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martes, 23 de febrero de 2010

UNA POSICION ANTE EL ABORTO

Santafé de Bogotá, julio 5 de 1999


Señor:
Tito Díaz
Comunicador Social
Emisora Radio Maria


Estimado amigo.

Hace algún tiempo, en una conversación que tuvimos, señalaba usted su posición con respecto al aborto; posición que dista mucho de la mía, a pesar de tener claro que a los dos nos une el afán por el bienestar social y del hombre como tal. En el momento, no me atreví confesar la forma de ver el aborto y pensé que, tal vez, a usted no le interesara tampoco; pero, creo que es justo, en aras de la lealtad con un amigo, hacer saber las disparidades. Por tanto le escribo estas líneas, no tanto para confrontar posiciones sino, para que se entere del ángulo en que yo enfoco la misma temática; además de ser un ejercicio sano para aclarar mis propias convicciones.

Creo, como persona y facilitador social, que mi misión es la de propender por la felicidad del hombre y evitar el sufrimiento. Creo, también, que la felicidad no se consigue de la noche a la mañana y que el sufrimiento es un continuo, que puede ir de menos a más. En esta medida mi aspiración sería lograr la felicidad y ausencia de todo sufrimiento en el hombre; no obstante, la práctica me señala que sólo podré lograr un acercamiento paulatino a la felicidad del hombre y la disminución gradual de su sufrimiento.

Cuando la observación me muestra un niño lisiado por una enfermedad congénita, un niño desnutrido, un niño golpeado, un niño ignorante, un niño en la calle, un adolescente drogadicto, un adolescente delincuente, un adulto indigente, un adulto depresivo, un anciano abandonado y otras anomalías más, que van en contra de la felicidad y el mantenimiento del sufrimiento, me pregunto qué hemos ganado con dar la posibilidad de vivir a todas las personas, sin preocuparnos por la calidad de vida que van a tener. Creo firmemente, después de haber trabajado durante varios años con estás poblaciones, que la causa de muchos de los males que aquejan a la sociedad está en el síndrome del niño no deseado. Ese niño que, por caridad, por culpa, por remordimiento, se le permite vivir, sin prevenir cuál irá a ser su posterior suerte, es el que sufre; al que se le niega la felicidad y el que nos conduele a todos los preocupados por el bienestar social. El niño que nace sin ser deseado es el hombre que está condenado a la infelicidad y el sufrimiento.

Comparto la idea de prevenir la concepción, que evita daños a la moral y a la integridad física de la mujer; pero, dado el caso, de un embarazo indeseado, comparto la posibilidad de evitar mayor sufrimiento mediante el detenimiento del proceso vital. Que este embarazo haya sido por descuido, por violación o cualquier otra circunstancia, es lo de menos; lo importante es evitar a toda costa la venida al mundo de una persona a sufrir. Persona que después de mucho padecer muere a causa de la droga, las balas de un enemigo, del hambre, del frió o de otras calamidades producto de la falta de previsión; dejando consigo más dolor y culpa social. Nadie es ladrón porque quiere, drogadicto porque se le antoja o desnutrido a voluntad; es la falta, las necesidades, lo que lo llevan a asumir tales o cuales actitudes poco sociales y dignificantes.

Desde otro ángulo, si dejásemos que nazcan niños, a libertad de quienes deseen tenerlos, sin considerar la responsabilidad, que ellos tienen, de llevarlos a ser adultos sanos y felices, bajo el supuesto que “alguien” responsable lo hará, como un trabajador social o una persona caritativa, cuánto tiempo durarán los recursos para sostener un número cada vez más creciente de personas. Ya Malthus, desde el siglo pasado, ha mostrado como los recursos no podrán ser suficientes para una población cuando los primeros crecen en forma aritmética mientras ésta última crece geométricamente. Al aumentar la población y disminuir los recursos, la miseria será insostenible; de manera que la anhelada felicidad y la ausencia del sufrimiento será una ilusión insostenible para el hombre. Es cierto, los recursos naturales no son renovables y se están agotando, a velocidad creciente, en la medida que la población aumenta. Hasta ahora no ha sido posible disponer de otra despensa aparte de la tierra, que poco a poco se va vaciando. !Qué va a suceder cuando ya no queden recursos! ¿Comernos los unos a los otros? Si el aborto causa repudio, el canibalismo puede llegar a ser insoportable; y hacía allí nos encaminamos si no ponemos freno a la explosión demográfica.

Si nos abstuviéramos de abortar por respeto a la vida, deberíamos oponernos a cualquier clase de muerte; sin embargo, las guerras, la defensa propia, la defensa de la propiedad privada y estatal permiten el desvanecimiento de la vida humana, aumentando el sufrimiento y el dolor. Si fuese por el respeto a la vida, las plantas y todos los animales deberían ser protegidos, evitando su inmolación para ser nuestro alimento. Si es la vida humana la que está de por medio, deberíamos darnos cuenta que la proliferación incontrolada va en detrimento de la misma vida. Un pan podrá calmar el hambre de una persona pero nunca alimentar a mil. Hoy no es ayer, donde el postulado de multiplicaos y poblad la tierra tenía un sentido adaptativo, porque eran muchas las calamidades y pocas las posibilidades de sobrevivir y llegar a ser adulto; además de existir grandes extensiones de tierra por poblar.

Esperando amigo, que mi posición ante este tema no sea motivo de distanciamiento y, a cambio en la sinceridad, seguir luchando mancomunadamente por el bienestar social, que tanto nos une,


Su amigo,


Jairo Báez
Psicólogo