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sábado, 7 de julio de 2012

LAS 7 VENTAJAS DE LA GORDURA


Por: Alejandra Azcárate

Publicado en Aló.com (Recuperado 7/7/2012)  

Me gusta el cuerpo liviano, ágil y elástico. Me identifico por mi genética y metabolismo con una estética sin protuberancias, relieves y desproporciones. Pero así mismo, hoy decidí alejarme de mi primaria perspectiva de lo bello para abrir mi mente y analizar las ventajas de la gordura. Una mujer que nace gorda o que se engorda debe tener ciertos puntos a su favor que deben ser resaltados y no señalados por las flacuchentas como yo.
  1. No piensan a la hora de comer. Esa es una invaluable sensación de libertad. No se mortifican por los horarios adecuados para ingerir los alimentos ni mucho menos se estresan por la escogencia de los mismos. Una bandeja paisa al desayuno no es una posibilidad absurda, al contrario, puede ser una realidad semanal.
  2. Cuando van a los almacenes no se pasan horas midiéndose opciones de prendas porque pocas veces encuentran su talla. Sus compras son breves. ¿Qué me queda? Eso me llevo. Punto.
  3. Se sienten como unas princesas ya que ellas sí conocen de cerca la verdadera caballerosidad. Los hombres les ceden el puesto por miedo a que se les sienten encima, las miran con ternura para evitar una agresión, les sonríen, las saludan con palmada en el hombro, les corren la silla porque no caben, les abren la puerta del carro para cerciorarse de que sí entran y no las morbosean porque rayarían con la aberración.
  4. Disfrutan a plenitud la amistad. Las gordas no generan envidia, así que además de convertirse en grandes amigas producen una confianza que solo es recompensada con lealtad. No sufren el dolor de la traición ni prueban el veneno del engaño.
  5. En el sexo se desinhiben con facilidad. Contrario a sentir complejos por su figura, tienden a ser tan seguras de ellas mismas que se convierten en grandes amantes. Siempre se entregan como si fuera la última vez, porque de hecho saben que podría serlo. No tienen límites, no les preocupa si la luz está prendida o apagada, no las altera ninguna posición, saben con certeza que su fortaleza es generar placer hasta el punto de hacerle olvidar a su pareja la sensación de estar amasando un sofá abullonado.
  6. La playa o el plan de piscina no las cohíbe. Uno las ve pavoneándose sin pareo y sin el menor pudor. Se asolean como un sapo boca abajo desparramadas sin tapujos. Con la bronceada se les marcan los pliegues a los cuales el sol no alcanzó a entrar, quedan llenas de líneas como si hubieran sido atacadas por un león y no les importa. Salen de esqueleto, ombliguera o shorts, frescas.
  7. No viven pendientes de los tratamientos, trucos o sistemas para alcanzar la figura ideal, son conscientes de su realidad, se aceptan evitando luchas sin sentido. Así se aman y así las aman.
Si resumimos, la gordura genera libertad. Algo que pocos seres logran conocer a lo largo de su vida. Es cierto que por momentos debe producir insatisfacción y una lucha por modificar lo existente. Pero a la vez se alejan con facilidad de las presiones y convierten su figura en su mayor factor de seguridad.

Con todo y eso, no nos digamos mentiras, es mejor ser flaca. Así que no se engañen más. Dejen de pensar que son de huesos grandes, que retienen líquido y que el color negro adelgaza. Están gordas. ¡Asúmanlo! Y así suene cruel, es la cruda verdad. Ojo no con la tiroides sino con la ‘mueloides’ y sobre todo no olviden que uno gordo se ve lindo solo cuando es bebé.

martes, 6 de septiembre de 2011

AL DESCONOCIDO

Al Desconocido

Rosendo Rodríguez Fernández

Para el viejo amigo Jairo, visitante de la tierra de México.

La noche es un beso infinito de las tinieblas infinitas.
Todo se funde en ese beso,
todo arde en esos labios sin límites,
y el nombre y la memoria
son un poco de ceniza y olvido
en esa entraña que sueña.
                                               Fragmento de “El Desconocido”, de Octavio Paz.

Una noche de quinientos años, fue pronosticada por el último emperador azteca, Cuauhtémoc. Un poco de oídas, y por lo que circula en el mundo de la virtualidad, pero también precisamente en la obra de Garry Jennings, “Azteca”[1], todo un universo se eclipsó sin los gritos de agonía que esperaba Cortés del Huey Tlatoani, quemado por los pies, hasta su paso a otra conciencia. El director Alfonso Arau, en su “Zapata, el sueño del héroe”[2], plantea que el espíritu de los antiguos aztecas dio vida a la revolución del sur de México, que alcanzó su apogeo con la entrada del general a la capital, en 1914. Ese año, el primero de la Gran Guerra europea, el terreno militar trazado con sangre mexicana se fue delineando a favor del nuevo gobierno, del que el personaje de Arau sabe muy bien que no quiere participar, en tanto que se trata de una degeneración de la revolución. Frases contundentes, como que “no hay revolucionario que aguante un cañonazo de 50.000 pesos” denuncian el triste precio del alma, a la vez que señalan la eternidad de Cuauhtémoc.

Un legado, el del maíz fecundo en la sangre. Una denuncia: alimento de vacas de hacienda de última tecnología al norte del Río Grande. Mestizos, sin saber, después de todo, si responder al cristianismo de los abuelos de línea hispánica, o a los antiguos dioses mexica, el drama de esas tierras repite un esquema, una y otra vez, propio de lo que se ha dado en llamar América Latina. Como una miríada de identidades fracturadas en la noche del tiempo, con las infecciones de Pizarro en el Perú, y Cortés con su Malinche, la traición es la regla del nuevo americano, pues no hay Padre, o tal vez hay mucho Padre, lo cual, para el caso, es peor.

Almas mezquinas, florecen en empresas cuya grandeza es obediente a la vieja y olvidada conquista. Se prefiere olvidar, y vivir el confort dudoso de los días del presente, y no saber de orígenes ni abuelos asesinos, o de tatarabuelas putas que llegaron por Cartagena con aire de señoras. De águilas a vencejos, se quejaba uno de los poetas de la apodada heroica, en que la sangre bulle por el hotel y la playa, y por unas cuantas gotas de ron, antes que por el honor de Lezo, o por algún sueño moribundo de abuelo de los Mil Días.

Se ha olvidado, en medio de tanta luz de la Razón, y tanta admiración por los dueños del Cielo y de la Tierra, a esos otros del Otrocidio, el término de Eduardo Galeano que apunta a los siglos de desprecio, a los otros abuelos cuyas lenguas han muerto, y solo retornan en sueños locos de cineasta o en afanes de psicótico transpersonal.

