidentes. Lo que no se pregunta el psicólogo, especialmente el profesional, es por el espíritu de la Ley. Su proceder será tendiente a obedecerla, al margen de las consecuencias que esto implica. De allí su sometimiento a los protocolos y a los métodos estandarizados, cuya pretensión de verdad es religiosa, por defecto del espíritu científico, que lejos del modo empírico-analítico, es finalmente conocer

8.    En su opinión ¿cree que es competencia del psicólogo recomendar o no a un ex - empleado de dicha empresa para laborar en otra entidad, si este tuvo inconvenientes que impidieron el buen funcionamiento de su antigua empresa?

Bueno, esta pregunta me causa risa, y lo digo para no falsear el respeto. Una vez más, se trata aquí del lenguaje que media las relaciones entre el empleador y el empleado. Por lo general, cuando hablo con algún colega, sobre todo si es nobel, veo que se conduce dirigiendo sus esfuerzos a sostener angustiosamente su posición sobre la base del hallazgo de la Verdad. Esta verdad es en realidad, la verdad del sujeto. Esto es, la que emerge de sus experiencias mortíferas con el otro. Por este camino, la producción en el sistema es la de la cobardía. Y la competencia, y su sistema de evaluación, surge de allí, de esa cobardía. Por supuesto, un contrato laboral implica la sinceridad de las partes, en cuanto a lo que se está dispuesto a hacer. Si entra en el planteamiento de la institución, por ética profesional está obligado a cumplir con su promesa. Ya vimos anteriormente algunas implicaciones de ser profesional. La conclusión inevitable aquí es que la psicología es imposible en los campos en que se practica, bajo la lógica de la mercancía, y solo es posible como reducción a tal condición. Quien hace la reducción, es el profesional. Como se observa, este ya no puede considerarse, estrictamente, como psicólogo. 

9.    Los psicólogos del área educativa, pueden llegar a tener una gran influencia en los hábitos de pensamiento, sentimiento y conducta en los estudiantes, ¿Qué opinión tiene acerca de los psicólogos que ejerzan estas costumbres?

La consuetudo es solamente una solución de cada uno, no necesariamente derivada de la reflexión teórica y epistemológica sobre su saber. No sé hasta donde lo que se afirma en esta pregunta sea posible, siempre que cada vez encuentro más “estudiantes” cuyo ser en el mundo es el que se localiza en la internet. Es decir, si no están en el chat, durante el desarrollo de una sesión de clase o tutoría, están en algún lugar de la red, por ejemplo, en el face o en el twitter. En ocasiones, predomina la relación de odio-rechazo, en alguno de los términos docente-estudiante, y en otros, el psicólogos, cuyo estatuto es el mismo de los docentes en las instituciones educativas, al menos en el imaginario, ama demasiado a sus estudiantes. El psicólogo, en lo imaginario, sin dejar de lado que tiene mucho que ver con lo real, es visto ya tradicionalmente como un denunciante. En instituciones de LIbertad Asistida, al menos hace algunos años, formaba parte del Equipo Técnico, que recomendaba al Juez de Menores la medida jurídica a proceder. ¿Qué más se puede decir del llamado psicólogo en estos entornos sociales, que su afirmación de la negación del ser de la psicología, el cual, en todo caso, es desconocido? Diría pues, que la consuetudo del psicólogo es negar su saber, en beneficio de su profesión.

10. ¿cree que la responsabilidad y los deberes  del psicólogo, como profesional, deben limitarse a las actuaciones internas de la institución a   la que pertenezca?

Tal vez es tiempo de proponer que el psicólogo parta de la lectura de la historia, la sociedad y la cultura, de las cuales forma parte una institución. También, preocuparse por la defición de este término, que regularmente remite a un conjunto de prácticas y técnicas adscritas a alguna forma de administración de los saberes. De allí que sería posible que modificara su condición de esclavo de lo instituido, a pensador de la vida, pues lo que no creo que le esté dado sea la dedicación a los mismos goces de los demás, los cuales vienen con factura. Está obligado por su recorrido a proponer algo distinto de aquello que considera su formación, pues esta solamente le provee la forma originaria que se ha de modificar al martillo del pensamiento, pero el pensamiento mismo ha de ser liberado de sus ataduras simbólicas. Que la palabra se estructure a partir del pensamiento quiere decir que no es el último término al cual se debe someter el psicólogo. Es también el problema de sus efectos en lo imaginario y lo real, términos de la matemática que forzosamente han de ser tenidos en cuenta en la psicología. Tal vez sí sea necesario reconocer un deber y una responsabilidad del psicólogo, pero no centrados en su contrato laboral, lo cual forma parte de su esfera social, y de lo que ya se ha planteado discusión a lo largo de esta entrevista. Este deber, está centrado en un mandato kantiano: “Debes saber más de psicología”, el cual, sin duda, es un imperativo superyoico (¿ético?), que tiene sus nexos con la responsabilidad, cifrada en otro imperativo superyoico: “a cualquier precio”.

No en vano alguien sostiene el carácter capitalista de la pulsión. El análisis nos indica que el deber ser plantea tales problemas, que el imperativo de saber a cualquier precio indica que la responsabilidad de saber a cualquier precio también se cifra en el verdadero imperativo actual, que sería tendiente a no violar el código de comercio. Por supuesto, hay otros códigos, que por ser considerados menos importantes, son por supuesto, subsidiarios de éste último. Entre ellos, entre los muchos otros del concierto de los saberes, está el de la psicología.

No obstante, sería problemático que el código de la verdad fuera el de éste saber psicológico. Entre otras cosas, porque su efecto es el de la actualidad, cuando así es asumido. Uno de sus productos, es un ser enfermo de conciencias, al viejo estilo hegeliano.


Mayo, 2012.