¿Qué decir de ese hijo que quiere olvidar? ¿Qué decir del Americano que detesta su origen cubierto de sangre y violación por las décadas del rencor mezquino y la pequeña venganza? ¿Por qué no va a entregar aquello que ya no es sagrado, al fuego fatuo del posmoderno capital?

Que no se olvide el nuevo dueño de la tierra, de la personalidad y la nacionalidad (transnacional), que es hijo de un crimen, y que su semilla está condenada por la limpieza étnica, por un racismo incólume a la investigación, y una victimización que siempre desemboca en el terreno del Derecho.

Ley de Justicia y Paz que es Ley de Olvido y Rencor. No olvidemos que el colombiano es el fruto macerado de la violencia de la espada y la cruz, y los gérmenes de la guerra biológica. Como en todas partes del Nuevo Mundo, lo nuevo de la Guerra, la Esclavitud y las Pandemias, se debate en nombrarlo genocidio o catástrofe demográfica.

¿Qué importa cuál abuelo mató a cuál? Si el resultado es un hijo de asesino y de víctima, ¿A dónde se inclinará su fidelidad? Vete acomodando, maldito infeliz, que estás listo ahora para tratar de ser lo que no eres.

El hombre de la actualidad, está listo para ser simpático con Obama y su democracia, o con la democracia europea, y con toda su ideología de la superioridad racial, enmascarada en el posmodernismo. Peor, listos a consumir de nuevo sabidurías y verborreas que llegan ahora por internet.

Dediquen pues, almas mezquinas, sus esfuerzos a sostener la máquina del olvido, y a mantener en prisión los remordimientos y las injurias, para que su mundo de playas y mujeres sin bikini sea su horizonte ontológico y su verdad de a puño. ¿Qué les puede importar, después de todo, que un loco como yo, los odie tanto?

Septiembre, 2011.


[1] Novela histórica, publicada en 1980 por Editorial Vergara, Estados Unidos de América.
[2] Film de 2004, producida por el propio Arau y Javier Rodríguez.

martes, 9 de agosto de 2011

EL ESTALLIDO DE LA BURBUJA EDUCATIVA CHILENA

El estallido de la burbuja educativa chilena

Por Adriana Puiggrós *

Reproducido de: Pagina12.com.ar

El “modelo” educativo de Chile ha estallado en mil pedazos, lo cual es un síntoma fuerte del agotamiento del neoliberalismo como forma de la economía, la política y la cultura. No se trata de cualquier experiencia educativa, sino de la que fue alabada, mimada y mostrada como ejemplo hasta hace escasos días por los sectores políticos que abjuran del viejo liberalismo estatista, por los mercaderes de la educación que se han multiplicado como una plaga dejando muy atrás a la escuela privada tradicional, por los que impulsan la meritocracia como mecanismo selector de la población que alcanzará distintos niveles de educación, varios de ellos en campaña electoral en estos días.

En los años ’70 y ’80, sociopedagogos como Bowles y Gientis, Basil Bernstein, Baudelot y Establet y Pierre Bourdieu, entre otros, denunciaron en un lenguaje científico que los sistemas escolares ratificaban las pertenencias de clase previas de los alumnos y cuestionaron fuertemente que la escuela promoviera la movilidad social. Sus conclusiones eran escasamente generalizables en referencia a los sistemas escolares del siglo XX. Pero lejos de haber servido a la superación de las disfuncionalidades de esos sistemas, hoy pueden leerse sus apreciaciones como pronósticos del modelo que implementaría el neoliberalismo.

La condición para que la educación –en lugar de distribuir democráticamente la cultura y colaborar en la nivelación de la instrucción pública y la formación científica y técnico profesional– se tornara en un dispositivo reproductor de desigualdad fue destruir la unidad de los sistemas escolares, privatizar todas sus instituciones, desjerarquizar a los docentes y retirar del Estado toda la responsabilidad que fuera posible. Es lo que se hizo en Chile, donde cursar la educación primaria y secundaria requiere del pago mensual, restando un mínimo de educación gratuita de pésima calidad para los más pobres, y el costo de la educación superior es inaccesible hasta para la clase media. Las universidades chilenas están entre las más caras del mundo, de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un organismo que ha incorporado a la educación entre los bienes transables y que impulsa el libre mercado de educación superior, así como el retiro de los Estados de todo tipo de inversión y supervisión sobre las universidades.

No podemos dejar de señalar que pocas publicaciones de organismos internacionales han dejado de admirar al modelo educativo chileno y que muchos de los político-educadores neoliberales han exhibido estadísticas muy favorables a ese modelo. Desde la orilla en la que se defiende la educación pública, el papel principal del Estado, el derecho a la educación del pueblo, la gratuidad de toda la educación, incluida la educación superior, descreímos de esas informaciones que denunciamos frecuentemente como basadas en falsas premisas. El más burdo ejemplo es que se muestra como ejemplo de la inversión chilena en educación, que es de un 6 por ciento, sin aclarar que más de la mitad es privada y que parte de la pública se ofrece en forma de créditos que encadenan a las familias por décadas para que sus hijos estudien. Precisamente uno de los elementos de la actual crisis es la imposibilidad de sostener esos créditos; se trata de una situación comparable con la española en relación con la burbuja inmobiliaria.

En Chile, los criterios de la educación instalados desde la época de Pinochet fueron enriquecidos por el neoliberalismo pedagógico que dentro de la Concertación ganó terreno y dio origen a la burbuja educativa. Sus engañosos componentes son términos como “calidad”, “excelencia” educativa, eficiencia de la inversión, equidad (término que en el “modelo chileno” opera permitiendo cobrarle la educación a la mayoría con la excusa de balancear la inversión que el Estado hace con algunos pocos), que en el marco del discurso pedagógico neoliberal adquieren contenidos estigmatizadores y discriminadores. En nombre de la eficiencia se transfirieron las escuelas y los colegios a los municipios, que a su vez arancelaron la prestación o se deshicieron de las escuelas privatizándolas. Esa situación tampoco aguanta más y el movimiento de secundarios, la “revolución pingüina”, que comenzó ya en los años del gobierno de Bachelet, se ha generalizado y superado ante la profundización de las injusticias educativas por parte del gobierno de Sebastián Piñera, que desde su postura conservadora no ha podido pensar más allá que en emplear un decreto firmado por Pinochet en 1983 para reprimir a los estudiantes.

Las demandas del movimiento estudiantil-docente chileno están contempladas en la Ley de Educación Nacional y en el conjunto de la política educativa argentina que han llevado los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner. En la Argentina sólo la inversión estatal llegó al 6,5 por ciento en educación, y nuestras universidades reciben con los brazos abiertos a los hermanos chilenos que vienen de a cientos a seguir su formación profesional. La educación pública es una tradición argentina y a ella se debe que nuestro pueblo siga teniendo la cultura que le ha permitido reconstruir el país en los últimos ocho años al compás de los gobiernos que ha elegido. Chile también tenía una tradición de educación pública y democrática. Su pueblo no lo ha olvidado y hoy emerge como un ejemplo inverso al “modelo neoliberal”: los sucesos de estas horas demuestran que si la educación se reduce a las leyes del mercado en algún momento emerge la sociedad profunda reclamándola como propia.



* Presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados.


miércoles, 6 de julio de 2011

viernes, 3 de junio de 2011

LA EVALUACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL CASTIGO

LA EVALUACIÓN Y SU RELACIÓN CON EL CASTIGO

Por: Rosendo Rodríguez Férnandez

De Alba, Díaz, y Viesca(1) señalan que, de manera tradicional por, así decirlo, el término evaluación se ha interpretado de muy diferentes maneras, careciendo de univocidad en su significación. Esta polisemia obedece a una situación social que la hace posible. Los autores, además, se refieren al uso que se hace actualmente del término, más con intención de presentar una imagen de seriedad académica, conceptual, y administrativa.

Según este enjuiciamiento, el término tiene su origen en la sociedad estadounidense, satisfaciendo una demanda de determinados espacios sociales en los que se desarrollan sus “significados implícitos”. (2)

Llaman la atención sobre el hecho de que el término evaluación se usa de manera indistinta por diferentes disciplinas, donde el término no obedece “...a una conceptualización y a un rigor lógico en este campo.” (3)

Sitúan la génesis del término en el contexto del desarrollo de la teoría de Taylor, en la búsqueda de la racionalización de los tiempos y movimientos de los trabajadores, para sacar el mayor provecho del recurso humano en el proceso de industrialización de los EE.UU. De allí el término se extrapola a otras disciplinas o “saberes específicos” para asegurar la eficacia demandada por el capital. Allí el significado latente del término es el control.

Obsérvese un aporte de Michel Foucault, que arroja otras luces sobre esta genealogía: “El castigo ha pasado de un arte de las sensaciones insoportables a una economía de los derechos suspendidos. Y si le es preciso todavía a la justicia manipular y llegar al cuerpo de los justiciables, será de lejos, limpiamente, según unas reglas austeras, y tendiendo a un objetivo mucho más “elevado”. Como efecto de esta nueva circunspección, un ejército entero de técnicos ha venido a relevar al verdugo, anatomista inmediato del sufrimiento: los vigilantes, los médicos, los capellanes, los psiquiatras, los psicólogos, los educadores.” (4)

Este planteamiento vincula la educación con el aparato del poder; en tanto que edecanes de la justicia y las buenas costumbres, la salud y otras categorías, para los sujetos implicados en procesos educativos se trata de mantener a toda costa un orden: el derecho divino de los reyes. Quien ofende a la justicia, ofende al rey y a Dios mismo, por lo cual el soberano tiene derecho a castigar, según la naturaleza de la ofensa.

Esta situación, muy propia de la antigüedad y la edad media, aún tiene vigencia en determinados contextos socio-culturales, obviamente no en la dimensión corporal (imaginaria) que documenta ampliamente Foucault, sino más bien, inscrita simbólicamente en el orden social, como un producto derivado de toda una época de fascismo generalizado.

El castigo revela su importancia en el marco de la judicialización de los comportamientos que amenazan la integridad de unas instituciones fundadas en tradiciones culturales autoritarias en esencia.

Dejando entre paréntesis la investigación de Foucault, con De Alba y colaboradores, los autores tocan otro aspecto esencial. Se trata de la formulación de un juicio de valor, implicado en un procedimiento de evaluación. Invitan a la trascendencia del significado del término en tanto que control. Se propone tomar en cuenta las condiciones sociales en las que tienen lugar los referidos procesos, donde aparece una relación dialéctica entre condiciones determinantes y determinadas, o “espacio formulador” del juicio valorativo. (5)

En dicho espacio, quien evalúa tiene un margen de autonomía, donde es fundamental en la construcción del juicio de valor “el lugar conceptual que permite su comprensión”, siendo el “punto de partida para el señalamiento de ciertas dimensiones en el proceso evaluatorio no consideradas inicialmente, como pueden ser la ideológica o la política.” (6)

Ábrase en este momento el paréntesis para dar cabida nuevamente a Foucault. En el campo del derecho penal, se tiene que el juez es una figura que empieza a distribuir su función de castigar entre los científicos, quienes hábilmente difuminan la asunción de la responsabilidad del ejercicio del poder. (7)

Esto tiene una importancia cardinal en lo que respecta a los procesos de evaluación. En las instituciones educativas el recurso a una autoridad difusa, que se rige por unos mandatos a los que debe obediencia, se caracteriza por el ideal de la justicia sin rostro.

Así, los docentes aplican evaluaciones (medidores de rendimiento académico de corte industrial), tomando la responsabilidad de enfrentar directamente la situación con el estudiante. Reducidos a aplicar, no a reflexionar sobre estos quehaceres, muchas veces se equiparan a la última figura que ve un condenado: el verdugo.

Foucault plantea que en cada cuerpo habita un juez o una víctima, o un héroe, etc., el que ejercerá el poder de manera consecuente, pero velada a sus propios ojos. Así que el juez oculto en cada humano, emerge en cada acción del otro, colocándose por encima de sí mismo, (8) y de quien es juzgado, poniendo en ejercicio el poder que le confiere una imaginaria autoridad moral.

En las instituciones educativas es fácil detectar, a través de los usos del lenguaje y las actitudes de la gente, enjuiciamientos sobre las acciones y las producciones de los otros. El esquema planteado por Foucault calca la situación judicial que se vive entre profesorado y alumnos, sujetos a una estructura institucional investida de autoridad, que gravita sobre ese principio.

Esta relación entre derecho y ciencia más ampliamente detallada postula que la naturaleza de ciertas conceptualizaciones de la ciencia y sus aplicaciones, en esencia, son punitivas. Como en el caso de la administración educativa, donde en algún momento histórico los profesores se podrían equiparar a los antiguos capataces.

El aspecto administrativo se retoma por cuanto ha determinado el curso de las sociedades en buena medida, en tanto que su modelo de planeación, a pesar de los fracasos documentados de los planes nacionales de desarrollo, ha devenido en un enfoque para la gestión en las instituciones.

El enfoque administrativo ha adquirido relevancia en el aseguramiento de la “eficiencia de diversos sectores, tales como educativo, industrial, de salud, de otras secretarías de Estado, etc.” (9), al parecer, sin muchas objeciones ni cuestionamientos de parte de sus usuarios.

Dicho enfoque en el sector educativo genera unas “contradicciones estructurales” que impiden que la evaluación en éste terreno sea estudiada dentro de la especificidad y complejidad propias de la disciplina educativa. (10)

En este sentido, los autores destacan la influencia de algunas nociones de la administración, como el control de la gestión en tanto que “eficacia, productividad y rentabilidad en la empresa.” (11), y de “auditoría administrativa” en tanto que “...revisión objetiva, metódica y completa, de la satisfacción de los objetivos institucionales, con base en los niveles jerárquicos de la empresa, en cuanto a su estructura, y a la participación individual de los integrantes de la institución.” (12)

Si se considera la concepción de la institución educativa como una empresa productora de servicios, su evaluación partirá de indicadores, obviando los criterios de selección y los elementos que los conforman, y asignando puntuaciones de acuerdo con una escala. (13)

El uso de estas escalas está fundamentado arbitrariamente; el hecho lo reconoce Carr, afirmando que el último determinante es la opinión de un “experto”, que recurre a otras fuentes de información para determinar la relación costo/beneficio. (14)

De Alba y colaboradores señalan que la necesidad de evaluar las instituciones educativas con base en la cuantificación de unos indicadores, con miras a mostrar resultados irrefutables, constituye el reflejo de unos problemas, que se retoman aquí de manera sucinta: a. En el contexto de la tecnología tecnocrática, el aspecto educativo se mira desde una metodología inadecuada, en tanto que aborda lo formal, sin importar la explicación y comprensión de la realidad educativa., b. Al provenir los datos de indicadores definidos arbitrariamente, y constituirse en la base del análisis que deviene construcción reemplazante de la explicación y comprensión de la realidad, se cuestiona su aconceptualidad en tanto que tal. De esto se deriva que, al constituirse el dato y su análisis como el sustitutivo de la teoría, se imprime la inconsistencia discursiva en el plano de la administración de la educación.

Como aporte, queda que se requiere la conceptualización del proceso de evaluación: “...la deficiencia mayor que apreciamos en el discurso y en las acciones actuales de evaluación de lo educativo es la omisión de una dimensión propiamente teórica o conceptual, esto es, que la interpretación del dato, y, por lo tanto, la búsqueda del sentido de lo educativo, adquieren valor a partir de los conceptos teóricos desde los cuales se construye su significado.” (15)

Concluyendo, a la evaluación como “hacer técnico” se opone la concepción de “hacer social”, predominando en la actualidad la primera, como efecto y acción de los enfoques administrativos, opción que se toma “con excesiva confianza (...) cuando se realizan evaluaciones.” (16)

Hasta aquí, puede verse un planteamiento en que la evaluación se asocia a una ciencia del control, donde el control mismo tiene una justificación mística, siendo ésta la de la “verdad- científica”, y los procedimientos los propios de la administración: auditoría y represalia. La punición frente a lo que no sea un estadístico rendimiento, es lo que termina en el número que califica. (17)



Notas



(1). De Alba, A., Díaz, A., y Viesca, M. Evaluación: Análisis de una noción. En: Díaz Flórez, O. (comp.), Evaluación del Aprendizaje en la Educación Superior a Distancia. Bogotá: FCSH y E., UNAD, 2001, p. 69 y siguientes.

(2). Ídem., p. 70.

(3). Loc. cit.

(4). Foucault, M. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la Prisión. Madrid: Siglo XXI Editores, p. 18.

(5). De Alba et al., pp. 80-81.

(6). Loc. cit.

(7). Foucault, M. Vigilar y Castigar. El Nacimiento de la Prisión. (27ª. Edición). Bogotá: Siglo XXI Editores, p. 29.

(8). En el sentido de que pasa por encima de sus propias acciones. En la terminología popular derivada del cristianismo, con frecuencia se escucha una sentencia relativa al acto de juzgar, y a quien juzga, el que sería capaz de “ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio”.

(9). De Alba et al., p. 83.

(10). Ídem., pp. 83-84.

(11). Abtey, citado por De Alba et al, p. 85.

(12). Fernández, citado por De Alba et al., op. cit., p. 85. Aquí puede decirse que, no importa el perfil del estudiante, siempre que tenga dinero en el bolsillo. Por otra parte, habría lugar a una discusión con implicaciones jurídicas y éticas, pues la educación, en la democracia, es un derecho fundamental.

(13). Ídem, p. 86.

(14). Carr, citado por De Alba et al., op. cit., pp. 86-87.

(15). De Alba et al, op. cit., p.88.

(16). Ídem., p. 89.

(17). No obstante, hay que considerar la inversión de la relación que también señala Foucault en la obra citada, entre el verdugo y la multitud, e incluso el propio juez, que terminan por simpatizar con la víctima. En este sentido, la intrusión de lo que puede llamarse “lo subjetivo” en la calificación, que implica que ésta ya no diferencia entre un estudiante y un cliente, y por consiguiente, “todos pasan”.


lunes, 25 de abril de 2011

ALETURGIA Y ESCUCHA

ALETURGIA Y ESCUCHA

Jairo Gallo Acosta*


“Ver mal y oir mal. Quien ve poco, ve cada vez menos, quien oye mal, siempre oye algo más”

Nietzsche. "Humano, Demasiado Humano". Aforismo 544

 

Foucault en su último seminario que se denominó “El coraje de la verdad” trae a la palestra un término que de cierta le va a permitir apartarse una epistemología anquilosada en la búsqueda de una verdad trascendental o metafísica, interesándose por la “producción de verdad, el acto por el cual la verdad se manifiesta” (Foucault, 2010: 19), y el término que trae es el de aleturgia, que sería la producción de verdad “el acto por el cual la verdad se manifiesta” (Foucault, 2010: 19).

La “aleturgia’ sería entonces ese conjunto de procedimientos donde se produce la verdad, donde se saca a la luz lo que se plantea como verdadero, en oposición a lo falso, a lo oculto, a lo indecible, a lo imprevisible, al olvido. Aquí lo importante no es qué es lo verdadero, sino cómo se produce lo verdadero, la relación entre el sujeto y la verdad producida, y en el estudio de esas relaciones es que Foucault se encuentra con la práctica de la parrhesía.

La parrhesía como práctica de decir veraz, la práctica del discurso de verdad que el sujeto está en condiciones y es capaz de decir sobre sí mismo, lo cual era muy importante según Foucault en la moral antigua grecorromana: “hay que decir la verdad sobre uno mismo” (Foucault, 2009: 21).

Pero en la antigüedad también existieron otras prácticas que el mismo Foucault menciona como: el examen de conciencia, las libretas de notas, la misma parrhesía, o ese conjunto de reglas para la transformación de un sujeto, para la transformación del maestro por el decir veraz, que se llamaba “psicagogia”**.

Hay que recordad que este conjunto de prácticas tenían como finalidad el cuidado de sí, con el ocuparse de uno mismo, por medio de decir veraz, pero no sobre una cosa, o un objeto, sino sobre uno mismo, el decir veraz sobre uno mismo.

Este decir veraz sobre uno mismo siempre necesitó (incluso antes que el cristianismo implantará la confesión y le poder pastoral) al otro:

Para que la práctica del decir veraz sobre uno mismo se apoye en la presencia del otro y apele a ella, la presencia del que escucha, el otro que exhorta a hablar y habla. El decir veraz sobre uno mismo, y esto en la cultura antigua, fue una actividad realizada entre varios, una actividad con los otros, y más precisamente aun una actividad con otro, una práctica de a dos” (Foucault, 2009: 22).

Que la práctica sea entre dos o más, que esta práctica remita a un nosotros no implica como se entiende en la actualidad que es necesario un “maestro” que lo enseñe, o peor, que es necesario una serie de técnicas (preestablecidas y formateadas) que se enseñen de una manera que se pueda “evidenciar” o “estandarizar” en una institución llamada universitaria, o certificada como tal para otorgar títulos profesionales, para el decir veraz sobre uno mismo, o todavía más complicado, para escuchar ese decir veraz sobre uno mismo y de los otros no se necesita ningún título habilitante, ni mucho menos una serie de formatos a los que hay que seguir paso a paso para asegurar una eficacia y efectividad imaginaria, como bien lo señalaba Foucault con la parrhesía, esta práctica no tenía que ver con una profesión, y menos con la profesión tal cual como se entiende en la actualidad:

“El parresiasta no es un profesional, y la parrhesía, con todo, algo distinto de una técnica o un oficio, sino algo más difícil de discernir. Es una actitud, una manera de ser que se emparienta con la virtud, una manera de hacer. Son procedimientos, medios, medios conjugados con vistas a un fin y que, por eso, incumben a una técnica, claro está, pero es también un rol, un rol útil, precioso, indispensable para la ciudad y los individuos. Más que (como una) técnica ( a la manera de) la retórica, la parrhesía debe caracterizarse como una modalidad del decir veraz” (Foucault, 2010: 33).

¿A que me remite todo lo anterior?, primero, a remitirme a Lacan y su teorización sobre el acto analítico, cuando dice que ese acto es contrario a una profesión (de ahí su escisión de la IPA), es la escucha de una producción de un decir, no por nada en el mismo seminario que lleva el nombre de “el acto analítico” llega a decir que el acto analítico tiene que ver con lo que puede ser enunciado del sujeto, que se llama lo inconsciente, lo que se habla de él, por tanto lo escuchar lo inconsciente era a lo que debía dirigirse el acto analítico. Y segundo, me remite a lo que ya hace casi un siglo nos decía Freud sobre la atención flotante como acto de escucha:

En realidad, esta técnica es muy sencilla. Rechaza todo medio auxiliar, incluso, como veremos, la mera anotación, y consiste simplemente en no intentar retener especialmente nada y acogerlo todo con una igual atención flotante. Nos ahorramos de este modo un esfuerzo de atención imposible de sostener muchas horas al día y evitamos un peligro inseparable de la retención voluntaria, pues en cuanto esforzamos voluntariamente la atención con una cierta intensidad comenzamos también, sin quererlo, a seleccionar el material que se nos ofrece: nos fijamos especialmente en un elemento determinado y eliminamos en cambio otro, siguiendo en esta selección nuestras esperanzas o nuestras tendencias. Y esto es precisamente lo que más debemos evitar. Si al realizar tal selección nos dejamos guiar por nuestras esperanzas, correremos el peligro de no descubrir jamás sino lo que ya sabemos, y si nos guiamos por nuestras tendencias, falsearemos seguramente la posible percepción. No debemos olvidar que en la mayoría de los análisis oímos del enfermo cosas cuya significación sólo a posteriori descubrimos. (Freud, (1912) 1992).

Lo que llevó a Freud a plantear una práctica de la escucha es haber encontrado en la mirada lo mismo que Foucault subrayaba en varios de sus textos, una vigilancia para el disciplinamiento, el orden y el control, una mirada que fue utilizada para en la modernidad para extender (extensiones protésicas) un campo de gobierno sobre los otros, para su dominación.

El acto de mirar, o más bien, la visión o el observar*** en las prácticas Psi es una constante, por lo menos el observar comportamientos, la percepción atenta del otro, las técnicas de observación aquí son eficaces para tal fin, incluso la observación parece ser el primer paso para la labor evaluativa en la practica psicológica, y por lo expuesto en el proyecto de las competencias profesionales del psicólogo en Colombia, la evaluación se ubica no sólo como una albor importante dentro de lo que “tiene” que hacer un psicólogo, sino como lo único que tiene que hacer, ya que la intervención sigue ajustada a la evaluación (ASCOFAPSI, 2010).

Volviendo a la aleturgia que plantea Foucault, esa observación y evaluación poco o nada tienen que ver con la escucha de un sujeto, y mucho menos, con la relación de ese sujeto con la verdad, con eso que le permite un decir veraz sobre sí mismo, por tanto, las practicas psi que se basan en esa observación no se dirigirán a un sujeto y el cuidado de sí, sino lo más probable es que se dirijan en el mejor de los casos a un conocimiento, y en el peor, a su dominación, y podemos intuir que el conocimiento y el dominio casi siempre están relacionados.

La propuesta foucaultiana de la aleturgia de cierta manera nos hace otra vez pensar en una práctica que pueda no sólo producir verdad, un decir veraz, sino una práctica que pueda escuchar ese decir, y al parecer Freud y Lacan desde el psicoanálisis lo que siempre desearon para constituir una práctica fue precisamente eso, una práctica que no sólo escuchara a un sujeto, sino que pudiera transformar a ese mismo sujeto, incluso, ¿por qué no?, una práctica que constituya como decía Foucault una nueva subjetividad.

 
Bibliografía

*Psicólogo. Magister en Psicoanálisis, Universidad Argentina John F. Kennedy. Doctorando en Ciencias Sociales y Humanas, Pontifica Universidad Javeriana. Docente universitario e investigador. Director de la revista Psique y Sociedad. www.psiqueysociedad.org

**. El tema de la psicagogia fue abordado en otro artículo, para mayor referencia consultar: http://indexno.blogspot.com/2010/01/la-psicagogia-no-es-psicologia-pero.html

*** Existe una diferencia entre ver y mirar que sería materia de otro escrito.

ASCOFAPSI. (2010). Competencias disciplinares y profesionales del psicólogo en Colombia. Documento preliminar- Propuesta para discusión. Recuperado de: http://www.ascofapsi.org.co/documentos/2010/Competencias_profesionales_psicologia.pdf el 25 de abril de 2011.

Freud, S. (1992). "Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico"(1912), en: Obras Completas, Vol. XII. Buenos Aires: Amorrortu.

miércoles, 13 de abril de 2011

¿ QUÉ ES EL BLACKBERRY ?

QUÉ ES EL BLACKBERRY

Por: Anónimo 
 
Le pusieron asi porque cuando habia esclavitud en los estados unidos, a los esclavos nuevos se les ataba una bola negra de hierro muy irregular y cacariza, vamos, no era una bola perfecta, con una cadena y un grillete al pie, para que no escaparan corriendo de los campos de algodon. Los Amos, para usar un eufemismo (palabra politicamente mas correcta que suena mas bonito), le llamaban "BlackBerry" porque se asemejaba a dicha fruta. Ese era el símbolo antiguo esclavitud que decía que estaría forzado a dejar su vida hasta perecer sin poder escapar en esos campos de siembra.   En los tiempos modernos, a los nuevos empleados no se les puede amarrar una bola de hierro para que no escapen, en cambio, se les da un "Blackberry" y quedan inalámbricamente atados con ese grillete, que al igual que los esclavos, no pueden dejar de lado y que los tiene atados al trabajo todo el tiempo. Es el símbolo moderno de la esclavitud.   Yo tengo uno, al igual que todos los demás gerentes y directores y basta ver como estan pegados a la dichosa maquinita todo el tiempo, como adición; en el baño, en el auto, en el cine, en la cena, al dormirse y no hay forma de escapar cuando llama el jefe o cuando te mandan correos. No hay manera de decir que no te llegó o que no escuchaste porque este teléfono chismoso te avisa si llamaron y no contestaste, si tienes mensajes por leer, si los leíste y si los demás abrieron tus correos, te marca citas, horarios, te despierta, se apaga solo, se prende solo, y te permite estar idiotizado horas en la internet, mientras tu esposa, esposo, novia o novio y tus hijos y familia te reclaman porque no les pones atención. Y ahí los ves, modernos ejecutivos que se sienten muy importantes porque "el jefe" les dio su Blackberry" para que no escapen de los campos de concentración, perdón, de trabajo.   No habrian podido pensar un nombre mejor, ¿no crees?

jueves, 3 de marzo de 2011

MONOLOGO DE LA MUJER MODERNA

MONOLOGO DE LA MUJER MODERNA

Por: Anónimo

(Enviado por una lectora de la Revista Indexno)

Son las 6.00 a.m., el despertador no para de sonar y no tengo fuerzas ni para tirarlo contra la pared.  Estoy acabada. Quiero quedarme en casa,  cocinando, escuchando música, cantando, etc. si tuviera un perro, lo  pasearía por los alrededores. Todo, menos salir de casa, meterme en el carro  y tener que poner el cerebro a funcionar. 

Me gustaría saber quién fue la bruja imbécil, la matriz de las feministas, que tuvo la grandiosa idea de reivindicar los derechos de la mujer, y por qué hizo eso con nosotras, que nacimos después de ella.

Estaba todo tan bien en el tiempo de nuestras abuelas: ellas se  pasaban todo el día bordando, intercambiando recetas con sus amigas,  decorando la casa, podando árboles, plantando flores, recogiendo  legumbres de las huertas y educando a sus  hijos. la vida era un gran curso de artesanos, medicina alternativa y  cocina, sus esposos las cuidaban, amaban, las comprendía y lo mejor las mantenía.

Y después se puso mejor, teníamos servidumbre, llego el teléfono, las telenovelas, la píldora, la tarjeta de crédito, ahora el internet!!! Cuántas horas de paz!!!!  Hasta que vino una solterona marimacho y fea, a la que por lo visto no le gustaba el corpiño, ni dedicarse al hogar, vino a contaminar a varias otras rebeldes inconsecuentes con ideas raras sobre 'vamos a conquistar nuestro espacio'. ¡Qué espacio ni qué diablos!!!

Si ya teníamos la casa entera!!! Todo el entorno era nuestro, el mundo  a nuestros pies!!! Teníamos el dominio completo sobre los hombres; ellos dependían de  nosotras para comer, vestirse, manejar sus cuentas, y ahora... ¿donde carajos están? no lo sabemos... pues ni siquiera nos queda tiempo para ir al almorzar con ellos y nos la pasamos todo el día tan ocupadas que toca creerles y confiar en ellos.  

Después de un largo día acabamos agotadas, exhaustas, ni hacer el amor queremos, nos duele la cabeza, argumentamos mil tarugadas por cansancio... para que tanto poder??? Díganme!!! Si ya ni complacer a nuestro marido podemos!!!!!!

Ahora ellos están confundidos, no saben  qué papel desempeñan en la sociedad, huyen de nosotras, como el diablo de la cruz, les damos miedo, tanta pinche independencia acabo por hacerlos huir!!!

Tenemos que ser ejecutiva, esposa, madre, hija, amiga, dirigir la oficina, hacer las tareas de los hijos, velar para que nuestra casa siempre esté impecable y la empleada no haga estragos, cocinarle de vez en cuando al marido para que no se aburra ( porque una de dos: o come en la calle o donde la mamá), asistir a reuniones en el colegio de los niños, llevarlos al médico, a la natación, al karate, a la nivelación, etc. etc, etc.

De repeso tenemos que llegar a casa primero que nuestro esposo, para alcanzar a darnos un buen baño y nos encuentre fresca, divina, rosagante, echarnos toooodas las cremas (la humectante de la noche, la rejuvenecedora, la de las patas de gallina, la de los labios, la de las mejillas, la de las cejas, la del cuerpo, la de la celulitis, la antriestrías, la extrahumectante para codos y rodillas, etc, etc, etc. fuera de eso estar dispuestas a darle gusto en la cama porque si no sale a la calle a buscarse una vieja bien buena, bruta y mantenida.

Ese chistecito, acabó llenándonos de deberes. Y lo peor de todo, acabó lanzándonos dentro del calabozo de la soltería crónica aguda!!!  Antiguamente los matrimonios duraban para siempre. Y ahora si te divorcias hasta hay que mantenerlos o compartir con ellos la mitad de los que con tanto esfuerzo has conseguido!!!!!!!!

¿Por qué, díganme por qué, liberación femenina????...que sólo necesitaba ser frágil y dejarse guiar por la vida, comenzó a competir con los machos... Miren el tamaño del bíceps de ellos y miren el tamaño del nuestro. estaba muy claro, cada quien en su sitio desde Adán y Eva.... Liberación femenina... Esto no iba a terminar bien!!!

No aguanto más ser obligada al ritual diario de estar flaca como una  escoba, pero con tetas y culo duritos, para lo cual tengo que matarme en el gimnasio, hacerme mantenimiento en el quirófano, además de morir de hambre, ponerme hidratantes, anti arrugas, padecer complejo de radiador viejo tomando agua a todas horas, y demás armas para no caer vencida por la vejez, maquillarme impecablemente cada mañana desde la frente al escote, tener el pelo impecable y no atrasarme con las mechas, que las canas son peor que la  lepra; elegir bien la ropa, los zapatos y los accesorios, no sea que no esté presentable para esa reunión de trabajo, tener que resolver la mitad de las cosas por el celular, instalarme todo el día frente al pc trabajando como una esclava (moderna, claro está), con un teléfono en el oído y resolviendo  problemas uno detrás de otro, que además ni son mis problemas!!!

Todo para salir con los ojos rojos (por el monitor, claro, porque para llorar de amor no hay tiempo). Y mira que teníamos todo resuelto!!!

Estamos pagando el precio por estar siempre en forma, sin estrías, depiladas, sonrientes, perfumadas, uñas perfectas, sin hablar del currículum impecable, lleno de diplomas, especializaciones y doctorados; para qué???? Para que mires alrededor y te ves vieja, fea, sola, acabada, tu marido te dejó, tus hijos crecieron, se casaron, y qué???????

Nos volvimos 'súper mujeres' . Pero en el fondo aún nos discriminan y tenemos más responsabilidades que antes y diganme aqui entre nos con el corazón en la mano... somos felices???? noooo que vá, puro cuento!!!
¡¡¡Basta!!!

Quiero que alguien me abra la puerta para subirme al auto, , que corra la silla cuando me voy a sentar, que me mande flores, que me dé serenatas en la ventana, que me haga masajes en la tina y me trate como su porcelana... si nosotras ya sabíamos que teníamos un cerebro y que lo podíamos usar. ¿¿para quééééé había que demostrárselo a ellos??

Ay, dios mío, son las 6:30 am y tengo que levantarme... ¡qué fría está mi solitaria y grandísima cama!... Carajos!!!!... Quiero que mi maridito llegue del trabajo, que se siente en el sofá, que disfrutemos de una cena juntos, que me haga el amor, que me haga sentir mujer... porque descubrí que es mucho mejor servirle una cena casera que atragantarme con un sándwich y una coca-cola light mientras termino el trabajo que me traje a casa.

No, mis queridas colegas, inteligentes, realizadas, liberadas...y abandonadas y lo peor aun pendejas!. Estoy hablando muy seriamente... renuncio a  mi puesto de mujer moderna.

Quiero que me consientan, me traigan el desayuno a la cama, quiero hacer el amor con ganas, no quiero más celular, estrés, trancones, regaños del jefe, reclamos de mis hijos porque no les presto la atención que necesitan (ya no doy más hago lo que puedo)... quiero una vida tranquila sin llevar a cuestas las consecuencias de la globalización y liberación femenina!!!!!!!!

Alguien más se suma...?

miércoles, 26 de enero de 2011

LA MIRADA INVISIBLE


LA MIRADA INVISIBLE
JAIRO BAEZ


¨Cada segundo que paso sin verte es una interminable tortura¨

Sábato (1)

La mirada invisible, fue el título que aglutinó el 9º Coloquio de 17, Instituto de Estudios Críticos, realizado entre del 28 de junio  3 de julio de 2010 en Ciudad de México. En esta ocasión, la muestra fotográfica, tomada de fotógrafos sin vista o con pérdida sustancial de la misma, dio lugar a exposiciones, talleres y ponencias, que permitieron revelar para reflexionar parte y algo de lo estético, lo político, lo filosófico, lo semiótico y lo psicoanalítico del asunto.

Como asistente, dos elementos cruciales a destacar y que permiten la siguiente cavilación. El primero, las estrategias técnicas del fotógrafo que van de la mano con su sello inconfundible de su contenido; se vio en fotografía, la niñez, la sexualidad, la ciudad, el desazón, que permitían una identidad con el autor. El segundo, el encuentro-desencuentro entre dos: los que se nombran videntes y los nombrados invidentes.
 
¿Quién mira? es la pregunta que inicia la disertación en torno a un sujeto, ahora que los ¨invidentes¨, aquellos que no tienen el sistema perceptor visual, o lo tienen mediado por una atrofia, deciden mostrar que se puede y encuentran su placer en foto-grafiar el afuera en el que se desenvuelven como mortales. Los ¨videntes¨, esto es, aquellos que, en contravía, muestran su capacidad visual orgánica ¨completa¨ son el punto de contraste para insistir: ¿Quién observa? Sin embargo, es necesario, desde ya, dejar la duda  acerca de si existe posibilidad alguna de fotografiar arbitrariamente, de observar, lo que está en el afuera.

El ¨vidente¨ es el primer sorprendido cuando el ¨invidente¨ enuncia su deseo de sacar a la luz (foto) su deseo; y registrar mediante la foto (luz) su objeto de deseo. Pregunta que sólo se hacen los ¨videntes¨: ¿Por qué insistir en poner bajo la luz un deseo y un objeto de deseo cuando se tienen otras formas mucho más asequibles  y menos dispendiosas y traumáticas, en ocasión de haber perdido el don de la vista? ¿Por qué no dibujar, esculpir, sonorizar, palpar, los objetos ante la imposibilidad visual? ¿Por qué esforzar la memoria, hacer uso de las corrientes de aire, los efluvios de luz, la intuición y el tacto?

Esa pregunta es ya denunciante de la invidencia del ¨vidente¨; y esa pregunta la contesta con premura y casi, con candidez, el ¨invidente¨. La pregunta del ¨vidente¨ está hecha desde la ortopedia y no desde el fin; más relacionada con el proceso y el instrumento, y menos con fin o el producto; la pregunta del vidente está ávida de saber si quien ve, es el ojo, la cámara o  el dedo. La pregunta del ¨vidente¨ no sospecha jamás que el ojo, la cámara y el dedo pertenezcan a alguien que ve, que enfoca y que obtura.

La respuesta por tanto es sencilla, en tanto, no es el aparato el que fotografía; la presencia, o ausencia, del aparato no determina la ¨invidencia¨. El ojo no hace falta para ver, al igual que no hace falta la cámara ni le dedo para fotografiar; sólo se necesita el deseo y el objeto del deseo para que ¨eso¨ emprenda su marcha hacia el logro: sacar a la luz, poner a la luz, lo que yace en la penumbra, lo que se oculta en la obscuridad. ¨Eso¨ es el sujeto del deseo.

Cuando el ¨invidente¨ manifiesta su deseo de poner a la luz su deseo, inmediatamente nos remite a una pregunta crucial que involucra a los ¨videntes¨. ¿Qué se puede enunciar como lo que significa mirar? ¿Mirar es descubrir un objeto o mirar es encontrar un objeto? (2). No obstante, si el mirar es descubrir, esto supone que hubo un acto previo de cubrir y si esto es así, significaría que la mirada antecede a un ocultamiento. Pero ¿qué se oculta? ¿Cuál es ese ¨agalma cima de la oscuridad donde el sujeto está sumergido en la relación del deseo¨? (3).

Si hemos de tomar en serio la enunciación y los enunciados de los ¨invidentes¨, mirar versa sobre el descubrimiento y menos sobre el encuentro; y esto nos devuelve a la pregunta ¿Quién mira?, pero, esta vez, se debe complementar con aquella otra pregunta,  ¿qué mira? Si ¨eso¨ que mira no es el ojo, ni la cámara, ni el dedo, sino un sujeto; lo qué se mira, (lo que se descubre), es el objeto velado, el objeto del deseo: ¨el agalma [ ] este objeto al cual [el sujeto] cree que su deseo apunta y lleva a su extremo el desconocimiento de este objeto como causa del deseo¨ (4). Acá ya la dicotomía entre ¨invidente¨ y ¨vidente¨ se desvanece y, a todo aquel que se considere sujeto de la mirada, se le ubica como Invidente. Se concluye así, que quien mira es el invidente; y que quien hace uso de las ortopedias, sean estas naturales, (ojo), o artificiales, (cámara fotográfica), es un ciego; esto es, todo sujeto.

Si de origen el sujeto es ciego, mal se haría al crear linderos adosados con juicios de valor, fundamentados en la diferencia que ocasiona lo natural y lo artificial. Los portadores de aparatos ortopédicos naturales, (órganos y sistemas), se abrogan arbitrariamente el lugar del competente, y ubican, (arbitrariamente), a los portadores de aparatos ortopédicos artificiales, (cámara, sustancias reveladoras),  como los incompetentes.

La diferenciación arbitraria toma dos semblantes (el negativo y el positivo, pero a la largo ambos perjudiciales). Segregar al portador de aparatos ortopédicos artificiales es tan nefasto como querer llevarlo al mundo dominado por los aparatos naturales. En la bondad de aquellos que asumen necesario ¨ayudar¨ al no portador de la visión natural para que viva adecuadamente en un mundo de los visuales, se esconde la incapacidad de aceptar la subjetividad y la diferencia que va caracterizar a un sujeto. En el amor al prójimo acecha cierta antipatía hacia el diferente. La exclusión adentro es igual a la inclusión afuera, es una de las paradojas de la política de la falsa igualdad humana que denuncia Zizek (5).

Lo que dice el discurso del no portador de ortopedias artificiales, si se le escucha con detenimiento, es que todo sujeto tiene el derecho de hacer uso de sus estrategias para mirar, sin que esto lleve a determinar que los unos son más que los otros. La diferencia entre lo natural y lo artificial, en el mirar, no hace la diferencia entre lo superior y lo inferior. Hay que insistir, el mirar denuncia que todos somos ciegos.

La denuncia acerca de que todo sujeto es ciego en su origen, recuerda la famosa pizarra mágica de la que Freud (6) hiciera mención en alguno de sus textos. Parodiando la pizarra mágica, se puede afirmar que la mirada funciona de igual manera: la mirada no se posa en cualquier objeto, la mirada se posa en el objeto preciso en el que debe hacerlo; no obstante, ilusoriamente, se asume que la mirada es autónoma y que ésta se posa en cualquier objeto. Es de recordar-saber que Freud hace uso de la famosa pizarra mágica para describir el proceso de lo inconsciente.

Si el sujeto de la mirada es el sujeto del inconsciente, las ortopedias son solamente estratagemas para la realización del deseo velado. Que las ortopedias diversas, -artificiales-, son precisas en ausencia de aquella en falta, -natural-, puede ser una sana conclusión del encuentro entre dos sujetos a la postre ciegos pero, paradójicamente, planteados en diferencia con respecto al mirar y el no-mirar.  Si el ser sujeto del inconsciente hace un sujeto de la mirada, ningún mortal estará exento de ortopedias visuales.

Notas

(1)   Sábato E. (2001).  El túnel. Seix Barral. Barcelona.
(2)   Siguiendo una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua: dar con alguien o algo sin buscarlo.
(3)   Lacan, J. Seminario 10 bis. Los nombres del padre. Clase única. 20 noviembre 1963. Escuela Freudiana de Buenos aires. Buenos Aires.
(4)   Lacan, J. Seminario 10 bis. Los nombres del padre. Clase única. 20 noviembre 1963. Escuela Freudiana de Buenos aires. Buenos Aires.
(5)   Zizek, S. (2006). Arriesgar lo imposible. Madrid. Trotta
(6)   Freud, S. (1925/1986.). Nota sobre la pizarra mágica. Amorrortu. Buenos Aires      
         
 Referencias

Freud, S. (1925/1986). Nota sobre la pizarra mágica. Amorrortu. Buenos Aires.

Lacan, J. Seminario 10 bis. Los nombres del padre. Clase única. 20 noviembre 1963. Escuela Freudiana de Buenos aires. Buenos Aires.

Real Academia de la Lengua. (2001). Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Espasa. Madrid.

Sábato E. (2001).  El túnel. Seix Barral. Barcelona.

Zizek, S. (2006). Arriesgar lo imposible. Madrid. Trotta